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sábado, 10 de septiembre de 2022

Juan Carlos, aprende

  
   Juan Carlos, aprende  

  Me imagino que en Abu Dabi Juan Carlos de Borbón estará viendo las imágenes de la concentración de ingleses de todas las edades, profesiones y partidos, compungidos ante el fallecimiento de la reina Isabel II. 

Setenta años de exposición sonriendo, dando la mano, viajando, saliendo al balcón y poniendo su cara en los sellos y en las monedas da para que la gente piense que algo de su vida se va con ella.

 Por eso Juan Carlos seguramente pensará que algo así estaba previsto para él pero ante el conocimiento de más que un rey era un gran granuja, en este momento procesado por acoso en Londres, pensará que hizo el primo o como dijo su amante Corinna ”este hombre no distingue el bien del mal”. 

De momento, ya se especula como será su funeral y entierro que me inclino será de estado pero sin el perfume del agradecimiento y admiración que está produciendo el de Isabel II.  

Sabia lección para todos los cortesanos españoles, todos los partidos vertebradores de España que se pueden mirar en el espejo inglés y  donde ellos aparecen muy feos. 

Nada que ver la vida de una señora discreta, jamás conocida por sus opiniones, incluso, ni sobre el Brexit, y con una vida personal si no ejemplar, pues su familia se las trae, por lo menos discreta que es lo menos que se le puede pedir a un símbolo, a una estatua, algo que nunca entendió Juan Carlos y su Corte que creyeron que por ser un Borbón se les perdonaba todo.  
  
Pues no. 

  Isabel II leía en el Parlamento inglés lo que le ponía por delante el primer ministro de turno y con su voz aniñada, abría el curso parlamentario. 

Aquí nunca se sabe si lo que dice Felipe VI y antes Juan Carlos es de su cosecha, de la del gobierno o de ambos. 

En Londres los campos están delimitados.

 Al rey y a la reina solo le queda representar y hacerlo bien, aunque sea con esos sombreros que parecían orinales.

 Y además era cabeza visible de la iglesia  anglicana y de la Commonwealth, con lo que se demuestra que toda monarquía es prescindible, incluso la inglesa porque ya me explicarán los canadienses, los australianos o los neozelandeses como se  puede tener un jefe del estado en las antípodas y no pasar nada.

 Demuestra  que con firmar lo que sea cada cierto tiempo, y visitar el país cada diez años, la jefatura del estado está cubierta. 

 Estuve tres veces con la reina Isabel II. 

En la cena en el Palacio Real y en el Congreso en octubre de 1988 donde los socialistas le organizaron un periplo por Madrid, Sevilla, Barcelona y Mallorca y luego en Edimburgo cuando inauguró el nuevo parlamento escocés.

 Nada político que reseñar. 


Sobre su hijo Carlos ahora III  decir solo que se salió con la suya, lo mismo que Camila. 

A todos esos expertos en chismorreos cortesanos que cuando murió Lady Di dijeron que nunca se sentarían en el trono y que Camila nunca sería reina consorte, deberían prohibirles ocupar los platós y seguir engañando al personal con elucubraciones falsas. 

Había que ser muy tonto para pensar que Carlos y Camila no iban a ocupar el Palacio de Buckingham porque unos indocumentados que ocupan horas de pantalla diciendo bobadas les iban a condicionar su vida. 

Lo malo es que siguen ahí.  

Se comportó con seriedad, clase y su gran secreto fue nunca opinar sobre nada.

 Ni sobre el Brexit, ni sobre el equipo de fútbol de su preferencia.

 Nada que ver con un rey patoso, mujeriego y comisionista.  

Carlos III. A rey muerto, rey puesto.





sábado, 11 de junio de 2022

El hijo de un rey felón (CUENTO)

 

El hijo de un rey felón (CUENTO) 

Dadas las profundidades a las que nos lleva Kaosenlared diariamente a través de sus sesudos artículos, quizás este escrito pueda parecer banal en honduras, gravedad o realismo. 

Pero más banal parecerá, si se admite que la formalidad de los hechos y circunstancias, que a continuación se narran, es, exclusivamente, fruto de la mente fantasiosa del autor. Si bien, lejos de la realidad, y aunque parezca mentira, todo parecido que aquí se encuentre con ella es pura coincidencia.  

En un país singular, érase el hijo de un rey que nunca había robado un duro a su pueblo amado; que se sepa, ya ni antes ni después de haber sido coronado –tras larga preparación para ocuparse del reino– tentó nada semejante. O sea, que ninguno de sus súbditos, podría decir de él que, por ocupar el trono, por encomienda hereditaria del padre, fuese un ladrón redomado.

 En cambio, al cabo de poco tiempo de haber sido coronado, eso dijeron del padre, pero al cual, a pesar de su fama fehaciente de malandrín consumado, nunca jamás ningún juez popular (de los adictos al reino, que eran el todo de los habidos, desde hacía cerca de noventa años), ninguno había osado juzgarle bajo acusación fiscal previamente bien fundada, de modo que resultase, en verdad, por criminal, motivo de constricción libertaria, impropia de cualquier rey que, preciándose de serlo, no reflejase su condición heredada. 

