jueves, 12 de enero de 2017

Eurodiputada denuncia apoyo del monarca Felipe VI a la dictadura criminal saudí



La eurodiputada Marina Albiol censura el viaje del monarca al poner los fines empresariales como una “cortina de humo” para “dar apoyo político a una dictadura criminal”.
La visita del Rey Felipe VI a Arabia Saudí con motivos, según se ha podido conocer, empresariales ha provocado una ola de indignación en la izquierda. De hecho, la responsable federal de Relaciones Internacionales de Izquierda Unida, Marina Albiol, ha exigido la “inmediata y definitiva suspensión” de este encuentro.
“No es de recibo que la máxima autoridad del Estado retome su agenda internacional, tras múltiples viajes aplazados por las circunstancias políticas en nuestro país en los últimos meses, precisamente con un viaje a un Estado gobernado por una monarquía absoluta que, junto a sus máximas autoridades, hace gala de una sistemática violación de los Derechos Humanos, con decenas de miles de presos políticos, un sistemático uso de la tortura en las cárceles y manteniendo a las mujeres en total sometimiento bajo un sistema de tutela que incluso las impide poder conducir”, ha denunciado la también eurodiputada de IU.
Un viaje que realizará el monarca español junto a los ministros de Exteriores y Fomento, Alfonso Dastis e Íñigo de la Serna, en la que, a ojos de Albiol, la delegación “tiene muy difícil justificar la pertinencia de este viaje, ni siquiera por las razones económicas lanzadas a bombo y platillo como cortina de humo”. Por ello, la política ha recordado al Borbón que en este tipo de visitas “no representa a un pueblo como el nuestro que de forma absolutamente mayoritaria defiende los valores democráticos”. Y menos para “dar apoyo político a una dictadura criminal”.
Un encuentro entre la monarquía española y saudí que supone la vuelta a la normalidad de las visitas internacionales después de la falta de gobierno. Algo que también ha llamado la atención a Albiol. “Mientras siguen sin fecha los viajes oficiales de Felipe de Borbón también aplazados el año pasado al Reino Unido, a Japón o a Corea del Sur, la imagen exterior que ofrece nuestro país es la de priorizar la visita a un Estado que sólo en 2016 ejecutó a más de un centenar de personas”, ha sentenciado la responsable federal de Relaciones Internacionales de Izquierda Unida.
Asimismo, la eurodiputada ha reclamado al Gobierno de Mariano Rajoy que “con la misma publicidad que ahora se justifica esta visita por la firma de un contrato para que la empresa pública Navantia construya circo corbetas para las Fuerzas Armadas saudíes”, dé “todas las explicaciones” que desmiente sobre la venta de armamento a Arabia Saudí, “que se ha convertido en el segundo Estado que más material de estas características compra a España”.
 
EB
 
 
 

Muere de frío otro excluido social del régimen español

 
Falleció cerca de un cementerio.Miel sobre hojuelas: de esa manera al Clan de los Borbones le saldrá más barato trasladar el cadáver.
 

La muerte y el frío se dieron la mano el lunes junto al cementerio del barrio de Benimaclet. Una mujer que paseaba con su perro por el carril bici encontró el cadáver de un indigente indocumentado que malvivía en el portal de una vetusta caseta ferroviaria. El macabro hallazgo tuvo lugar sobre las diez de la mañana cerca de la rotonda de la avenida de Cataluña tras una de las noches más frías del invierno.

Una patrulla de la Policía Local de Valencia y un equipo del Servicio de Ayuda Médica Urgente (SAMU) acudieron al lugar, concretamente al camino de las Fuentes en el inicio de la ronda norte, para comprobar la veracidad de una llamada telefónica recibida en el 112 que alertaba del hallazgo del cadáver de una persona. El médico certificó el fallecimiento del indigente y la policía avisó al juzgado de guardia de Valencia.

Poco después llegaron dos patrullas de la Policía Nacional, cuerpo que se hizo cargo de las investigaciones, una médico forense y un equipo de la Policía Científica. El cuerpo del indigente no presentaba signos aparentes de violencia, por lo que todo parece indicar que el hombre murió por causas naturales o una enfermedad agravada por las bajas temperaturas, según informaron fuentes médicas.

La forense examinó el cadáver durante varios minutos antes de que los especialistas de la policía lo fotografiaran y tomaran las huellas de los dedos para su identificación dactilar. Según los vecinos, el indigente fallecido tenía problemas con el alcohol, estaba enfermo y dormía por las noches en el estrecho portal de una vetusta caseta que perteneció a un guardabarreras de Renfe.

"Nosotros le llamábamos Pepe 'El Portugués'. Tosía mucho en los últimos días y se cuidaba poco", afirmó Pepe Ferrer. "Bebía mucho y hablaba solo pero no se metía con nadie. Siempre iba con el tetrabrik de vino en la mano", añadió Ferrer. El indigente rebuscaba comida en los contenedores. "Algunas veces le dábamos fiambre o lo que nos sobraba en casa para que no comiera de la basura. Esta noche ha hecho mucho frío y el pobre ha dormido en la calle", manifestó el vecino.

Los termómetros debían marcar los 0 grados centígrados en el punto donde fue hallado muerto el indigente. La isla de calor que supone la ciudad de Valencia, donde los edificios y el asfalto desprenden por la noche el calor acumulado durante el día, se ha visto favorecida por el viento en calma. Así, la diferencia de temperatura suele ser de unos cuatro grados centígrados entre el centro de la ciudad (4.9 ºC medidos la pasada noche en Viveros) y algunas zonas de terreno allanado en las afueras (0.6 ºC), como el aeropuerto de Manises o la huerta de Benimaclet.

lasprovincias.es
 
 
 

El presidente "bueno" y el presidente "malo"

 
Por Manlio Dinucci (Red Voltaire)

Barack Obama fue designado "santo súbito", o sea “santo de inmediato”: en cuanto entró en la Casa Blanca, en 2009, se le entregó a título preventivo el Premio Nobel de la Paz por "sus extraordinarios esfuerzos por fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos". Eso fue mientras su administración ya preparaba en secreto, a través de la secretaria de Estado Hillary Clinton, la guerra que 2 años más tarde destruiría el Estado libio, guerra que se extendería después a Siria e Irak mediante los grupos terroristas, instrumentos de la estrategia de Estados Unidos y la OTAN.

