jueves, 15 de diciembre de 2022
Tanto tiempo diciendo “furbo” y ahora resulta que se dice “fúmbol”
domingo, 2 de octubre de 2022
Elecciones Italia: vuelve el fascismo
jueves, 29 de septiembre de 2022
El fascismo no empezó con Meloni (en la foto con la nieta de Mussolini)
Defender el capitalismo es defender una moneda que en su cara B están los melonis
Ha habido algunas terminales mediáticas que han querido vendernos su pesar por el triunfo de Meloni en Italia. Otras, no.
Otras han acudido con urgencia a apoya al fascismo inventando nombres artísticos: «centro-derecha», «derecha populista» o «derecha».
Ese pesar de los primeros es una engañifa, los suyos son también los buenos resultados de los meloni en Francia, en Suecia, en Polonia, en Hungría… y, si los sondeos no fallan, en la propia España.
Su falsa preocupación no lo es por un cambio que pueda producirse en las políticas económicas ni mucho menos atlantistas, ya que la lealtad al capitalismo está asegurada con la extrema derecha.
La OTAN y EE.UU resultan intocable para el fascio.
La cara B de esta misma moneda trae quita de derechos (y eso nunca les viene mal en épocas de crisis), por eso, no hay que tirarla, puede pulirse o dar la vuelta para que luzca el llamado estado del bienestar cuando interese pero es intocable.
Es desagradable confirmar que los mismos que penan por la llegada de Meloni avalan, desinforman y alientan a los batallones fascistas en Ucrania, apoyan sin dudarlo las políticas expansivas de la OTAN situando armamento sofisticado en los países con frontera con Rusia, y festejan los supuestos avances de las tropas mercenarias (las empresas privadas hacen y hacen caja) de Zelenski.
Estos días es imposible ver en la prensa patria (ni siquiera en la ni-ni) información de los bombardeos sobre zonas que no quieren pertenecer a Ucrania, ni reportajes-recuerdos sobre los años que desde Kiev se enviaba al ejército para matar independentistas (miles, según la propia ONU).
Son estos los que editorializan con falsos reparos sobre la fascista Meloni, pero su mensaje es evidente.
Algunos ya empiezan incluso a obviar el teatro, y han comenzado a practicar el blanqueo del futuro gobierno italiano con documentales y noticias sobre la infancia dolorosa de Meloni, su padre comunista que la abandonó, fotos familiarmente tiernas y la manida frase de una mujer hecha así misma.
Meloni, como el Comando Azov les pertenece.
El fascismo no empezó con Meloni (en la foto con la nieta de Mussolini)
martes, 27 de septiembre de 2022
Vuelve el FASClSMO a Italia ¿Quién es Giorgia Meloni?
lunes, 26 de septiembre de 2022
ITALIA. Gana el fascismo; es momento de recordar a Meloni cómo acabó su referente
miércoles, 8 de junio de 2022
LAS MODISTAS de AUSCHWITZ Estudio Superior de Confección
LAS MODISTAS de AUSCHWITZ
Estudio Superior de Confección
Con ese pomposo nombre (Obere Nähstube) era designado el taller de diseño y confección que funcionaba en el siniestro campo de exterminio de Auschwitz.
Las modistas, deportadas en su mayor parte judías, cosían para su selecta clientela que no era otra que la compuesta por las mujeres de los jefes de las SS y de otros gerifaltes del régimen nacionalsocialista del campo y de fuera de él: Magda Goebbels, esposa del ministro de Ilustración y Propaganda de Hitler, Emmy Goering, casada con el Reichmarschaff, o Hedwig Höss, esposa del comandante en jefe del campo que fue quien puso en marcha el taller.
La elegancia de dichas damas se codeaba, es un decir, con los harapos a rayas que vestían las deportadas; la esencia del régimen infame que combinaba los privilegios de los suyos con la fabricación de cadáveres y con los procesos de despersonalización que se perseguían en tal lugar.
