miércoles, 16 de agosto de 2017

Más de 4000 inocentes mataron los gringos en una mañana el 20 de diciembre de 1989 en Panamá

Noticias El Zuliano - 15/8/2017

El 20 de diciembre de 1989 más de 26 mil soldados estadounidenses de unidades élite invadieron Panamá con artillería pesada de última generación por tierra y mar, con el propósito de derrocar al general Manuel Noriega, quien en sus orígenes era aliado del gobierno de EEUU pero luego se convirtió en un estorbo para sus planes. Sin embargo, documentos confirman que el verdadero propósito detrás de esta incursión guerrerista era la supresión de los tratados firmados por el líder de la Revolución Panameña, Omar Torrijos y el presidente Jimmy Carter, en los cuales se ponía fin a la presencia colonial estadounidense en el Canal de Panamá.
Esta invasión, que llevó por nombre 'Operación Causa Justa', fue uno de los episodios más desgarradores, traumáticos e infames de toda la historia panameña y latinoamericana. En este hecho se contabilizaron un aproximado de 4000 muertos entre civiles y militares, según cifras de la Asociación de Familiares de los Caídos el 20 de diciembre de 1989. Según expertos esta invasión supuso un ensayo para el modelo de guerra total y para fortalecer la imagen del presidente George H. W. Bush (Padre), sin importar el alcance del experimento. En el que Panamá sirvió como laboratorio para el empleo de armamentos sofisticados del tipo del bombardero invisible Stealth F-117, helicópteros del tipo Blackhawk, Apache y Cobra, además de misiles y cañones blindados de fuego rápido.
El presidente George H. W. Bush (Padre) ejecutó esta invasión justificándose en la supuesta necesidad de proteger la vida de los ciudadanos norteamericanos que residían en Panamá, defender la democracia y los derechos humanos de los panameños, detener a Noriega para combatir el tráfico de drogas, y defender los Tratados Torrijos-Carter sobre el canal, lo que posteriormente fue desmentido tras hacerse público documentos del gobierno Estadounidense donde quedó en evidencia que su fin último era precisamente retomar el control del Canal de Panamá a través de la abolición de estos tratados.

Miles fueron asesinados en los días subsiguientes y enterrados en fosas comunes. Algunos investigadores sugieren que los criminales de las FFAA gringas violaron a más de 1000 mujeres y asesinaron y robaron a casi 30 mil ciudadanos en total.

EEUU preparó el terreno para la invasión de Panamá
El gobierno estadounidense contaba con el apoyo del sector oligarca panameño y las agrupaciones y partidos políticos de la alta burguesía, pero estos por sí solos no contaban con la credibilidad en las masas populares ni dentro de las fuerzas armadas como para consumar un golpe de Estado que permitiera llevar al poder a un personaje que se alineara con las directrices del departamento de Estado de los EEUU.

El gobierno estadounidense contaba con el apoyo del sector oligarca panameño


Por lo que fue necesaria una campaña mediática sin precedentes por parte medios estadounidenses, además de financiar a las fuerzas opositoras lo que termino por resquebrajar la estructura de las Fuerzas de Defensa. Incluso la derecha panameña celebró la Operación Causa Justa, lo cual demostró el desconocimiento y la indolencia que esta clase sentía por el pueblo panameño que fue sistemáticamente asesinado desde el 20 de diciembre de 1989 hasta el 03 de enero de 1990.




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"Por eso y por mucho más..."

Prontuario criminal - Quintín Cabrera

Desde el mismísmo día
que como país nacieron,
usurparon, masacraron,
degollaron y agredieron.
Nombrando a la Democracia,
sojuzgaron y mintieron,
ejecutaron, mataron,
bombardearon, sometieron.
Por eso y por mucho más
lo que el Yanqui necesita
es una aumentada dosis
de jarabe vietnamita.
Con sus leyes terroristas
al piel roja exterminaron,
avasallaron, domaron,
lincharon y doblegaron.
Con todos los dictadores,
urdieron, confabularon,
enredaron, engañaron,
traicionaron, conspiraron.
Por eso y por mucho más
lo que el Yanqui necesita
es una aumentada dosis
de jarabe vietnamita.
Respetan sólo el mercado
y sus leyes impusieron,
dominaron, liquidaron,
oprimieron, destruyeron.
En nombre del cristianismo
¡a tantos asesinaron!
molieron, sacrificaron,
manejaron, acabaron.
Por eso y por mucho más
lo que el Yanqui necesita
es una aumentada dosis
de jarabe vietnamita.
Centrados en la libertad,
complotaron, maquinaron,
intrigaron, maniobraron,
tramaron, confabularon.
Siguiendo la religión
del dólar, crucificaron,
rebajaron, aplastaron,
ahorcaron, nazificaron.
Por eso y por mucho más
lo que el Yanqui necesita
es una aumentada dosis
de jarabe vietnamita.
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martes, 15 de agosto de 2017

John Pilger: "Si Venezuela cae, la humanidad cae"

Por su parte, el lingüista Noam Chomsky definió las declaraciones de Trump como "chocantes y peligrosas".

Por su parte, el lingüista Noam Chomsky definió las declaraciones de Trump como "chocantes y peligrosas".

 

En entrevista para teleSUR, Noam Chomsky y John Pilger definieron el trato del Gobierno estadounidense hacia Venezuela como "irrespetuoso".
 

En entrevista exclusiva para teleSUR, los intelectuales progresistas Noam Chomksy y John Pilger califican el trato del presidente Donald Trump, hacia Venezuela como "irresponsable", pero "típico" según el comportamiento de los anteriores presidentes de EE.UU.


El lingüista e intelectual Noam Chomsky definió las pasadas declaraciones de Trump como "chocantes y peligrosas".


