En estos últimos tiempos, muchas cosas que han ocurrido me han
perturbado con fulminante severidad, pero lo más desconcertante para mí
ha sido la evolución sostenida e in crescendo de una opinión que ahora
ya está viralizada, es decir difundida y asumida por una gran cantidad
de almas, en todo este orbe (orwelliano o macluhaniano), que convencidas
hasta el tuétano repiten hasta la saciedad que con Trump estamos peor
que cuando nos gobernaba el buenito de Obama.
Las comparaciones
son siempre odiosas, pero ésta en concreto, aparece atiborrada de
ingenuidad y desinformación. Aseverar que Trump es peor que todos sus
antecesores, o que será “diferente” al resto de sus pares, es tan igual
que decir que hay alguna diferencia entre Tarzán y James Bond.
Que salvo
que uno camina semidesnudo en la selva africana, y que se encarga de
“proteger” y “salvaguardar” el equilibrio de la selva; el otro, Bond,
está siempre en frac, pero igual “protege” y “salvaguarda” al mundo, de
los malvados que casi siempre son tercermundistas o megalómanos
subdesarrollados. Al final son lo mismo.
Desde mi punto de vista
hubo en este país –que aún ostenta un rol importante en la hegemonía
mundial– presidentes que se llevan de encuentro al disonante de Trump,
por ejemplo, de los más cercanos, el tal Ronald Reagan, quien fuera todo
un adalid de la guerra por la supremacía global de una sola idea, y
combatió con demencia exterminadora el campo socialista a nivel mundial,
con su exaltada “Doctrina Reagan”.
Fue un ferviente militante de la
carrera armamentista, y mantuvo a la humanidad al borde de la cornisa de
una conflagración nuclear que se denominó “Guerra de las Galaxias”.
Financió la guerra civil de Angola; a los “contras” en Nicaragua;
invadió Granada; estuvo envuelto en escándalos de venta de armas
“ilegalmente” para financiar a los “contras”, bombardeó Beirut, Trípoli y
Benghazi.
Cuba denunció la diseminación de un virus letal del dengue en
su territorio. Estas algunas de las perlas del actor de cine trivial,
que llegó a ser Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica.
Otro de los más destacados presidentes estadounidenses por sus dotes
como hombre con serias deficiencias intelectivas, hasta ser acusado de
fronterizo, es George W. Bush, un presidente de conocida fama de “ex”
alcohólico.
Este personaje, fue el que enfrentó los famosos
atentados del 11 de septiembre de 2001, de la que hay bastantes dudas
razonables sobre su ataque “espontáneo” o “planificado”, para luego
montar una respuesta despiadada denominada “Guerra contra el terrorismo”
que incluyó la guerra en Afganistán ese mismo año, la invasión a Irak
en 2003, además acuño el mote de “Eje del mal”, donde incluía a Irak,
Irán y Corea del Norte.
La “guerra contra el terror” admitía políticas
de vigilancia militar en todo momento, aún a su propia población
norteamericana, que puso en entredicho las garantías y derechos civiles;
también contenía una política en extremo permisiva con los
interrogatorios, secuestros y torturas.
Fue célebre por sus
frases que retratan al hombre de cuerpo entero, como: “Las mismas
personas que están asesinando a cientos de inocentes en Iraq, son las
que nos atacaron el 11 de septiembre”; o esta otra expresión atiborrada
de tantísima inteligencia “Es dios quien habla a través de mí.
De otro
modo no podría yo hacer mi trabajo”, seguramente por eso prohibió el
matrimonio homosexual. Pero la locución que lo pinta tal cual, es:
“Quiero que lo sepan. Cuando hablo de la guerra en realidad estoy
hablando de la paz”.
Otra de las cosas que se le acusa al actual
clon de los anteriores, Trump, es que ha nombrado como Secretario de
Estado a un ejecutivo de la industria del petróleo, Rex Tillerson, quien
para muchos sería un hombre peligroso.
Pero, hagamos un simple
ejercicio de memoria y recordemos por ejemplo, al señor Donald Rumsfeld,
quien tuvo un papel central en la “Guerra de las Galaxias” de Reagan,
puesto que fue uno de los impulsores de la Iniciativa de Defensa
Estratégica (SDI).
Pero su rol más tristemente recordado fue cuando
junto al alcohólico presidente George W. Bush, montaran ese famoso
psicosocial global de la “gripe aviar”, donde el remedio ad hoc a esta
plaga moderna, era un fármaco llamado Tamiflu.