Aquellas mujeres (Irene, Renée, Bracha, Katka, Hunya, Mimi, Manci, Marta, Olga, Alida, Marilou, Lulu, Baba, Boriskha y otras más que no son citadas en el libro), cuyos nombres se usaban en el lugar de trabajo utilizándose en el resto del campo su número de identificación tatuado en sus brazos, eran las trabajadoras del taller y son las protagonistas de este libro.
De todo esto habla Lucy Adlington en su «Las modistas de Auschwitz», editado por Planeta.
Ya con anterioridad había escrito la historiadora y escritora sobre el asunto en su La cinta roja, de la que di cuenta en esta misma red: Modistas en el Lager – Kaos en la red, si en aquél se presentaba una versión ficticia de ese mismo taller, calificada como novela para adolescentes por la propia autora, en la presente ocasión no estamos ante una novela o si se quiere se trata de una docu-novela, ya que la escritora no ha dejado archivo sin visitar, entrevistando a la única protagonista que todavía vive, Bracha Kohút, de soltera Berkovic, que tenía 98 años cuando se entrevistaron y que murió el 14 de febrero de 2021 en California, y/o a familiares o conocidos de ellas.
Al publicar La cinta roja, pensando que aquella historia ya no daba para más, como explica ella misma, se produjeron una serie de comunicaciones de lectores y lectoras que podían aportarle más datos sobre el asunto; se puso en contacto con ellas y a la labor, y ahora entrega el exhaustivo resultado.
Nadie que se adentre en el libro podrá poner en duda que la mujer pisa fuerte el terrenos, o los terrenos, que transita: así, queda subrayado en lo qua hace a las cuestiones de la moda en los años que preceden al ascenso de los nazis al poder, y a sus años de dominio en los que se traba de distinguir el modo de vestir ario con el proveniente de París o Hollywood; se trataba de marcar la diferencia en el sentido de unos hábitos más austeros y menos blandengues y esteticistas que los que llegaban de los polos mundiales de la moda degenerada; para ello la mujer nos acerca a las diferentes revistas que se difundían en capitales como Praga o Berlín.
No se priva la autora de detenerse en la importancia que cobraba la cuestión de los uniformes para dar una imagen que correspondiera a una ideología parda y negra, y que mostrase la pretendida valentía y arrojo a quienes los lucieran.
Las rigideces señaladas del ideario de Goebbels y compañía se relajaban cuando se trataba de las señoras ligadas a la cúpula del nacionalsocialismo.
Si en el terreno de la moda, y sus variantes, se ve la seguridad con que avanza la escritora, igualmente muestra su dominio al ir exponiendo la vida de las mujeres que llegarían a trabajar en el taller nombrado, avatares existenciales que van siendo entrelazados con las vidas y ascensos de los pro-hombres del partido nazi, a la vez que se van dando a conocer los pasos que daban los gobernantes en lo que hace a hacerse con las riendas de la sociedad en general, y de los negocios y centros de producción como saltaba a la vista en el abierto propósito de desbancar a los judíos de sus negocios en el mundo del ramo textil, de modo y manera que las llamadas a cierta sencillez en el vestir, esfera ideológica, iba acompañada de campañas de expropiación, amenazas, etc. con el fin de hacerse con el poder de las propiedades judías, que eran dominantes en tales pagos de la producción, hasta el ochenta por ciento del ramo, almacenes y franquicias, estaba en manos de fieles de tal religión, convertida en raza por un siniestro y paranoico abracadabra de racismo higienista.
La imposición del monopolio ario se tradujo en el Adefa, Federación de Fabricantes Alemanes Arios de la Industria de la Ropa.
Dos ventanas dejaban entrar la escasa luz al sótano en el que las mujeres tocadas de pañuelos blancos cosían sin parar, en jornadas que alcanzaban habitualmente las diez horas o más.
Desde aquel reducto, por las ventanas nombradas, no se veía el cielo de la libertad sino al infierno de la aniquilación.