Donald Trump, por el contrario, ha sido demonizado de inmediato, incluso antes de entrar en la Casa Blanca. Lo acusan de usurpar el puesto destinado a Hillary Clinton, gracias a una operación maléfica ordenada por el presidente ruso Vladimir Putin. Las “pruebas” vienen de la CIA, incuestionablemente experta en materia de infiltraciones y golpes de Estado. Basta con recordar sus operaciones destinadas a provocar guerras contra Vietnam, Cambodia, Líbano, Somalia, Irak, Yugoslavia, Afganistán, Libia y Siria; o sus golpes de Estado en Indonesia, Salvador, Brasil, Chile, Argentina y Grecia. Y sus consecuencias: millones de personas encarceladas, torturadas y asesinadas; millones de personas desplazadas de sus tierras, convertidas en refugiados, víctimas de una verdadera trata de esclavos. Y sobre todo las mujeres, adolescentes y niñas sometidas a la esclavitud, violadas, obligadas a ejercer la prostitución.

Habría que recordar todo eso a quienes, en Estados Unidos y en Europa, organizan el 21 de enero la Marcha de las Mujeres para defender precisamente esa paridad de género conquistada en duras luchas y constantemente cuestionada por posiciones sexistas, como las que expresa Trump. Pero no es por esa razón que se apunta con el dedo a Trump en una campaña sin precedente en el proceso de transmisión del poder en la Casa Blanca. El hecho es que, en esta ocasión, los perdedores se niegan a reconocer la legitimidad del presidente electo y están implementando un impeachment preventivo. Donald Trump está siendo presentado como una especie de Manchurian Candidate que, infiltrado en la Casa Blanca, estaría bajo el control de Putin, enemigo de Estados Unidos.

Los estrategas neoconservadores, artífices de esta campaña, tratan de impedir así un cambio de rumbo en la relación de Estados Unidos con Rusia, que la administración Obama ha retrotraído a los tiempos de la guerra fría. Trump es un «trader» que, aunque sigue basando la política estadounidense en la fuerza militar, tiene intenciones de abrir una negociación con Rusia, probablemente para debilitar la alianza entre Moscú y Pekín.

En Europa, quienes temen que se produzca una disminución de la tensión con Rusia son ante todo los dirigentes de la OTAN, que han ganado importancia gracias a la escalada militar de la nueva guerra fría, y los grupos que detentan el poder en los países del este –principalmente en Ucrania, en Polonia y en los países bálticos– que apuestan por la hostilidad anti-rusa para obtener mayor respaldo militar y económico de parte de la OTAN y la Unión Europea.

En ese contexto, no es posible dejar de mencionar, en las manifestaciones del 21 de enero, las responsabilidades de quienes han transformado Europa en la primera línea del enfrentamiento, incluso nuclear, con Rusia.

Tendríamos que salir a la calle, ciertamente, pero no como súbditos estadounidenses que rechazan a un presidente “malo” sino exigiendo uno “bueno”, para liberarnos de lo que nos ata a Estados Unidos, país que –sin importar quién sea su presidente– ejerce su influencia sobre Europa a través de la OTAN. Tendríamos que manifestar, pero para salirnos de esa alianza guerrerista, para exigir la retirada del armamento nuclear que Estados Unidos tiene almacenado en nuestros países.

Tendríamos que manifestar para tener derecho a opinar, como ciudadanas y ciudadanos, sobre las opciones en materia de política exterior que, indisolublemente ligadas a las opciones económicas y políticas internas, determinan nuestras condiciones de vida y nuestro futuro.
 
 
 
 

Y Carrero voló: Burla a la libertad de expresión

 
 
En el régimen español te pueden encarcelar si bromeas en las redes sociales con la muerte de algún militar fascista como Carrero Blanco, en cambio protegen a policías torturadores de la dictadura franquista como Billy “El niño” o Jesús Muñecas, entre otros muchos con órdenes de busca y captura internacional en la INTERPOL.
 

Todo un elenco de facciosos, entre ellos varios ministros de Franco, que en España tienen su particular paraíso terrenal, amparados por un estado que protege a quienes participaron directamente en crímenes de lesa humanidad.
 

Un flagrante ejemplo lo tenemos en la joven de 21 años Cassandra (nombre ficticio de la twittera Kira_95), estudiante de Historia en la ciudad de Murcia, para la que el fiscal pide 2 años y 6 meses de cárcel, más 3 años de libertad vigilada, además de una inhabilitación absoluta de 6 meses para cualquier actividad laboral, simplemente por hacer chistes sobre este general de la criminal y terrorista dictadura del general Franco.
 

Todos los políticos del estado han guardado silencio sobre este caso, excepto Gabriel Rufián de ERC que le ha dado su apoyo. Ni siquiera Unidos-Podemos, que tanto hablan de “régimen” y “casta”, se han dignado a sacar un comunicado o hacer declaraciones de apoyo a esta chica, que lo único que ha hecho es ejercer su derecho a la libertad de expresión en una supuesta “democracia”.
 

En la carta certificada que le han enviado desde el juzgado la citan por el auto del fiscal que la acusa de “humillación a las víctimas del terrorismo”.
 

¿Surrealismo puro o burla colectiva?
 

Jamás ningún fiscal en este triste y oscuro país de pandereta ha emitido un auto judicial por las constantes humillaciones a las cientos de miles de víctimas del franquismo, a las bromas y burlas de todo tipo de fascistas, incluso de muchos cargos públicos del Partido Popular, que ridiculizan con frecuencia a las personas que directa o indirectamente sufrieron el terror del fascismo en España.
 

Ser el segundo país del mundo, después de Camboya, en número de fosas comunes de personas asesinadas por el estado no parece sensibilizar a estos siniestros miembros de la judicatura, es más sencillo joderle la vida a una estudiante de 21 años que perseguir a políticos corruptos y psicópatas criminales fascistas.
 
 
 

Goodbye al Nobel de la Guerra



 El legado de Obama, calculado en bombas por hora



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 Barack Obama empezó su mandato con promesas de retirar EE.UU. de los conflictos internacionales, sin embargo, a tan solo 10 días de abandonar el cargo, deja a la nación involucrado en varias guerras.