Aunque bien es verdad que, de hecho, la condición del tal hijo (por supuesto, de futuro igualmente inviolable) por consigna natural procedente de su padre, no venía encomendada directamente de éste, sino que a éste le había sido legada, indiscreta y descarada, pero firme y eficaz, bajo el decreto impecable de un viejo general, que, por entonces, en otro tiempo pasado, no muy lejano, lo había dispuesto todo para continuar mandando, según voluntad divina, más allá de su mandato mortal sin rival ni parangón, sobre el país singular. 

País del cual, además, también se sabe que el general llegó a ser el jefe absoluto después de un golpe estado en el que participó, y de una guerra civil que superó victorioso.  Y así pasaron los años, después de las incidencias dichas: De reinado, para el padre, bajo el manto protector de la previsión certera de aquel viejo general.

 Y de espera, mansa, pero precavida, para el príncipe heredero, en tanto no le llegase la ocasión de funcionar, que le llegó, oportuna y bienvenida, con el pláceme del rey tras un tropiezo que tuvo… 

 No obstante, antes de seguir el cuento, aquí nos cabe el paréntesis donde situar al pueblo, para evitar relegarlo del relato porque en el mundo no existe ni un solo reino sin pueblo que lo sostenga, y éste, por no ser menos, no sólo era sostenido, sino también escudado, desde su origen, a cargo de la milicia omnipresente del general mencionado, quien, a pesar de haber muerto, y habiendo sido enterrado, aún vivía, presente o agazapado, por sus fueros, en la inmensa mayoría de las almas y los cuerpos de todos sus partidarios, que lo fueron largo tiempo o en tanto no tomaron la conciencia de cambiar de vasallaje; del debido al general por el obligado a un rey.  

Es sabido que los pueblos –lo sabía el general, que obraría en consecuencia antes de agotar su tiempo–, por mucho que aquellos que los conducen traten de disimularlo, son lo mismo que los rebaños de pacíficas ovejas de regreso a sus establos: después de que hayan saciado sus apetitos en libertad vigilada dormirán plácidamente, soñando la buena suerte de haber vuelto al redil guiadas de los pastores que evitan las asechanzas que el destino les depara a los corderos que den en descarriarse del camino familiar, hacia cuya contingencia nunca faltan los intentos, que en los menos se suceden por despiste o imprudencia. 

 Tal le sobrevino al rey padre, como pastor mayoral: Cuando apenas se había dado un lapsus imperceptible del tiempo en que aconteció la disposición al orden, que en vida había dispuesto el mentado general, resultó soliviantada la marcha de los corderos; los mastines, imprudentes, sobrepasando su celo a fuerza de sus rutinas, aunque entonces ya orientados bajo consignas del rey, entorpecieron la entrada en los establos del ovejuno ganado y a punto estuvo el suceso de desbaratar la eficacia del encierro. 

Mas todo quedó en nada, de exceptuar la conmoción sufrida por el ganado.

 El mayoral, dispensado del error, asumiría la enmienda de su mando en el encierro licenciando a los mastines, y el rebaño continuaría, dócil y pastando en paz, en los campos del país; desde aquí a la actualidad.  

Mas, no hay bien que se sostenga cien años ni reino que no envejezca ante ojos del pueblo y, por tanto, no caduque con el paso de los tiempos.

 Y al mismísimo rey padre, a causa de la chochera imprudente, sobrevenida al efecto de su vida sexual y financiera (distendida y delirante) de pícaro aventajado, también le llegó su turno, por lo que, por tacticismo preclaro, igual se sintió obligado a traspasar su corona hacia las sienes del hijo; cosa que al fin sucedió, aunque, al pronto, tampoco causó sorpresa, pues ya era de dominio público que la salud de su padre se había deteriorado. 

Además de que las imágenes televisivas de su torpe movilidad, asistida de un bastón, así lo evidenciaban.

 Constaba, también negativamente, el popular conocimiento, divulgado, de la causa que había provocado la tal torpeza real: una fractura de cadera, causada por una caída durante un viaje privado a Botsuana para participar en una cacería acompañado de la amante, cuyo nombre, a medida sonaba cada vez con mayor frecuencia en los medios de comunicación en relación con el rey, precipitaba hacia la menor de las medidas su índice de popularidad. 

A mayores, la valoración de su imagen pública ya se venía manifestando bastante deteriorada a causa del desprestigio derivado de ciertas corruptelas familiares, también de conocimiento público y ventiladas por la vía judicial, sin reparos, ante la opinión del pueblo llano. 

 Que el rey fuese un malandrín, hasta entonces, había sido puro secreto de Estado para las masas mayoritarias del pueblo. 

