Lo de las mayúsculas no es un error. No todo el mundo puede pasar un
rato con el ministro del Interior –yo desde luego no pediría esa
audiencia ni en pintura, pero tampoco soy presunto corrupto—, porque es
de suponer que el señor ministro, Jorge Fernández Díaz, –perdonen por lo
de señor, es que no sé como llamar a este botarate— tiene una agenda
oficial que difícilmente debería dejar hueco para recibir a presuntos
delincuentes, a sinvergüenzas tramposos, a mentirosos, a defraudadores
de Hacienda o a timadores de ciudadanos, a gente como Rodrigo Rato.
Bueno, pues Jorge Fernández Díaz, ya saben ese político que compagina la extrema dureza contra los inmigrantes y manifestantes con su condición de meapilas mayor del reino, se reunió hace unos días con su amigo Rodrigo Rato en el ministerio del Interior, durante dos horas. La reunión fue a petición de Rato, quien se ha negado, recientemente, a hablar con el juez, probablemente porque ya se lo dicho todo a su amigo Jorge.
Estos tipejos que tanto daño han hecho a la democracia –me refiero a los dos, al ministro y al presunto—, ayer se reunieron en un lugar público para hablar de no se sabe qué, aunque imaginamos que no fue de fútbol.
¿Alguien se imagina que todos los presuntos, los imputados, los acusados y los culpables pidieran una audiencia al ministro y éste se la diera? La cosa tiene guasa, mucha guasa. Ahora resulta que el ministro de la mordaza, del rechazo a la inmigración, de la aversión a los diferentes, le ha dedicado un rato a Rato. Un par de horitas donde el presunto le habrá llorado, le habrá recordado tiempos en los que mandaba, cuando juntos se reunían para decir que sí a la invasión de Irak que Aznar organizó.
Le habrá pedido árnica, porque los jueces le tratan mal y no agradecen lo que él, el gran Rodrigo hizo por este país, arreglar la economía, aunque eso diera origen a la burbuja inmobiliaria. Son todos unos desagradecidos.
Es verdad que quizá engañó un poco con las cuentas de Bankia para salir a bolsa, pero ¿quién no?. Es verdad que no cortó lo de las preferentes, pero él no empezó, sólo se dejó ir. Es cierto que se acogió a la amnistía fiscal, pero ¿acaso ha sido el único? Pecados pequeños que sin duda debe perdonar un amiguete. Porque la UDEF (Unión central de Delincuencia Económica Fiscal), que es un cuerpo policial y la guardia civil dependen del ministro Fernández, le podían investigar, y eso no es justo, porque si hay alguna cosilla, hay que saber perdonar a los amigos.
Además no lo hizo con mala intención, sólo fue por amor al dinero y el poder, y eso es tan humano y tan comprensible para el ministro, que seguramente le habrá comprendido y consolado.
Sin duda el ministro Fernández, parodiando a Rajoy, le habrá dicho: “Sé fuerte, Rodrigo”, “haré lo posible, lo que esté en mis manos, aunque ya sabes que los jueces se están saliendo del tiesto y ya no nos hacen tanto caso…”
En fin, ya saben ustedes los amigos están para esto. Las leyes hay que cumplirlas, pero hay que ser flexibles, tampoco hay que ser tan exigentes cuando se trata de gente como Rodrigo, que tanto ha hecho por España… y por Suiza.
Y que conste que es sólo una suposición. Podría apostar que ha ido más allá en su comprensión.
Porque recordemos que Fernández Díaz, hombre pío donde los haya, hombre de la Obra, sabe hacer de confesor y perdonar al prójimo, en el caso de que sea un amiguete. Así es que es muy posible que se concluya con que Rodrigo es un buen hombre, un gran patriota, y “pelillos a la mar”, al fin y al cabo, hay otros canallas de peor ralea, y Rato siempre ha mirado para España, aunque con un ojo puesto en Suiza.
Y ya saben ustedes, cuando Rajoy dijo que había un problema de comunicación, que había que tratarse más con la gente, que había que salir a la calle, que había que hablar con los ciudadanos, se refería a tener audiencias con gente corriente, como dedicar un rato a un tal Rato. Porque hay que hablar con el pueblo llano y el ministerio es el lugar adecuado.
