martes, 16 de octubre de 2018

"Es el relato del franquismo": los historiadores reprenden a Casado por su versión del "descubrimiento" de América



"La presencia de España en América fue el resultado de una conquista violenta y muy dura", recuerda el catedrático Antonio Acosta

Los expertos cuestionan que España sea la nación "más antigua de Europa" y apuntan que los vikingos llegaron a América antes que Colón


El domingo el PP puso punto final a una semana de celebraciones patrióticas relacionadas con la festividad del 12 de Octubre con un acto en Málaga en el que su líder, Pablo Casado, quiso dar una lección de Historia


Entre miles de banderas, el presidente conservador aseguró que "la Hispanidad celebra el hito más importante de la humanidad" porque España "es el único país que puede decir que un nuevo mundo fue descubierto por ellos", en referencia a la llegada de Cristóbal Colón a América, en 1492.


 Con esos argumentos, Casado reivindicó el "orgullo" de ser español, "un pueblo milenario y una nación centenaria" a la que definió como "la más antigua de Europa".



La visión del líder del PP es, sin embargo, una visión "legendaria" y "quimérica" de lo que realmente supuso la presencia de España en el continente americano durante cuatro siglos y de la propia historia del país, según apuntan distintos historiadores consultados por eldiario.es.


 Una "versión", añaden, propia "del relato del franquismo" que se preocupó más de la "exaltación nacional" que del estudio académico de los hechos históricos.


El reconocido hispanista Ian Gibson asegura, por ejemplo, que "no es verdad" que España sea "la nación más antigua de Europa" como sostiene Casado y como sostenía el expresidente Mariano Rajoy. 


Los expertos coinciden en señalar que el término nación se corresponde con una concepción cultural e identitaria subjetiva, por lo que ven dificultades a la hora de poder establecer cuándo se generó ese sentimiento por primera vez. 


En todo caso explican que Francia o Inglaterra se constituyeron como reinos cerca del año 1.000, más de 400 antes de la unión de los reinos de Castilla y Aragón, considerada como el nacimiento de España.


"Pero aunque España fuera más antigua, ¿y qué? ¿Eso querría decir que la nación española sería mejor que otras?", se pregunta Gibson. Además, afirma que "no se puede medir la grandeza de un país por la cantidad de tierra que conquista". 


En su opinión, las declaraciones del líder del PP se corresponden a una visión "neofalangista" de la historia y de "nostalgia del imperio" que ha solido defender la extrema derecha en el pasado.

El "programa de derechización" del PP


Mirta Núñez, profesora e investigadora de la Universidad Complutense de Madrid, cree que el discurso de Casado "está integrado en el programa de derechización" que ha emprendido el PP que recupera "el relato del franquismo" y considera que sus afirmaciones "demuestran" que el presidente de los conservadores "entra en un terreno que no conoce al detalle". 


Refuta la apelación al "nuevo mundo" que realizó el líder popular y aboga más por hablar de "encuentro" que de "descubrimiento" de América "porque el continente y sus gentes ya estaban allí". 



 
"Soy de las que cree que la aportación de España al continente fue muy valiosa, pero el país dio lo que tenía de bueno y de malo. Es cierto que en ese largo proceso cambió el mundo y se dio una traslación cultural. 


 España era un país que estaba en tránsito entre el medievo y el renacimiento y eso se trasladó a América. Pero para los pueblos de destino implicó la pérdida de su cultura. Por eso considero que la afirmación de Casado es muy pretenciosa. 


Fue una gran obra la que hizo España en el nuevo continente pero tuvo sus episodios claros y oscuros", apunta Núñez.


El catedrático de Historia de América de la Universidad de Sevilla, Antonio Acosta, critica la visión "hagiográfica" y "laudatoria" que realiza Casado de la presencia de España en el continente americano, "propia de los años 40 o 50 del siglo XX" en la época franquista.


 "Es cierto que los ciudadanos de hoy en día no somos responsables de lo que se hizo tanto para bien como para mal. 


Pero sentirse orgullos de lo que pasó en el siglo XVI no es propio de un ciudadano de hoy en día. Yo no me sentiría orgulloso de aquello". 

Los vikingos llegaron antes


"La presencia de España fue el resultado de una conquista violenta y muy dura. Se llevó a cabo un ejercicio de dominio cultural demoníaco.


 La riqueza de las indias eran los indios y se desarrollaron mecanismos de obtención de mano de obra indígena que supusieron la desaparición de culturas y lenguas. Se rompió la estructura social y la riqueza del control de la naturaleza", asegura. 


Magdalena Guerrero, profesora del Área de Historia de América de la Universidad de Granada, difiere del resto de los expertos consultados al no criticar directamente las palabras de Casado. 


Coincide con él en que "el descubrimiento de América es el hecho más importante que se ha producido desde la muerte de Jesucristo". 


No obstante, critica que el líder del PP empleara en su discurso del domingo "términos que no son adecuados para los tiempos que vivimos".


 Asimismo, recuerda que "los vikingos" estuvieron en el continente americano antes que los españoles y menciona la "leyenda del piloto desconocido" que sostiene que incluso antes de la llegada de Colón a América ya hubo un náufrago que llegó a "ese nuevo mundo".








BOLSONARO Y LA DERROTA CULTURAL DEL PROGRESISMO

 
 
La expresiva actuación del candidato ultraderechista Jair Bolsonaro, del Partido Social Liberal (PSL) en la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil, puede ser explicada por tres factores que actuaron de forma simultánea: antipetismo (odio), rechazo al sistema político (frustración) y la consolidación de valores conservadores en la sociedad, tras la derrota cultural del progresismo brasileño.
 
 
Hay un punto que hay que tener en cuenta: el poder fáctico desechó a la democracia como instancia de negociación y marcha hacia un enfrentamiento radical contra los sectores populares, en una guerra de imposición ideológica que tiende a borrar las conquistas sociales, inclusión social y de redistribución de la riqueza de la etapa del progresismo, que incluye confrontaciones de clase, de grupos étnicos, de género. 
 
 
Dos conceptos definen la importancia que tiene Brasil. El exsecretario de Estado de EEUU, Henry Kissinger, dijo que “Hacia donde se incline Brasil, se inclinará Latinoamérica” y definió al gigante sudamericano como el “satélite privilegiado” de las políticas de Washington en estos territorios.
 
 
No hay que olvidar que la dictadura militar en Brasil fue larga (1964-2003) y tuvo gobiernos desarrollistas conservadores durante los cuales el país creció y se industrializó, de la mano de una gigantesca exclusión y desigualdad social. Pero el desprestigio de los militares n el imaginario colectivo de los brasileños fue inferior al desarrollado en los otros países del área.
 
 
La victoria en primera vuelta del candidato ultraderechista Jair Bolsonaro en Brasil, da cuenta que más allá de una derrota electoral del progresismo, éste debe asimilar la derrota cultural. Incluso si gana en la segunda vuelta, a Fernando Haddad, el delfín de Lula, le será muy difícil gobernar: la derecha acumuló 301 de los 513 escaños en Diputados (sumaba 238 en 2014), mientras la izquierda pasó de 166 a 137 diputados, y el centro, el gran derrotado, apenas logró 75 bancas (tenía 137): el MDB de Temer y el PSDB de Fernando Henrique Cardoso lograron 31 y 25 diputados respectivamente. 
 
 
Si bien no participa directamente en el escenario electoral, la prensa hegemónica era poseedora casi exclusiva del contacto diario y directo con los ciudadanos. Pero ahora ve su relevancia amenazada por otros medios de comunicación, las redes sociales y la militancia de las iglesias evangélicas (a través de la oligopólica Red Record) fueron las que produjeron los fenómenos electorales de Bolsonaro y tantos otros desconocidos de la gran prensa que, de la noche a la mañana, conquistaron victorias electorales impensable.
 
