Los últimos datos conocidos apuntan a que China ha entrado en una nueva
fase de la epidemia del nuevo coronavirus. En los últimos días, tienden a
bajar exponencialmente los casos confirmados y las muertes asociadas.
Atrás quedan las dos etapas previas. La primera, caracterizada por la
negación del brote, el ocultamiento de los datos y la represión de los
facultativos informantes. Lo que para unos obedeció a la natural
tendencia a la opacidad del sistema para otros fue simple resultado de
la impericia, pero ambos factores pudieron confluir. Sea como fuere, el
silencio y la demora en el lanzamiento de la alerta sanitaria
condicionaron negativamente su rápida expansión.
La segunda, a la vista de la gravedad de la crisis, la adopción de
medidas expeditivas y de gran impacto contrastó vivamente con la primera
actitud, sin importar que afectara no solo a la vida cotidiana de
millones de personas sino a la propia estabilidad del desarrollo
socioeconómico del país. La imposición de la mayor cuarentena de la
historia supuso el punto de inflexión que marcó tanto el cambio en el
comportamiento de las autoridades como también la toma de conciencia
masiva en la sociedad. La sensible mejora de la transparencia en la
información también ayudó a una mejor percepción de la crisis.
Si la primera fase provocó malestar, indignación y rechazo, la segunda
derivó en reconocimiento por el enorme sacrificio implícito en la
magnitud de las medidas de prevención y control adoptadas. La propia OMS
lo ha destacado llamando la atención sobre la valentía y flexibilidad
de las decisiones así como su eficiencia e innovación (incluyendo el uso
de big data, inteligencia artificial, 5G y otros medios técnicos a una
escala inusual hasta hoy día). En este aspecto, al margen de otros
hipotéticos usos, se han podido generar cantidades masivas de datos
relacionados con cada caso y facilitar su consulta en línea por los
hospitales, adaptando y agilizando los tratamientos a los pacientes. Y
todo ello desde un sistema público de salud fortalecido.
A falta de cuantificación, todos reconocen que la economía china
experimentará una importante contracción, dependiendo su magnitud final
de si el brote se resuelve o no en breve. Una rápida superación es
improbable, sobre todo teniendo en cuenta el nivel de propagación
mundial que está manifestando y la importante imbricación de la economía
del gigante asiático con la internacional.
En China, la producción se está reanudando poco a poco. Las autoridades
insisten en la fortaleza estructural de su economía y de su capacidad
para remontar la compleja situación actual. El Consejo de Estado ha
dispuesto varios paquetes de medidas de impulso que podrían
incrementarse en las próximas semanas. Pero el impacto sobre las
actividades económicas y sobre el conjunto de la sociedad, serán
considerables. No será fácil.
Asimismo, las implicaciones políticas de su mayor crisis de salud
pública de la historia reciente, no pueden pasar por alto. Los graves
errores de la primera fase, que tanta indignación provocaron, fueron
compensados a ojos de muchos con los aciertos de la fase siguiente. De
una u otra forma, de cara al futuro, probablemente no bastará con
utilizar a las autoridades locales como chivo expiatorio para explicar
el pésimo manejo inicial del brote y habrá lecciones que extraer para
eliminar el secretismo en la gestión de las alertas.
Xi Jinping y el PCCh han querido demostrar la enorme capacidad sistémica
para conjurar un desafío de esta naturaleza. Es verdad que ningún otro
país del mundo lo podría hacer de igual forma. Su escala es
incomparable. Pero para ellos hay también una lección: es absurdo
maquillar la realidad, aunque los tiempos varíen, esta acaba por
imponerse sobre cualquier otro propósito.
El COVID-19 apareció primero en China pero eso no significa que
necesariamente se originara en China. Pese a ello, la chinofobia alcanzó
niveles que nunca se detectaron en otros episodios similares (como el
de la gripe A originada en EEUU en 2009, por ejemplo, que provocó casi
20.000 muertos en todo el mundo). No es un hecho casual. Como quizá
tampoco la desmedida atención informativa en este caso, a diferencia de
otros anteriores similares.