En las mesas todos los instrumentos propios de un taller de tales características: ovillos de hilo, tijeras, tizas, telas, metros, revistas de moda y papeles para realizar los patrones para la confección de los vestidos y trajes de las selectas clientas que contaban con un probador privado, que era dirigido por Marta Fuchs una eficiente mujer de Bratislava que ya había mostrado su pericia en diferentes talleres de su país e igualmente de Alemania; la mujer era sirvienta de Hedwig Höss, viendo ésta la habilidad para la costura de Marta al confeccionarle un abrigo de pieles, ideó poner en marcha el taller del que hablamos.
El lugar era una Babel de procedencias y sus respectivos idiomas: eslovaco, húngaro, alemán, polaco y francés, ha de tenerse en cuenta que entre las jóvenes detenidas, que apenas superaban los veinte años, se contaban un par de comunistas francesas detenidas por haber participado en la resistencia contra la bota nazi, Alida y Marilou.
El silencio no era la norma, ya que los lazos entre las allá recluidas se estrechaban, alcanzando la esfera de la intimidad, reinando al tiempo unas relaciones de solidaridad que propiciaban cierto espíritu de resistencia, en aquel ambiente realmente gélido en lo atmosférico que contrastaba con el calor humano entre ellas; varias resultaron asesinadas cuando intentaban huir de aquel universo concentracionario.
En total eran veinticinco las mujeres que allá trabajaban y cuando alguna de ellas era trasladada del puesto, el temor crecía acerca de su posible destino que podría ser el camino que seguirían otras hasta convertirse en humo; Marta exigía que la sustitución de la ausente fuera inmediato, intentando que el número de trabajadoras creciese ya que aquel trabajo era un verdadero refugio, en el que había un trato propio de personas, excepción con respecto al que imperaba fuera de él, en el lager.
No está de más señalar que Marta Fuchs era miembro de la resistencia dentro del campo y buscó la manera de sacar al exterior informes sobre las tropelías que allá reinaban, ayudando a los internos y logrando escapar del infierno en una huida en la que algunas no tuvieron tanta suerte como ha quedado señalado líneas más arriba; tanto ella como algunas más del taller ayudaron a otras reclusas, haciéndoles partícipes de algunos privilegios con los que ellas contaban tanto en lo referentes a higiene como a alimentos, sin obviar la posibilidad que ellas tenían de escuchar los noticiarios radiofónicos pudiendo así dar a conocer a otros detenidos cómo iba la marcha de la guerra; «la resistencia siempre merece la pena, mientras que la pasividad significa muerte», que decía Herta Mehl, miembro de la clandestinidad comunista en Auschwitz-Birkeneau.
La autora retrata con cercanía la vida del lugar y no se priva de desvelar algunos problemas que surgían, como el día en que la plancha quemó un vestido ya acabado que iba a ser probado de inmediato; Marta con su arte, sustituyó la prenda convenciendo a la clienta, como todas, esposa de un alto mando del cuartel de las SS de Auschwitz, ante sus dudas, de que aquél era el traje que ella había elegido.
Se evitó así el mal trago y el pánico de que se fuera a tomar represalias contra ellas.
No aplicaban aquellas damas, me refiero a las clientas, la política de exterminio de los parásitos judíos, al no dolerles prendas de servirse de ellas para lucir sus lindos vestidos, llegando a establecer relaciones realmente cercanas con ellas.
En la medida que se pasan las páginas del libro vamos conociendo diferentes avatares del funcionamiento del campo de la infamia, los artículos rescatados de los almacenes, conocidos como Canadá, en que los SS guardaban los bienes requisados a los que llegaban, o las relaciones con detenidos destinados a alguna fábrica de municiones, o a ser los acompañantes a las cámaras de la muerte a quienes eran condenados tras la inicial selección, los sonderkommandos; acompañados tales hechos de fotografías de diversos álbumes, sin hurtar a los lectores las maldades sin cuento que allá se producían, que en el colmo de las paradojas se cruzaban con los cánticos de la orquesta de deportadas interpretando a Franz Listz.