 
En 2019, la cuestión mediática será crucial. Independientemente de quien gane la elección, las redes Globo y Record estarán en franca disputa por las pautas oficiales y las redes sociales permanecerán dominadas por el odio hacia la izquierda, propagado por ambas concesionarias públicas, y por la milicia virtual del mesías, que cuenta con hartos recursos de empresarios brasileños y extranjeros, como estamos viendo a lo largo de esta campaña, señala Joaquim Palhares, director de Carta Maior.
 
 
El Laboratório de Estudos de Mídia e Esfera Pública señala que se está pasando de un paradigma donde la comunicación con el elector se daba por medio de los partidos y los medios tradicionales a un paradigma donde éstos, sin quedar totalmente fuera de la ecuación, se ve sobrepasados por las iglesias evangélicas y las redes sociales.
 
 
Lo cierto es que los partidos tampoco fueron aniquilados, en vista de las expresivas votaciones recibidas por el PT, PSB, PP, pero perdieron mucho de su capacidad comunicativa. Para los grandes medios, junta a este cambio vino otro, la quiebra del patrón de competencia que había caracterizado a la Nueva República, el del enfrentamiento entre el PT y el PSDB. Esta vez, Geraldo Alckmin, el candidato tucán (del PMDB) no consiguió mostrarse competitivo, a pesar de su preponderancia en horario electoral gratuito, lo que demostró la carencia de capacidad comunicacional de los partidos, ya no solo del PT.
 
 
Algunos analistas se adelantan a los resultados de la segunda vuelta y hablan del mayor tsunami político, social y cultural que ha vivido Brasil en su historia, pero no hubo engaños: la gente sabía a quién votaba. Esta vez los grandes medios (la Red Globo, Folha de Sao Paulo, O Estado) no jugaron a favor del Bolsonaro (aunque dieron amplia difusión sus bravatas), e incluso lo criticaron.
 
 
El candidato ultraderechista tuvo muy poco tiempo en los espacios gratuitos de la televisión y el atentado sufrido jugó a su favor: fue una excelente excusa para rehuir debates.
 
 
Se presentó como el candidato antisistema aunque lleva 27 años como diputado (sin que se le conozca propuesta alguna), y consiguió captar los sentimientos de la mayoría, de la mano de la inteligencia y del financiamiento puesto a su disposición por la internacional capitalista (la Red Atlas), sus think tanks, sus ongs, sus redes y sus vendedores de esperanza evangélicos: pare de sufrir. 
 
 
Es más, aprovechó e insufló la ola conservadora, fascistoide, machista y racista.
 
 
Entre estos movimientos ultraconservadores, se destaca el Movimiento Brasil Libre (MBL), que lanzó la campaña anti-Dilma Rousseff en 2013. Kim Kataguiri, uno de sus líderes aspira a presidir la Cámara de Diputados. Janaina Paschoal, una de las autoras del juicio político a la expresidenta, obtuvo el mayor caudal de votos que se recuerde como diputada en Sao Paulo. 
 
 
El propio hijo del candidato, Eduardo, sumó 1,8 millones de votos, la mayor votación para diputado lograda en la historia.
 
 
Hoy, el bloque ruralista -del agronegocio y contra cualquier reforma agraria,- tiene dos centenares de diputados, el evangélico unos 76 y la “bancada de la bala”, defensora de la pena de muerte y de armar a la población, que no tenía senadores, pasó a contar con 18 de los 54 curules en disputa.
 
 
Para avizaorar lo que se viene, es necesario desmenuzar la actual crisis por la que atraviesa ese país; las debilidades del progresismo del Partido de los Trabajadores (PT), los generalizados problemas en materia de corrupción e inseguridad (utilizados por la propaganda del sistema), la herencia de la dictadura, el anunciado fin del lulismo, las limitaciones evidentes del progresismo y de la izquierda para comprender las nuevas realidades y sobre todo de afrontarlas.
 

Causas de la restauración conservadora
 
 
Entre sus principales logros de los gobiernos del PT (Lula y Dilma) se puede destacar que sacó de la pobreza a más de 20 millones de brasileños, de la mano de una política asistencialista, pero dejó incólumes las bases económicas del sistema empresarial que siguió dominando el poder, arraigado en los latifiundistas y la poderosa Federación de Industriales de Sao Paulo (FIESP), con la que negociaba el poder político.
 
 
Lula dejó el Banco Central en manos del economista Henrique Meirelles, del sector financiero y amigo de la FIESP… y ministrfo del golpista Temer. Joaquim Levy, economista de la Escuela de Chicago, fue Ministro de Hacienda de Dilma. O sea, en lugar de producir cambios estructurales, profundos y de incentivar la participación popular, prefirieron dormir con el enemigo, facilitando el acoso de las trasnacionales y las conveniencias estratégicas de la política estadounidense en la región.
 
 
Fue el propio gobierno del PT, su tibieza, el que abrió las puertas para una restauración conservadora: el consumismo reemplazó a una necesaria formación ideológica y construcción de un poder en manos del pueblo organizado.
 
 
Para peor, aquellos movimientos sociales que llevaron al PT al gobierno, fueron desmantelados y sacados de la calle. Lo prueban el escaso protagonismo y movilización de la central obrera CUT, de la militancia del PT, y en menor grado del Movimiento de los Trabajadores sin Tierra, en los últimos acontecimientos lo prueban.
 
La persistente dictadura
 
 
Brasil es el único país sudamericano donde no hubo un Nunca Más a la dictadura militar, ni juicios a los militares (ningún torturador fue preso y Bolsonaro se dio el lujo de alabar al torturador de Dilma) y civiles del régimen. En el imaginario colectivo representó el lanzamiento de Brasil como potencia regional, con grandes obras de infraestructura y un crecimiento económico sostenido … hasta que llegó el estancamiento.
En esa época el general Golbery do Couto es Silva delineó la nueva geopolítica brasileña que convirtió al país en potencia regional (el subimprialismo del que hablaba Paulo Schilling), 
 
 
Sucedieron gobiernos “democráticos”, pero la dictadura simpre se sostuvo soterrada, la policía siguió militarizada, nadie osó tocar el poder castrense dejando en el camino las pretensiones hegemónicas de los militares argentinos.
 
 
Pero Bolsonaro no sólo alabó a torturadores sino que lanzó ataques permanentes contra homosexuales, mujeres, negros e indios. No fue el único: hasta José Antonio Dias Toffoli, el presidente del Supremo Tribunal Federal, elegido por el PT, en lugar de hablar de dictadura prefirió referirse al “movimiento de 1964”. El PT, que cuando Lula dejó el gobierno ostentaba un 84% de aprobación, no consiguió (ni intentó) terminar con la dictadura ni cambiar las estructuras del Estado.
 
 
Si bien Bolsonaro estuvo tentado de elegir como vice al “príncipe” Luiz Philippe de Orléans e Bragança, descendiente de familia imperial portuguesa, optó por el verborrágico y ultraderechista general Hamilton Mourão, cuyas banderas de campaña fueron la eliminación del aguinaldo y la redacción de una nueva Constitución por notables, sin participación ciudadana.
 
 

Corrupción, inseguridad, Venezuela: jugar con el miedo
 
 
Los temas de corrupción e inseguridad están en el centro de las cuestiones planteadas, con mucha influencia en las decisiones de los electores. 
 
 
Ambos problemas son reales pero han sido construidos de tal manera para que siembren el miedo y favorezcan políticas represivas; sirven al objetivo de despolitizar a la sociedad y dejar que solo el poder económico pueda gobernar e imponer sus criterios, obviamente al servicio de sus intereses.
 
