Transmitido en directo.
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La maldición de Felipe VI En La Moncloa hace décadas que se guarda bajo siete llaves un dossier con la letra f de funeral de Juan Carlos I, un documento que se ha ido actualizando a los tiempos y las circunstancias, pero que en todo caso otorga al emérito los honores de Estado y el tratamiento de Majestad de forma vitalicia
En España tenemos dos reyes y dos reinas, los tenemos porque el R78 tuvo que echar al pisha brava por ladrón, porque amenazaba en caer el R78 con la monarquía a la cabeza y había que hacer algo, así que se decidió ECHAR AL LADRÓN antes de que se viniese abajo el chiringuito que dejó montado el franquismo.
Pero a pesar de echarlo, no se podía repudiar ni quitarle el título porque eso hubiese supuesto reconocer de forma explícita que el jefe de Estado era un ladrón y se mermaba la autoridad y legitimidad del nuevo monarca, así que se optó en tiempo récord dirigido por Sainz de Santamaría de crear un Decreto infame para blindar al exjefe de Estado para que no se pudiera juzgar por sus latrocinios después de dejar de ser Jefe de Estado, conservaba por tanto su título de rey y para diferenciarlo del título de rey de su hijo se inventaron el de Emérito un título que no existe en la realeza europea y que era todo un sarcasmos porque nada más alejado de los cuarenta años de latrocinios del pisha brava que el tratamiento de emérito, la excusa era blindarlo ante la justicia, porque con todo lo que había robado era evidente que iban a salir pufos a punta pala como así ha sido y había que blindarlo para que no se juzgarán sus latrocinios una vez que ya no era Jefe de Estado y la infame interpretación de la constitución que hacía al monarca inviolable, impune e inmune al latrocinio había que mantenerla para el pisha brava para que no terminara con sus huesos en la cárcel por ladrón.
Su hijo y toda la familia que han estado 40 años beneficiándose de los latrocinios del padre, ya que en el latrocinio ha participado toda la familia, yernos incluidos, ahora se tienen que comer el sapo mientras no se muera el pisha brava de tener un padre ladrón señalado por todo el mundo mundial como un ladrón, también se lo tienen que comer los gobiernos del R78 mamporreros reales tener un monarca LADRÓN y a su retoño cómplice como Jefe de Estado.
La monarquía en España está sentenciada ya pero dure lo que dure el preparao y toda la familia van a tener que asumir que son una FAMILIA DE LADRONES y van a ser señalados por allí por donde vayan como los ladrones que son, en España pueden estar blindados por el franquismo y el R78 para ser intocables pero para el resto del mundo son LADRONES
Y ESO NO VA A CAMBIAR, ni ahora ni en 100 años, al igual que lo fueron sus antepasados. EN ESPAÑA NOS HA GOBERNADO Y REINADO Y NOS GOBIERNA Y REINA UNA FAMILIA DE LADRONES Y eso es incuestionable, por mucha cara de circunstancia que ponga el preparao cada vez que tiene a su padre el LADRÓN CERCA eso no va a cambiar.
Por nuestra dignidad, libertad, igualdad, fraternidad, justicia, verdad, memoria y reparación
Proceso Constituyente República https://www.eldiario.es/.../maldicion-felipe-vi_129...
El momento de Felipe VI con la espada de Bolívar en la toma de posesión de Gustavo Petro que ha generado una gran polémica
Felipe VI ha sido uno de los protagonistas de la ceremonia de posesión de Gustavo Petro como nuevo presidente de Colombia.
Ha sido en el momento en el que arribaba a la ceremonia la espada de Simón Bolívar, cuando todos los dirigentes invitados al acto se han levantado como muestra de respeto y el rey de España se ha quedado sentado.
La espada en cuestión es una con las que Simón Bolívar lideró las campañas que dieron la independencia a varias naciones americanas, entre ellas Colombia. Independencia, evidentemente, del imperio español.
Además, esta espada ha sufrido una especie de resignificación a lo largo de los años. Ya que la guerrilla colombiana Movimiento 19 de abril robó la espada en 1974 como forma de protesta frente al Estado.
El momento de la llegada de la espada ha sido muy comentado entre los tuiteros y la reacción de Felipe VI ha dado mucho que hablar.
Los generales valientes, aún cuando son derrotados, rinden homenaje a los que les han vencido en buena lid.
Que el Rey Felipe VI se quede sentado cuando todo el pueblo decente de Colombia vibra de pie cuando llega la espada de Bolívar es triste.
Respeto.
Breve historia de nuestra monarquía contada a niños y niñas
Érase una vez una vez un rey nombrado por un ogro. Un ogro sanguinario y enano, un ogro terrible que devoraba hombres, mujeres, niños, niñas y animales.
Entonces, el ogro, como se iba a morir, nombró al rey por lo que nombran a los reyes todos los ogros, para que les obedezcan después de morirse.
Y así fue.
El rey nombrado por el ogro, al que quería mucho, se había casado con una princesa, pero eso no importa. Tuvieron primero una hija, después otra hija, y por fin un hijo. Respiró tranquilo entonces, porque no querían que reinara una mujer.
Ya tenía un heredero.
Mientras el heredero creció, el rey hizo todo aquello que le había mandado el ogro asesino.
Fíjate, que lo que más le gustaba era ir al bosque y matar animales.
Pero también le gustaba robar monedas a las gentes de su pueblo, sí, como el príncipe Juan de Robin Hood, solo que en nuestra historia, lamentablemente, no existe ningún Robin Hood.