 Goodbye al Nobel de la Guerra






 Se va el premio Nobel de la Guerra con miles de muertos a sus espaldas y con la destrucción de países enteros, Libia, y a medias, porque le han derrotado, Siria. Se va con el discurso de la grandeza y del imperio, del "ordeno y mando" de los EEUU de América sobre el mundo, exactamente igual que los presidentes más reaccionarios que ha tenido ese imperio en decadencia.


Se va también habiendo puesto en marcha una gran campaña contra Rusia, acusándola de espionaje y de haber contribuido a que Trump gane las elecciones, frente a la que fue su rival electoral hace ocho años y ha sido su matarife oficial, Hillary Clinton. Que Obama y los EEUU acusen a Rusia de espionaje sería para desternillarse de risa, o para meterlos en un zulo, si no fuera que están armados hasta los dientes y son peligrosos y se debe buscar una forma de conducirles a una reserva moral y política de la que no puedan salir jamás, algo que sólo puede hacer la inteligencia de los pueblos y su decisión para no consentir más engaños.

Engaños que los pueblos, o sea la gente corriente como tú, yo, vosotros, ustedes, no deberíamos permitir más. Por ejemplo, hablando del espionaje ruso, recuerdan que hace un par o tres de años hubo un meneo político-diplomático fuerte, a cuenta del espionaje que los llamados servicios de "inteligencia" norteamericanos ejercían sobre los gobernantes europeos, en especial con Angela Merkel. Aquello salió en todos los medios de comunicación pero desapareció pronto, no fue persistente como la acusación actual contra Rusia. Se consideró "espionaje amigo".

Sobre los refugiados ¿Vuelve a ser el momento de la hipocresía solemne de poner cara triste, ojos llorosos y sacar la pancartita justificatoria de "Wellcome refugies" y sentirnos realizados como humanos solidarios o caritativos, tal como preconizan la mayoría de ONGs auxiliares del régimen y los gobernantes progres, o liberales, qué más da? ¿O es ya el momento de denunciar que los refugiados, NIÑOS/AS, MUJERES HOMBRES, se mueren de frío y hambre y enferman porque las guerras y los saqueos de los países poseedores de la riqueza y la fuerza, les convierten de personas normales, con casa, pan y escuela, en parias?


Y exigir ya, contundentemente, sin cálculos egoístas, que: Primero, acoger a todos los refugiados y emigrantes que huyen de las guerras y la miseria y darles las condiciones de vida y de techo imprescindibles para una vida lo más digna posible. Y segundo, que la UE, Europa en conjunto, pongan en marcha de inmediato las decisiones para terminar con la guerra y el terrorismo de Siria y con los movimientos terroristas de Libia, Iraq, Yemen...y aprueben un presupuesto de 200 mil millones de euros para reconstruir en los próximos años los países destruidos por la guerra y el saqueo de sus riquezas naturales. Presupuesto controlado democráticamente y con todo tipo de garantías de honestidad en su distribución y utilización.


En resumen, es hora de que todos exijamos que EEUU deje de ser un Estado terrorista, espía y saqueador, amigo y protector de fascismos feudales como el de Arabia Saudí, y de que sus aliados de fechorías, Gran Bretaña, Francia..., hagan lo mismo y se destine el dinero que ahora se derrocha en armas en humanismo de paz, pan, escuela, salud y convivencia solidaria entre todos los pueblos.



 Fuente original: http://franciscofrutos.blogspot.com/2017/01/obama-se-va.html

 




miércoles, 11 de enero de 2017

Empieza la era Trump...

Ignacio Ramonet.─ Unos días después del acuerdo entre Rusia y Turquía que permitió acabar con la interminable batalla de Alepo, leí en un célebre semanario francés el siguiente comentario: “La permanente crisis de Oriente Medio está lejos de resolverse. Unos piensan que la solución pasa obligatoriamente por Rusia, mientras que otros creen que todo depende de Turquía. 
 
 
 
Aunque lo que queda claro ahora es que, de nuevo y definitivamente –por lo menos cabe desearlo–, Rusia tiene en sus manos los argumentos decisivos para poner punto final a esa crisis”. ¿Qué tiene de particular este comentario? Pues que se publicó en la revista parisina L’Illustration... el 10 de septiembre de 1853.

O sea, hace ciento sesenta y tres años la crisis de Oriente Medio ya era calificada de “permanente”. Y es probable que lo siga siendo... Aunque un parámetro importante cambia a partir de este 20 de enero: llega un nuevo presidente de Estados Unidos a la Casa Blanca: Donald Trump. ¿Puede esto modificar las cosas en esta turbulenta región? Sin ninguna duda, porque, desde finales de los años 1950, Estados Unidos es la potencia exterior que mayor influencia ejerce en esta área y porque, desde entonces, todos los presidentes estadounidenses, sin excepción, han intervenido en ella. 
 
 
Recordemos que el caos actual en esta zona es, en gran parte, la consecuencia de las intervenciones militares norteamericanas decididas, a partir de 1990, por los presidentes George H. Bush, Bill Clinton y George W. Bush, y por el (más reciente) azorado apoyo a las “primaveras árabes” estimuladas por Barack Obama (y su secretaria de Estado Hillary Clinton).


Aunque globalmente la línea que defendió el candidato republicano durante su campaña electoral fue calificada de “aislacionista”, Donald Trump ha declarado en repetidas ocasiones que la Organización del Estado Islámico (OEI o ISIS por sus siglas en inglés) es el “enemigo principal” de su país y que, por consiguiente, su primera preocupación será destruirlo militarmente. 
 
 
Para alcanzar ese objetivo, Trump está dispuesto a establecer una alianza táctica con Rusia, potencia militarmente presente en la región desde 2015 como aliada principal del Gobierno de Bachar el Asad. Esta decisión de Donald Trump, si se confirma, representaría un espectacular cambio de alianzas que desconcierta a los propios aliados tradicionales de Washington. En particular a Francia, por ejemplo, cuyo Gobierno socialista –por extrañas razones de amistad y negocios con Estados teocráticos ultrarreaccionarios como Arabia Saudí y Qatar– ha hecho del derrocamiento de Bachar el Asad, y por consiguiente de la hostilidad hacia el presidente ruso Vladímir Putin, el alfa y el omega de su política exterior (1).