 
La corrupción incluye los recursos necesarios para el financiamiento de un sistema político que deja afuera a quienes no tengan mucho dinero y su aprovechamiento por parte del sistema imperial de dominación que, de esa manera, se evita tener que adoptar otras formas de intervención que lo dejarían al descubierto. Esa circulación de dinero ilegal crea las condiciones para el enriquecimiento de la dirigencia que maneja esos recursos.
 
 
Los movimientos populares siempre reivindicaron el valor de la ética en el manejo de la cosa pública, pero ese valor se fue deshilachando cuando les tocó ser gobierno, recuerda el dirigente social argentino Juan Guahán. Esto constituye un acto de traición a los intereses que dicen defender y al sentido de los cambios que –en sus discursos- proponen realizar, añade.
 
 
El tema de la inseguridad -64 mil muertos en 2017- es una de las claves de las políticas de dominio de los poderosos: cuatro de cada cinco informaciones de los medios hegemónicos –no sólo en Brasil- se refiere a asuntos policiales, con el fin de estigmatizar a los pobres, fortalecer las políticas represivas y multiplicar la desconfianza y descreimiento en un sistema político institucional, que por méritos propios es cada vez más decrépito.
 
 
Antes de intentar ser presidente, Bolsonaro intentó producir un polémico filme de 26 minutos, difundido por youtube, con el título “Venezuela: um alerta para o Brasil”, que relata una cobarde conspiración comunista para tomar control de la mayor democracia latinoamericana para tornarla en un infierno bolivariano.
 
 
 “Es posible que Brasil se convierta en la Venezuela del mañana”, tuiteó Bolsonaro, con un link a su filme.
 
 
En sus primeros comentarios tras el triunfo del 7 de octubre, Bolsonaro señaló que había sólo dos caminos para los electores: el suyo, de prosperidad, libertad y santidad, o el de Haddad, “el amino de Venezuela”. Campañas similares se usaron para derrotar al candidato centroizquierdista Gustavo Petro en Colombia, acusado de “castrochavista”.
 
 
Ante esta arremetida de Bolsonaro fue el expresidente Fernando Henrique Cardoso, acérrimo crítico del PT y de Lula, calificó de “exagerados” los alegatos sobre la “amenaza comunista”. Haddad, acosado por periodistas extranjeros, reafirmó el compromiso del PT con el principio de no intervención en los asuntos internos de otros países: “La respuesta no son más balas, más bases militares, más guerra… el continente necesita más cooperación”. 
 
El anunciado fin del lulismo
 
 
El sociólogo Raúl Zibechi recuerda que junio de 2013 fue el momento decisivo, el que formateó la coyuntura actual, desde la caída de Dilma hasta el ascenso de Bolsonaro. En ese momento comenzaron las manifestaciones de jóvenes estudiantes urbanos contra el aumento de las tarifas del transporte urbano, que encontraron la reacción brutal de la policía militar, que tuvo inmediata respuesta de miles de ciudadanos en 353 ciudades del país.
 
 
Era el primer aviso en reclamo de mayor igualdad, exigiendo “un paso más en las políticas sociales que se venían aplicando, lo que implicaba tocar los intereses del 1% más pudiente del país”.
 
 
 La que sí supo intrepretar la situación fue la ultraderecha.
 
 
 La izquierda, los movimientos sociales vaciaron las calles en junio de 2013 y se las dejó a una derecha que desde las vísperas de la dictadura había perdido toda conexión con las multitudes.
 
 
Luego vinieron las multitudinarias manifestaciones contra el gobierno del PT, la ilegítima destitución de Dilma, la multiplicación de los sentimientos contra los partidos y el sistema político y, finalmente, Bolsonaro, con el telón de fondo de la crisis económica.
 
 
El anunciado fin del lulismo tiene su raíz en la crisis económica de 2008 que derrumbó los precios de los commodities y las movilizaciones de 2013, que rompieron de facto el consenso trabajadores-empresarios y el esquema de coalición para gobernar, entre sectores de izquierda y varios grupos de centroderecha como el PMDB.
 
 
Esta coalición se rompió en 2014 cuando la derecha llenó el congreso y logró, finalmente, el juicio político y la destitución de Dilma, mientras se desmoronaba la socialdemocracia de Fernando Henrique Cardoso: su candidato Geraldo Alckim apenas logró el 4% de los votos y su base social emigró a Bolsonaro.
 
 
 El PSDB, que fuera el rival más fuerte del PT desde 2002, perdió toda relevancia, así como el MDB y el DEM, la base de la derecha neoliberal.
 
 
El intentó de Dilma de calmar al poder fáctico al asumir su segundo gobierno en 2015 con un ajuste fiscal, terminó por dinamitar las conquistas sociales de la década anterior. El descontento social fue capitalizado por la derecha radical, alimentada diariamente por la prensa hegemónica y las redes sociales.
 
 
Durante más de una década el desarrollismo lulista proporcionó bienestar a las grandes mayorías y enormes ganancias a la gran banca, pero el modelo se agotó cuando ni siquiera intentó realizar cambios estructurales en el país, temeroso de afectar al poder fáctico. 
 
 
Claro, ponía en riesgo los miles de cargos estatales y todos los beneficios materiales y simbólicos que conllevan. El PT mostró su incapacidad de cambiar su estrategia, la derecha sí lo hizo.
 
 
La paz social era la clave del consenso entre trabajadores y empresarios, así como de un “presidencialismo de coalición” que albergaba partidos de izquierda y de centro derecha, pero las consecuencias de la crisis económica de 2008, que derrumbó los precios de las commodities y derechizó a las elites, junto a las jornadas de junio de 2013 que hicieron añicos la paz social, enterraron el llamado consenso lulista.
 
 
Lo cierto es que el lulismo no fracasó, sino se agotó. Durante una década había proporcionado ganancias a la mayoría de los brasileños, incluyendo a la gran banca , que obtuvo los mayores dividendos de su historia. Pero el modelo desarrollista había llegado a su fin, ya que se había agotado la posibilidad de seguir mejorando la situación de los sectores populares sin realizar cambios estructurales que afectaran a los grupos dominantes. Algo que el PT aún se niega a aceptar.
 
 
En el terreno político, la gobernabilidad lulista se basaba en un amplio acuerdo que sumaba más de una decena de partidos, la mayoría de centro derecha liberal como el PMDB y el DEM. Pero esa coalición se desintegró durante el segundo gobierno de Dilma, entre otras cosas porque la sociedad eligió en 2014 el parlamento más derechista de las últimas décadas, que fue el que la destituyó en 2016.
 
 
Otra consecuencia del ascenso de la derecha más conservadora, es la crisis de la socialdemocracia de Cardoso: su candidato Geraldo Alckmin apenas alcanzó el 4% de los votos.. El PSDB perdió toda relevancia, y desnuda la crisis del partido histórico de las elites y las clases medias blancas urbanas. 
 
 
Su base social emigró a Bolsonaro.
 

La izquierda sin estrategia
 
 
Lo que se viene ahora es una fenomenal ofensiva contra los derechos laborales, contra la población negra e indígena, contra todos los movimientos sociales. Con o sin Bolsonaro, porque su política ya ganó y se ha hecho un lugar en la sociedad y en las instituciones.
 
 
No es un caso aislado. La ministra de Seguridad argentina Patricia Bullrich, acaba de lanzar su propio exabrupto, esta semana en una entrevista televisada, al vincular los movimientos sociales con el narcotráfico, abriendo de ese modo el grifo de la represión. 
 