La costura como tabla de salvación, del mismo modo que a otros les favoreció el oficio, el de químico de Primo Levi que le hizo evitar la intemperie gélida al ser destinado a un laboratorio de la empresa IG Farben, o a otros el dominio del idioma, como a Hans Mayer…a estas mujeres, en su mayoría judías reitero, les salvó su habilidad en el uso de la aguja. Once capítulos que no dan tregua y que se ven salpicados con fotografías de las protagonistas y de revistas y carteles de moda de la época, que es el centro de gravedad desde el que Lucy Adlington enfoca el análisis de aquél lugar en donde la ignominia y el asesinato al por mayor reinaban implacables. En la lectura vienen a la mente las reflexiones de Bruno Bettelheim, que probó dichos campos, sobre el trabajo sin sentido, y no productivo, a que se obligaba a los deportados con el fin de someter sus cuerpos y sus mentes, como puede leerse en sus Sobrevivir, editado en Grijalbo, o El corazón bien informado, publicado en FCE; situación que no se daba en el trabajo del taller del que hablamos, ya que allá el trabajo era creativo y tenían un claro sentido, si bien lo realmente chungo es que se trabajaba para el lucimiento de las mujeres de los verdugos; resuenan igualmente las cavilaciones de Primo Levi acerca de la zona gris ( «zona de contornos mal definidos , que separa y une al mismo tiempo a los dos bandos de patrones y de siervos. Su estructura interna es extremadamente complicada y no le falta ningún elemento para dificultar el juicio que es menester hacer», que se lee en su Los hundidos y los salvados, Muchnik Editores, 1989) muy en especial, por ejemplo, cuando se ve a Hunya trenzando látigos que luego eran usados por los crueles verdugos contra los encerrados, en palabras del italiano todo superviviente lo había sido a costa de algunos privilegios contraídos a costa de otros… si bien es cierto que estas mujeres se beneficiaban de unas condiciones mejores que el resto de encerrados que también lo es que prestaban solidario apoyo a los demás condenados del campo.
Por Iñaki Urdanibia para Kaosenlared
miércoles, 2 de marzo de 2022
Sale a la luz un video inédito del ataque a las Torres Gemelas
* A más de 20 años del atentado a las Torres Gemelas, un usuario de YouTube compartió un video de aquel fatídico 11 de septiembre de 2001 en Manhattan (EEUU), cuya privacidad había sido configurada como oculta en la plataforma.
Ahora la ha cambiado a pública y muestra el impacto del segundo avión desde un nuevo ángulo como nunca se había visto.
"Publiqué este video en la década del 2000, pero accidentalmente lo dejé en privado hasta ahora", escribió Kevin Westley en la descripción de su video que ya superó el medió millón de reproducciones.
Sale a la luz un video inédito del ataque a las Torres Gemelas
9-11 Kevin's Video with raw audio (includes swearing)
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De repente, el aturdidor ruido de los motores del segundo avión empieza a escucharse en la grabación. Kevin gira la cámara y es entonces cuando se ve a la aeronave como nunca antes.
Todas las personas que están en la escena se quedan enmudecidas contemplando el tramo final que dura varios segundos hasta que el vuelo 175 de United impacta contra la torre sur.
Es entonces cuando todos comienzan a gritar al unísono: "¡Oh mi Dios! ¿Qué está pasando? ¡Oh señor mío! ¡Un avión de United acaba de estrellarse! ¡Lo hizo a propósito!".
jueves, 20 de enero de 2022
El autor de la matanza de Noruega pide la libertad condicional
El legado sangriento del nazi Anders Breivik
El autor de la matanza de Noruega, en la que murieron 77 personas, pide la libertad condicional
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El tiempo pasa y borra la memoria, pero los focos de la actualidad vuelven a apuntar al olvidado Anders Breivik, aquel fascista noruego enloquecido que en 2011 protagonizó una de las peores matanzas terroristas que se recuerdan en Europa.
Primero, el tipo mató a ocho personas con un coche bomba en Oslo; más tarde se dirigió a la isla de Utoya, donde atacó un campamento juvenil del Partido Laborista y acabó con la vida de otras 69.