Inmerso cada vez más en la pugna estratégica con China, en EEUU se pasó
de casi celebrar el brote porque “traería de vuelta empleos” a “exigir
disculpas”, como hizo un presentador de la Fox News, palabras que no
hacen sino alimentar la xenofobia. El COVID-19 también nos retrata a
cada uno.
Xulio Ríos, director del Observatorio de la Política China
En España muchos aún no han comprendido que tomarse una cerveza en una
terraza puede matar, mientras el gigante asiático ha conseguido, en
apenas 3 meses, rebajar la tasa de contagios a menos de 20 infectados al
día
El coronavirus es una amenaza histórica y descomunal
que va a poner a prueba no solo la fortaleza de nuestro sistema
sanitario público sino la calidad humana, el grado de solidaridad y el
valor de nuestra población como sociedad y como país. China,
en un ejemplo de poderío que ha asombrado al mundo, ha logrado
controlar la pandemia en apenas tres meses –recordemos que los primeros
casos se detectaron el 1 de diciembre del pasado año en la ciudad de Wuhan−
de manera que si hay algo que ya podemos sacar en claro de toda esta
crisis es que para vencer al maldito germen hay que hacer exactamente lo
mismo que han hecho los chinos.
¿Estamos siguiendo en España esa hoja
de ruta que nos llega del lejano Oriente? Por lo que vamos sabiendo a
través del aluvión de noticias no exactamente ni al cien por cien.
En primer lugar, desde que se cerraron los colegios y universidades en Madrid
se ha producido un éxodo de estudiantes y funcionarios hacia sus
localidades de origen que en China es impensable.
Lo lógico habría sido
que todos ellos se quedaran en la capital de España, confinados o en
cuarentena, para evitar la expansión del virus en aquellas zonas del
país donde la pandemia solo ha registrado unos pocos casos.
Pero por lo
visto hay quien se ha tomado estas dos semanas de emergencia nacional y
de prevención por alerta sanitaria como unas vacaciones más y ha
decidido disfrutar de unos días en la costa o en el chalé del campo, sin
tener en cuenta que su cerveza en una soleada terraza puede abrir un
nuevo foco de contagio.
Esa imprudente forma de pensar sería
inconcebible en China, donde desde el primer momento la población se
refugió en sus hogares mientras el Gobierno de Pekín colocaba
a un funcionario en la puerta de cada casa para tomar la temperatura
con un termómetro a todo aquel que entraba o salía.
Y pobre de aquel que
no cumpliera con el protocolo, ya que podía terminar en la cárcel
incomunicado y sin fianza. Así fue como millones de chinos se pusieron
manos a la obra, trabajando como un solo equipo de más de mil
cuatrocientos millones de personas para derrotar al coronavirus.
Y así
es como, fruto de esa gigantesca colaboración y concienciación
colectiva, China ha logrado reducir la tasa de contagios a menos de 20
personas al día, que es casi el efectivo control de la enfermedad, como
demuestran las imágenes del personal sanitario chino bailando y
celebrando el éxito de la misión.
No parece que en España hayamos llegado aún a ese nivel de
sensibilización social ante la magnitud del problema, aunque
probablemente lo iremos aprendiendo con los días, cuando las cifras de
contagiados y muertos vayan creciendo de forma exponencial y la
situación se vaya pareciendo cada vez más al dantesco escenario
italiano.
Las diferencias entre la sociedad china y un país como el
nuestro son más que evidentes.
De entrada, el gigante asiático es un
régimen pseudocomunista con libertades restringidas donde el ciudadano
trabaja por y para el Estado.
España, por su parte, forma parte de ese
oasis privilegiado europeo en medio del caos del mundo donde la
población disfruta de unos derechos plenos, donde el hedonismo y el
individualismo suelen imponerse a la colectividad y al interés común y
donde resulta impensable que un policía detenga a un ciudadano solo por
no cumplir los protocolos sanitarios y por poner en riesgo a sus
compatriotas.
Pero de cualquier manera, parece obvio que el ejemplo chino debe ser
el modelo a seguir si queremos salir de esta. ¿Qué es lo que ha hecho
bien aquel país para frenar el Covid-19?