 
Se trata de desviar el sentimiento de inseguridad hacia los actores colectivos que resultan obstáculos para implementar medidas más profundas contra las economías populares y la soberanía estatal sobre los bienes comunes.
 
 
Sobre el futuro inmediato, el cientista político César Benjamin señaló al portal Piauí: “Temo que un gobierno de Bolsonaro sea peor que el gobierno militar. Hay una movilización de grupos, de masas que lo apoyan, que el régimen militar nunca tuvo. Una vez que llegue a la presidencia, un hacendado puede entender que llegó la hora de lanzar sus pistoleros, un policía que participa de un grupo de exterminio entenderá que puede ir más lejos. El sistema vigente desde la Constitución de 1988, ya no existe más”.
 
 
Para el supuesto que Haddad logre remontar el resultado adverso del domingo pasado, Brasil seguirá una ruta semejante a la que tuvieron Lula y Dilma, pero con características particulares. Ese gobierno, tendrá mucho menos poder y estará sometido al constante acecho de este nuevo liderazgo de un conservadorismo militante y reaccionario.
 
 
A ello habrá que agregarle la presencia amenazante de una estructura militar fuertemente comprometida con una candidatura de surgida –según analistas- de la entrañas de la inteligencia militar. Todos esos antecedentes le darían un fuerte clima de inestabilidad institucional a un eventual gobierno del PT.
 
 
Paulo Guedes, quien ha sido presentado como el próximo ministro de Economía de Bolsonaro, ahora cuestionado por hechos de corrupción, es un liberal clásico, también formado en la Escuela de Chicago. Su política puede chocar con cierto “nacionalismo” de Bolsonaro y de algunos núcleos de sectores militares.
 
 
Se trataría de un gobierno de los BBB -buey (ganado), biblia y bala-, por la fuerza que tendrían los tradicionales terratenientes y dueños del poder; por la presencia decisiva de los sectores evangélicos integrantes de la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD), expulsada en1992 del seno de la “Alianza Evangélica de Iglesias” por sus actividades “non sanctas”; y por el anunciado carácter represivo del que hace alarde y promueve Bolsonaro.
 
 
De ganar Bolsonaro –incluso de no lograrlo-, se vendrá una fenomenal ofensiva contra los derechos laborales, contra la población negra e indígena, contra todos los movimientos sociales, porque su política ya ganó y se ha hecho un lugar en la sociedad y en las instituciones. 
 
 
Bolsonaro no alcanazó aún a la ministra argentina de Seguridad, Patricia Bullrich, quien vinculó los movimientos sociales con el narcotráfico, abriendo de ese modo el grifo de la represión.
 
 
Se trata de desviar el sentimiento de inseguridad hacia los actores colectivos que resultan obstáculos para implementar medidas más profundas contra las economías populares y la soberanía estatal sobre los bienes comunes, afirma Zibechi.
 
 
El cientista político César Benjamin señaló al portal Piauí su temor de que un gobierno de Boslonaro sea peor que el gobierno militar. “Hay una movilización de grupos, de masas que lo apoyan, que el régimen militar nunca tuvo. 
 
 
Una vez que llegue a la presidencia, un hacendado de Pará puede entender que llegó la hora de lanzar sus pistoleros, un policía que participa de un grupo de exterminio entenderá que puede ir más lejos.: “El sistema vigente de los años 80, especialmente desde la Constitución de 1988, ya no existe más”.
 
 
Es sabido que Argentina tiene en Brasil a su principal socio comercial. Esa situación puede cambiar o sufrir un severo deterioro si –finalmente- ese eventual gobierno decide dinamitar o profundizar la decadencia del Mercosur.
 
 
Hay dos formas de pararse ante la segunda vuelta. Desde la óptica de los partidos, sus plataformas electorales y lo dicho por sus dirigentes, surge que Haddad tendría buenas posibilidades de revertir el resultado. Si bien son pocos los que han pedido a sus adherentes que voten a Haddad, la mayoría de ha manifestado públicamente su oposición a Bolsonaro. Ese sería el modo racional, “políticamente correcto”, de analizar la realidad y Haddad tendría posibilidades.
 
 
Pero hay otra forma de mirarla, colocando el eje más en los aspectos emocionales y ese es el modo que Bolsonaro ha planteado su campaña. Uno de sus spots más difundidos dice: “o mito llegou e o Brasil acordou”, mientras un coloso de piedra se despereza ante una población emocionada que sale a ver ese fenómeno y donde se escucha “ordem e progresso, eu quero pro mi país” y se ve, al fondo, el lema “o gigante nao esta mais adormecido”.
 
 
Frente a ese despliegue emotivo y en un marco muy crítico a los partidos conocidos es –lamentablemente- poco probable que el racionalismo partidario, que puede reunir Haddad, logre quebrarlo, descontando los 18 millones de votos que los separaron en la primera vuelta. Pero el “voto útil” llegó a su máximo potencial: Bolsonaro se sintió frustrado de tner que disputar la segunda vuelta y suspendió la fiesta de celebrasción programada.
 
 
Esta ventaja no es estática: no hay automatismo en la escogencia de inmensas parcelas del electorado y por ende, la elección está abierta y es realista la posibilidad de Haddad venza a Bolsonaro. Una semana antes de la primera ronda, unos 20 millones de ciudadanos aún no tenía definido su voto.
 
 
 El “efecto manada” del voto útil derritió las principales candidaturas antipetistas (Marina Silva y Geraldo Alckmin), ayudó al crecimiento de Bolsonaro y generó resultados sorprendentes, como la elección inesperada de ciertos gobernadores, diputados y senadores.
 
 
Si uno sigue con la numerología, la votación de las candidaturas no-antipetistas (Haddad, Ciro Gomes, Ghillerme Boulos, Vera Lucía, Goulart) totalizaron 45, 4 millones de votos (42,36%), 13,7 millones menos que los estimados el 20 de agosto, cuando Lula aún mantenía posibilidades.
 
 
 Hoy, segmentos del antipetismo rechaza las barbaridades de Bolsonaro y sus prácticas truculentas y odiosas, lo que permite pensar que parte de ellos puede votar nulo, no votar, e incluso votar por Haddad.
 
Anticomunistas sin comunistas
 
 
Uno de los dramas del progresismo en nuestra región es que ha dejado a mitad de camino la transformación económica, la revolución cultural, la transferencia del poder a los ciudadanos, el ejercicio de nuevos tipos de gestión política, de gobierno, sin olvidar los vicios atávicos propios del poder: corrupción, nepotismo, tráfico de influencias, soberbia, prepotencia, autosuficiencia, dice Néstor Francia..
 
 
Mientras, la convivencia y connivencia con los usos electoralistas, propagandísticos y organizativos de los factores de la democracia burguesa, terminó por confundirlos con la derecha en la percepción popular que los considera tan “políticos” como los de la derecha, en el peor sentido de la palabra.
 
 
Los medios hegemónicos de información han impuesto el imaginario de que en todas las sociedades de nuestra región impera la sensación de desorden, anarquía y “crisis multidimensional”, donde se mueven poderosas bandas delictivas, con participación de policías y militares organizadas (como las milicias verdes de Bolsonaro), que practican el chantaje, el soborno, el contrabando, el tráfico de drogas, el sicariato, el paramilitarismo. Por eso cala tan hondo el discurso que ofrece “orden y “autoridad”.
 
 
Es innegable que Bolsonaro conquistó una inmensa base social. Su discurso de odio y violencia fue capturando las insatisfacciones desde jóvenes hasta las “viudas de la dictadura”, desde las periferias hasta las elites, bajo el aplauso de los vendedores de armas.
 
 
 Responsables de la construcción de la polarización social en el país, Globo (y también la pentecostal Red Record) diseminaron el antipetismo, reaplicando su vieja receta de anticomunismo básico.
 
