jueves, 2 de marzo de 2017

Trump con piel de cordero enfurecido




Acostumbrados a ataques, desprecios e insultos, los medios norteamericanos han llegado a la conclusión de que Donald Trump quiso ser “presidencial” en su primer discurso ante las dos cámaras (no se le llama del Estado de la Unión cuando es el primero del mandato). O “disciplinado”, porque esta vez leyó el texto en un teleprompter. O dio un “aire moderado” a sus radicales promesas de campaña, como dice The Washington Post.


Es difícil llegar a ese conclusión tras escuchar lo que dijo a cuenta de uno de los temas más polémicos de su presidencia: la inmigración. “Mientras hablamos, estamos expulsando a miembros de las bandas, narcotraficantes y criminales que amenazan a nuestras comunidades.


 Gente mala se está yendo mientras hablo esta noche, tal y como había prometido”, dijo en el discurso.


Es el mismo lenguaje de la campaña: presentar la inmigración como una amenaza a la seguridad y anunciar que su prioridad es expulsar a los sin papeles más violentos. Por eso, entre los invitados a seguir el discurso en la Cámara junto a Melania Trump estaban tres familiares de personas asesinadas por inmigrantes indocumentados.


 La realidad es que su Gobierno ha ampliado los requisitos para que un sin papeles sea deportado y que aquellos con antecedentes penales o condenas ya eran expulsados del país con el Gobierno anterior.


Trump anunció la creación de una oficina dentro del Departamento de Seguridad Interior –llamada Voice– para apoyar a las víctimas de crímenes. ¿A cuáles? Voice viene de “Victims of Immigration Crime Engagement”. “Vamos a dar voz a los que son ignorados por los medios y silenciados por los intereses especiales”.


Es falso en ambos casos. No hay una conspiración en EEUU en favor de los autores delitos violentos.


En esa línea de criminalizar la inmigración, Trump dijo que “según datos del Departamento de Justicia, la inmensa mayoría de individuos condenados por delitos relacionados con el terrorismo desde el 11S llegaron aquí desde fuera del país”. No es cierto o, como mínimo, es una forma tramposa de presentar los datos. Incluso si se incluyen los “ataques no letales”, la mayoría eran ciudadanos estadounidenses o residentes legales.


 La idea de que terroristas o gente violenta entraron en EEUU específicamente para cometer delitos es falsa.


Para sus votantes que relacionan la violencia con lo que ocurre fuera de su país, les dio la frase perfecta: “No podemos permitir que se forme una cabeza de playa del terrorismo dentro de América”.



Lo que es indudable es que los congresistas republicanos respiraron en general aliviados por la intervención. No hubo diatribas inconexas ni declaraciones de guerra a jueces o periodistas.


Dijo que está dispuesto a trabajar con el Congreso (es inevitable, ya que es el Congreso quien aprueba los presupuestos), que es hora de poner fin a las “peleas triviales” (él, que incluso usa Twitter para comentar programas de televisión o la estupenda línea de ropa de su hija), y que una de sus prioridades es acabar con la reforma sanitaria de Obama, sin dar muchos detalles sobre qué cambios defiende.


Como es habitual en estos discursos, el estilo habitualmente sombrío de Trump en sus intervenciones sobre la situación del país dio paso a una visión más optimista: “Todo lo que está roto en nuestro país puede arreglarse.


Todos los problemas se pueden resolver. Y cada familia con problemas puede encontrar la solución y la esperanza”. Una fantasía en forma de frases que sabe que serían destacadas en los informativos de Fox News.


La clave era mantener el apoyo de los republicanos, incluidos los más escépticos con su estilo de gobierno. Por eso, no habló de Rusia, cuyo Gobierno no cuenta con muchos partidarios en su partido.


 De creer al presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, el objetivo se consiguió. “It was a home run”, dijo después.


Muchos demócratas no tardaron mucho tiempo en levantarse para abandonar el hemiciclo cuando los republicanos aún seguían aplaudiendo (las congresistas fueron vestidas de blanco en apoyo a los derechos de las mujeres).


Ellos no eran los destinatarios naturales del discurso, sólo los figurantes. Lo que escucharon fue al Trump de siempre, sólo que con mejor dicción y corrección sintáctica.


Transcripción íntegra del discurso.


  Iñigo Sáenz de Ugarte






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