Entre otras muchas cosas, adoptar cinco medidas drásticas: el confinamiento “estricto” de la población, primero en Wuhan,
epicentro del brote, y luego en el resto del país; el cierre total de
fábricas, colegios, universidades, instalaciones del Estado y eventos
culturales y de ocio; el aumento de la inversión en sanidad y del dinero
en investigación para encontrar tratamientos y vacunas; el uso de datos
personales para encontrar cada foco de contagio; un protocolo ágil de
atención a las víctimas en los centros sanitarios; y construir en tiempo
récord nuevos hospitales especializados en la lucha contra el virus.
En
general, Pekín ha pasado de las simples recomendaciones a las órdenes
de inexcusable cumplimiento, otra lección que conviene no olvidar.
Esta forma de gestionar la pandemia ha sido alabada por la Organización Mundial de la Salud:
“La unánime conclusión del equipo de la OMS es que China ha cambiado el
curso del brote de coronavirus Covid-19 dentro del país.
Lo que era un
acelerado crecimiento, se estabilizó y ha comenzado a bajar más rápido
que lo que uno puede esperar si hubiéramos estado observando las
dinámicas naturales de este tipo de contagios.
Cientos de miles de casos
se han prevenido en China gracias a esta agresiva intervención”, ha
asegurado el experto de la organización que vela por la salud mundial.
Estos días España empieza a notar el colapso en los hospitales por la
avalancha de infectados.
El personal sanitario trabaja de sol a sol y
muchos acaban extenuados. Ahora comprobamos las consecuencias de años de
privatizaciones y recortes en medios humanos y materiales ordenados por
Mariano Rajoy.
Ahora nos damos cuenta de que nos
faltan médicos, enfermeras, camas de hospital, mascarillas,
desinfectantes, suministros de oxígeno y laboratorios para la
investigación.
El paquete de medidas económicas de Pedro Sánchez
va en la buena dirección, ya que supone una inyección potente de
recursos en el maltrecho sistema sanitario (aunque le haya faltado
adoptar medidas más duras como la nacionalización temporal de la Sanidad
privada).
Trabajando bien, solidariamente y en equipo, se puede superar
la pandemia. Por mucho que algunos como Pablo Casado,
en su alarmante inmadurez política e irresponsabilidad, sigan pensando
en sacar algunos pescados como ganancias electorales de este inmenso río
revuelto.
Los animales domésticos no son transmisores de la enfermedad
En las últimas 48 horas, las medidas tomadas por el Gobierno de
España para que no se propague más el coronavirus han generado en muchos
un miedo irracional. Esa reacción lleva a otros tantos a la incomprensible decisión de abandonar a sus perros o gatos.
⚠ Recordad: ellos no transmiten la enfermedad ⚠
.
Cuando la crisis sanitaria por el coronavirus comenzó en China allá por diciembre, fueron muchos los ciudadanos chinos que abandonaron a sus perros y gatos en las calles.
En las últimas horas el asunto del coronavirus se ha puesto más serio
en España: cierre de colegios y universidades, o la campaña #Quédateencasa durante 15 días. Y desde hace unos días las asociaciones de animales han detectado un aumento de abandono de perros y gatos en nuestro país. Pero, ¿por qué?
Miedo al coronavirus: aumenta el abandono animal en España
En su momento en China, aquello que era desconocido (ahora sabemos mucho más que entonces,
ya hay prototipos de vacunas contra el coronavirus), tan desesperada
fue la situación en un primer momento que incluso salieron vídeos de cómo la gente lanzaba a sus perros y gatos por las ventanas. Y todo por puro miedo, un miedo irracional.
Ese miedo irracional se ha extendido entre buena parte de la población
casi a la par que lo ha hecho el virus. Hay casos confirmados en buena
parte de Asia, Australia, Norteamérica y Europa. En Italia, la
más grave de Europa y por ello completamente aislada hasta nueva orden,
ya se han registrado más de 2.000 casos de abandono animal. Y ahora muchos españoles siguen ese penoso ejemplo
Ni perros ni gatos son transmisores del Covid-19
Parémonos a pensar. Muchos chinos tomaron esa desafortunada decisión con sus mascotas porque decían que el origen de esta nueva cepa del coronavirus venía de animales,
pero no se sabía de cuáles. Se habló que era por consumo de carne de
reptiles y prohibieron su compra-venta. Luego creyeron que era de
animales salvajes y por el camino cayeron los perros y gatos. En la
actualidad, la teoría más extendida es que viene por consumir carne de murciélago, aunque tampoco está confirmado.