 
Un tuit del investigador argentino Andrés Malamud, habla de “la paradoja brasileña: elegir a un fascista de verdad, creyendo que es de mentira, por miedo a un comunismo de mentira que creen que es de verdad”.
 
 
 Es mucho más que un juego de palabras: quizá resume el drama que se vive hoy en Brasil.
 
 
Aram Aharonian. Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
 
 
(publicado por Rebelión)
 
 
 
 
 
 
 

lunes, 15 de octubre de 2018

Hace noventa y cinco años, en una estación de El Cairo

 
Kabul, 2012. Fotografía: Adnan Abidi / Cordon Press.



Hace noventa y cinco años, en 1923, una mujer egipcia bajó de un tren en la estación de El Cairo y, de repente, se arrancó el velo que le cubría la cara. Muchas de las mujeres presentes en el andén se escandalizaron, pero, según cuentan algunas crónicas del suceso, unas pocas iniciaron un tímido aplauso.


 Huda Sha’arawi, considerada como una de las precursoras del feminismo en países de religión musulmana, tenía cuarenta y cuatro años cuando decidió que llevar burka o niqab, las dos prendas que continúan ocultando completamente el rostro y el cuerpo de las mujeres en muchos países islámicos, era expresión de una tendencia política determinada y no una exigencia religiosa.


 Una simple —y terrible— muestra de discriminación, producto de una política cultural puesta en pie por hombres que, cuanto más humillados se sienten, más se empeñan en conservar una parcela de poder sobre quienes les parecen más débiles, aun por encima del respeto a los derechos humanos que, en muchas ocasiones, reclaman simultáneamente para sí mismos.


La rebeldía de Sha’arawi, como la de otras mujeres que desde los primeros años del siglo pasado intentaron que la lucha contra el colonialismo abriera también paso a la reivindicación de sus derechos, debería estar mucho más presente, no solo entre las propias mujeres musulmanas, sometidas a una nueva oleada de presión reaccionaria, sino también entre los intelectuales europeos que se empeñan en defender el uso del burka como si fuera una expresión de la libertad de elegir y no la prueba de un sometimiento, una pérdida de dignidad, que no debería consentirse en el espacio público, como no se consentiría cualquier otra expresión de esclavitud.  

   
Las herederas de aquella decidida egipcia, como la profesora argelina Marnia Lazreg, nos recuerdan hoy que la mayoría de las mujeres musulmanas que se habían quitado el niqab (que no es un pañuelo, sino un velo opaco que oculta totalmente las facciones) y que vuelven a ponérselo no lo hacen porque hayan recapacitado sobre su fe, sino, simple y brutalmente, por la campaña que se desarrolla en contra de ellas y en contra de los movimientos a favor de los derechos de las mujeres. Son ellas las que lucharon para que la Primavera Árabe no terminara como la lucha contra el colonialismo, es decir, con su exclusión y la pérdida de sus esperanzas.


Resulta agotador tener que explicar una y otra vez cuestiones evidentes: las mujeres, consideradas en su conjunto, son apaleadas, violadas, dejadas morir e ignoradas por su condición de mujeres en buena parte del mundo contemporáneo, no solo en el área islámica, sino en Asia, África, América del Sur e, incluso, en algunas zonas de Europa. El premio Nobel de Economía Amartya Sen calculó que en el siglo XX habían «desaparecido» más de cien millones de mujeres, que habían nacido y que estadísticamente tenían que estar vivas, pero que no lo están porque han sido asesinadas directamente o dejadas morir.

      
La discriminación de género, explica Sen, no es hoy día, como algunos creen, un problema de diferentes salarios o de techos de cristal, injusticias que, sin duda, merecen denunciarse, sino una cuestión que afecta realmente a la vida y muerte de millones de niñas y mujeres adultas. ¿Cómo es posible que las sociedades contemporáneas sean aún capaces de una indiferencia tan brutal? ¿Cómo es posible que las Convenciones de Ginebra hayan legislado desde 1929 sobre la alimentación y vestimenta que se debe proporcionar a los prisioneros de guerra y que haya habido que esperar hasta hace pocos años para que las violaciones masivas de mujeres fueran consideradas también crímenes de guerra?


Sería bueno que nos preguntáramos sobre cómo está orientada la lucha por los derechos humanos en el mundo. ¿Se van a marchar las tropas occidentales de Afganistán sin asegurar el futuro de los centenares de mujeres que, bajo su protección, aceptaron ser maestras? ¿Sin proteger a los miles de niñas que comenzaron a asistir a la escuela, no a aprender modestia, sino a adquirir conocimientos reales? ¿Asistiremos dentro de unos años o pocos meses a la «desaparición» de esas profesoras, al abandono de esas niñas y adolescentes, condenadas a no saber nunca que existió Huda Sha’arawi?


Seguramente sí. Seguramente los derechos humanos de las afganas serán ignorados y nadie creerá en Occidente que es más importante garantizar la vida y la dignidad de esas mujeres que impedir que Kabul aloje o aliente a terroristas. 


Seguramente se volverá a esgrimir la «diferencia cultural», la «libertad de elección» y el «respeto a las creencias religiosas», como si de lo que estuviéramos hablando no fuera de leyes, de un ordenamiento jurídico —sea en Afganistán, sea en cualquier otro país del mundo que quiera ser admitido en la comunidad internacional— que deje claramente establecido que las mujeres tienen derecho a moverse libremente, a acceder a la educación y a la sanidad en igualdad de condiciones que los hombres, y que existe la obligación de llevar ante la justicia a quienes cometan ataques y abusos físicos contra ellas. 


Es muy simple y todos sabemos de qué se trata. 



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Tiene dos años y comparece solita ante un tribunal migratorio en EEUU


Hubo que auparla para que pudiera sentarse en la silla del tribunal. Podrían deportarla a Honduras, su país de origen.


Fernanda Jacqueline Davila es tan pequeña que necesitó ayuda para instalase en su silla ante el jurado. Es hondureña, tiene dos años y compareció ante el Tribunal de Inmigración de Nueva York, en el marco de un pedido de deportación a su país natal.


La niña es la persona más joven que haya sido escuchada en esa sala. Llegó acompañada por el responsable del refugio bajo cuya tutela se encuentra desde junio pasado, cuando fue separada de su abuela en la frontera entre México y estados Unidos, en un intento de cruzarla de manera ilegal.


De regreso a Honduras, Nubia Archaga, abuela de la niña, comenzó las gestiones para recuperarla.


"Sólo queremos que vuelva a nuestro país. Estamos desesperadas. Ella es muy linda, tenemos miedo de que la den en adopción", expresó Hector Enrique Lazo, abuelo paterno de la pequeña, en declaraciones a New York Times.


Fernanda vivía con sus abuelos paternos, quienes aceptaron su custodia luego de que su hijo falleciera en un accidente de tránsito, cuatro meses antes de que ella naciera.


Tras unas lágrimas iniciales, la niña respondió -del modo en que puede hacerlo alguien tan pequeño y en semejantes circunstancias-a las preguntas que le formuló la jueza Randa Zagzoug, mediante un traductor. La magistrada aprobó el pedido de la familia para que la menor viaje a Honduras.


Fernanda fue la 26ª criatura interrogada por la jueza, de las 30 que recibió sólo ese día, cada vez hay más niños solos y en circunstancias parecidas a las de la pequeña hondureña, separados de sus familias durante un intento de ingresar clandestinamente al país.


Sólo en setiembre pasado fueron 13.000 los niños que fueron separados de sus adultos responsables y alojados en refugios.