La imagen horrible de las víctimas arrojándose al mar e intentando huir a nado del asesino, que disparaba contra todo lo que se movía, aún permanecen frescas en nuestra retina.
Estos días el monstruo le ha pedido la libertad condicional al tribunal competente que debe decidir sobre su situación penitenciaria.
Y lo ha hecho al estilo nazi, brazo en alto, saludo hitleriano y un provocativo y macabro mensaje para la sociedad: “Parad el genocidio contra las naciones blancas”.
Paradójicamente, el sujeto dice que él ya no es el mismo desde aquel trágico día en que decidió empuñar el fusil de asalto para dar rienda suelta a su instinto genocida, salvaje y criminal.
“Me lavaron el cerebro”, dice tratando de convencer al juez, aunque acto seguido advierte de que si sale de prisión seguirá luchando por el nacionalsocialismo.
El caso Breivik conmocionó al mundo entero hace once años, cuando demonios de este tipo nos parecían ejemplares raros y excepcionales.
Sin embargo, lo que no hace tanto tiempo nos parecía un suceso fuera de lo común, casi un episodio clínico digno de estudio por la psiquiatría moderna, hoy ya no nos extraña tanto.
Y ahí es donde radica el gran drama de la humanidad en el siglo XXI. La ideología ultraderechista, que tras la Segunda Guerra Mundial parecía derrotada, se ha vuelto a instalar entre nosotros como parte del paisaje político y social.
Para desgracia nuestra, el fascismo ha hecho nido en cada sustrato de la sociedad y ya nos hemos acostumbrado a que la fauna nazi conviva con nosotros con normalidad.
Damos los buenos días en el ascensor a gente que justifica a Breivik, charlamos con ellos de política como si tal cosa y algunos políticos que van de demócratas hasta se abrazan a sus líderes fraternalmente.
Desde 2011, año del advenimiento del diablo Breivik, las masacres perpetradas en colegios y universidades de Estados Unidos se han repetido con una frecuencia espeluznante, los partidos de extrema derecha han ido ocupando las instituciones en toda Europa y violentas ideologías xenófobas y machistas se abren paso con fuerza empleando las redes sociales como gran altavoz propagandístico.
Basta ver Fahrenheit 11/9, el documental de Michael Moore sobre el ascenso al poder del nuevo Hitler reencarnado en la persona de Donald Trump, para concluir que estamos a las puertas de un escenario dramático para la humanidad, ya que el proceso de involución hacia un emergente nuevo orden mundial neonazi parece tan acelerado como imparable.
¿Cómo hemos llegado a este punto de retorno a un pasado tan oscuro? Son numerosos los factores.
Entre ellos, por citar solo algunos, estaría la crisis profunda de las democracias liberales; la corrupción y decadencia de los partidos políticos (tanto los de la izquierda desnortada como los de la derecha convencional que coquetean pornográficamente con los ultras); el influjo de una frívola posmodernidad que ha terminado de enterrar los valores y principios de la Ilustración; la instauración de la filosofía de la posverdad; y el machaque constante de unas clases bajas que ya no creen en la revolución socialista y se arrojan en brazos de los charlatanes y salvapatrias.
El nuevo líder fascista puede mentir una y otra vez, impunemente, ya que sus bulos no le pasarán factura en las urnas.
Quienes votan a personajes como Trump, Bolsonaro, Le Pen u Orbán lo hacen sin que les importe lo más mínimo cuál es la verdad de las cosas.
Siguen ciegamente a su líder carismático simplemente porque da la batalla cultural contra el establishment, porque promete devolver el orgullo herido de las capas sociales marginadas y porque encarna la rabia de una parte del pueblo estafado por el sistema.
Por supuesto, también porque sienten un miedo insuperable.
Miedo a perderlo todo por el fantasma de la pobreza y la recesión económica; miedo al inmigrante que consideran un invasor; miedo al terrorismo que viene de fuera las fronteras.
Ya lo dijo Trump en su día: “Podría disparar a gente en la Quinta Avenida y no perdería votos”.