Y los hechos políticos que le afectasen, en general,  se habían sucedido al paso de lo normal, sin tropiezos ni cuidados más allá de aquellos patrocinados (como era muy frecuente a la sazón) por los partidos y partes de poses minoritarias –las cuales, casi siempre por inclinación al quite de la cuestión que se cueza y cocerá en la acción parlamentaria de todas y cada una de las escenas políticas, no acostumbran a romper el orden establecido, más allá del riguroso alboroto, habitual, que se monte en las sesiones –. 

Y, en fin, ni hubo pegas de calado entre los grandes. 

A la hora de votar la sucesión para el cambio conveniente de la testa coronada, se declaró en el acto la mayoría absoluta, en favor incontestable a la pretensión real de ver coronado a un príncipe como sucesor de un rey. 

Así fue y así quedó asegurada la línea de sucesión, por derecho de solución previamente concertada por los poderes legados desde la idiosincrasia de aquel viejo general, ya citado al principio del relato. 

 Sin embargo, es igualmente verdad que, a partir de aquel cambio de corona de una a otra cabeza, transcurrido un breve plazo de estos tiempos que ahora corren, también se vio madurado lo peculiar de aquel pueblo en el país singular.

 Precisamente, por esto, es necesario contar que el cuento no acaba aquí, sino que ha de proseguir lo justo para darle, cuando más, el remate que merece por naturaleza propia de la condición real. 

 Después de todo lo dicho, los hechos pueden narrarse ya resumidos, o mejor, como ocurridos de forma precipitada; forma en que debió sentirlos el rey padre, sin poder asimilarlos sosegada y mansamente, según iban siendo publicadas en los medios las noticias sobre ellos. 

Y es posible que, al ritmo que salían, hasta su mismo heredero sintiese accesos de angustia por el hecho de leerlas, si acaso fuese inocente de su intervención en ellas, cosa que, si no ocurriese, quede también por saberse. 

 Aconteció que la última de las amantes, de las que hubo poseído el padre bajo la férula de su condición real, al parecer, le salió más taimada de la cuenta, al menos según las expectativas depositadas en ella por posición nobiliaria: Dicha amante, la nombrada anteriormente, como pareja que había sido del rey padre con motivo de otras andanzas pasadas, ya en tiempos más recientes dio en denunciar al mismo por acoso a su persona.

 Ante la justicia británica, acusó al ex-monarca y a sus servicios secretos de hostigarla (desde los tiempos de la caza de elefantes al presente) mediante amenazas, difamación y espionaje encubierto, presionándola para que no revelase secretos de Estado que, según ella, le acusaban de tener en su poder. 

Aseguraba que él se sintió enfadado, rechazado o humillado, porque ella no quiso reanudar su relación romántica, y quería castigarla por negarse a someterse a su voluntad, exigiendo a la ex-mante la devolución de 65 millones de euros que le había regalado y apremiándola a que entendiera que, si no lo hacía se enfrentaría a consecuencias hostiles.  

 Al hilo de este relato, he ahí la real causa de todos los motivos desencadenantes de la sucesión de noticias frescas sobre los escándalos humanos y financieros del rey padre.

 Noticias que, al leerlas, últimamente, se veían desenfrenadas cual la imagen de una carroza real que, arrastrada de caballos en carrera desatada, corría hacia el precipicio donde hundir, en el abismo del desprestigio, el honor del ex-monarca. 

Y es que a tanto habían llegado las intenciones mediáticas en popularizar la deshonra de quien fue jefe de Estado, que incluso se propagó a los vientos que el rey padre, a través de sus oscuros negocios, también había defraudado a la Hacienda Pública por no haber declarado el detalle de ganancias que aquellos le deparasen, como cualquier ciudadano se ve obligado a hacer. 

¿O acaso cabrá mayor felonía, en un rey, Jefe de Estado, que la de quien pretendió defraudar a Hacienda ocultándole sus movimientos económicos? 

Hasta el mismísimo rey heredero se sintió avergonzado ante tanta tropelía de los desmanes reales como los que las noticias dieron sobre las anteriores actividades del padre. 

Tanto así fue que, en consecuencia, mediante un comunicado de la Casa Real, se llegó a manifestar que el hijo del ex-soberano renunciaba a la herencia de su padre, que se quería que fuese conocida públicamente su decisión de renunciar a cualquier activo, inversión o estructura financiera cuyo origen, características o finalidad pudiesen no estar en consonancia con la legalidad o con los criterios de rectitud e integridad que regían la actividad institucional y privada y que debían informar la función de la Corona.

 Así mismo, se recordaba que el rey padre ya había anunciado que ponía fin a su actividad institucional, retirándose de la vida pública. Y, en fin, algo más adelante, el ex-monarca, ante la repercusión de ciertos acontecimientos pasados de su vida privada, también anunciaba su decisión de trasladar su residencia fuera del país; decisión que fue tomada –al decir de voces críticas– hacia un exilio dorado; y hacia Abu Dabi se fue. 