 

 https://www.montevideo.com.uy/Noticias/Tiene-dos-anos-y-comparece-solita-ante-un-tribunal-migratorio-en-EEUU-uc698110



Trump juega con los derechos para atacar a Cuba

 
Trump en el Despacho Oval.


Apenas a unos días de que la Asamblea General de la ONU conozca, debata y vote por 27ma. vez consecutiva la Resolución que condena el largo y brutal bloqueo de Estados Unidos contra Cuba, una “casualidad” intenta obstaculizarla y desacreditar a la Isla.


Vaya coincidencia, acaban de darle asilo político a uno que se presentó como periodista independiente perseguido, y al que —por cierto—, tuvieron durante seis meses detenido en una de sus prisiones del ICE, esas creadas para los inmigrantes indocumentados que llegan por la frontera sur, y que inhumanamente han servido para separar a miles de familias latinas, especialmente a los menores de sus padres.


Esta relación en tiempo, trae al escenario de los medios estadounidenses a ese nuevo comediantillo para tratar de enturbiar lo que es verdad y se sabe desde hace casi seis décadas, la principal violación de los derechos humanos de los cubanos reside en la dura vida, en los obstáculos para el desarrollo personal, colectivo y de la nación, que ha impuesto el bloqueo económico, financiero y comercial, sostenido a contracorriente de los intereses y aspiraciones comunes de dos pueblos vecinos a la convivencia civilizada.


Nada novedoso, lo sabemos, en el arsenal de la manipulación estadounidense, pero vemos que en lo que va de año la actual administración de la Casa Blanca ha intensificado su injerencia y sus ataques, centrados fundamentalmente en lo que ha sido siempre la farsa presentada como leit motiv para justificar las crueles sanciones: la supuesta violación por parte de Cuba de los derechos humanos.


El viernes, en un comunicado del Departamento de Estado que dirige el exjefe de la CIA, Mike Pompeo, se anunció el lanzamiento de una campaña a favor de los que llaman presos políticos, y en la misma la misión de EE.UU. ante la ONU y la Oficina de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo han sido encargadas de la maniobra descarada en la que también está involucrado otro magro fantoche cargado de mala fe, el Secretario General de la OEA.


El injerencista ataque se perfilaba desde el pasado agosto, cuando las siamesas de la añeja y obsoleta agresión teleradial abrieron diz que “una línea de emergencia para recibir denuncias de violaciones de derechos humanos en Cuba” y trasladarlas a los organismos internacionales: “Estamos enviando un mensaje muy claro a Cuba, la línea dura es parte de la nueva política de los EE. UU.”, vociferaba en los micrófonos, alguno de la “alianza estratégica” forjada en Miami.


Se trata de gastar —sin perder las ganancias personales que les reporte— los 15 o 30 millones dispuestos por el Congreso estadounidense para llevar su “democracia” a Cuba y los 29 millones de dólares para las transmisiones.


Ahora, el Gobierno que en junio se fue con el rabo entre las piernas del Consejo de Derechos Humanos de la ONU con sede en Ginebra, porque este le dijo algunas verdades sobre su actuar en el mundo como violador flagrante, busca caja de resonancia en el organismo mundial en Nueva York, para las mentiras contra la Isla bloqueada y olvida algo fundamental, la enorme viga que tiene en el ojo…


Justo también el viernes la publicación The Hill daba a conocer que la administración Trump está proponiendo revisar las regulaciones de las protestas frente a la Casa Blanca y en otros lugares emblemáticos de Washington D.C., bajo el pretexto de preservar esos lugares de herencia de la nación, un acto de represión que apunta a cerrar la libertad de expresión, denuncian no pocos.
 

El plan data de agosto cuando se expuso sin mucha fanfarria; sin embargo, dijo The Hill, los grupos de derechos civiles han sonada las campanas de alarma.


A comienzos de septiembre, el mismísimo presidente Donald Trump —en una entrevista que le hiciera el Daily Caller horas después de que el entonces nominado a la Corte Suprema de Justicia, Brett Kavanaugh, fuera “saludado” con protestas en el primer día de las audiencias de confirmación en el Senado—, sugirió que el acto de protestar debía ser ilegal.


 Ese mismo día mas de 70 personas fueron arrestadas por la policía del país que se levanta como “guardián y juez de los derechos humanos” en el mundo.


 Y no fueron estas ni las primeras, como tampoco las últimas de las detenciones masivas practicadas, desconociéndose cuántos esperan o están sometidos a procesos legales por participar en esas demostraciones que, supuestamente, protege la Constitución que le dieron los padres fundadores.


Que el disenso le da urticaria a Trump es conocido, incluso ha llegado a sugerir que los manifestantes debieran perder sus trabajos o ser enfrentados con violencia por expresar sus opiniones; así instó a los propietarios de la NFL (Liga Nacional de Futbol Americano) a que despidieran a los jugadores que se arrodillan cuando se escuchan las notas del Himno estadounidense en protesta contra la sistemática injusticia racial en EE.UU.


Tampoco podemos olvidar que durante su campaña presidencial en 2016, cuando en varias apariciones públicas los manifestantes interrumpieron sus mítines electorales, con sus palabras alentó la violencia contra ellos.


En la supresión de los derechos de expresión, el mandatario cuenta también con el contubernio de las oligopólicas empresas de la comunicación, con potestad para acallar las voces contrarias no solo dentro de Estados Unidos sino a nivel mundial, incluso en las redes sociales en las que cierran páginas progresistas dedicadas a darle cobertura a las guerras de Estados Unidos y sus aliados, la brutalidad policial y otros temas que los medios corporativos por lo general soslayan.

EEUU tiene a millones de humanos sin derechos

 


Una persona sin casa pide ayuda en la ciudad de Nueva York, sede de la Naciones Unidas. 


Sin embargo, las más incontestables violaciones de los derechos humanos que comete a diario Estados Unidos no están contenidas en la censura a la libertad de expresión o el derecho a la protesta. Son las infracciones que dañan el derecho a la vida misma.


No mencionemos en detalles las guerras, las intervenciones y ocupaciones militares, la injerencia e intromisión en los asuntos internos de otros países, el fomento de golpes de Estado, el cínico estímulo a la subversión y al terrorismo, incluso al magnicidio, la imposición del neoliberalismo que ahoga la vida y la economía de otros pueblos, el desprecio a los convenios y al Derecho Internacional…


Detengámonos en las contravenciones hacia los suyos. Pobreza en la nación más rica del planeta, negación de la salud y de la educación para todos, injusticia en el sistema judicial y penitenciario, cárceles secretas, situación de discriminación hacia las minorías, salarios desiguales por sexo o color de la piel, persecución y detenciones arbitrarias de los inmigrantes, transgresiones electorales, y muchas más están entre las violaciones de los derechos de sus ciudadanos.


He aquí algunas cifras o datos: 46,7 millones de personas viviendo por debajo de la línea de la pobreza, de ellas 26 millones son mujeres. La cifra total representa el 14,8 por ciento de la población estadounidense; el 23,6 por ciento son hispanos y el 26,2 por ciento negros, los blancos representan el 12,7 por ciento.


Más de 560 mil personas no tienen techo. Estos son datos de la Oficina del Censo de Estados Unidos.


Un estudio del Registro Nacional de Exoneraciones, dado a conocer el 7 de marzo de 2017, muestra que los estadounidenses negros tenían aproximadamente siete veces más probabilidades de ser condenados injustamente por asesinato que los estadounidenses blancos.


Si el crimen involucra drogas, los negros inocentes tienen aproximadamente 12 veces más probabilidades de ser condenados injustamente que los blancos sin culpabilidad.