Cuando una sociedad abre la puerta al fascismo ya se queda para siempre. ¿No fue así como Hitler llegó al poder?
En su magnífico documental, Moore traza un paralelismo magistral entre la quema del Reichstag en 1933 y los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001.
El terror, el puro terror, hizo que los alemanes (el pueblo con la democracia más consolidada, más culto, mejor informado por la abundancia de periódicos y más avanzado científicamente) se entregaran al fascismo.
De la misma manera, tras el 11S los norteamericanos miraron a su alrededor buscando a un salvador y exigiendo muros contra el extranjero, venganza, odio y una guerra civil para dirimir las diferencias políticas.
Trump les da todo eso y mucho más.
En un autobús de cualquier ciudad, una mujer le grita a otra, con descaro, “vete de mi país negra de mierda”.
Un obispo se permite el lujo de comparar la homosexualidad con el alcoholismo.
Un partido político español alaba a Franco y lo considera el mejor gobernante de la historia de España.
Hoy podemos decir que Anders Breivik no es un bicho raro, sino que su legado de sangre ha creado escuela.
Por los Estados Unidos de América y también por la vieja Europa circulan muchos breiviks, individuos con esa misma mirada fría y deshumanizada, racistas declarados que despotrican contra los refugiados, desalmados que niegan la razón, la ciencia y las más nobles ideas humanas, invocando la pureza de la raza blanca y anunciando una revolución neonazi que ya no es una simple utopía literaria o cinematográfica, sino la más espeluznante y distópica realidad.
A Breivik lo condenaron a veintiún años de cárcel.
Veintiún años por 77 asesinatos premeditados y a sangre fría. Ahora pide la condicional mientras amenaza con proseguir la lucha fascista cuando salga a la calle.
Es la última burla del vampiro que se ríe de nosotros.
La democracia debería reflexionar seriamente sobre qué hacer con estos monstruos que sueñan con volver a incendiar el mundo algún día.
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https://diario16.com/el-legado-sangriento-del-nazi.../
lunes, 13 de diciembre de 2021
Justicia peruana abre proceso penal contra Alberto Fujimori
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Justicia peruana abre proceso penal contra Alberto Fujimori
Tras casi tres meses de audiencia maratoniana, el juez peruano Rafael Martínez abrió este sábado un proceso penal contra el expresidente Alberto Fujimori y cuatro ex altos cargos de su segundo Gobierno por el caso de las esterilizaciones forzadas cometidas durante su mandato.
Según los informes, entre 1996 y 2000 se estima que se realizaron unas 300 000 esterilizaciones, entre ellas más de 272 000 ligaduras de trompas y unas 22 000 vasectomías como política de reducción de la pobreza.
De todas ellas no se conoce exactamente cuántas fueron forzadas.
El proceso penal de las “esterilizaciones forzadas”, que arrancó en 2002, cuenta con unos 1317 denunciantes, la mayoría de ellas mujeres y hombres pobres e indígenas.
A Fujimori y los demás miembros de su Gabinete se les acusa de ser “presuntos autores del delito contra la vida, cuerpo y salud, lesiones graves seguidas de muerte en un contexto de grave violación de derechos humanos”, declaró Martínez.
El poder judicial peruano informó más tarde que suspendía el procesamiento hasta que el Gobierno de Chile se pronunciara sobre la ampliación de su extradición planteada por la defensa del exmandatario.
Sin embargo, la investigación judicial continuará para los demás acusados.
Martínez declaró la semana pasada que Fujimori, de 83 años y que cumple una condena de 25 años de prisión, no podía por ahora ser procesado por las “esterilizaciones forzadas”, por no hallarse dentro del convenio de extradición entre Santiago y Lima por el que Fujimori volvió a Perú en 2007.
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Justicia peruana abre proceso penal contra Alberto Fujimori
LOS CRIMINALES SON LOS DE ARRIBA Ex MP Chris Williamson weighs in on Assange High Court ruling
LOS CRIMINALES SON LOS DE ARRIBA
*'Britain acting like US' poodle' | Ex MP Chris Williamson weighs in on Assange High Court ruling
"The British judiciary and the British government are acting like the US' poodle."