 Y allí se quedó el país, aquel país singular, con las ganas de que el rey padre les explicase a los medios informativos lo que quisieran a saber: Sobre cuánto había pagado Patrimonio Nacional para costear lujos de sus amantes, los gastos de sus palacios, los yates y los viajes; sobre, si ocultó datos a Hacienda, cuánto dinero defraudó; sobre si los 65 millones de euros, que le dio Arabia Saudí, eran comisiones por la adjudicación del AVE a La Meca; sobre si había fraguado su fortuna con la venta de armas a países árabes; sobre cuánto dinero había tenido y tenía en paraísos fiscales; ¿Había utilizado a su primo de testaferro a través de la Fundación Zagatka para pagar los vuelos millonarios de sus viajes privados, cuando todavía era jefe del Estado?; ¿Por qué se suponía que había utilizado, junto con varios de sus familiares, tarjetas de crédito opacas con dinero del empresario mexicano Allen Sanginés-Krause?; ¿Cuándo todavía era el rey, desconocía los delitos que estaba cometiendo su yerno, Iñaki Urdangarin, en el caso Nós? ¿Había acosado a su última amante a través del exdirector del CNI, Félix Sanz Roldán? o sobre, si el ex-monarca iba a continuar viviendo en el exilio dorado, cuánto les costaría a las arcas públicas su vida allí.  

Tales eran las cuestiones que, en oleadas continuas, inundaban, de supuesta incertidumbre o inquietud, las consolas televisivas de las salas ciudadanas de los súbditos de Su Majestad, el Rey, en la actualidad. 

Pero también sucedió que hasta los medios más frívolos y casquivanos de las TVs. –las públicas y las privada– al momento, osaron crucificar a su rey (al hijo del apodado “el emérito”) en el ara sacrificial de las criticas malsanas que, sin pesar, pregonaban: “Nuestro rey nos miente cual un villano, pues, si realmente tuviese intención de renunciar a la herencia del “emérito”, antes tendría que abdicar de la Corona, no heredada en su día por el padre, sino impuesta de hecho por dictado militar y de una guerra civil, a costa del del pueblo llano”, tal y como había sido la encomienda de aquel viejo general que fue citado al principio.  Corolario:  Ya fuese verdad o no, ésta no ha sido más que el compendio de la historia que hemos narrado hasta aquí. 

Aunque tiene, por ser cuento, por supuesto, moraleja, que no es otra que lo que la razón nos dice: “Que, si el padre fue putero, el hijo será el farsante”.

  Y colorín colorado…






 





viernes, 3 de junio de 2022

Zarzuela busca casa “segura”, “discreta” y con escoltas para el verano del emérito.



 Zarzuela busca casa “segura”, “discreta” y con escoltas para el verano del emérito. 

  La estancia de Juan Carlos I en Sanxenxo la semana pasada no gustó a Casa Real ni en las formas ni en el fondo. Se lo trasladó el propio Felipe VI a su padre en la cumbre que mantuvieron en Zarzuela el pasado lunes.

 El rey, de hecho, advirtió al Emérito que, en próximas visitas, o en un hipotético regreso permanente a España, no se podía repetir lo ocurrido en la localidad pontevedresa.

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  Jesús Ortega lo desvelaba el pasado domingo en Vozpópuli: Casa Real y el Ministerio del Interior detectaron fallos de seguridad en el chalé de Pedro Campos y el objetivo es encontrar una vivienda apartada en la que puedan residir también otras cinco personas.

 “La estancia de Juan Carlos I en Sanxenxo la semana pasada no gustó a Casa Real ni en las formas ni en el fondo. Se lo trasladó el propio Felipe VI a su padre en la cumbre que mantuvieron en Zarzuela el pasado lunes.

 El rey, de hecho, advirtió al Emérito que, en próximas visitas, o en un hipotético regreso permanente a España, no se podía repetir lo ocurrido en la localidad pontevedresa. 

Con ese objetivo en mente, la Casa del Rey se ha puesto manos a la obra para buscar un nuevo alojamiento para el monarca, más discreto que el chalé de Pedro Campos y con mejores condiciones para garantizar la máxima seguridad posible.

 Las fuentes consultadas coinciden en señalar que la visita de la semana pasada ‘tiene mucho que mejorar desde el punto de vista de la imagen y la seguridad’.

 Y, por ese motivo, tanto Zarzuela como el Ministerio del Interior están trabajando en ello.  “Uno de los mayores reproches que el Rey hizo al Emérito tuvo que ver con el espectáculo mediático provocado por el anuncio de su visita y la actitud de su amigo, Pedro Campos.

 En Casa Real consideran que el empresario ha utilizado a Juan Carlos I como reclamo publicitario para su Club Náutico y, además, ha comprometido, en cierta forma, la seguridad del monarca al desvelar que se alojaría en su casa. 