De la misma forma, la OMS recomienda que “siempre es una buena idea lavarse las manos con agua y jabón después del contacto con las mascotas”. Este tipo de recomendaciones son especialmente importantes ahora que el Gobierno aconseja permanecer en casa durante los próximos 15 días para que juntos hagamos que la curva del virus en España descienda.
En esta infografía te explicamos más al respecto para que puedas
seguir, en la medida de lo posible, el día a día con tu mascota:
¿Y si tengo que llevar a mi perro al veterinario?
Puede ser que a tu perro o gato le ocurra algo y sea preciso llevarlo
el veterinario. Las clínicas españolas siguen por norma, sin necesidad
de crisis sanitaria de por medio, un protocolo de limpieza y desinfección riguroso y del más alto nivel (bactericida/fungicida y viricidas). Y además, han recibido este mismo viernes las indicaciones necesarias a seguir. Rezan así:
Como dice el refranero español, más vale prevenir que curar.
Con estas medidas lo que se pretende es frenar la expasión de este
virus entre todos para que pronto podamos volver a la normalidad. La histeria social no ayuda en estas situaciones que puede llevar a unas horribles consecuencias para tu perro o gato. Si estás en cuarentena, déjaselo a alguien de confianza, pero no le abandones. Siempre hay otra alternativa
El País Vasco declara la emergencia sanitaria y podrá obligar al confinamiento de poblaciones
Euskadi es uno de los principales focos del coronavirus con 417 infectados y 14 muertos
EUSKADI declara la ALERTA SANITARIA
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El lehendakari, Iñigo Urkullu,
ha anunciado este viernes que el departamento de Salud vasco aprueba
una declaración de emergencia sanitaria. El líder del Ejecutivo vasco
había convocado un Consejo de Gobierno extraordinario a las ocho y media
de la mañana y más de dos horas después ha comparecido para plantear
las medidas que ha tomado su gabinete.
Las resoluciones suponen “medidas
complementarias a las decisiones del Gobierno español”,
ha sostenido. Euskadi cuenta con 417 casos positivos de coronavirus y
14 muertos, según el balance ofrecido la mañana de este viernes. Urkullu
ha indicado que nueve personas que habían contraído la enfermedad ya
están curadas.
Esta
emergencia faculta al Gobierno vasco para tomar medidas
extraordinarias, como el confinamiento de poblaciones (como el que se ha
adoptado ya en Igualada, en la provincia de Barcelona), la prohibición
de desarrollar actividades concretas y la “limitación o condicionamiento
del uso de servicios públicos y privados o el consumo de bienes”, según
establece la normativa vasca. El lehendakari ha notificado que “hay un
plan de seguimiento del abastecimiento alimentario”
Urkullu
ha afirmado que la “declaración de emergencia sanitaria se adopta para
afrontar la crisis de salud”. El dirigente vasco ha considerado las
medidas como “imprescindibles ante la situación del coronavirus”.
El
presidente vasco ha insistido en que se trata de “medidas de protección y
contención” para “preservar la salud pública”.
El jefe del Ejecutivo autónomo ha hecho saber que se aplicará un
“primer fondo institucional de urgencias con 300 millones de euros para
apoyar al sistema educativo y educativo, además de al ámbito educativo”.
“Remar en la misma dirección”
“El
carácter extraordinario del esfuerzo está justificado”, ha declarado el
lehendakari. Urkullu ha destacado que “la situación afecta a la salud
de todos, es un hito histórico por su gravedad, consecuencias y
duración”. “Hay que remar en la misma dirección como un equipo, la
sociedad vasca está respondiendo con un civismo modélico”, ha aseverado,
además de pedir prudencia: “No hemos pasado lo peor”.