Donald Trump tiene razón: las dos grandes batallas para derrotar definitivamente a los yihadistas del ISIS –la de Mosul en Irak y la de Raqqa en Siria– aún están por ganar. Y van a ser feroces. Una alianza militar con Rusia es, sin duda, una buena opción. Pero Moscú tiene aliados importantes en esa guerra. El principal de ellos es Irán, que participa directamente en el conflicto con hombres y armamento. E indirectamente pertrechando a las milicias de voluntarios libaneses chiíes del Hezbolá.


El problema para Trump es que también repitió, durante su campaña electoral, que el pacto con Irán y seis potencias mundiales sobre el programa nuclear iraní, que entró en vigor el 15 de julio de 2015 y al que se habían opuesto duramente los republicanos en el Congreso, era “un desastre”, “el peor acuerdo que se ha negociado”. Y anunció que otra de sus prioridades al llegar a la Casa Banca sería desmantelar ese pacto que garantiza la puesta bajo control del programa nuclear iraní durante más de diez años, a la vez que levanta la mayoría de las sanciones económicas impuestas por la ONU contra Teherán.


Romper ese pacto con Irán no será sencillo, pues se firmó con el resto de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (China, Francia, el Reino Unido, Rusia) y Alemania, a los que Washington tendría que enfrentarse. Pero es que, además, como se ha dicho, el aporte de Irán en la batalla contra el ISIS, tanto en Irak como en Siria, resulta fundamental. No es el momento de enemistarse de nuevo con Teherán. Moscú, que ve con buenos ojos el acercamiento de Washington, no aceptará que esto se haga a costa de su alianza estratégica con Teherán.


Uno de los primeros dilemas del presidente Donald Trump consistirá, pues, en resolver esa contradicción. No le resultará fácil. Entre otras cosas porque su propio equipo de halcones, que acaba de nombrar, parece poco flexible en lo que respecta a las relaciones con Irán (2).


Por ejemplo, el general Michael Flynn, su asesor de Seguridad Nacional (lo que Henry Kissinger fue para Ronald Reagan), está obsesionado con Irán. Sus detractores le definen como “islamófobo” porque ha publicado opiniones que muchos consideran abiertamente racistas. Como cuando escribió en su cuenta de Twitter: “El temor a los musulmanes es perfectamente racional”. Flynn participó en las campañas para desmantelar las redes insurgentes en Afganistán y en Irak. Asegura que la militancia islamista es una “amenaza existencial a escala global”. 
 
 
 Igual que Trump, sostiene que la Organización del Estado Islámico es la “mayor amenaza” a la que se enfrenta EE.UU. 
 
 
Cuando fue director de la Agencia de Inteligencia para la Defensa (AID), de 2012 a 2014, dirigió la investigación sobre el asalto al consulado estadounidense de Bengasi, en Libia, el 11 de septiembre de 2012, en el que murieron varios “marines” y el embajador norteamericano Christopher Stevens. En aquella ocasión, Michael Flynn insistió en que el objetivo de su agencia, como el de la CIA, era “demostrar el papel de Irán en ese asalto” (3). Aunque jamás haya habido evidencia de que Teherán tuviera cualquier participación en ese ataque. Curiosamente, a pesar de su hostilidad hacia Irán, Michael Flynn está a favor de trabajar de manera más estrecha con Rusia. Incluso, en 2015, el general viajó a Moscú, donde fue fotografiado sentado al lado de Vladímir Putin en una cena de gala para el canal estatal de televisión Russia Today (RT), en el que ha aparecido regularmente como analista. 
 
 
Posteriormente, Flynn admitió que se le pagó por hacer ese viaje y defendió al canal ruso diciendo que no veía “ninguna diferencia entre RT y el canal estadounidense CNN”.


Otro antiiraní convencido es Mike Pompeo, el nuevo director de la CIA, un ex militar graduado de la Academia de West Point y miembro del ultraconservador Tea Party. Tras su formación militar fue destinado a un lugar de extrema tensión durante la Guerra Fría: patrulló el “Telón de Acero” hasta la caída del Muro de Berlín en 1989. En su carrera como político, Mike Pompeo formó parte del Comité de Inteligencia del Congreso y se destacó en una investigación que puso contra las cuerdas a la candidata demócrata Hillary Clinton por su pretendido papel durante el asalto de Bengasi. 
 
 
Ultraconservador, Pompeo es hostil al cierre de la base de Guantánamo (Cuba) y ha criticado a los líderes musulmanes de Estados Unidos. Es un partidario decidido de dar marcha atrás con respecto al tratado nuclear firmado con Irán, al que califica de “Estado promotor del terrorismo”.


Pero quizás el enemigo más rabioso de Irán, en el entorno de Donald Trump, es el general James Mattis, apodado “Perro Loco”, que estará a cargo del Pentágono (4), o sea, ministro de Defensa. Este general retirado de 66 años demostró su liderazgo militar al mando de un batallón de asalto durante la primera guerra del Golfo en 1991; luego dirigió una fuerza especial en el sur de Afganistán en 2001; después comandó la Primera División de la Infantería de Marina que entró en Bagdad para derrocar a Sadam Hussein en 2003; y, en 2004, lideró la toma de Faluya en Irak, bastión de la insurgencia suní. Hombre culto y lector de los clásicos griegos, es también apodado el “Monje Guerrero”, alusión a que jamás se casó ni tuvo hijos. James Mattis ha repetido infinitas veces que Irán es la “principal amenaza” para la estabilidad de Oriente Medio, por encima de organizaciones terroristas como el ISIS o Al Qaeda: “Considero al ISIS como una excusa para Irán para continuar causando daño. Irán no es un enemigo del ISIS. Teherán tiene mucho que ganar con la agitación que crea el ISIS en la región”.


En materia de geopolítica, como se ve, Donald Trump va a tener que salir pronto de esa contradicción. En el teatro de operaciones de Oriente Próximo, Washington no puede estar –a la vez– a favor de Moscú y contra Teherán. Habrá que clarificar las cosas. Con la esperanza de que se consiga un acuerdo. De lo contrario, hay que temer la entrada en escena del nuevo amo del Pentágono, James Mattis “Perro Loco”, de quien no debemos olvidar su amenaza más famosa, pronunciada durante la invasión de Irak: “Vengo en son de paz. No he traído artillería. Pero, con lágrimas en los ojos, les digo esto: si me fastidian, los mataré a todos”. 