En Zarzuela son conscientes de que no era la primera estancia del Emérito en el chalé de Campos. 

No obstante, en ninguna de las anteriores ocasiones lo sabían los periodistas y curiosos que se juntaron en las inmediaciones de la vivienda.

 Las fuentes consultadas destacan, además, que no solo hubo aplausos y vítores, sino un amago de protesta por parte de un grupo de jóvenes nacionalistas.  

En todo caso, destacan, lo deseable es que la residencia fuera “para uso del Emérito y su equipo de escoltas”, y no para un “uso compartido” con el propietario, como ocurrió con el chalé de Pedro Campos.

 También se pretende que el acceso y las inmediaciones sean “más favorables” que en el chalé de Campos para “hacer un buen cordón de seguridad en el perímetro” y encontrar un “alojamiento estable para los agentes que formen parte del dispositivo en las estancias de Juan Carlos I en Sanxenxo”.  

Desde Casa Real se asume que ese nuevo viaje de Juan Carlos I es “inevitable”. 

Entre otras cosas, porque “si ahora no viene puede trasladarse una imagen de castigo que tampoco conviene a la institución”. 

Otra cosa, admiten, es que “dé tiempo a encontrar esa otra residencia” en un plazo de dos semanas. Aunque se va a intentar. 

El objetivo, en todo caso, es que el Emérito disponga de una residencia diferente al chalé de Pedro Campos para pasar temporadas más largas en Sanxenxo, algo que no se descarta para los meses de julio y agosto. 

De hecho, tal y como desveló Vozpópuli, el Ministerio del Interior convocó una comisión de servicio en la Guardia Civil, con dietas y alojamientos pagados, para reforzar la seguridad en el municipio durante los dos meses de verano.


 

martes, 24 de mayo de 2022

El Chapo Perales presenta su nuevo single "El retorno del Bribón"

 



 El Chapo Perales presenta su nuevo single "El retorno del Bribón"
 

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Garzón tilda de "delincuente acreditado" a Juan Carlos I



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Garzón tilda de "delincuente acreditado" a Juan Carlos I 

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El coordinador federal de Izquierda Unida y ministro de Consumo, Alberto Garzón, se refirió en Asturias al rey emérito Juan Carlos I como “delincuente acreditado”.

 Según ha afirmado Garzón “toda España sabe que es un ladrón”. 

El dirigente político se pronunció en estos términos al ser preguntado por los periodistas en un acto en Mieres sobre si la presencia del rey emérito en España había generado algún tipo de problema con sus compañeros del resto del Gobierno. 

Garzón contestó que no tuvo ninguna “observación crítica” por parte de nadie en el seno del Gobierno acerca de su posición.

 “Toda España sabe que el anterior jefe de Estado..., todavía rey porque se hizo así para protegerle y blindarle, que esa persona es un ladrón”, afirmó el ministro. 




También señaló que no iba a opinar de lo que hace con su vida privada alguien que no tiene una causa judicial abierta. 

“Yo, honestamente, no voy a valorar si quiere hacer regatas, ver a su hijo, pasear con gatitos... 

Me da igual, es el ámbito privado y hay que respetarlo”, ha indicado.

 Lo peor para Garzón es que los demócratas no hayan sido capaces de articular un mecanismo que evite que comportamientos como el de Juan Carlos I puedan volver a producirse.

  El medio francés Le Monde ofrece un enfoque muy contundente desde el titular en el que asegura que “el regreso de Juan Carlos avergüenza” a su hijo Felipe VI. 

El diario apunta que el monarca ha estado “rodeado de escándalos financieros” por sus “cuentas en Suiza, fondos no declarados a Hacienda o grandes donaciones de la monarquía saudí”.

Puedes leer la noticia en:





lunes, 23 de mayo de 2022

El Chapo Perales presenta su nuevo single "El retorno del Bribón"

 



 El retorno del Bribón (Chapo Perales)


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El Chapo Perales presenta su nuevo single "El retorno del Bribón"


 






Anticorrupción zanja que el rey emérito defraudó entre 30 y 56 millones de euros al fisco

 

 
Se acabó el cuento del juancarlismo     

 Escribían en el diario El Correo (nada sospechoso de rojo separatista y judeobolchevique) que "Anticorrupción zanja que el emérito defraudó entre 30 y 56 millones al fisco":  La Fiscalía alega que no puede acusarle porque los delitos se cometieron entre 2008 y 2012 cuando Juan Carlos I era inviolable como jefe del Estado... 
 

 Anticorrupción zanja que el rey emérito defraudó entre 30 y 56 millones de euros al fisco

 
 

   Los delitos del anterior jefe del Estadoo han prescrito o no se pueden juzgar por la inviolabilidad del rey que recoge la Constitución del 78. Parece como si los redactores de la Constitución supieran a ciencia cierta que Juan Carlos I no era trigo limpio y que había que sobreprotegerlo.

 Que mejor forma que através de la propia Constitución. 