 Agregó que vale la pena recordar que problablemente -siguiendo su práctica habitual- estaba hablándole a su base (de votos) y tratando de asegurarse de permanecer en el centro de atención, no preocupándose mucho de las consecuencias en el mundo real, (excepto en su bolsillo e imagen).  


"La mejor esperanza es que algunos de los generales a su alrededor, que presumiblemente entiendan las consecuencias, logren controlarlo", dijo.


Por su parte, el periodista John Pilger comentó que la sugerencia de Trump de un curso de acción agresiva coincide con la historia de EE.UU. en el siglo pasado.


 "La amenaza de una invasión militar a Venezuela por Donald Trump es típica de las amenazas estadounidenses al mundo en los últimos 70 años", afirmó.


"Estados Unidos ya ha invadido Venezuela con grupos subversivos como la NED, que respaldan a una denominada 'oposición', que busca derrocar por la fuerza a un gobierno electo: un alto crimen bajo el derecho internacional", añadió Pilger.




"Es improbable que EE.UU invada Venezuela. Washington solo invade países indefensos, y Venezuela no está indefensa.


 Pero al menos, el mundo decente debe apoyar a Venezuela, ahora sometida a una propaganda virulenta que es la guerra a través lo medios de comunicación.


Si Venezuela cae, la humanidad cae", declaró el periodista.





  teleSUR - dm - SB



Heroe anonimo


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 A veces personas como estas.........

Nos reconcilian con la humanidad.........

Y nos hacen sentirnos más pequeños.........






Los comisarios del pensamiento único


 
Carlos Fazio.─ Hoy, cuando la canalla mediática está desatada en el mundo occidental, no está de más recordar que como otros términos del discurso político, la palabra "democracia" tiene un significado técnico orwelliano cuando se usa en exaltaciones retóricas o en el "periodismo" habitual, para referirse a los esfuerzos de Estados Unidos y de sus aliados para imponer la democracia liberal representativa a estados considerados "forajidos", como la Venezuela actual.


En ese contexto, se ha convertido en lugar común que cuando más democracia y libertades se dice reconocer y defender, más se reprime la facultad de pensar; sobre todo, la actividad de pensar a contracorriente. Con la novedad de que en la persecución del pensamiento crítico ya no hay fronteras. Pero sucede, además, que en el nuevo panóptico planetario y en el contexto de la guerra de espectro completo en curso, quienes cuestionan el orden hegemónico o no se ajustan al marco del dogma establecido por los amos del universo, pueden convertirse en objetivo político-militar.


Pensar entraña riesgos y trae consecuencias. Ello ocurre en las ciencias sociales y las humanidades, pero también en el periodismo. En la actual coyuntura, bien lo saben, entre otros, Atilio Borón (Página 12, Rebelión.org) y Luis Hernández (coordinador de Opinión de La Jornada), quienes por practicar el ejercicio crítico de pensar con cabeza propia, son objeto de mofa, presiones y campañas de estigmatización y criminalización por un puñado de diletantes vigilantes del pensamiento único neoliberal que responden a un mismo y nauseabundo guion de Washington.


"Nicolás Maduro dictador" emite la voz del amo desde las usinas del poder mundial, y el eco es amplificado urbi et orbi por una cohorte de amanuenses subvencionados y tarifados. El esquema es simple: para el periodismo mercenario, el "Maduro dictador" sustituye hoy "las armas de destrucción masiva" de Sadam Hussein en 2003. El saldo de la mentira del Pentágono como arma de guerra costó más de un millón de muertos; pero eran iraquíes.


El modelo "comunicacional" está bien engrasado. Permite debates, críticas y discrepancias, en tanto se permanezca fielmente dentro del sistema de presupuestos y principios que constituyen el consenso de la élite. Es un sistema tan poderoso que puede ser interiorizado en su mayor parte, sin tener conciencia de ello. En general, quien tiene ideas equivocadas o intenta romper el molde es ignorado o apartado; pero en ocasiones puede ser satanizado por los llamados intelectuales públicos, pensadores políticamente correctos o gente que escribe editoriales y cosas así, y es colocado frente al paredón de la "prensa libre".


Recuerda Marcos Roitman que los ideólogos del actual sistema de dominación han reinterpretado los saberes y el conocimiento bajo una única racionalidad: la del capital. El capital niega su carácter totalitario. En su dimensión política, el capitalismo socializa la violencia y deslastra la historia que le resulta incómoda. Bajo los criterios de la "colonialidad del saber", es capaz de eliminar al nazismo y al fascismo −también al franquismo, al somocismo o al pinochetismo− como fenómenos inherentes a su racionalidad.


Hace más de un cuarto de siglo, en Los guardianes de la libertad (Grijalbo Mondadori, 1990), Noam Chomsky y Edward S. Herman develaron el uso operacional de los mecanismos de todo un modelo de propaganda al servicio del "interés nacional" (de EU) y la dominación imperial. Nos enseñaron a examinar la estructura de los medios (la riqueza del propietario) y cómo se relacionan con otros sistemas de poder y de autoridad. Por ejemplo, el gobierno (que les da publicidad, fuente principal de ingresos), las corporaciones empresariales, las universidades.


Asimismo, diseccionaron a los medios de élite (The New York Times, The Washington Post, CBS y otros) que marcan "la agenda" de los gestores políticos, empresariales y doctrinarios (profesores universitarios), pero también la de otros pe­riodistas, analistas y "expertos" de los medios de difusión masiva que se ocupan de organizar el modo en que la gente debe pensar y ver las cosas.