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SON LOS DE ARRIBA
Former Labour MP Chris Williamson weighs in on today's High Court ruling that overturned the decision not to extradite Julian Assange to the US.
RT UK is a channel based in London covering British news and politics, protests and interviews with people who make a difference.
Publicado por Loam
domingo, 5 de diciembre de 2021
Los multimillonarios están «robando» dinero a la democracia
Los multimillonarios están «robando» dinero a la democracia
Los países con democracias desarrolladas no pueden considerarse como demócratas mientras permiten de manera obscena que las grandes fortunas, empresas y bancos estén aplicando sistemas que aumentan la desigualdad con el beneplácito de los gobiernos de cualquier tipo político
Hay una pregunta que la gente se puede hacer: ¿cómo saber si estás viviendo en una democracia? La respuesta puede ser muy complicada, sobre todo si las varas de medir simples a menudo pueden confundir más que aclarar.
En principio, se puede tomar la noción de que hay democracia en un país donde hay elecciones. Se eligen a los gobernantes con papeletas de papel en vez de con balas.
Suena bien. Sin embargo, los autoritarios han manipulado descaradamente las elecciones para cimentar su gobierno durante generaciones.
El ejemplo más mortífero se halla en el plebiscito que Adolf Hitler organizó en 1934 para apuntalar el poder nazi. Los soldados de asalto en los colegios electorales garantizaron a Hitler una abrumadora victoria.
También se puede entender que la libertad de expresión es el indicador más indispensable de la presencia de la democracia.
Si la gente puede subirse a una tribuna para decir lo que piensa, si puede publicar lo que tenga que decir, entonces se puede interpretar que existe una democracia.
Pero esta simple formulación resulta ser menos que universalmente reveladora.
En base al pensamiento de Ashutosh Bhagwat, profesor de derecho de la Universidad de California, que ha estudiado la expresión política en sociedades autoritarias, la libertad de expresión puede actuar como una válvula de escape y permitir cierto grado de libertad de expresión puede aliviar las presiones para el cambio político.
Ese mismo discurso libre puede dar legitimidad a los gobiernos que, de otra manera, pisotean rutinariamente la voluntad del pueblo.
Entonces, ¿hay que abandonar la búsqueda de un único criterio simple que pueda ser usado para distinguir las democracias reales de las falsas?
Según Clarissa Rile Hayward, catedrática de Ciencias Políticas de la Universidad de Washington, no necesariamente porque existe una conceptualización simple del filósofo alemán Jürgen Habermas.
Este pensador político ha argumentado de manera famosa que, en una democracia, ninguna fuerza excepto «la fuerza del mejor argumento» debería influir en los resultados.
Los líderes políticos en las verdaderas democracias, según Habermas, obtienen el apoyo popular al presentar el mejor argumento: avanzando plataformas, desarrollando propuestas políticas y articulando objetivos que se adecúen al de los votantes.
Según este criterio, no existe nada parecido a una democracia en el mundo occidental, precisamente, el que presume de ser el garante de este sistema político.
Lo que sí tienen todos estos países, sobre todo en Reino Unido, la Unión Europea y Estados Unidos, es un sistema político que permite a los multimillonarios usar la fuerza contundente de su poder económico superior para dar forma a los mensajes que reciben los ciudadanos e influir en la forma en que entienden y participan en la política.
Este poder económico superior se manifiesta en todo tipo de enfrentamientos políticos, desde los relativamente insignificantes hasta los inquietantemente profundos.
Hay que considerar, por ejemplo, la cuestión de quién debería pagar para proteger las mansiones frente al mar de los súper ricos, por ejemplo, que hay en Hamptons, un tramo costero de increíble opulencia a unos 160 kilómetros al este de Manhattan.
Estos multimillonarios de esta zona privilegiada de Nueva York creen que los funcionarios locales y el Cuerpo de Ingenieros del Ejército tienen el deber patriótico de proteger su diversión veraniega.
