Igualdad humana y modelos de sociedad, por Mariano Rajoy
Alfredo Pérez Rubalcaba asegura que no le gusta mucho la hemeroteca, pero en el debate sobre el estado de la nación ha rescatado un artículo de Mariano Rajoy.
Lo escribió en 1983 en el Faro de Vigo, cuando era diputado de
Alianza Popular en el Parlamento de Galicia, y en él hizo un alegato en
favor de los hijos de la buena estirpe que para el líder socialista es
un insulto a las políticas contra la desigualdad.
Lo escribió en 1983 en el Faro de Vigo, cuando era diputado de
Alianza Popular en el Parlamento de Galicia, y en él hizo un alegato en
favor de los hijos de la buena estirpe que para el líder socialista es
un insulto a las políticas contra la desigualdad.
En él, Rajoy escribía el párrafo que ha leido Rubalcaba:
"Ya en épocas remotas –existen en este sentido textos
del siglo VI antes de Jesucristo- se afirmaba como verdad indiscutible,
que la estirpe determina al hombre, tanto en lo físico como en lo
psíquico. Y estos conocimientos que el hombre tenía intuitivamente –era
un hecho objetivo que los hijos de “buena estirpe”, superaban a los
demás- han sido confirmados más adelante por la ciencia: desde que
Mendel formulara sus famosas “Leyes” nadie pone ya en tela de juicio que
el hombre es esencialmente desigual, no sólo desde el momento del
nacimiento sino desde el propio de la fecundación".
Uno de los tópicos más en boga en el momento actual en que el modelo
socialista ha sido votado mayoritariamente en nuestra patria es el que
predica la igualdad humana. En nombre de la igualdad humana se aprueban
cualesquiera normas y sobre las más diversas materias:
incompatibilidades, fijación de horarios rígidos, impuestos –cada vez
mayores y más progresivos- igualdad de retribuciones…
En ellas no se
atiende a criterios de eficacia, responsabilidad, capacidad,
conocimientos, méritos, iniciativa o habilidad: sólo importa la
igualdad. La igualdad humana es el salvoconducto que todo lo permite
hacer; es el fin al que se subordinan todos los medios.
Recientemente, Luis Moure Mariño ha publicado un excelente libro
sobre la igualdad humana que paradójicamente lleva por título “La
desigualdad humana”. Y tal vez por ser un libro “desigual” y no sumarse
al coro general, no ha tenido en lo que ahora llaman “medios
intelectuales” el eco que merece.
Creo que estamos ante uno de los
libros más importantes que se han escrito en España en los últimos años.
Constituye una prueba irrefutable de la falsedad de la afirmación de
que todos los hombres son iguales, de las doctrinas basadas en la misma y
por ende de las normas que son consecuencia de ellas.
Ya en épocas remotas –existen en este sentido textos del siglo VI
antes de Jesucristo- se afirmaba como verdad indiscutible, que la
estirpe determina al hombre, tanto en lo físico como en lo psíquico.
Y
estos conocimientos que el hombre tenía intuitivamente –era un hecho
objetivo que los hijos de “buena estirpe”, superaban a los demás- han
sido confirmados más adelante por la ciencia: desde que Mendel formulara
sus famosas “Leyes” nadie pone ya en tela de juicio que el hombre es
esencialmente desigual, no sólo desde el momento del nacimiento sino
desde el propio de la fecundación.
Cuando en la fecundación se funde el
espermatozoide masculino y el óvulo femenino, cada uno de ellos aporta
al huevo fecundado –punto de arranque de un nuevo ser humano- sus
veinticuatro cromosomas que posteriormente, cuando se producen las
biparticiones celulares, se dividen en forma matemática de suerte que
las células hijas reciben exactamente los mismos cromosomas que tenía la
madre: por cada par de cromosomas contenido en las células del cuerpo,
uno solo pasará a la célula generatriz, el paterno o el materno, de ahí
el mayor o menor parecido del hijo al padre o a la madre.
El hombre,
después, en cierta manera nace predestinado para lo que habrá de ser. La
desigualdad natural del hombre viene escrita en el código genético, en
donde se halla la raíz de todas las desigualdades humanas: en él se nos
han transmitido todas nuestras condiciones, desde las físicas: salud,
color de los ojos, pelo, corpulencia…hasta las llamadas psíquicas, como
la inteligencia, predisposición para el arte, el estudio o los negocios.
Y buena prueba de esa desigualdad originaria es que salvo el supuesto
excepcional de los gemelos univitelinos, nunca ha habido dos personas
iguales, ni siquiera dos seres que tuviesen la misma figura o la misma
voz.
Esta búsqueda de la desigualdad, tiene múltiples manifestaciones: en
la afirmación de la propia personalidad, en la forma de vestir, en el
ansia de ganar –es ciertamente revelador en este sentido la referencia
que Moure Mariño al afán del hombre por vencer en una Olimpiada, por
batir marcas, récords…-, en la lucha por el poder, en la disputa por la
obtención de premios, honores, condecoraciones, títulos nobiliarios
desprovistos de cualquier contrapartida económica…
Todo ello constituye
demostración matemática de que el hombre no se conforma con su realidad,
de que aspira a más, de que busca un mayor bienestar y además un mejor
bien ser, de que, en definitiva, lucha por desigualarse.
Por eso, todos los modelos, desde el comunismo radical hasta el
socialismo atenuado, que predican la igualdad de riquezas –porque como
con tanta razón apunta Moure Mariño, la de inteligencia, carácter o la
física no se pueden “Decretar” y establecen para ello normas como las
más arriba citadas, cuya filosofía última, aunque se les quiera dar otro
revestimento,
Es la de la imposición de la igualdad, son radicalmente
contrarios a la esencia misma del hombre, a su ser peculiar, a su afán
de superación y progreso y por ello, aunque se llamen asimismos “modelos
progresistas” constituyen un claro atentado al progreso, porque
contrarían y suprimen el natural instinto del hombre a desigualarse, que
es el que ha enriquecido al mundo y elevado el nivel de vida de los
pueblos, que la imposición de esa igualdad relajaría a cotas mínimas al
privar a los más hábiles, a los más capaces, a los más emprendedores…de
esa iniciativa más provechosa para todos que la igualdad en la miseria,
que es la única que hasta la fecha de hoy han logrado imponer.
https://www.huffingtonpost.es/2014/02/25/articulo-rajoy_n_4854338.html