Demostraron, en síntesis, cómo mediante la violencia sicológica o simbólica e indignantes campañas de intoxicación lingüística (des)informativas y supresiones ("las peores mentiras son las que niegan la existencia de lo que no se quiere que se conozca", alerta a su vez Emir Sader); manipulaciones, normas doble-estándares y duplicidades; sesgos sistemáticos, matizaciones, énfasis y tonos, y de la selección del contexto, las premisas y el orden del día general, se lleva a cabo el control elitista de la sociedad mediante lo que Walter Lippmann denominó "la ingeniería del consenso".


Ese modelo de propaganda −por lo general dicotómico o maniqueo: verbigracia “Maduro dictador vs. la oposición democrática de la MUD”; las hordas chavistas vs. los luchadores de la libertad de D. Trump− deja entrever que el "propósito social" de los medios es inculcar y defender el orden del día económico, social y político de los grupos privilegiados. Para ello, la fórmula es sencilla: los dueños de la sociedad utilizan a una "clase especializada" −conformada por "hombres responsables" y "expertos" que tienen acceso a la información y a la comprensión, en particular, académicos, intelectuales y periodistas− para que regule las formas de organización del rebaño desconcertado; para manufacturar el consentimiento y mantener a la chusma a raya.


Todo el sistema de ideas políticas del imperialismo tiende a argumentar su derecho a la dominación, a la supeditación del Estado a los monopolios en todas las esferas de la vida; a la manipulación de las masas y la desinformación de la "opinión pública". Según Lippmann, la labor del público es limitada. El público no razona, no investiga, no convence, no negocia o establece. Por ese motivo, "hay que poner al público en su lugar". La multitud aturdida, que da golpes con los pies y ruge, "tiene su función: ser el espectador interesado de la acción". No el participante.


La Jornada
 
 
 
 

Protestas contra Trump en su regreso a Nueva York: “¡No a un Estados Unidos fascista!”

Las calles de Nueva York se repletaron de manifestantes que protestasn contra las políticas de su presidente, Donald Trump. Foto: EPA.
 
Las calles de Nueva York se repletaron de manifestantes que protestasn contra las políticas de su presidente, Donald Trump. Foto: EPA.

Miles de manifestantes marcharon el lunes frente a la Trump Tower para denunciar la primera visita del presidente Donald Trump a su apartamento tríplex de Manhattan desde su investidura.


En medio de un tráfico caótico debido al cierre de varias calles del centro de Manhattan en torno a la Trump Tower y con cientos de policías en alerta, los manifestantes se agolpaban en las veredas y cantaban: “¡El racistade Trump debe irse!”; “¡No a Trump, no al KKK (Ku Klux Klan), no a un Estados Unidos fascista!”.


Al menos una manifestante fue derribada por la policía frente a las puertas de la lujosa tienda Prada, justo enfrente de la Trump Tower, y arrestada, constató una periodista de la agencia de prensa AFP.


“¡Solo estaba manifestando pacíficamente!”, se quejaba la mujer de unos 50 años. “¿A quién sirven ustedes? ¿A quién protegen?”, gritaba a los policías en una sola voz la multitud, indignada.


“Estoy aterrorizada del país en el cual nos hemos convertido, del hecho de que los supremacistas blancos, los nazis, los antisemitas se sienten legitimados por nuestro presidente”, dijo Lynn Gray, una exbanquera neoyorquina de 68 años que fundó su propia compañía y que llevaba al cuello un colgante con una estrella de David sobre una mano de Fátima.


“Está destruyendo todo lo que nuestros Padres Fundadores hicieron”, añadió esta mujer en la Quinta Avenida, donde las tiendas de lujo no cerraron sus puertas pero estaban vacías.


Trump no condenó inmediatamente la protesta de supremacistas blancos que terminó en un baño de sangre en Charlottsville, Virginia, el sábado. Pero bajo fuerte presión tanto de demócratas como de republicanos, este lunes denunció el racismo y catalogó a los neo-nazis e integrantes del KKK de “criminales”.


“Nunca me gustó Trump aunque quise darle una oportunidad. Pero esta semana ha caído a lo más bajo de su presidencia”, estimó otro manifestante, Kevin Gallagher, un maestro de jardín de infantes de 61 años que divide su tiempo entre Seattle y Nueva York.


Trump había visitado Nueva York en mayo, por unas horas, para cenar con el primer ministro de Australia en un barco de guerra desactivado, anclado en el río Hudson.


Pero el lunes de noche será la primera vez que retorne a pernoctar en su hogar, en el penthouse de la Trump Tower sobre la Quinta Avenida.


Según la última versión de su agenda, se quedará en Manhattan hasta el miércoles, y luego se dirigirá a su club de golf en Bedminster, Nueva Jersey, donde terminará sus primeros 17 días de vacaciones como presidente.


Nueva York es un feudo demócrata: menos de 20% de sus 8,5 millones de habitantes votaron por Trump.


“Vine aquí a expresar mi rabia por su negativa a denunciar el nazismo en Estados Unidos, y la extrema derecha, y los movimientos racistas. Sentí que debía estar aquí, frente a su hogar”, dijo el músico Ryan Egan, un joven neoyorquino de 28 años que vestía jeans, camiseta y llevaba un aro en la oreja.


El presidente ha dicho que no regresa a Nueva York más seguido para evitar paralizar la ciudad.


 Cuando está en Nueva York, la policía calcula que su seguridad cuesta 308 mil dólares al día.


La Trump Tower alberga oficinas, apartamentos residenciales y las oficinas de la Trump Organization, así como el tríplex del mandatario en lo más alto del rascacielos.


Fue en el lobby de mármol rosa de la torre que el magnate inmobiliario lanzó su candidatura presidencial en 2015.


Al caer la noche, cientos de manifestantes seguían marchando por la Avenida de las Américas o Sexta Avenida. La policía había cerrado totalmente el acceso a las veredas frente a la Trump Tower.