“Tenemos
que llamar a la responsabilidad”, ha declarado el dirigente, quien ha
dicho que no teme una eventual “desertización" de la región. “Apelamos a
la responsabilidad”, ha precisado, y ha solicitado actuar desde lo
local ante una crisis internacional.
El también candidato
del Partido Nacionalista Vasco (PNV) para las elecciones adelantadas al
próximo 5 de abril citó el jueves al resto de partidos a un encuentro este lunes
en la sede del Gobierno, en Vitoria.
El propósito era estudiar, después
del encuentro programado el sábado con el presidente del Gobierno,
Pedro Sánchez, y el resto de presidentes autonómicos, la pertinencia de
un aplazamiento electoral. “Estamos analizando legalmente y
jurídicamente las situaciones que pudieran afectar a la campaña
electoral y a las elecciones.
Por eso hemos convocado a los partidos el
lunes para que todas las decisiones que se tomen sean consensuadas”, ha
informado.
La Wikipedia parece una fantástica fuente de información, pero como toda estructura piramidal, mantiene unos secretos que desvelamos en el siguiente video
¿Quiénes son los editores?, ¿Quién financia la Wikipedia?
¿Podemos ver CLARAMENTE que parte de un artículo ha sido editada por cada editor?
Asimismo, os explicamos en un breve tutorial a instalar el nuevo plugin “WikiWho” que os dirá cosas muy reveladoras sobre el carácter de algunos editores y que partes de cada artículo le “inspiran” más para editarlas.
El miedo es una astuta herramienta que se utiliza para que nosotros aceptemos condiciones inaceptables, en el siguiente video, explicamos cómo nos han sumergido en una doctrina en la que el Shock es constante y con ello, consiguen alcanzar todas sus metas.
Nota del Ministerio de Salud Pública de Cuba, dada a conocer en la
emisión estelar del Noticiero Nacional de la Televisón cubana, confirmó
que un ciudadano cubano residente en Santa Clara, esposo de una
boliviana radicada en Milan, aumentó a cuatro el número de pacientes con
esa patología en la Isla.
Nota número dos del Ministerio de Salud Pública
*
Nota del Ministerio de Salud Pública de Cuba, dada a conocer en la emisión estelar del Noticiero Nacional de la Televisón cubana, confirmó que un ciudadano cubano residente en Santa Clara, esposo de una boliviana radicada en Milan, aumentó a cuatro el número de pacientes con esa patología en la Isla.
*
En el día de hoy se confirma en el Centro Nacional de Referencia del
Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK), un nuevo caso positivo
al Nuevo Coronavirus SARS CoV-2.
Se trata de un cubano residente en Santa Clara, provincia de Villa
Clara, esposo de una ciudadana boliviana radicada en Milán, Región de
Lombardía, Italia, la cual ingresó al país el pasado 24 de febrero,
aparentemente asintomática y comenzó a desarrollar síntomas
respiratorios leves el día 27 del mismo mes.
El día 8 de marzo, el esposo comenzó con síntomas respiratorios,
acudiendo ambos al sistema de salud, donde de inmediato se ingresaron en
el hospital de aislamiento de Villa Clara y posteriormente fueron
trasladados e ingresados en el día de ayer en el IPK.
En las pruebas realizadas, resultó positivo al nuevo coronavirus el
ciudadano cubano, mientras que su esposa fue negativa, dado el tiempo de
15 días de evolución de la enfermedad a partir de los primeros
síntomas.
Se realizan las acciones de control epidemiológico a las personas
identificadas como contactos, los cuales se mantienen asintomáticos y
bajo vigilancia.
La evolución de ambos pacientes es favorable y ninguno hasta el momento presenta peligro para su vida.
No es el fin del mundo aunque lo parezca: los mercados sufren
importantes caídas, el precio del petróleo se desploma, el oro sube
(esto significa que la cosa está muy mal) y el coronavirus se extiende.
La única buena noticia es que las autoridades de Pekín han empezado a contener la situación
tras casi tres meses de lucha, pero el problema aún no ha desaparecido.