Que era producido por un
solo laboratorio: Gilead Sciences, donde Donald Rumsfeld era directivo
veinte años antes.
Al final el Tamiflu, no sirvió de mucho, pero fue
“repartido” a todas las Farmacias del mundo: una vez más funcionó el
miedo: el valor de las acciones de Gilead Sciences aumentaron en un
807%, y las ganancias de la compañía pasaron de 254 millones el 2004 a
más de 1.000 millones el 2005. (1)
Pero lo que más me desagrada
en todo este escenario del momento, es que al reciente ex presidente
Obama, se le compare con Martin Luther King, no solo por el color de su
piel, sino porque la televisión norteamericana y las fieles
reproductoras en Latino América intenten difundir esa noción, que está
lejos de la realidad.
Pero que coadyuva a fortalecer la idea en la
comparación con Trump, que Obama es mejor de lo que es o será el
descendiente alemán.
Obama, candidato, fue una promesa para todos
los sectores de Norteamérica, y hasta las izquierdas de varios lugares
del mundo pensaron cándidamente que este hawaiano traería nuevos vientos
de cambio al mundo, con su administración.
Recibió hasta el Premio
Nobel de la Paz, de una academia sueca que estaba desorientada como gran
parte del mundo en ese momento.
Pero Obama llenó al mundo de
tantas bombas, guerras y agravios, como lo hubiera hecho cualquier
presidente norteamericano sin importar su color de piel, o su prédica
moral, o a su promesa electoral cuando candidato; al final el aparato
del Estado de la potencia estadunidense termina por imponerse sobre
cualquier desventurada voluntad individual.
Obama ha sido todo un
guerrerista, ha bombardeado a 7 países, entre ellos Yemen, Pakistán,
Somalia; ha armado al Estado Islámico, y ha provocado conflictos
militares en varios países; participo en la operación militar que
derrocó y asesinó a Muammar Gaddafi. Participó en los intentos de
derrocar al presidente sirio Bashar al Assad.
Apoyó el golpe de Estado
en Ucrania que defenestró a Víktor Yanulóvich Presidente
democráticamente elegido, y tras unas elecciones precipitadas, brindó su
total apoyo al actual mandatario Piotr Poroshenko.
América
Latina no estuvo exenta de sentir la presencia de la bota del Premio
Nobel de la Paz, empezó su administración con una sutil intervención –ya
la historia nos brindará más datos– en el golpe de Estado de Honduras a
Manuel Zelaya.
En el periodo de Obama, murió sin más ni más Hugo
Chávez, muerte que hoy por hoy aún levanta sospechas, y con ello se
agudiza la ofensiva política y de propaganda, así como un cerco
comercial a Venezuela; se produce el cambio de régimen en Argentina; y
el impeachment a Dilma Rousseff que deja como presidente al
impresentable de Michel Temer.
No podemos dejar de nombrar que en el
vecino país donde ahora se cierne la posibilidad de construir un muro,
México, en reñidas elecciones entre Manuel López Obrador, y el candidato
de Televisa, gana el segundo, candidato además cercano a Obama. Algunos
mexicanos se preguntan ¿Qué podrá ser peor que Enrique Peña Nieto? ¿Un
muro?
Si hasta la BBC dice de Obama: “Ni siquiera Franklin Delano
Roosevelt, el presidente que encabezó el esfuerzo militar
estadounidense de la Segunda Guerra Mundial, pasó tanto tiempo en
guerra.” (2)
Esta es la realidad que nos dejó Obama, y este es el
verdadero rostro de los presidentes de los Estados Unidos de
Norteamérica, aún dueños y gendarmes del mundo. ¿Trump podrá ser peor
que éstos? Me quedo con lo vertido por Assange: “Obama era un lobo con
piel de oveja. El gobierno de Trump es un lobo con piel de lobo. Es más
fácil tratar con un lobo que no se disfraza”.
Y esta es la
verdadera circunstancia que envuelve a esta mala propaganda que se hace a
Trump, al final es y será lo mismo que todos, pero, no es aquel
personaje, que como el Premio Nobel Obama, el actor de cine Reagan, o el
estólido de Bush, ocultan tras sus personajes de “bien”, sus verdaderas
intenciones: Dominar el mundo a costo de lo que sea.
José Justo Calderón Dongo
Rebelión