Ciudadanos estadounidenses realizaron fuertes críticas al presidente de los Estados Unidos frente a la Trump Tower de Nueva York. Foto: EPA.


Ciudadanos estadounidenses realizaron fuertes críticas al presidente de los Estados Unidos frente a la Trump Tower de Nueva York. Foto: EPA.


Manifestantes en Nueva York contra Donald Trump. Foto: Patch.
Manifestantes en Nueva York contra Donald Trump. Foto: Patch.

Video de las protestas contra Trump en Nueva York

 

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Protesters gather across the street from Trump Tower ahead of President Donald Trump's visit to New York City. Read the story here: http://bit.ly/2w7TFKy



Los manifestantes se reúnen cruzando la calle desde la torre trump antes de la visita del Presidente Donald Trump A Nueva York. Lee la historia aquí: http://bit.ly/2w7TFKy



(Con información de AFP)




lunes, 14 de agosto de 2017

Charlottesville: equidistancias y otras miserias




Danuta Danielsson era una mujer polaca que vivía en Suecia y que tuvo a su madre en un campo de concentración nazi durante la Segunda Guerra Mundial.


 Hans Runeson la fotografió en una manifestación del Partido Nórdico del Reich golpeando con su bolso a un miembro de la formación nazi. Danielsson hizo bien en expresar su rechazo ante aquellos que representan el odio más extremo. Su fotografía es hoy un referente icónico de la lucha antifascista que muestra de manera gráfica que al fascismo no se le discute.


Sin embargo, no resulta extraño cuando en una manifestación de nazis y supremacistas blancos se producen hechos violentos ver en la prensa española titulares que dicen: Estado de emergencia en Virginia por disturbios entre grupos radicales. Es una posición editorial muy extendida equiparar a los que creen que su raza es superior y quieren exterminar a todos aquellos que no cumplen con sus cánones raciales con quienes defienden la diversidad y los combaten.


La intelectualidad conservadora patria, ahora autodenominada liberal, siempre ha equiparado fascismo y antifascismo para justificar ante sí misma que no ve tan mal la ideología que mantenía reprimido el gen rojo. El anticomunismo siempre ha dejado al desnudo sus costuras. El tratamiento informativo de Charlottesville en los medios españoles sólo cambió cuando en rueda de prensa Donald Trump habló de violencia por ambos lados y dejó en evidencia todas las vergüenzas periodísticas.


La progresía española se ha contaminado de ese pensamiento por un complejo de inferioridad, y corre a denunciar cualquier conato de violencia sin pararse a valorar cuál es el contexto. No se atreve a exponer y analizar que no es lo mismo que un nazi agreda a un negro por su color que el hecho de que un antifascista agreda a una nazi que se dedica a apalear a minorías y colectivos vulnerables en cacerías por simple diversión y motivadas por su odio ideológico. 


Una postura pusilánime que no se arriesga a analizar y especificar el contexto determinado de un acto violento por temor a ser acusados de compartir el método. Porque no todas las violencias son iguales, las hay que por su fanatismo extremo no conocen más antídoto que el poder punitivo, del mismo modo que otras son legales o proporcionan excusa jurídica. Desde un punto de vista editorial y periodístico especificar el contexto de la violencia contra colectivos fascistas es imprescindible.


Manuel Jabois, periodista en El País, tuvo la osadía de hablar del contexto informativo en un caso de violencia contra colectivos nazis. Fue el pasado mes de enero, con motivo de la paliza dada por un grupo de antifascistas a una chica nazi en Murcia llamada La intocable. Lo hizo en una columna radiofónica en La SER llamada Información y verdad: “No sé si existe algo que justifique a una muchedumbre pateando a alguien en el suelo. 


Pero la información ayuda a colocarse mejor moralmente delante del suceso. Para un oyente no es lo mismo escuchar que le han dado una paliza una chica porque es de derechas o porque lleva una pulsera de la bandera de España (y esa es la información que se dio, y se sigue dando en muchos lugares) que oír que la paliza la reciba alguien neonazi que se encarga de dar esas mismas palizas”. 


Jabois hablaba de un caso que desde el punto de vista periodístico y moral marca una pauta habitualen los medios de comunicación españoles. La primera opción siempre es criminalizar a una determinada ideología de izquierdas. Ese sesgo político prima sobre la información, la deontología y el contexto. Si en las primeras noticias sobre la paliza se dice que la víctima era una nazi conocida de Murcia con diversos antecedentes que se dedica a dar palizas a inmigrantes lo más normal es que no consiga epatar a la inmensa mayoría de la opinión pública y la noticia pase desapercibida. 


Pero si dices que un grupo de violentos de extrema izquierda apalea a una chica de 19 años por llevar una pulsera de la bandera de España consigues el objetivo político marcado. Unos cuantos días marcando la agenda, el ministro del Interior tomando parte por la nazi agredida, y con un buen número de míseros y equidistantes haciendo buena la cita falsa de Churchill sobre los fascistas del futuro. Se consigue de manera efectiva igualar a los miembros de una ideología criminal con aquellos que la combaten. Ni nazismo, ni antinazismo, igualdad.


Alberto Reig Tapia define a estos especímenes de la vida cultural, política y periodística en su magnífico ensayo sobre los revisionistas españoles La crítica de la acrítica” como inconsecuentes, insustanciales, impotentes, prepotentes y equidistantes. Aunque ellos no lo saben, o no se aceptan, y optan por llamarse liberales y apelar al valor último de la libertad sin comprender la complejidad sociológica y filosófica de ese concepto. Dice Reig de este arquetipo nacional: “Esa hipócrita equidistancia de la que se sirven tantos pretendidos críticos que se creen imparciales y que presumen de neutrales recurriendo al facilón recurso de dar una de cal y una de arena”.