La visita del presidente Xi Jinping a Wuhan, donde comenzó todo en
diciembre, es más que simbólica en este momento de histeria planetaria.
La batalla a corto plazo es frenar la expansión del coronavirus y generar tranquilidad;
a medio, disponer de una vacuna, un paso que aún exigirá meses de
trabajo. Para no caer en bulos lo mejor es informarse en la página de la
Organización Mundial de la Salud (WHO en inglés).
Italia es el segundo país más afectado después de China. Ha copiado las medidas más extremas adoptadas por Pekín, como la de cerrar ciudades y provincias en el norte.
El lunes las extendió a todo el país. Afecta a más de 60 millones de
personas.
Hay miedo a parecer que no se hace lo suficiente. Corea del
Sur, el cuarto más afectado tras Irán, ha impulsado el número de pruebas
para descubrir nuevos casos y que el aislamiento sea más selectivo.
No descarten este tipo de medidas en España
y otros países de la UE. La fecha clave para Wall Street será el día
que se decida cerrar Nueva York. Si se supera ese día ya no le quedarán
más excusas al miedo.
En este enlace disponen de un cuadro actualizado de contagios, mortalidad e información por países.
Algunos analistas comparan el desplome bursátil de las dos últimas
semanas con la crisis de 2008. Otros afirman que el impacto real se
parecerá al crack de 1929 que derivó en la Gran Depresión.
Sería el peor escenario porque de aquella crisis surgió el nazismo.
Se supone que disponemos de mejores herramientas políticas y técnicas
(como detener una sesión en medio de un desplome) para evitar una
repetición. El problema es que durante los últimos 35 años se retiraron los mecanismos de control.
Todos los presidentes, desde Ronald Reagan a Donald Trump, incluidos los presidentes demócratas Bill Clinton y Barack Obama, han trabajado en favor de los mercados. Esta es la consecuencia.
Además de leer –o releer– el Ensayo sobre la ceguera de José Saramago es esencial que vean este vídeo de los humoristas John Bird y John Fortune sobre la crisis de las hipotecas basura
(sub-prime), causante del hundimiento de Lehman Brothers y de la crisis
económica de 2008. Es la mejor explicación de cómo funciona todo esto.
Les recomiendo estos cuatro documentales y películas que explican 'por qué se para la música', y cuáles son las consecuencias:
-Inside Job, de Charles Ferguson.
Con este documental entenderán la frase de “todos los presidentes han trabajado en favor de los mercados”.
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Os recomendamos leer la noticia completa (términos, definiciones...)
Después de su exitoso paso por los festivales de Cine Cannes, Toronto, Nueva York y Valladollid, donde recibió enormes elogios de la crítica, "INSIDE JOB" fue galardonada con el Oscar a Mejor Película Documental en la 83 edición de la Academia.
Y no es para menos... desvela sin tapujos los causantes (y beneficiarios) de la crisis mundial
Charles Ferguson ("No End In Sight") nos trae la primera película documental que expone la terrible verdad sobre la crisis económica de 2008.
El derrumbe financiero a nivel mundial, ha supuesto más de 20 billones de dólares en pérdidas y, como resultado, millones de personas han perdido sus casas y empleos. A través de una extensa investigación y de entrevistas con respetados expertos financieros, políticos y periodistas, "Inside Job" expone el auge de una industria deshonesta y desvela las corrosivas relaciones que han corrompido a los políticos, al reglamento regulador y a los académicos.
The Flaw, de David Sington. Todo documental en el que aparezca Joseph Stiglitz es esencial.
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Margin Call Trailer Subtitulado - El Precio de la Codicia Pelicula
Too Big to Fail, una radiografía de un sistema basado en la gula y en la irresponsabilidad.
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2012 Available online download-to-own, stream and DVD
Malas noticias - como empieza la crisis económica en 2008
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El video es un corte de la película, un curso rápido del modo más
capitalista de ejercer un gobierno, y de como sus consecuencias son
sociabilizadas, el drama
Algunas enseñanzas de la crisis:
1. Un Estado fuerte y eficaz es necesario. La alternativa neoliberal mata.
Recuerden que en las Bolsas mundiales no solo están los inversores, sea
cual sea su tamaño y perfil, también están los fondos privados de
pensiones. Es decir, de las pensiones que fueron privatizadas por
gobiernos que consideran que el mercado cuida de todos nosotros.