Notas
 

(1) Aunque, como se sabe, hay elecciones el próximo mes de mayo en Francia, a las cuales el actual presidente socialista François Hollande, muy impopular, ha decidido no volverse a presentar. El candidato conservador con mayores posibilidades de ganar, François Fillon, ha declarado, por su parte, que reorientará la política exterior francesa para normalizar de nuevo las relaciones con Moscú.

(2) Léase Paul Pillar, “Will the Trump Administration Start a War with Iran?”, The National Interest, 7 de diciembre de 2016.

(3) Léase The New York Times, 3 de diciembre de 2016.

(4) James Mattis necesitará que el Congreso le conceda una excepción para esquivar la ley que exige que pasen siete años entre salir del Ejército y acceder a la jefatura del Pentágono.


Fuente original: Le Monde Diplomatique
 
 
 
 
 
 
 

martes, 10 de enero de 2017

Cómo era Alepo antes de la guerra

Cómo era Alepo antes de la guerra Olympia restaurant
 
¿Sabías cómo era Alepo antes de la guerra? Mira las imágenes del antes y el después de la Guerra de Siria que han recopilado en el Olympia Restaurant 
 
En este maravilloso e histórico hotel frente al castillo se han alojado decenas de visitantes ansiosos por conocer el esplendoroso pasado de la ciudad de Alepo. Hoy en día no son más que ruinas debido a los bombardeos.
 
¿Qué sucede cuándo una cruenta guerra que dura ya 6 años destruye uno de los lugares más bonitos de la Tierra? Sencillamente, que la gente sufre, y el patrimonio también. Aunque, obviamente, la tragedia humana es la consecuencia más grave de la guerra, como web dedicada a los viajes queremos también mostrarte cómo el conflicto ha afectado a la arquitectura de la ciudad.





A veces parece que solo observando esta destrucción sin sentido tomamos conciencia de lo que sucede en realidad. Una maravillosa ciudad oriental Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO desde 1986, no es hoy más que polvo, cascotes y personas que sufren la sinrazón de la guerra.  


Los valientes dueños del Restaurante Olympia, ubicado en la calle Cinema Zahra de Alepo, en Siria, llevan un tiempo recopilando imágenes para que veamos cómo era la ciudad antes, y en qué se ha convertido hoy en día.


Como ellos mismos dicen en su página de Facebook donde denuncian la barbarie de la Guerra en Siria a través de imágenes, vivimos en un mundo plagado de errores humanos y malos hábitos. Así pues, si no nos preocupamos por nosotros mismos, preocupémonos al menos de nuestros niños.


¿Qué mundo les vamos a dejar?



 http://viajes.publico.es/como-era-alepo-antes-de-la-guerra/



domingo, 8 de enero de 2017

La izquierda reformista, la retórica democrática y la transición al neofascismo. Apuntes sobre el caso español - Enrique Castells Turia

Introducción

Lenin decía que cuánto más democrático era un país capitalista, más se encontraba su parlamento  sometido a los intereses de la bolsa y de los banqueros. Frente a esa democracia de los banqueros, las elites y la oligarquía, Lenin creía en la posibilidad de una democracia participativa, popular y que diera  poder a las mayorías, una democracia, eso sí, incompatible con el sistema capitalista y con sus instituciones democráticas, que debían ser utilizadas únicamente como tribuna de denuncia del capitalismo y para difundir las ideas revolucionarias entre los trabajadores. Las palabras de Lenin contribuyeron en su momento a profundizar una dura guerra ideológica sobre la naturaleza de la  democracia, que un siglo después se ha saldado con la derrota –aparente– del revolucionario ruso y de su escuela –considerada «dictatorial»–, dejando libre el camino para el reinado absoluto de la  ideología democratista que suele ir acompañada de una abundante retórica ciudadanista.

Un siglo  después de las reflexiones de Lenin la legitimidad política viene determinada por la certificación de democrático, hasta el punto de que,  si antes los golpes de Estado y las guerras  eran    contra el «peligro  comunista», hoy se justifican para defender la democracia y los derechos humanos fuera de occidente: así, las embestidas fascistas recientes en Ucrania o en Venezuela pretenden  legitimarse recurriendo a la retórica democrática, al igual que  antes se hizo con la «primavera árabe», las «revoluciones de colores» y tantas otras.

Para los pueblos agredidos por las bombas de los humanistas otánicos, el democratismo se ha  convertido por derecho propio en la  ideología de la conquista imperialista del mundo y en coartada para justificar las guerras “humanitarias”: como denuncia sarcásticamente el intelectual camerunés Jean Paul Pougala, «si la democracia del sufragio universal fuera algo maravilloso, nadie duda de que occidente preferiría conservarla e incluso esconderla como un secreto militar, con el fin de utilizarla como ventaja sobre  los otros pueblos del planeta» (1).

¿Existe la democracia? ¿Qué es una democracia? ¿Y una dictadura? ¿Pueden coexistir la democracia y el fascismo simultáneamente? La ideología democratista define a la democracia como  lo contrario de la dictadura –de derechas o de izquierdas– así como del fascismo, y además afirma que  la democracia representa nada menos que «la  voluntad de la ciudadanía» o la «voluntad de la mayoría».

La rudimentaria lógica de estas grandes definiciones se desvanece en el momento en que se analizan problemas concretos: si la democracia es la «voluntad de la mayoría», aquellos que atacan a los partidos de gobierno –que han sido votados por esas mismas mayorías ciudadanas– por realizar  determinadas políticas, atacan, en realidad, la «voluntad de la mayoría» y por tanto están adoptando un cariz antidemocrático y dictatorial. Si se observa el escenario internacional, dos ejemplos recientes muestran lo inconsistente e irreal de la definición vulgar de la democracia.