La ideología nazi, supremacista o fascista no es respetable. No es una ideología equiparable a otra, no hay que darle voz, no hay que dejar que muestra sus ideas en ningún foro público. Su ilegalización sólo es debatible desde el punto de vista pragmático, para evitar que la victimización la haga crecer. 


La única manera con la que hay que dirigirse a ellos es mediante un combate frontal, directo y sin concesiones a sus ideas. No hay debate posible ni aceptable. No existe ninguna fobia que permita desde un punto de vista moral aceptar una posición neutra entre aquellos que consideran que hay que exterminar o subyugar a un ser humano y entre aquellos que los combaten. Sólo existe una posición moral aceptable, y es el antifascismo. 


Si en un combate ideológico, e incluso físico, entre fascistas y antifascistas no eliges la trinchera de los que defienden la diversidad y el respeto a las minorías, entonces ya has elegido. Eres uno de ellos.



 Antonio Maestre | La Marea | 14/08/2017




Por qué Donald Trump nunca ha criticado a neonazis y racistas





Donald Trump es un hombre de verbo suelto a la hora de atacar y despreciar a sus rivales. Educado en el mercado periodístico de Nueva York, siempre se ha mostrado dispuesto a producir todo tipo de invectivas contra sus enemigos, reales o ficticios. Y nunca se ha cortado al dar nombres.


En su versión más reciente como candidato y presidente, ese talento se ha multiplicado. ¿Hillary Clinton? Corrupta hasta la médula. ¿Jeb Bush? Perezoso, pusilánime. ¿Marco Rubio? Little Marco. ¿John McCain?


 Prefiero los héroes que no son hechos prisioneros? ¿Los periodistas? Fake news, mentirosos, la gente más deshonesta que te puedas encontrar. ¿CNN? Lo anterior multiplicado por diez. ¿El NYT? Failed NYT, sin futuro, ahogado por las pérdidas. ¿El exdirector del FBI Comey? Mentiroso, responsable de graves filtraciones.


La lista es larguísima. Incluye también miembros de su propio Gabinete, como el fiscal general Sessions, cuyo pecado fue no haberle comunicado antes del nombramiento que iba a recusarse en todas las investigaciones relacionadas con Rusia (cómo podía saber que iba a hacer eso es un misterio).


O el líder de los republicanos en el Senado, por no haber conseguido este verano que se aprobara la contrarreforma sanitaria. Da igual que seas republicano o demócrata. si te cruzas en el camino de Trump, tendrás noticias de él.


Tanta incontinencia verbal tiene una línea roja que Trump no suele cruzar desde que se metió en política. Nunca ha criticado o denunciado de forma directa a los grupos ultraderechistas, neonazis o racistas (en EEUU el término ‘supremacista blanco’ es sinónimo de racista).


Tras lo ocurrido en Charlottesville, tuvimos otro ejemplo de esta reserva. En su declaración inicial en Twitter y en unas breves palabras ante los medios de comunicación, condenó la violencia en términos genéricos adjudicando la responsabilidad a “los dos lados”.


En la tarde del domingo, la Casa Blanca envió por email un comunicado con el que explicaba que también se refería a “supremacistas blancos, el KKK, neonazis y todos los grupos extremistas”. Pero el comunicado no estaba escrito en su nombre.


El mensaje nacionalista, aislacionista y xenófobo de Trump desde los inicios de su campaña encontró un apoyo rotundo en grupos de la extrema derecha habitualmente alejados del Partido Republicano (no tanto en algunas zonas del Sur).


Resultó inmensamente efectivo para los intereses de Trump, una persona que no ha votado en varias ocasiones a lo largo de su vida, en especial entre los muy conservadores votantes de religión evangélica –un sector de votantes mucho más numeroso que los neonazis–, a los que no les preocupó la escasa moralidad personal del candidato en su vida matrimonial.


Pero los ultraderechistas resultaban mucho más útiles en las trincheras de la campaña, produciendo material favorable a Trump y adaptando su mensaje racista de siempre a las prioridades marcadas por el millonario. La idea de que los programas de discriminación positiva en favor de las minorías –que nunca gustaron a los republicanos– habían terminado perjudicando a los blancos, ahora supuestamente una minoría amenazada.


El rechazo al feminismo y la victimización del hombre blanco. Los ataques a lo que llaman “políticamente correcto” como coartada para seguir abusando de las minorías que, por no ser blancos, no son auténticamente estadounidenses. El odio a la inmigración, sobre todo si viene de México.


Todos esos prejuicios o ideas extremistas fueron recogidas por Trump en su campaña, de la forma caótica que le caracteriza, pero también sin dejar lugar a dudas. Empleaba el lenguaje que los más fanáticos llevaban tiempo usando sin tener hasta entonces ningún candidato de los dos grandes partidos que lo simbolizara de forma satisfactoria para sus intereses.


Ese sentimiento de excitación ante los progresos de Trump en las primarias republicanas, y la euforia tras su victoria en noviembre, quedan bien resumidas en las palabras de Rocky Suhayda, presidente del Partido Nazi Americano (las mayúsculas en el original):


“Tenemos una fantástica OPORTUNIDAD aquí, amigos, que quizá nunca se repita.


 Las declaraciones de la campaña de Donald Trump, nos MUESTRAN que ‘nuestras ideas’ NO son tan ‘impopulares’ como la gente de la Corrección Política ha contado a todos”.


Trump estaba blanqueando las ideas de la extrema derecha y convirtiéndolas en respetables en la medida de que resumían el mensaje del que podía ser, y lo fue, el candidato de los republicanos.