 Y en estas estadísticas de la discriminación solo en el aspecto del sistema judicial muestran también que los delincuentes varones negros recibieron condenas en promedio 19,1 por ciento más largas que las de los delincuentes varones blancos “en una situación similar”.


En el aspecto de los estándares de vida, encontramos que el Instituto de Política Económica publicó un informe el 13 de febrero de 2017, que refiere que la riqueza promedio de las familias blancas es siete veces más alta que la riqueza promedio de las familias negras, y que la riqueza blanca media es 12 veces más alta que la riqueza negra promedio.


La brecha por género no es menos amplia.


 Las mujeres reciben solo el 64 por ciento del pago que reciben los hombres por un mismo trabajo y qué decir del desprecio que acaban de recibir cuando el Senado avaló al juez del Supremo nominado por Donald Trump y a quien se le acusó de violación en su época de escolar, pero no se le dio crédito a la acusadora.


Mucho más pudiéramos mencionar de las transgresiones dadas a conocer por sus mismos índices públicos. Entonces ¿Cómo se atreven a juzgar a otros?



(Tomado de Juventud Rebelde)




LAS "BOMBAS INTELIGENTES" DE BORRELL



El periodista Jamal Khashoggi entró en el consulado de Arabia Saudí en Estambul el pasado 2 de octubre de 2018. Y no volvió a salir. "El periodista y disidente saudí fue torturado y descuartizado con una sierra". Esas son las "autoridades" de Arabia Saudí. Así se las gastan. 


Es la hora de recordarle al ministro español de Exteriores, Josep Borrell lo que dijo el pasado mes de septiembre: que las 400 bombas vendidas a la dictadura árabe son "de precisión" y "no producen efectos colaterales". 



Es la hora de recordarle a la ministra portavoz Isabel Celaá sus palabras, cuando aseguró que las bombas vendidas a Riad "son de alta precisión y no se van a equivocar matando a yemeníes". Asuntos como éste marcan el ser o el no ser de un Gobierno. 



Exigimos que el Gobierno español informe con detalle y "alta precisión" de las desgracias que provoquen las 400 bombas 'inteligentes' fabricadas para matar seres humanos.



 ¡Si la dictadura saudí hace esto con un periodista disidente y en una embajada, qué no harán con los yemeníes!




sábado, 13 de octubre de 2018

¿Qué se celebra el 12 de octubre?


“La fecha elegida –señala la exposición de motivos de la Ley 18/1987 de 7 de octubre– simboliza la efemérides histórica en la que España, a punto de concluir un proceso de construcción del Estado a partir de nuestra pluralidad cultural y política, y la integración de los reinos de España en una misma monarquía, inicia un período de proyección lingüística y cultural más allá de los límites europeos”


Pierda cuidado si usted también ha quedado estupefacto con lo de “a punto de concluir un proceso de construcción del Estado”, ya somos dos. Todo descansa, en efecto, en el artículo indefinido “un”. Busquemos pues, un cierto sentido a la indefinición.


De la exposición, puede colegirse que el 12 de octubre no rinde homenaje, por ejemplo, a los visigodos, el Califato o la Inquisición. 


Nos queda, por consiguiente, así, a bote pronto, la expulsión del aragonés de Castilla a la muerte de Isabel, la posterior apelación de Cisneros al Católico, el postrero intento de Fernando por desvincular la unión dinástica, la derrota comunera, el genocidio de Indias, el secular expolio de Castilla, el duque de Alba en Flandes, Westfalia, el advenimiento de los Borbones, 1714, la Constitución de Cádiz en nombre de Fernando VII, el regreso del nefando, los Cien Mil Hijos de San Luis, todo el siglo XIX, la negativa a abolir la esclavitud en Cuba y Puerto Rico, el Desastre del 98, la dictadura monárquica de Alfonso XIII y Primo de Rivera y finalmente, laminada la II República, la dictadura franquista hasta llegar a la incontestable aprobación de nuestra monarquía según las no-encuestas del CIS.


 Así las cosas, resulta natural apelar, una vez más, a ese noble quijotismo católico derramado por el mundo hasta su última exhalación, como si mayas o aztecas hubieran estado siglos esperándonos para dejarse los pulmones en sus yacimientos. 


Afortunadamente siempre nos quedará Suleimán. De manera, que en fecha del Descubrimiento, nos queda el idioma y la religión lanzados urbi et orbe. No otro puede ser el motivo de la concreta exposición de la que habla la ley.

 
Quizá por ello, se sigue hoy exhortando a no mirar atrás. España, proyección católica arrojada al mundo, es, al parecer, un proyecto en el que sólo cabe una (en este caso bien definida) muy concreta militancia. Todo aquel impertinente que albergue otra manera de entenderla, queda abocado a convertirse, divino castigo, en estatua de sal. 


Son, podríamos denominarlos, los españoles ilegítimos. 

Aquellos que, como Azaña, reclaman su derecho a la crítica y a la creación.


Y con la mirada crítica, emancipándonos de la teológica visión, observamos que, en el día de hoy, distintos cuerpos del Ejército desfilan ante el jefe del Estado y resto de autoridades. Dos de ellos, reclaman particular atención estética. Legionarios y Regulares.


Hace ochenta años –escribe Ángela Cenarro–, “de los 18 generales de División que controlaban las unidades de División más importantes, únicamente se levantaron cuatro (Cabanellas, Queipo de Llano, Goded y Franco). De los 56 generales de Brigada, se alzaron 14, y de unos 15.000 oficiales de todas las armas, secundaron el golpe aproximadamente la mitad”.


 El denominado “Alzamiento Nacional”, en definitiva, precipitó una división del Ejército español. Fue crucial, por consiguiente, la contribución del Ejército de África, en particular del Tercio de la Legión Extranjera y las Fuerzas de Regulares Indígenas, en tanto aportaron 1.600 oficiales y 40.000 soldados a la causa de los sublevados”.


Y es que, en efecto, tras el Alzamiento, no sólo una mayoría del Ejército español se mostró leal a la República.


 No pocas relevantes figuras políticas del momento, pertenecientes al Centro y Centro-derecha, mostraron también su apoyo a la democracia: Giménez Fernández, Ricardo Samper, Martínez Barrio, Sánchez Román, Ossorio y Gallardo… Sin duda, nada mal para un gobierno de bolcheviques que intentaba, como hoy Sánchez, o ayer Zapatero, romper España


Ángel Ossorio y Gallardo, ilustre figura del pensamiento moderado republicano que llegaría, con el tiempo, a rendir tributo editorial a su estimado rival político, el ex ministro Lluís Companys, escribiría –al tiempo que las tropas fascistas devoraban la recién nacida democracia española–, el 8 de septiembre de 1936 en el intervenido ABC:


“No hay que hablar de los hechos de guerra. La guerra es siempre bárbara y odiosa. Odiosa y bárbara es ésta. ¿Para qué espantaros con narraciones indiscretas? Mi calidad de español me recomienda no tratar ese punto. Una sola cosa os diré que es bien sabida ya por el mundo entero: que el núcleo fundamental de los combatientes rebeldes está formado por moros.


 ¿Concebís, americanos y españoles, desvarío semejante? ¿De modo que nuestra raza se ha jactado de luchar siete siglos contra los moros hasta arrojarles de nuestro suelo, para volver a traerlos ahora conducidos por generales españoles? ¿De modo que Europa nos confirió un mandato en África, con objeto de civilizar a los moros, y ahora son los generales españoles quienes traen a los moros para que nos descivilicen a nosotros?


 ¿De modo que pelean los rebeldes a título de patriotas y traen a los extranjeros para profanar nuestro suelo, asolar nuestra riqueza y atropellar a nuestras mujeres? ¿De modo que se invoca el nombre de Dios frente a un Estado laico, y se arrastra hasta aquí a los moros a título de fieles servidores del catolicismo?