Para que te hagas una idea de lo que era ese rey, uno de sus mejores amigos se dedicaba a dar armas a los malos del mundo para que mataran a otras personas.
Animales y personas, todos asesinados.
Total, que la hija mayor, llamada Elena, se casó con un hombre rico del que solo sabemos que se vestía de cortesano para ir en patinete por las calles.
Sus hijos, como ya todo el mundo iba en patinete, se dedicaron a bailar. La segunda hija, llamada Cristina, se casó con un jugador de balonmano.
Y tú dirás que todos los deportistas son buenos, algo de lo deberíamos hablar en otra ocasión. Este no.
Al llegar a palacio, el jugador de balonmano, que se sentía un poco raro allí, decidió no llamar la atención.
Y, ¿cuál es la mejor manera de no llamar la atención? Hacer como todos. Así que el deportista, siguiendo las costumbres del rey, se dedicó a robar.
Lo que pasa que no tenía siglos de tradición y se le notaba, así que al final decidieron meterle en la cárcel para disimular y conseguir que el resto de la familia no pareciera tan mala
Así que el deportista, justo cuando el pueblo iba a olvidar al rey ogro e incluso parecía que le permitían finalmente volver al reino sin devolver ninguna de las monedas robadas, justo cuando el pueblo era más pobre que nunca, el jugador de balonmano agarró de la mano a una mujer del pueblo y se echó a andar por una playa para que todos lo vieran.
Te dirás que es una forma muy rara de vengarse, sí, pero es que los reyes y las reinas son así, y los pueblos pobres y obedientes se olvidan de todo cuando ven una historia de amores traicionados.
CRISTINA FALLARÁS
Urdangarin y la infanta Cristina, en una imagen de archivo.
Urdangarin y la familia irreal
* Seguramente nadie esté trabajando más por el advenimiento de la Tercera República que Iñaki Urdangarin, si exceptuamos al rey Juan Carlos.
Lo de trabajar, ya me entienden, es una metáfora.
Urdangarin y la familia irreal
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Juan Valentín, Pablo Nicolás, Miguel e Irene son los cuatro hijos de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin. Muy parecidos en algunos aspectos, muy distintos en otros, pues cada uno ha seguido su propio camino. Viven en ciudades distintas, cursan diferentes estudios y tienen personalidades dispares, desde el discreto Juan, el primogénito, hasta la estilosa Irene, la benjamina, pasando por el bromista Miguel o el deportista Pablo, que ha decicido seguir los pasos de su padre en el campo de balonmano e incluso en su mismo equipo. ¿Quieres conocer mejor a los cuatro hijos de doña Cristina e Iñaki Urdangarin?
Al igual que en el famoso cuento del traje nuevo del emperador, en el que el emperador iba en pelotas y nadie se atrevía siquiera a pensarlo, las monarquías se mantienen en pie merced a una especie de acto de fe continuo de sus súbditos, una suspensión de la incredulidad semejante a la de los lectores al leer una novela.
Haz como que esto que escribes es verdad y yo haré como que me lo creo.
La incredulidad, sin embargo, empieza a naufragar desde el momento en que se traspasan ciertos límites, se mezclan géneros sin ton ni son y los personajes se ponen a desparramar como si no hubiera un autor omnisciente a los mandos.
Imaginen la risión si Emma Bovary se despertara un día convertida en un monstruoso insecto o si Gregor Samsa saliera por la ventana trepando por la pared del edificio merced a sus poderes arácnidos.
Otro tanto ocurriría si el rey Juan Carlos, en lugar de acudir puntualmente a los toros, liarse con rubias estupendas o participar en regatas, se hubiera dedicado todos estos años a leer en una biblioteca.
En el pacto constitucional por el regreso de los borbones venía implícito, además de muchas otras cosas explícitas, el peculiar folklore del borboneo.
Ese folklore lleva aparejada la creencia de que las mujeres son muebles decorativos o ceros a la izquierda.
Ahí está la reina Sofía, que lleva décadas soportando la fantasía de un matrimonio que no existe ya ni siquiera en las páginas de la prensa rosa.
Ahí está la infanta Elena, que no sabe, no contesta.
Ahí está la infanta Cristina, quien, en el juicio por el caso Nóos, esgrimió dos novedosas líneas de defensa que en realidad eran una sola: que estaba enamorada y que no se enteraba de nada.
Las fotos de una revista de casquería en las que se ve a Urdangarin paseando con una amiga muy especial (decir "una amiga entrañable" tal vez habría resultado irrespetuoso) muestran a las claras que sus abogados sabían lo que se hacían.
El romance extramatrimonial de Urdangarin vuelve a golpear los cimientos de esa credulidad a fondo perdido en la que se sustenta la monarquía.
Una cosa es que traicionara (vamos a dejarlo así) a todos los españoles desviando millones de euros a su propio bolsillo y otra cosa muy distinta es que traicione a su esposa, una licencia que parecía reservada en exclusiva al patriarca de la familia.
Lo he dicho ya unas cuantas veces, pero no está de más repetirlo: no hay que confundir la realidad con la realeza.
En aquella serie involuntariamente cómica de 2010, Felipe conoce a Letizia en una fiesta y le dice que va a acompañarla a casa.
"Vivo en las afueras", dice ella. "Yo también", responde él.
Cuando Felipe le pregunta si vive con sus padres, Letizia responde que no, que vive sola, en un piso de 80 metros que acaba de comprarse en Valdebernardo.
"Tu piso entero cabría en mi dormitorio", sentencia Felipe. La Tercera República, quién iba a imaginarlo, era la de Ikea.