A los elogios a Trump se sumó en las primarias David Duke, exlíder nacional del Ku Klux Klan que alcanzó cierta notoriedad en los 90 al conseguir ser el candidato republicano al cargo de gobernador de Luisiana. Duke afirmó en su programa de radio que “votar contra Trump es traicionar tu herencia cultural” y animó a sus oyentes a convertirse en voluntarios de su campaña.


Cuando preguntaron a Trump si aceptaba ese apoyo, el entonces candidato se hizo el loco y no le dio importancia. Dos días después le insistieron sobre lo mismo en CNN, y dijo no conocer a Duke: “No sé nada sobre David Duke. No sé nada sobre supremacistas blancos”. Era falso. En el año 2000, en uno de sus tanteos sobre si se presentaba o no a las elecciones, sabía muy bien quién era Duke y que era un racista.


Trump sabía que su mensaje conectaba con ciertos sectores fanáticos muy activos en Internet. No era sólo el candidato que se enfrentaba a la odiada Hillary Clinton. Era además el que simbolizaba sus ideas y que mostraba una actitud ambivalente hacia la violencia en los mítines, como cuando añoraba la época en que cualquiera que intentaba reventar un acto político, como muchos lo hicieron en sus mítines, se llevaba una buena tunda antes de que lo echaran del local.


Además, Trump sí tenía un pasado racista. Como promotor inmobiliario, fue demandado por el Departamento de Justicia en 1973 por su política para impedir que hubiera inquilinos de raza negra en los edificios que gestionaba en Nueva York. Con ocasión de un crimen especialmente salvaje –la violación múltiple de una mujer blanca mientras corría en Central Park–, pidió la pena de muerte para los acusados, la mayoría negros, en un anuncio a toda página en el NYT.


 Cuando se demostró que eran inocentes, insistió en su culpabilidad. Su padre había sido detenido en 1927 en un enfrentamiento de centenares de simpatizantes del KKK con policías de Nueva York, aunque al final no se presentaron cargos contra él.


Si había alguna duda, Trump la despejó en el discurso de su toma de posesión el 20 de enero. Enarboló la bandera del “America First”, la expresión que movilizó a los aislacionistas de extrema derecha para oponerse a la entrada de EEUU en la Segunda Guerra Mundial contra los estados fascistas. Música para los oídos de los ultras. Trump siempre ha sido SU candidato y el presidente ha devuelto el favor con creces.


 Iñigo Sáenz de Ugarte




domingo, 13 de agosto de 2017

Wellcome gringos


El pueblo venezolano salió a votar y dijo muy clarito lo que quiere. Como los resultados no son del gusto del imperio,por el bien de ese pueblo que no ha votado lo correcto, andan tramando la forma de imponer lo que les convenga mejor.



Hablan de presos políticos, de derechos humanos, de hambre y desconcierto. No  pueden permitir en el corazón de América ese colosal disparate.



Aquí, en el estado español, si no gustan los que se presentan se ilegaliza el partido y a otra cosa, mariposa .(Batasuna, Euskal  Herritarrok, Herri Batasuna…..)



Tenemos presos a jóvenes  con el delito temible de estar presentes en una riña de bar (Altsasu), a sindicalistas horripilantes que piden paz (Rafa diez), a chavales combativos que asustan por su libertad ( Alfon) y un largo etcétera de personas que han pasado por los tribunales por cantar, escribir, gritar.


Por esto millones de nosotros no aceptamos los resultados que llevaron a Rajoy de nuevo a ganar las elecciones y aunque  nuestros supermercados están bien abastecidos, son demasiadas las familias que recurren a la caridad para poder comer, el trabajo que hay es poco y de esclavos, el dinero público desaparece de manera fulminante y definitiva, nos detienen por decir “ay”, por decir “joder”, por decir “ me cago en el rey”.


Pienso que sería bueno escribir un tuit a Trump para pedirle que nos ayude con su soldadesca, como lo hicieron antes en Argentina, en Chile, Paraguay, Uruguay, en Irak, en Afganistán.



 En Siria están trabajando, no sé si lo conseguirán. Sus métodos son casi infalibles y ya que están tan preocupados por Venezuela, que se preocupen un poco también por nosotros que para eso les dejamos Rota, Torrejón, Morón…

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  Venga Donald , no aguantamos más, yo ya tengo la bandera colgada del balcón de mi casa: “Wellcome democratic  saviors of de worl”.


 




Graba en directo el atropello de un ciclista y se da a la fuga



Atropella a un ciclista y se da a la fuga...


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Guardias civiles piden al Gobierno que asuma el error de privatizar la seguridad

 
Asociaciones de guardias civiles han recordado al Gobierno que debe asumir el error de haber privatizado la seguridad en los aeropuertos y, aunque acatan la decisión de hacerse cargo del control en el Aeródromo de El Prat (Barcelona), insisten en que la plantilla está bajo mínimos.


La reclamación se produce después de que el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, haya informado este viernes de que la Guardia Civil intensificará su presencia en los controles de seguridad de El Prat para garantizar el orden y la seguridad en esta infraestructura ante la huelga indefinida convocada para el lunes por los empleados de Eulen.


Nada más conocerse la noticia, las asociaciones de guardias civiles han recordado que, si no se hubiera privatizado la seguridad, antes en manos de este cuerpo, ahora no tendrían que adoptarse medidas de urgencia como la decidida hoy, informa Efe. Se remiten a la Ley de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, que, respecto a las competencias exclusivas de la Guardia Civil, dice sobre su incumbencia: “La custodia de vías de comunicación terrestre, costas, fronteras, puertos, aeropuertos y centros e instalaciones que por su interés lo requieran”.
 

“Pagando las consecuencias”


La Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) insiste, en un comunicado, en que ya avisó de las consecuencias negativas que tendría privatizar la seguridad tanto en aeropuertos como en los centros penitenciarios. “Ahora que se evidencia el conflicto se acude a la Guardia Civil para solventarlo haciendo uso de unos funcionarios públicos carentes de derechos fundamentales como el de sindicación y negociación colectiva”, añade.