En el caso de Venezuela, para los grandes medios de comunicación privados, para la oligarquía de  este país y otros grupos opositores, así como para Estados Unidos y muchos  gobiernos  occidentales, el gobierno del  presidente Nicolás Maduro es una dictadura –o un gobierno «autoritario»–, a pesar  de que  dirige una corriente política –el chavismo o socialismo bolivariano–  que ha vencido en 18 de las 19 convocatorias electorales de los últimos años, realizadas además con la normativa democrática considerada correcta: la occidental, pluripartidista y liberal. Pero el chavismo implantó algunas  innovaciones que desagradaban a los puristas de la democracia: en  primer lugar, protegió las riquezas públicas –especialmente  el petróleo– de la voracidad de las multinacionales occidentales; destinó una gran  cantidad de fondos públicos para amplios programas sociales que beneficiaron a las masas  tradicionalmente excluidas; expropió algunas propiedades privadas; estableció  estrechas relaciones   de amistad con «dictaduras»: Fidel Castro de Cuba, Lukashenko de Bielorrusia, Gadafi de Libia, Al Assad de Siria;  trató de facilitar el acceso a cuotas de poder a la gran masa de desposeídos y explotados  de Venezuela mediante la creación de  organizaciones populares y les garantizó su apoyo  a través del Estado y, finalmente, cuando harta de perder todas las batallas  electorales la  oposición  perdió la paciencia y decidió emprender acciones violentas para derribar al gobierno, éste empleó a las organizaciones populares de defensa, al ejército y a las fuerzas policiales leales  –a la violencia, por emplear la palabra correcta– para defender el sistema democrático del pueblo venezolano, reprimiendo a la oposición violenta. Por ello,  a pesar  de todas las victorias electorales obtenidas, de forma inevitable, para los grandes grupos mediáticos que crean la opinión pública mundial, la democracia venezolana pasó a considerarse como una sangrienta dictadura que no respeta los derechos humanos y que debe ser derribada urgentemente para  regresar a la democracia.

En el caso de Ucrania muchos han visto triunfar –como anteriormente hicieran con Libia y otros ejemplos– la supuesta voluntad democrática radical de los ciudadanos movilizados frente al poder  gubernamental que es descrito por los medios de comunicación como antidemocrático y dictatorial, a pesar de que la elección del presidente ucraniano derribado y de su gobierno se había realizado estrictamente según la normativa de la democracia occidental. La opción europea y otanista de la  junta golpista ucraniana viene a reafirmar la identidad entre democracia y Unión  Europea, que para  muchos ciudadanos son simples sinónimos.

Aunque muchas veces tenga intenciones muy diferentes, la izquierda reformista europea también está situada en las coordenadas ideológicas del democratismo. Considerando anacrónico y superado al pensamiento de Lenin  y de Marx, o al menos el que plantea la necesidad de sustituir el capitalismo por el socialismo –a pesar de la buena voluntad de muchos de sus militantes–, no entra en las pretensiones de esta izquierda encontrar una salida al sistema capitalista e imperialista, sino simplemente respuestas a la crisis económica, defendiendo políticas que, quiméricamente, permitan volver a los «buenos tiempos» del capitalismo y a la recuperación del corporativismo social plasmado en un Estado del bienestar que la crisis inexorablemente está disolviendo. Cargando las tintas con  juicios morales sobre lo injusto e inhumano de las políticas de austeridad y los recortes sociales, la izquierda reformista prioriza su actuación en  las  instituciones del sistema desde  donde se esfuerza en encontrar soluciones técnicas a la crisis económica mientras impulsa su acción política con llamamientos a una  nueva ética capitalista –redistributiva–, apelaciones a la justicia social y quejas contra la corrupción que dañan el funcionamiento democrático del sistema. Toda su ideología gira  alrededor del democratismo: desde lo que se ha dado en llamar «democracia económica» como alternativa a las «políticas de derechas» hasta las propuestas de perfeccionamiento de las formas e instituciones del  sistema, sin  modificar su  esencia, para «profundizar» o «regenerar» la democracia. Estas serían las curas de urgencia que se proponen como remedio a la crisis capitalista y en beneficio de  lo  que  esta izquierda etiqueta como «ciudadanía» –ya no está de moda  hablar de clase obrera y de capitalistas–, etiqueta que tanto podría aplicarse a un desempleado de larga duración como a la  élite selecta  de ejecutivos de las empresas que cotizan en la bolsa.

¿Estos primeros auxilios democratistas son eficientes? Es muy dudoso: lo que se conoce como  sistema democrático internacional esconde, en realidad, un funcionamiento propio de la mafia donde Estados Unidos ejerce de padrino, de “capo” indiscutible del crimen organizado. La democracia occidental es la tapadera ideológica del capitalismo corporativo de las grandes multinacionales, de los poderes financieros desorbitados y de los  organismos clandestinos de los Estados que conforman un  imperialismo agresivo, bestial y salvaje, desprovisto de cualquier moralidad más que la de saquear a los pueblos y mantener bajo control a los trabajadores. Esta amalgama de las finanzas, el poder militar, poder policíaco, poder mediático y poder ideológico, hegemonizado por Estados Unidos y su corte de  aliados que se pelean por las migajas del botín, no duda en exterminar a pueblos enteros al tiempo que dicta a través de sus grupos de presión clandestinos las políticas de los gobiernos así como las preferencias de los votantes en cada convocatoria electoral mediante el inmenso poder de sus medios de desinformación y sus intelectuales orgánicos. Tan sólo se permite la alternancia de partidos, es decir, de gestores con matices diferentes, y se tolera la existencia de ciertos derechos mientras no entren en conflicto con  los intereses de los verdaderos poderes. ¿Es posible en estas circunstancias «profundizar la democracia» o en pensar en «otra» democracia?