 Una de las razones de la derecha y de los juancarlistas para mirar a otro lado por la clara corrupción del Emérito, es que Franco le otorgó un poder absoluto, pero Juan Carlos I decidió devolvernos la democracia en vez de convertirse en otro Franco. 

Absurdo, el sucesor de Franco en la jefatura del Estado, si quería legitimar y perpetuar la Corona tenía que convertir España en un Estado democrático, y eso es lo que hizo. Legalizó partidos, apoyó una Constitución y se quedó como jefe de Estado. 

Un jefe con muy pocas responsabilidades y con muchísimas prebendas. El marrón entero se lo comió Adolfo Suárez. Tampoco fue el héroe que evitó el golpe de Estado. Sencillamente no funcionó porque los golpistas tuvieron escasos apoyos.

 Otra teoría dice que fue Juan Carlos I el propio muñidor del golpe de Estado.

 Esta última teoría es más difícil de demostrar. Habrá que esperar a que se desclasifiquen archivos y ver lo que no haya sido destruido. 

En España somos fanáticos de hacer desaparecer papeles y discos duros. 

 
He escuchado infinidad de veces, que estos últimos problemas pecunarios de Juan Carlos I no enturbian para nada su papel en la transición. Es cierto, pero lo que si mancha, y de que manera, es su currícullim vitae. Juan Carlos I no ha querido revelar en origen de su fortuna, y el porqué tenía tanto dinero escondido fuera de España. 

¿Tiene origen legítimo esas cantidades de dinero que le han sido descubiertas al viejo rey?

 Esto es algo que los historiadores tendrán que contarle a sus descendientes, porque del Emérito no obtendemos contestación alguna. 

Su silencio demuestra que se ha enriquecido de forma vergonzante, y esto es lo que sus admiradores, cortesanos y subditos prefieren ignorar. Somos una monarquía de pura vergüenza. 

  Que en Sanxenxo hayamos visto una multitud gritando ¡Viva el Rey!, demuestra que en España sigue vigente la frase:¡Vivan las caenas!, cuando en 1823  se restableció el absolutismo de Fernando VII, poniendo fin al Trienio Liberal, iniciado con la acción de Rafael del Riego.  

El Emérito se fue cuando la Fiscalía le estaba investigando. Ahora que esas investigaciones han sido archivadas ha vuelto a España a pasar unos días con sus queridas amistades.

 Lo que no logro entender es porque se fue mientras se le investigaba y ha vuelto dos años después cuando esas pesquisas han pasado a mejor vida. 

Es cierto que Juan Carlos I no tiene ninguna causa pendiente al menos en España (en Reino Unido está acusado de acoso por su examante), pero como hemos señalado anteriormente este señor ha delinquido y esto en un jefe o exjefe de Estado es algo muy grave. 

 
  
 A los borbones los llaman puteros y ladrones, no seré yo el que lo afirme, pero esa es la sensación que él mismo con sus contínuos escándalos está dando a entender. 

Si un servidor hubiera sido juancarlista hoy lo repudiaría con todas mis fuerzas. 

Lo mismo que si mañana me enterase de que a un político que yo haya votado ha obrado de las misma forma que el viejo rey.  

Esto lo que no puedo entender de los monárquicos: se cagan delante de sus narices y abren más la boca para que les entre más mierda. 





PARTE DE LA PRENSA DE ORDEN NO VE EL MOMENTO DE QUE EL EMÉRITO SE VUELVA A ABU DABI


 NOTICIERO MATUTINO 

   PARTE DE LA PRENSA DE ORDEN NO VE EL MOMENTO DE QUE EL EMÉRITO SE VUELVA A ABU DABI

 Felipe VI está hasta la narices de su padre  Cuatro días que están pareciendo cuatro siglos.

 A algunos, incluso entre los más partidarios, el deseado regreso del emérito se les está haciendo una eternidad. 




En realidad, Según nos cuenta José Antonio Zarzalejos en El Confidencial, el más cabreado de todos es actual titular de la corona española: "La estancia hoy de Juan Carlos I durante unas horas en la Zarzuela no será cálida ni emotiva. Más bien, tensa. Fuentes próximas a la Casa del Rey califican el desarrollo de la visita de su padre a España como una "enorme equivocación", porque el monarca abdicado no ha cumplido el acuerdo que quedó reflejado en la carta del pasado 5 de marzo, dirigida a su hijo y que se hizo pública dos días después, en la que decía querer preservar su "privacidad" tanto en Abu Dabi como en sus visitas a España. Juan Carlos I, lejos de ajustarse a la mayor discreción, ha hecho exactamente lo contrario: mostrarse de manera reiterada y pública en un evento deportivo en el que ha habido más cámaras "que en mi boda", en expresión de la infanta Elena".