Para AUGC, la medida supone “un problema de gestión”, puesto que la plantilla de la Guardia Civil “se encuentra bajo mínimos y, además,las funciones de control en aeropuertos debe llevarse a cabo por agentes especializados y con autorización de AENA”. La asociación mayoritaria no está dispuesta a aceptar que “sean los agentes de base quienes terminen pagando las consecuencias del conflicto laboral” de los vigilantes, con quienes se solidariza.

En defensa de los servicios públicos


Desde la Unión de Guardias Civiles (UniónGC), su presidente, Ramón Rodríguez Prendes, ha expresado, en declaraciones a Efe, su defensa de los servicios públicos y su “firme oposición a suprimir puestos de trabajo que venían ocupando” los agentes del instituto armado. Rodríguez es tajante y apostilla: “De esos polvos, esos lodos”, en alusión a la privatización de la seguridad. A su vez, exige al Ejecutivo que “se ponga las pilas” y reponga e incremente los efectivos de la Guardia Civil en los aeropuertos y en las cárceles.


Mientras, desde la Unión de Oficiales (UO), su portavoz, Jesús Martín Vázquez, pide al Gobierno que se acuerde de la Guardia Civil “no solo para cumplir con su obligación”, porque llevan “muchísimo tiempo demandando la equiparación salarial y sigue sin llegar”. “No tenemos plantilla suficiente y, sin embargo, hay que reforzar lo que otros no hacen”, añade Martín Vázquez a Efe antes de concluir: “Mucho te quiero perrito, pero de comer, poquito”.

“Solución” a los paros


Por su parte, el presidente de la Asociación pro Guardia Civil (Aprogc), Fernando Ramírez Trejo, ha reconocido a Efe que, si hay un problema de orden público, el Gobierno debe actuar y ha recordado que este cuerpo siempre ha estado en los filtros de los aeropuertos y, de hecho, sigue supervisando la labor de Eulen. Ramírez Trejo ha hecho hincapié en la necesidad de garantizar el orden y en la conveniencia de separar este conflicto laboral de la situación política de Cataluña.


Este jueves ya se pronunció la Asociación Española de Guardias Civiles (AEGC), que criticó que el Ministerio del Interior recurra a sus servicios “de nuevo” para “dar una solución” a los paros, que considera “un conflicto laboral de dos empresas privadas”. También reprochó que, a pesar de ser el cuerpo de seguridad del Estado “peor pagado” y “peor tratado”, Interior les pida intervenir en un conflicto entre dos sociedades privadas, lo que previsiblemente les hará “sufrir las iras” de unos trabajadores que ven a los guardias civiles como “enemigos”.


 F.H.V. | La Información | 12/08/2017





Duras críticas a Trump ante su negativa a condenar a los supremacistas de Charlottesville




Trump, durante la rueda de prensa improvisada tras la violencia de Charlottesville

La escalada de violencia entre supremacistas blancos y contra manifestantes, provocando tres muertos y decenas de heridos en Charlottesville ha provocado un nuevo frente para el presidente estadounidense tras sus ambiguas declaraciones sobre lo sucedido en el esta localidad del este de Virginia.


Poco después del anuncio del primer fallecido, el presidente Donald Trump hizo una declaración pública -aunque previamente ya se había pronunciado en Twitter- condenando posibles esta exhibición indignante de odio, fanatismo y violencia". Ateniéndose al guión escrito, Trump se refirió a que esto ha ocurrido "durante muchos años en nuestro país".


 No sólo durante su presidencia o la de Barack Obama, añadió, antes de subrayar que es "vital el rápido restablecimiento de la ley y el orden y la protección" de vidas en la localidad.


En su intervención de 10 minutos, tras un encuentro con el secretario de Asuntos para Veteranos, explicó que había hablado con el gobernador de Virginia. Ambos coincidieron en que "el odio y la división tienen que parar ahora mismo". También resaltaron que es hora de "unirnos como estadounidenses con amor a nuestra nación y verdadero afecto entre nosotros".


La vaga respuesta de Trump al atropello, atribuyendo la culpa a "muchas partes", le generó críticas tanto de los demócratas como de los republicanos.


"Señor presidente, tenemos que llamar al mal por su nombre. Fueron supremacistas blancos y fue terrorismo nacional", tuiteó el senador republicano Cory Gardner.


"Es muy importante que la nación escuche a potus (el presidente estadounidense) describir lo ocurrido en Charlottesville como lo que es, un ataque terrorista de supremacistas blancos", afirmó el también senador republicano Marco Rubio.


"Las declaraciones del presidente sobre violencia 'en muchas partes' ignora la vergonzosa realidad actual del supremacismo blanco en nuestro país, y continúa con un patrón de complancencia en torno a esos actos de odio", lamentó por su parte la líder demócrata en la Cmámara de Representantes, Nancy Pelosi.


La reacción de Trump contrastó con la del gobernador de Virginia, fue contundente en su rechazo a los supremacistas blancos. "No son bienvenidos", dijo el demócrata McAuliffe en una conferencia de prensa. "Váyanse a su casa y llévense con ustedes su odio y sus prejuicios. No hay lugar para ustedes aquí, y no hay lugar para ustedes en Estados Unidos", expresó.


Antes de que el coche embistiera a los manifestantes, en Charlottesville ya se habían producido enfrentamientos que dejaron 15 heridos, en una jornada de caos y violencia desatada por el acto acto convocado por los ultraderechistas.


El atropello se produjo cuando quienes protestaban contra los supremacistas marchaban hacia el centro de la ciudad, después de que la policía ordenase a los ultraderechistas desalojar el parque y declarase ilegal su manifestación.