En el discurso dominante de las izquierdas mayoritarias así como de muchos movimientos sociales  –aceptando que en gran parte está cargado de buenas intenciones–, ya no se habla de luchar por las conquistas democráticas concretas como una palanca que  impulse la salida del sistema y el avance hacia el socialismo: por el contrario, entre la izquierda reformista y democratista se sigue  promocionando la idea de que existe una democracia abstracta y absoluta, una democracia políticamente neutra –desechando la “anticuada” descripción de la democracia capitalista como una institución ideada para perpetuar el dominio de la oligarquía–, una  democracia dentro del  sistema que permitirá hacer «políticas  favorables a las  mayorías». La izquierda reformista y algunos movimientos sociales interpretan que las instituciones democráticas representan el interés general de la «ciudadanía» pero están «secuestradas» por los grandes poderes económicos privados –los  «mercados»–,  y por ello  el  poder financiero es  denunciado como responsable de  todos  los  males sociales  y  de  las  políticas  neoliberales y de austeridad: no se critica al sistema y en su lugar se ataca a sus «manzanas podridas»: el banquero avaricioso, especulador o corrupto que  somete a los  gobiernos a su voluntad debido a supuestas  «insuficiencias democráticas». La figura del tiburón de las finanzas emerge como un espectro atemorizador que personifica todos los males de la sociedad, a pesar de que esta izquierda recibe puntualmente suculentos créditos bancarios para esas megafiestas democráticas que  representan  las  sucesivas campañas electorales.

Desde  algunos movimientos sociales se defiende la  idea, además, de  que  el  1%  de  la población  –básicamente los banqueros– ha «secuestrado» la democracia al 99% restante, los «ciudadanos». Según este razonamiento, las crisis capitalistas se podrían evitar si no fuera por individuos inmorales que se aprovechan de la «ciudadanía»: encarcelando a algunos banqueros y controlando al poder financiero, el capitalismo volverá a humanizarse y se acabará la crisis, iniciando una nueva fase de consumo. 

En  realidad, el  democratismo de la izquierda reformista y de algunos movimientos sociales es un aspecto particular del discurso político y mediático general, sobresaturado de retórica democrática. Es un discurso que no permite percibir con claridad una realidad definida por la transformación de la democracia en neofascismo.
 
 
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Donald Trump y la era de las falsas políticas

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El jueves, haciendo cálculos aproximados, 75.000 estadounidenses perdieron su empleo. Algunos de esos trabajadores encontrarán nuevas ocupaciones, pero muchos acabarán ganando menos, y otros seguirán en paro durante meses, o años.


 Si les suena horrible, y se están preguntando qué catástrofe económica acaba de suceder, la respuesta es, ninguna. De hecho, estoy suponiendo sin más que el jueves fue un día normal para el mercado de trabajo.


Al fin y al cabo, la economía estadounidense es enorme y da empleo a 145 millones de personas. Además no para de cambiar: industrias y empresas ascienden y caen, y siempre hay perdedores y ganadores.


 El resultado es una “rotación” constante, con muchos empleos que desaparecen y muchos más que se crean nuevos. De media, al mes, hay 1,5 millones de bajas laborales “involuntarias” (lo opuesto a las renuncias voluntarias), o 75.000 por día laborable. De ahí mi cifra.


¿Por qué les cuento esto? Para resaltar la diferencia entre la política económica real y la falsa política que últimamente está recibiendo un exceso de atención en los medios informativos.


La política real, en un país tan grande y rico como Estados Unidos, implica grandes cantidades de dinero y afecta a grandes porciones de la economía. Derogar la Ley de Atención Sanitaria Asequible, una medida que arrebataría cientos de miles de millones en prestaciones de seguro de salud a familias de renta media y baja, y causaría la pérdida de cobertura médica para unos 30 millones de personas, entraría ciertamente en esta categoría.


Piensen, en cambio, en la noticia que dominó varios ciclos informativos hace unas semanas: la intervención de Donald Trump para impedir que Carrier [una empresa de aire acondicionado] trasladase puestos de trabajo a México.


 Algunos informes afirman que se han salvado 800 puestos de trabajo; otros señalan que la empresa sencillamente sustituirá a los trabajadores por máquinas. Pero aun aceptando la interpretación más positiva, por cada trabajador cuyo puesto se salvó en esa operación, aproximadamente otros cien perdieron su empleo el mismo día.


En otras palabras, tal vez pareciese que Trump estaba haciendo algo esencial al intervenir en Carrier, pero no es así. Era falsa política: un espectáculo pensado para impresionar a los ignorantes, no para conseguir verdaderos resultados.


Lo mismo puede decirse de la tan cacareada decisión de Ford de crear 700 puestos de trabajo en Michigan, o ya puestos, la poco documentada denuncia de Trump contra General Motors por fabricar el modelo Cruze de Chevrolet en México (esa fábrica surte principalmente a mercados extranjeros, no a Estados Unidos).


¿Ha tenido el Gobierno entrante algo que ver con la decisión de Ford? ¿Puede la presión política cambiar la estrategia de General Motors? Apenas tiene importancia: la intervención caso a caso desde arriba nunca va a tener un impacto significativo en una economía de 19 billones de dólares. ¿Por qué entonces estas noticias centran tanto la atención de los medios?


El incentivo del Gobierno entrante para hacer falsa política es evidente: es el homólogo natural del falso populismo. Trump obtuvo un abrumador respaldo de votantes blancos de clase trabajadora, que lo creían de su lado.


 Pero su verdadera agenda política, aparte de la inminente guerra comercial, es típico republicanismo moderno: enormes reducciones de impuestos para los multimillonarios y salvajes recortes de programas públicos, incluidos los que son esenciales para muchos de los votantes de Trump.


¿Qué puede hacer Trump para continuar con el engaño? La respuesta es: intervenciones llamativas pero triviales que puedan manipularse y presentarse como salvamento de unos cuantos puestos de trabajo aquí y allá. Esencialmente, esto solo equivaldrá a un error de redondeo en un país gigantesco.


Pero tal vez funcione como estrategia de relaciones públicas, al menos durante un tiempo.


Tengan en cuenta que las grandes multinacionales tienen todos los incentivos para seguir la corriente. Supongan que son consejeros delegados y quieren ganarse el favor del nuevo Gobierno. Una de las cosas que pueden hacer, por supuesto, es darle negocio a los hoteles y otras empresas del presidente.


Pero también pueden ayudar a generar titulares favorables a Trump.


Mantener unos cuantos empleos en Estados Unidos durante un par de años es una forma bastante barata de contribuir a la campaña; pretender que el Gobierno les ha convencido para que creen unos cuantos puestos de trabajo que de todos modos habrían creado es más barato aún.


Aun así, nada de esto funcionaría sin la complicidad de los medios de comunicación. Y no hablo de “noticias falsas”, que se están convirtiendo de por sí en un gran problema; hablo de la información de medios informativos respetables y convencionales.