El espectáculo es tan odioso, subleva de tal manera, que debe despertar la indignación del mundo entero. No creo que jamás se haya dado caso semejante de ignominia. Seguro estoy de que los españoles de América se sentirán quizá más sonrojados al oírlo que nosotros mismos al presenciarlo.
 

La necesidad de que en el Gobierno estén representados todos los núcleos que se baten en el frente, ha hecho que se constituya un nuevo Ministerio con republicanos, socialistas, comunistas, izquierdistas de Cataluña y quizá nacionalistas vascos de sentimiento católico. Presta su apoyo, desde fuera de los puestos oficiales, la Confederación Nacional del Trabajo.


Sin embargo, no ha de entenderse que éste sea un gobierno socialista. Es un gobierno de guerra, cuyo programa consiste en vencer al enemigo. De lo demás se hablará después”


Otra relevante figura moderada del momento, Diego Martínez Barrio, ilustre sevillano, protagonista del centro político republicano, escribía el 20 de julio, ya depurada Andalucía, en el mismo diario:

“Cuatro movimientos libertadores determinan todo lo que hoy es fundamental en la cultura del mundo: el renacimiento y las tres revoluciones clásicas operadas en Europa, la inglesa, la francesa y la rusa. Justicia para las conciencias frente al poder de la Iglesia romana; justicia para los hombres frente al poder absoluto de la realeza; justicia para los pueblos frente al poder absoluto de la monarquía; justicia social frente al poder del capitalismo.


 Ninguno de estos cuatro movimientos había penetrado, con hondura, en la vida española. E iniciada, apenas, tímida y titubeante, nuestra revolución, le sale al paso todo el bajo fondo tenebroso momificado en esa gran tumba faraónica que es la España del tradicionalismo cancerbero…”


Reclamando, pues, el derecho a la crítica, debemos preguntarnos cómo es posible que transcurridos ochenta años, el problema de este país no resida ya en seguir, por lo visto, sin poder mirar atrás. El problema es si a día de hoy, todos los españoles son ya “hijos del mismo sol y tributarios del mismo arroyo”. Cabe pues, cuando menos, desear en palabras de M. Rajoy, un buen desfile-coñazo a quien sea capaz de disfrutarlo.



 Alex Vidal








Feminista desde que nací



Es curioso ver como, a quienes ni estaban ni se les esperaba cuando el feminismo era considerado cosa de cuatro locas feas, vengan ahora a dar lecciones y se pongan estupend@s sin más interés que el de medrar y estar en la corriente de la ola por si algo les toca 



Ser feminista es una forma de ser, de vivir. Creo que, en mi caso, no tengo mérito alguno: nací así, feminista, inconformista y con sensibilidad social. Para una “joven babyboomer” llena de defectos, esto fue un regalo de la vida. Después de tener el “don” ya estaba montado el lío.


El feminismo es un tipo de militancia difícil y muy incómodo de aplicar en la vida diaria.


 Así fue hasta que en los últimos años se puso de moda y empezaron a aflorar “expert@s”, más bien oportunistas, que tratan de imponer criterios cuando hasta hace dos días ni estaban ni se les esperaba.


Porque los avances feministas que brotaron desde la era de Rodriguez Zapatero no llegaron gratis: Se insultó y despreció a sus ministras y secretarias de Estado hasta hacer creer incluso a mujeres de bien que eran unas indocumentadas e ignorantes,  durante décadas se ha criticado en nuestro país a las políticas de forma mucho más despiadada que a sus compañeros de escaño o partido, hemos preferido a los escritores que a las escritoras, y, por ejemplo, se han aguantado chistes grotescos, machistas y hemos visto en todos los ámbitos de la vida justificar crímenes machistas por eso de la privacidad familiar.


Qué nadie se haga el despistado. Hoy no soportaría una grabación privada si se hiciera pública, desde la perspectiva feminista, el 99% de los miembros del Gobierno de España en Democracia hasta llegar a Zapatero y su equipo. Pero tampoco cualquier paisano de la sociedad civil.
Siento decepcionar: El Feminismo no da cargos ni glamour

Quiero reivindicar a mujeres que lo son hoy, pero fueron feministas desde siempre. Quiero reivindicarme a mí también, porque no voy a consentir una vez más lecciones de recién llegados y llegadas que buscan cargos, favores y estar en la corriente de la ola. ¡Que se los queden!


Cómo no reconocer a Lidia Falcón, indiscutible su lucha contracorriente hasta las últimas consecuencias,


 Sí, pero otras muchas que hicieron historia desde pequeñas provincias conservadoras, como la ex concejala socialista Julia Pareja, o desde el Periodismo con mayúsculas y la literatura, como Rosa Montero y Maruja Torres (los ojos me hubiera dejado si hubiera sido necesario- que no lo fue- por seguirlas y disfrutar de su pluma) y no seria justo no reconocer (pese a Gran Hermano) a Mercedes Milà.


Cómo olvidar a la más grande, Clara Campoamor, que en su lucha por el sufragio femenino, siendo consciente de que así ocurriría, consiguió este derecho para las mujeres que votaron mayoritariamente a la derecha con un voto desagradecido que dejaría a la Campoamor sin escaño.


Pero hoy poco se parecen las “nuevas feministas” a la Campoamor. La corriente de la Igualdad ha hecho aflorar a oportunistas que incluso quieren decirme qué, cómo y cuándo publico o qué no debo publicar bajo la legendaria marca de Diario16.


Son capaces de justificar atrocidades, como el de que no se empadrone a una niña india adoptada en España, por eso de la maternidad subrogada que ahora es su principal campo de batalla. Y no vaya a ser que se cuele un bebé de vientre de alquiler (me refiero a las nuevas,  porque las de siempre seguimos en lo importante) por eso de empadronar a la india.


Y en esto estoy cuando me reencuentro con mi amiga Nieves Gomez -tras 23 años sin vernos- , que me ha traído maravillosos recuerdos, pero también rememorar mi lucha, compromiso y militancia activa desde siempre por el feminismo.


Pero no lo digo por nada,  porque nada quise para mí en esta lucha. Si no porque ya es hora de que saquemos pecho, sin complejo alguna, Las queda verdad estábamos en el lío.


Por eso hoy quiero gritar, como fue necesario hacerlo durante décadas y lo sigue siendo, por las víctimas de malos tratos, por las madres coraje que consiguieron pese a las dificultades un mundo mejor y de bienestar para sus hijas -como mi santa madre -tan madre como santa- Pilar Sánchez-Ocaña.


Quiero también reconocer la labor discreta, intensa e imprescindible de hombres  como Miguel Lorente, el primer delegado del Gobierno contra la Violencia de Género, , como Miguel Ángel Rodríguez (desde Cruz Roja y su cuenta de twitter por la justicia social y contra las injusticias en el mundo) , y a otros como el periodista Juan Ramón Lucas, o el propio José Luis Rodríguez Zapatero.


Desconfíen de quien utiliza a las víctimas en beneficio propio, aléjense de quienes, por ejemplo, lanzaron a la madre coraje Juana Rivas a esa huída con sus niños que solo ha agrandado su agonía, arropen a las víctimas (madres e hij@s de los bebés robados) cuando ya sabemos que nunca se hará justicia con ellos, enfádense cuando la Real Academia niegue el pan y la sal a Rosa Montero para ser académica y cuando se siga mirando con desprecio a la mujer madura que está al lado de un joven de muy buen ver.


Nada de esto les dará cargo ni glamour. Pero esto es el feminismo. Siento decepcionar a los y las recién llegad@s. Pues eso.



 María José Pintor Sánchez-Ocaña