2. Para la sanidad privada esto no es una crisis, sino una oportunidad de negocio.
Los test son gratuitos en EEUU (en teoría). La atención en urgencias
cuesta entre 1.400 y 3.000 dólares. El seguro privado se hace cargo del
20%. El discurso de la llamada izquierda del Partido Demócrata (Bernie
Sanders, Elizabeth Warren y Alexandria Ocasio-Cortez) va a encontrar un aliado: la realidad.
Es necesaria una sanidad universal que garantice la seguridad médica de
todos los ciudadanos, y un sistema que proteja el salario de los que
están de baja. Un paciente no es un cliente. La salud debería estar por encima de la gula de las aseguradoras médicas, de los hospitales y de los médicos sableadores.
3. En cuanto aparece un problema grave, los
liberales buscan la protección del Estado. Su ideario funciona así: mis
beneficios son privados (y sin apenas impuestos, mejor); las pérdidas son de todos.
Sucedió en 2008. En España se produjo un rescate escandaloso de las
cajas de ahorro. No hay planes ni obligaciones legales para que
devuelvan hasta el último céntimo de los 42.017 millones que el Banco de
España da por perdidos. La alternativa podría ser Holanda, un país poco
comunista: ING recibió 10.000 millones de euros en 2008 y devolvió
añadidos los intereses, 12.500.
4. El PP de Pablo Casado acaba de proponer al Gobierno un decálogo de acción centrado en liberar a las empresas de la presión fiscal cuando el problema es una emergencia de salud. Ni una palabra de la sanidad pública que llevan años tratando de destruir.
5. La clave será si esta crisis sanitario-bursátil
tendrá consecuencias en la economía real. La china está funcionando al
50-60% de su capacidad, según sus propios datos. Tendrá impacto en su
PIB, que ya daba muestras de fragilidad. China es la segunda economía
mundial: si estornuda, nos resfriamos todos. ¿Afectará la crisis a la reactivación de la economía mundial o provocará una recesión? Sean pesimistas, acertarán.
6. En abril conoceremos los datos trimestrales de
muchas empresas. No hay que ser un lince para imaginar que las compañías
aéreas, las de cruceros, hoteles, reservas y otras relacionadas con el
turismo tendrán resultados catastróficos. Será el momento estelar de los especuladores a la baja,
que buscan invertir y vender en plazos de horas o días en busca de
ganancias exprés. Es un juego peligroso. Se llama especulación.
7. La comunicación en casos de emergencia debe estar en manos de expertos como el español Fernando Simón, que informa con rigor y claridad.
En una alarma sanitaria y social es esencial transmitir credibilidad.
Las medidas deben ser escalonadas, en función de la amenaza real de cada
momento, no de la histeria alimentada por medios de comunicación y
políticos irresponsables.
8. El precio final de esta crisis saldrá de los impuestos, no de las aseguradoras privadas. Tienen la chistera de la letra pequeña: es una catástrofe natural, como un terremoto.
9. Ya es mala suerte, pero las grandes crisis internacionales aparecen cuando gobierna la izquierda en España.
La derecha tiene el calendario a favor, ganan las elecciones en el
arranque de las recuperaciones. Así pueden venderse como milagreros.
10. El Reino Unido ha abandonado la UE en el peor
momento, cuando es más necesaria la coordinación de los esfuerzos. Tras
casi cuatro años instalados en las fakes news, al gobierno de Boris Johnson le va a costar aterrizar en la realidad. Por cierto, ¿dónde está la UE en esta crisis?
11. EEUU está en manos de Donald Trump,
un tipo ciclotímico acostumbrado a calificar de falso todo lo que no le
gusta. Si la gestión de la crisis fuese catastrófica podría afectar al
resultado de las elecciones del 3 de noviembre. Es la razón por la que
ha colocado al frente a su vicepresidente, Mike Pence, para que se queme. Pero el impulso de Trump de hablar y tuitear a todas horas le mantiene en el centro del escenario.