Lo siento, amigos, pero los titulares que repiten las afirmaciones de Trump sobre los puestos de trabajo que ha salvado sin transmitir la falsedad básica de esas afirmaciones son una traición al periodismo. Esto es cierto aunque, como a menudo ocurre, al final los artículos, en los últimos párrafos, acaben desenmascarando el bombo publicitario: muchos, sino la mayoría de los lectores, tomarán el titular como una corroboración de la afirmación.


Y es todavía peor si los titulares inspirados por la falsa política desplazan la información sobre la política real. Supongo que es posible que la falsa política acabe produciendo una reacción de los medios, que las organizaciones periodísticas acaben tratando ardides como el episodio de Carrier con el ridículo que merecen. Pero nada de lo que hemos visto hasta el momento anima al optimismo.


Paul Krugman, premio Nobel de Economía.



sábado, 7 de enero de 2017

El rey Baltasar y los abusos sexuales

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Un hombre negro, vestido con un atuendo poco común, llamativo y que en los estándares occidentales sería calificado de exótico, transporta una bolsa con un producto para regalar de consumo personal y olor fuerte por un camino que le lleva a pasar las fronteras de varios países.


Hace años la imaginación fue más allá de la realidad y dibujó una situación que bajo ningún concepto podría darse en la actualidad sin levantar sospechas de delincuencia, tráfico de sustancias estupefacientes, miradas de desconfianza, detenciones por posible inmigración irregular y la certeza de que un violador se oculta tras la túnica.


Precisamente para evitar violaciones de tipos del aspecto de Baltasar la policía de Colonia, la localidad alemana que en la Nochevieja de 2015 vivió una ola de abusos sexuales intolerable, decidió tomar una medida sin precedentes: detener a toda aquella persona cuyas características físicas hicieran pensar que su procedencia era del norte de África.


De hecho, como bien se explica en este reportaje, los propios agentes usaron el término ‘nafri’, que en lenguaje civil significa “norteafricanos delincuentes reincidentes” y engloba a criminales originarios de países como Egipto, Siria o Argelia.


El año pasado lo primero que trascendió de los abusos sexuales de Colonia fue la situación administrativa de los que lo cometieron, su condición de refugiados. Posteriormente se supo que la gran mayoría no lo eran, pero el daño a esa población ya estaba hecho, tras centrar las atrocidades en ellos y así desvincularlo de los principales culpables.


Perseguir a africanos para terminar con los abusos sexuales muestra cómo se vuelve a acusar a un grupo por su color de piel u origen de un problema que se elude cargar sobre todos los hombres y el sistema patriarcal. Con el terrorismo se apunta a la población árabe, que no tiene por qué ser musulmana, y no solo a los yihadistas.


Con las violaciones en ocasiones se busca explicación en la condición de refugiado o en el origen norteafricano, y no en un sistema que perpetúa un grave problema que se da en todos los rincones del mundo.


En esa carrera por buscar culpables que permitan no mirarse el ombligo, los orígenes y colores de piel considerados sospechosos terminan recibiendo la culpa de problemas más amplios. Con actuaciones como la de la policía de Colonia, no solo se perpetúa el machismo al quitar la responsabilidad del hombre para ponerla sobre el árabe o el negro, sino que sirve para poner otra piedra en la criminalización de estos grupos.


Y eso, por mucha magia y buenas intenciones que derroche Baltasar, no le librará de ser visto a ojos de la sociedad como alguien cuyo origen convierte en el único capaz de cometer abusos sexuales.



Moha Gerehou



Arabia castiga con 300 latigazos a obreros que exigen cobrar sus salarios

 

A pesar del maná del petróleo, la autocracia saudí está en la quiebra y enfangada en una delirante agresión contra Yemen


Las arcas están tan vacías que los jeques han tenido que humillarse para mendigar préstamos a la banca internacional, a pesar de lo cual han tenido que paralizar las obras faraónicas que habían iniciado y dejar de pagar los salarios de los trabajadores, que son emigrantes en su inmensa mayoría.


Muchos de ellos han abandonado el país para regresar a sus casas y otros se han lanzado a la protesta en la calle, un espectáculo que no se conocía en las ciudades saudíes. La policía ha reprimido a los obreros. Ha detenido a algunos de ellos, que han sido condenados a prisión y a padecer 300 latigazos por exigir lo que es suyo.


El sábado los obreros quemaron siete autobuses en La Meca. Muchos de ellos trabajaban en el grupo de empresas Bin Laden, dedicadas a la construcción de edificios y grandes obras públicas.


El diario Al-Watan asegura que un número indefinido de trabajadores, de los que tampoco identifica su nacionalidad, ha sido condenado a 4 meses de cárcel y 300 latigazos por la destrucción de bienes públicos y perturbación del orden.





Otros trabajadores han sido detenidos y condenados a 45 días de arresto y 300 latigazos por un tribunal de La Meca, según informa Arab News. Anteriormente este mismo medio ya informó en mayo que los obreros de las empresas Bin Laden habían quemado numerosos autobuses pertenecientes a la patronal en protesta por el impago de sus salarios.


El grupo de empresas Bin Laden fue fundado hace 80 años por el padre del difunto Osama Bin Laden y a finales de año declaró que había acabado de pagar los salarios adeudados a los 70.000 obreros a los que había despedido. En cuanto al resto, que permanecen en sus puestos de trabajo, ha prometido que les pagará cuando el gobierno les pague lo que les debe.


También decenas de miles de obreros de la empresa Saudi Oger están en la misma situación. Se trata de una empresa del Primer Ministro libanés Saad Hariri. El mes pasado un trabajador admitió que la empresa le había pagado una parte de los salarios atrasados, pero que aún le debían cinco meses.





En noviembre el gobierno saudí declaró que abonaría las deudas a las empresas antes de final de año, pero no ha cumplido porque ha sumido al país en la ruina. El 22 de diciembre el ministro de Finanzas, Mohamed al Jadaan, repitió la promesa al presentar los presupuestos de este año: pagaremos dentro de dos meses.


Mientras tanto, las familias se mueren de hambre en sus lugares de origen y torturan a los obreros por exigir lo que les corresponde.


Fuente (Inglés)

 Diario Octubre