 Parecida versión ofrece en El Español Miguel Ángel Mellado, cronista de la visita: "Salvo cambios de última hora, Felipe VI recibirá este lunes en Zarzuela, en visita privada, ¡no oficial!, a su padre y predecesor en la Jefatura de Estado de España. El ambiente en Palacio está aún más caliente que la climatología. Podría decirse, por momentos, que es infernal. Felipe VI está enfadado, está que trina, está que echa las muelas, fuma en pipa, jura en arameo..., y todas las frases hechas imaginables que presumen decepción: la que el padre, con su exhibicionismo vacacional por todo lo alto, ha causado a su hijo. Justo lo contrario de lo que el rey Felipe quería: discreción, decoro, sordina, bálsamo para facilitar futuras visitas". 

 En El Mundo es Rafa Latorre quien cuenta los minutos hasta que el niño grande coja el avión de vuelta: "Ya está, ya pasó, Don Juan Carlos ha vuelto a España y el viaje, que ha sido un despropósito, al menos sienta un precedente, como si se hubiera abierto una línea directa de Abu Dhabi a Vigo que él ya podrá frecuentar. El problema es que, previsiblemente, esa ruta sólo la cubrirán aviones privados de elegancia epatante y financiación desconocida. Felipe VI, que es el presente y el futuro de la institución, que es quien es de verdad importante, que es de quien menos se ha hablado y de quien habría que ocuparse, solo puede consolarse pensando en que el periplo puede haber tenido al menos una consecuencia benéfica para su reinado. La de mostrarle como la víctima paciente y cabal de la deriva de su predecesor, un hombre que hace demasiado tiempo que dejó de pensar en cuál sería su legado".

 El veterano José María Carrascal, que no es precisamente sospechoso de republicanismo, también parece haber acabado hasta el gorro del garbeo panderetero del Campechano y así se lo dice en ABC: "Lo siento, Don Juan Carlos: conoce el cariño que le tengo. Pero tendrá que seguir en Abu Dabi, que tampoco es Alcatraz, con alguna visita esporádica. En cuanto a reconocérsele lo que hizo por España, tal vez tenga que esperar a verlo desde el otro mundo, ya sabe que somos un país poco agradecido". 

 Ya ven que no son pocas las muestras de hartazgo, aunque también es verdad que siguen abundando los irreductible juancarleros, como Alfonso Ussía, que en El Debate llora las penas del Golfo y hasta desliza un coscorrón al actual rey por maltratar a su padre: "El Rey Juan Carlos está en Sangenjo, el lunes será recibido por su hijo el Rey, y la Reina Sofía en la Zarzuela, y con posterioridad a la reunión, será devuelto a su exilio voluntario – nadie está capacitado para impedirle que se quede en España– sin que ninguno de los suyos impida el atropello. Don Juan Carlos experimentó en su infancia el exilio obligado de sus padres, y ahora, por no perjudicar a la Corona y a su hijo, ha aceptado como un servicio más a España un nuevo y triste período de destierro". 

Esta vez Ussía se queda lejos de la subida a la parra de su compañera de cabecera Mayte Alcaraz, que mete en la misma columna al Borbón Mayor y a la emperatriz de Sol. Se lo juro: "Don Juan Carlos e Isabel Díaz Ayuso tienen algo en común: los dos representan la rebeldía de una ciudadanía hasta la peineta de hacer lo que le mandan, de comer lo que le imponen, de que pisoteen sus valores, denigren sus instituciones, y harta del pensamiento único de unos pocos frente a las mayorías silentes que trabajan, pagan impuestos, educan a sus hijos y no tienen tiempo de meterse en las redes a dictaminar lo bueno y lo malo, según la religión progre. Ambos reciben el calor y el afecto de la calle, a pesar de que las terminales mediáticas de la Moncloa están en constante campaña para revertir ese obsequioso trato público y transformarlo en insultos, silbidos y protestas".

 Curioso desvarío el de Alcaraz, que deja bastante atrás al intento de mezclar churras con merinas de Jesús Nieto Jurado en ABC: "La sinfonía borbónica resuena hoy lunes en España y en el hipotálamo de los jardineros de Zarzuela y de los nacidos en democracia. Irene Montero, pobriña de verde, ha de saber que su gloria es efímera. Que las niñas no se emborrachan en el ginecólogo, y que decir Sanxenxo es una soberana tontuna". 

 Les voy a terminar en La Razón, cuyo editorialista retuerce lo ocurrido para deshacerse en lametones hacia Felipe VI: "El hostigamiento y la persecución al Rey por medio de la figura de su padre, uno de los más grandes monarcas de nuestra historia, es una operación política de la ultraizquierda contra la España constitucional en su propósito de sustituirla por un modelo bolivariano sin libertad ni derechos.

 La fortaleza de la institución lo es también y sobre todo del Estado de Derecho. 

El pueblo está con su Rey. 

Se ha ganado el aprecio y la lealtad con una conducta impecable en circunstancias de enorme complejidad". 