No hay nada como hacer de Pilato, y si se puede liberar a Barrabas-Rato, se libera, al fin y al cabo, el otro –Bárcenas-- ya está crucificado.
Salud y República
Bueno, pues Jorge Fernández Díaz, ya saben ese político que compagina la extrema dureza contra los inmigrantes y manifestantes con su condición de meapilas mayor del reino, se reunió hace unos días con su amigo Rodrigo Rato en el ministerio del Interior, durante dos horas. La reunión fue a petición de Rato, quien se ha negado, recientemente, a hablar con el juez, probablemente porque ya se lo dicho todo a su amigo Jorge.
Estos tipejos que tanto daño han hecho a la democracia –me refiero a los dos, al ministro y al presunto—, ayer se reunieron en un lugar público para hablar de no se sabe qué, aunque imaginamos que no fue de fútbol.
¿Alguien se imagina que todos los presuntos, los imputados, los acusados y los culpables pidieran una audiencia al ministro y éste se la diera? La cosa tiene guasa, mucha guasa. Ahora resulta que el ministro de la mordaza, del rechazo a la inmigración, de la aversión a los diferentes, le ha dedicado un rato a Rato. Un par de horitas donde el presunto le habrá llorado, le habrá recordado tiempos en los que mandaba, cuando juntos se reunían para decir que sí a la invasión de Irak que Aznar organizó.
Le habrá pedido árnica, porque los jueces le tratan mal y no agradecen lo que él, el gran Rodrigo hizo por este país, arreglar la economía, aunque eso diera origen a la burbuja inmobiliaria. Son todos unos desagradecidos.
Es verdad que quizá engañó un poco con las cuentas de Bankia para salir a bolsa, pero ¿quién no?. Es verdad que no cortó lo de las preferentes, pero él no empezó, sólo se dejó ir. Es cierto que se acogió a la amnistía fiscal, pero ¿acaso ha sido el único? Pecados pequeños que sin duda debe perdonar un amiguete. Porque la UDEF (Unión central de Delincuencia Económica Fiscal), que es un cuerpo policial y la guardia civil dependen del ministro Fernández, le podían investigar, y eso no es justo, porque si hay alguna cosilla, hay que saber perdonar a los amigos.
Además no lo hizo con mala intención, sólo fue por amor al dinero y el poder, y eso es tan humano y tan comprensible para el ministro, que seguramente le habrá comprendido y consolado.
Sin duda el ministro Fernández, parodiando a Rajoy, le habrá dicho: “Sé fuerte, Rodrigo”, “haré lo posible, lo que esté en mis manos, aunque ya sabes que los jueces se están saliendo del tiesto y ya no nos hacen tanto caso…”
En fin, ya saben ustedes los amigos están para esto. Las leyes hay que cumplirlas, pero hay que ser flexibles, tampoco hay que ser tan exigentes cuando se trata de gente como Rodrigo, que tanto ha hecho por España… y por Suiza.
Y que conste que es sólo una suposición. Podría apostar que ha ido más allá en su comprensión.
Porque recordemos que Fernández Díaz, hombre pío donde los haya, hombre de la Obra, sabe hacer de confesor y perdonar al prójimo, en el caso de que sea un amiguete. Así es que es muy posible que se concluya con que Rodrigo es un buen hombre, un gran patriota, y “pelillos a la mar”, al fin y al cabo, hay otros canallas de peor ralea, y Rato siempre ha mirado para España, aunque con un ojo puesto en Suiza.
Y ya saben ustedes, cuando Rajoy dijo que había un problema de comunicación, que había que tratarse más con la gente, que había que salir a la calle, que había que hablar con los ciudadanos, se refería a tener audiencias con gente corriente, como dedicar un rato a un tal Rato. Porque hay que hablar con el pueblo llano y el ministerio es el lugar adecuado.
No hay nada como hacer de Pilato, y si se puede liberar a Barrabas-Rato, se libera, al fin y al cabo, el otro –Bárcenas-- ya está crucificado.
Salud y República
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