Siguiendo con la argumentación de Habermas, ¿pueden lograr que esta firme convicción articule objetivos que se adecúen al de los votantes? ¿Pueden presentar un mejor argumento que aquellos que creen que subsidiar a los multimillonarios juguetones podría no ser una inversión prudente de los limitados dólares de los impuestos públicos?
Los ultrarricos no han tenido que molestarse.
Los ricos, en general, simplemente no han necesitado el apoyo de los votantes.
En cambio, en el caso de Hamptons, llevaron a los funcionarios del gobierno a los tribunales y dejaron que sus caros abogados pasaran años litigando.
Esa estrategia ha sido muy útil para los ricos.
Como siempre ocurre en los países democráticos ganaron porque, tal y como ocurre en España con Banco Santander (en base a la denuncia de Andrea Orcel), ellos deciden los juicios que ganan y los que pierden.
En el caso de Nueva York, lograron un acuerdo que hará que los dólares de los impuestos públicos renueven la playa con arena fresca hasta al menos el año 2027.
Un triunfo aplastante para la fuerza contundente del poder económico superior.
Sin embargo, esto ocurre en todo el mundo.
Los ricos de los países democráticos siempre están buscando el modo de no pagar los impuestos que les corresponden y utilizan su capacidad económica para crear grandes estructuras empresariales que terminan en paraísos fiscales.
Eso es, en esencia, robar a la democracia que, precisamente, se sustenta sobre el Estado del Bienestar.
Clarissa Rile Hayward atribuye el continuo éxito político de los multimillonarios al poder del dinero en las elecciones legislativas o presidenciales.
En las campañas políticas de hoy, todo vale esencialmente.
Los ricos, a través de un canal u otro, pueden mover sus millones a donde quieran.
Por tanto, la democracia ha fracasado, por su entreguismo a las élites financieras, económicas y empresariales.
Eso sí, la plutocracia sí que ha tenido éxito.
Los multimillonarios están «robando» dinero a la democracia
martes, 15 de diciembre de 2020
Estados Unidos admite crimen de Allende
Documentos desclasificados en poder del Archivo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, revelados a mediados de noviembre en Washington, confirman lo que antes ya habían denunciado las fuerzas progresistas en América Latina: que la administración de Estados Unidos fue la que concibió el golpe de Estado y posterior asesinato del presidente socialista de Chile, Salvador Allende.
Una serie de conversaciones y documentos puestos a la luz pública indican que la administración del entonces presidente Richard Nixon planificó una estrategia intervencionista en Chile apenas se confirmaron los resultados de las elecciones que le dieron la victoria a la Unidad Popular y elevaron al cargo de presidente a Allende.
Uno de los archivos revela la conversación que sostuvieron el presidente Nixon y varios de sus funcionarios para evaluar qué rol debería cumplir el gobierno de Estados Unidos ante la victoria de Allende en los comicios del 4 de septiembre de 1970.
En un memorando del 5 de noviembre de ese año, el consejero de Seguridad Nacional, Henry Kissinger alertaba a Nixon sobre “la decisión más histórica y difícil en asuntos exteriores que debería tomar la Casa Blanca para evitar la influencia de Allende en el continente.
Fin al sueño socialista
El secretario de Defensa para la época, Melvin Laird, decía: “Tenemos que hacer todo lo posible para lastimar a Allende y derrocarlo”.
En una conversación con Kissinger, Nixon dijo: “Si Allende puede demostrar que puede establecerse una política marxista antinorteamericana, otros harán lo mismo. Kissinger por su parte agregó: “Tendrá efecto incluso en Europa. No sólo en América Latina”.
Después de estas conversaciones, vino el bloqueo económico, la negativa a créditos de la banca internacional, y tres años después del triunfo de la Unidad Popular, el sangriento golpe de Estado, que puso fin al sueño socialista.
Como se sabe, los episodios de Chile, son apenas un eslabón en la cadena de intervenciones militares directas o a través de terceros, de golpes de Estado y toda suerte de injerencias norteamericanas en los destinos de América Latina.