 


domingo, 22 de mayo de 2022

Las galas del emérito en su regreso a España, aplaudido por la derecha…

 

* El rey emérito, de nuevo en España.

Tras casi dos años en Abu Dabi, en donde se alojó al iniciarse la investigación de la Fiscalía del Supremo, el rey emérito, Juan Carlos I, volvió a fin a España, pasando de fugado a regatista. A principios de semana, los Juancarlistas (monárquios partidarios de Juan Carlos) anunciaron que el emérito volvería este fin de semana a Sanxenxo (Pontevedra). 

Y, días después de que la Fiscalía Anticorrupción decidiera archivar la investigación sobre el presunto pago de hasta 80 millones de euros en comisiones en la obra del AVE a La Meca, el emérito volvía a España. 

Así lo adelantaba el lunes el periodista Fernando Ónega en ‘Más de uno’. Según Ónega, Juan Carlos I habría tomado esta decisión durante la conversación telefónica que mantuvo el pasado domingo con Felipe VI, aprovechando que éste se encontraba en Abu Dabi para trasladar sus condolencias al nuevo presidente de Emiratos Árabes Unidos (EAU), Mohamed bin Zayed Al Nahyan, por el fallecimiento del jeque Jalifa Bin Zayed al Nahyan. En este sentido, también trascendió que Juan Carlos I sería recibido en La Zarzuela por su hijo Felipe. 

Sin embargo, el rey emérito no pernoctaría en el palacio de la Zarzuela. “Quienes tienen la última palabra –subrayaba Ónega– entienden que Zarzuela no es la residencia privada de una familia, sino la sede de la Jefatura del Estado. Por lo tanto, don Juan Carlos puede visitar a su esposa, a su hijo y a sus nietas, pero no quedarse a dormir”.

 Este retorno de Juan Carlos I, anunciado especialmente por la derecha, se produjo pocos días después de que la Fiscalía Anticorrupción decidiera archivar las diligencias preprocesales, al no haberse podido acreditar la comisión de un delito de corrupción en las transacciones internacionales.

 Los hechos se remontan a 2006, cuando la Organización de Ferrocarriles Saudó (SRO, por sus siglas en inglés) abrió la licitación para construir una línea de alta velocidad entre las ciudades de La Meca y Medina. Las empresas españolas interesadas en participar formaron un consorcio con otras dos saudíes. 

 Del lado español estaban ADIF, RENFE, OHL, Indra, Talgo, Imathia, Dimetronic, Cobra Instalaciones y Servicios Internacionales, Consultrans y Servicios-Copasa, Instalaciones Inabensa e Ingeniería y Economía del Transporte. Mientras que por la parte saudí figuraban el Grupo Al Shoula, cuyo titular y beneficiario era un príncipe saudí, y Al Rosan Contracting.





Rey hijo, rey padre: ¿de qué tienen que hablar Felipe VI y Juan Carlos I?




  Rey hijo, rey padre: ¿de qué tienen que hablar Felipe VI y Juan Carlos I?

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 Juan Carlos I volvió a España. El emérito llegó a Sanxenxo (Pontevedra, Galicia) el jueves, donde asistirá a las regatas de la Copa de España en la que participa el velero Bribón. Tras la competición náutica, tiene previsto desplazarse hasta el Palacio de la Zarzuela para reunirse con su hijo, Felipe VI. Sin embargo, la negativa de Moncloa, asumida por la Casa Real, complica la primera visita del ex jefe del Estado. Según revela el diario El País, fuentes cercanas a Juan Carlos I admiten que lo lógico sería, en primer término, acudir al Palacio de la Zarzuela para reunirse con su hijo y el resto de la Familia Real antes de viajar a Sanxenxo. 

No obstante, el itinerario de la primera visita del padre de Felipe VI a España comenzó en la localidad gallega, donde se encontró con sus amigos y compañeros de regatas para, después, desplazarse a Madrid con su familia el domingo por la tarde o el lunes. Pero, según Jesús Rico, en ElPlural.com, las piezas del puzle no encajan con la facilidad que todos deseaban y el viaje de Juan Carlos I se complica debido a las objeciones de Moncloa a que el emérito pase una noche en la Zarzuela. “Desde el Ejecutivo argumentan que el palacio no es la residencia privada de la Familia Real, sino que es la sede de la Jefatura del Estado español. Juan Carlos I volvió a España. Al menos estos son, por ahora, sus planes.



 El emérito llegó a Sanxenxo (Pontevedra, Galicia), donde asistirá a la Copa de España de regatas en la que participa el velero Bribón. Tras la competición náutica, tenía previsto desplazarse hasta el Palacio de la Zarzuela para reunirse con su hijo, Felipe VI.

 Sin embargo, la negativa de Moncloa, asumida por la Casa Real, complica la primera visita del ex jefe del Estado”.





FULMINAN a Carlos HERRERA por su defensa del rey EMÉRITO

 

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FULMINAN a Carlos HERRERA por su defensa del rey EMÉRITO

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