La imagen puede contener: una o varias personas, multitud y exterior

El acto, que se celebró bajo el lema "Unida la derecha", se convocó tras una resolución del ayuntamiento de quitar una estatua del general confederado Robert E. Lee, quien lideró a los estados del sur durante la guerra civil estadounidense (1861-1865).


Miembros del Klu Klux Klan, de la llamada derecha alternativa ("alt-right", en inglés) y otros grupos extremistas participaron del acto. El Klu Klux Klan ya se había manifestado en julio en relación a la estatua de Lee.


 Recientemente, el ayuntamiento de Charlottesville votó a favor de retirar el monumento, con el argumento de que representa uno de los capítulos más oscuros de la historia del país, cuando la esclavitud era legal y el racismo, la norma.


Sin embargo, los defensores de la estatua dicen que quitarla es como arrancar un pedazo de historia, además de que según ellos solo representa a Lee en tanto individuo.


Además, dos agentes de policía murieron al estrellarse un helicóptero que vigilaba las protestas. El incidente, que está siendo investigado, ocurrió en una zona boscosa en el condado de Albermale, según publicó en Facebook la Policía de Virginia.

Trump no condena la manifestación neonazi de Virginia que terminó con tres muertos


Atropello en Virginia
 

La celebración de una manifestación convocada por grupos neonazis y racistas en Charlottesville (Virginia) provocó el sábado disturbios violentos, la declaración de estado de emergencia por el gobernador del Estado y la muerte de una mujer de 32 años en un ataque deliberado contra un grupo de manifestantes antifascistas.


Un coche arrolló a un grupo de personas en una zona céntrica de la ciudad después de que la policía expulsara del parque a todas las personas reunidas en el lugar de la convocatoria. Una persona murió y más de 20 resultaron heridas.  Las autoridades han acusado formalmente de asesinato en segundo grado a James Alex Fields Jr., de 20 años y natural de Ohio, como el presunto autor del atropello. 


Otras dos personas fallecieron al estrellarse un helicóptero policial a las afueras de la ciudad. Se trata de su piloto y un pasajero, según la explicación que ha dado a la prensa Al Thomas, inspector de policía de Charlottesville, sin que hayan trascendido todavía las causas del accidente.


Los neonazis se encontraban en las calles de  Charlottesville desde la noche anterior cuando celebraron una marcha con antorchas. El sábado, se dirigieron hacia el parque McIntire con banderas nazis y de la Confederación (el bando sudista en la guerra civil), además de pancartas en favor de la supremacía de la raza blanca. Junto a ellos, aparecieron miembros de milicias ultraderechistas vestidos con uniformes militares y armados con pistolas y fusiles de asalto.


La concentración de  Charlottesville fue la mayor de la extrema derecha norteamericana de los últimos años y su motivo era protestar contra la decisión de las autoridades locales de retirar  una estatua del general confederado Robert Lee. Había sido autorizada por un juez.&nbsp


Centenares de personas se reunieron en el parque para protestar contra los mensajes racistas. Ambos grupos estaban separados por unos pocos metros ante la total ausencia de la policía, desplegada en otros puntos de la ciudad a la espera de recibir órdenes. Cuando se produjeron los enfrentamientos violentos, el gobernador de Virginia declaró el estado de emergencia en la localidad y la policía desalojó el parque, pero la tensión continuó en otros puntos de Charlottesville.


Fue en ese momento cuando un coche se abalanzó contra la multitud que continuaba protestando contra la presencia de neonazis en la ciudad. El vehículo se abalanzó contra esas personas y luego dio marcha atrás para escapar. Más tarde, su conductor fue detenido por la policía. 

A última hora de la tarde un helicóptero de la policía estatal de Virginia que estaba participando en el dispositivo de vigilancia se estrelló en las afueras de Charlottesville. Sus dos ocupantes, el piloto y un pasajero, resultaron muertos. 

La tibia respuesta de Trump


Durante toda la tarde, la Casa Blanca no reaccionó ante las noticias que llegaban de Virginia. Tras saberse que había una persona muerta en un ataque deliberado, finalmente Donald Trump se decidió a lanzar un mensaje en Twitter que condenaba el odio en términos generales.


"Todos debemos estar unidos y condenar todo lo que representa el odio. No hay lugar para este tipo de violencia en América. ¡Mantengámonos juntos!", decía el tuit sin ninguna referencia a los responsables de la violencia. Posteriormente, grabó una declaración ante los medios de comunicación desde el club de golf de New Jersey de su propiedad donde está pasando sus vacaciones.


Una vez más, no adjudicó a nadie la responsabilidad de la violencia, tampoco del atentado en el que había muerto una persona. "Condenamos en los términos más claros esta escandalosa demostración de odio, fanatismo y violencia procedente de muchos sitios", dijo equiparando a manifestantes y contramanifestantes y sin mencionar ni el motivo de la manifestación ultraderechista ni su conducta.


La ausencia de una condena clara por Trump de la violencia neonazi indignó a políticos demócratas y también republicanos. El senador demócrata Bernie Sanders afirmó que "la manifestación de supremacistas blancos (como se llama en EEUU a los racistas) es una muestra rechazable de racismo y odio que no tiene sitio en nuestra sociedad".


El senador republicano Corey Gardner llamó al atentado un ejemplo de "terrorismo nacional": "Señor presidente, hay que llamar al mal por su nombre. Eran supremacistas blancos".


La publicación neonazi Daily Stromer recibió satisfecha las palabras de Trump por no haber una condena expresa a la concentración de Charlottesville: "Los comentarios de Trump están bien.


 No nos atacó. Sólo dijo que la nación debe unirse. Nada específico contra nosotros".