El paraíso del ultra-capitalismo liberal tiene graves deficiencias
estructurales que dificultarán la lucha contra el coronavirus. Es el
precio de años de desprestigio de lo público.
12. No estamos en un escenario similar a la gripe española (que además no era española).
Mató en 1918-1920 a entre 40 y 100 millones de personas. Los países
enfrentados en la I Guerra Mundial optaron por mantener en secreto su
gravedad para no mostrar debilidad al enemigo. La medicina ha avanzado
mucho. La parte mala es que hoy, 100 años después, los mercados de valores están interconectados. La histeria se contagia a lomos de un clic.
13. Lo ocurrido demuestra que la globalización tiene
los pies de barro. La primera revisión debería ser semántica, no hay
una globalización igual para todos, sino un derecho de pernada para los
países y empresas más poderosos. Los productos del Tercer Mundo no
tienen acceso a los mercados internacionales. Hay libre circulación de capitales, pero no de personas. El Mediterráneo y Grecia son la prueba.
14. Vamos a descubrir las ventajas del teletrabajo.
Muchas empresas –sobre todo las periodísticas– no necesitan grandes
espacios para trabajar todos juntos. Se puede conseguir lo mismo
interconectados. El único problema es que los gallos necesitan tener cerca a las gallinas para saber que son gallos. Todo se supera.
15. Mucha de la información que se mueve en las
redes sociales no está contrastada. Ese canal de distribución está
infectado por la cultura de las fake news, que es una forma de
hacer política y periodismo. La diferencia con las mentiras de toda la
vida es que el mantra falso es aceptado por una parte del público que
dejó de creer en los hechos probados. Demandan mitos, necesitan profetas.
Hay una larga lista de personajes que entran en el prototipo, desde
Trump a Benjamin Netanyahu, pasando por Puigdemont, instalados todos en
la misma deriva supremacista.
16. El pánico amainará en unos meses, los mercados volverán a los tiempos felices y la música de fondo seguirá igual: los negocios por encima de los derechos humanos y sociales, y de la emergencia climática. Siempre nos quedará Bruce Springsteen y la tradicional Pay Me My Money Down.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firma una ley en el Despacho Oval.
La medida entrará en vigor "la medianoche del viernes" para "evitar que nuevos casos entren" en el país
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha anunciado este miércoles que ha suspendido la entrada al país norteamericano a los extranjeros
que hayan estado en un total de 26 países europeos, los pertenecientes
al Espacio Schengen, como medida de prevención y control del nuevo coronavirus.
"Vamos a suspender todos los viajes desde Europa a Estados Unidos durante los próximos 30 días", ha trasladado Trump en un discurso dirigido a la nación pronunciado desde el Despacho Oval. La medida entrará en vigor "la medianoche del viernes",
ha agregado, antes de asegurar que las restricciones "se ajustarán
según las condiciones", que surjan, sin que haya proporcionado más
información.
Asimismo, el mandatario, que ha justificado su decisión aludiendo a "evitar que nuevos casos entren" en Estados Unidos, ha
señalado que habrá "ciertas excepciones para ciertos ciudadanos
americanos" que se hayan sometido "a las evaluaciones apropiadas".
"Estas prohibiciones no sólo se aplicarán a la tremenda cantidad de
comercio y cargas, sino a varias otras cosas a medida que obtengamos la
aprobación", ha añadido. "Cualquier cosa que venga de Europa a Estados Unidos es lo que estamos discutiendo", ha zanjado.
Durante su discurso, Trump no ha especificado qué países están
incluidos en la medida o a quién afecta. Así, posteriormente, la Casa
Blanca ha precisado que las restricciones a los viajes se aplican "a los
extranjeros que hayan estado en los 26 países que tienen acuerdos de fronteras abiertas en los últimos 14 días", aludiendo al Espacio Schengen, según un mensaje publicado en la red social Twitter.
En estos momentos, los Estados Schengen son, además de España, Alemania, Austria, Bélgica Dinamarca, Eslovenia, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Islandia, Italia, Letonia, Liechtenstein, Lituania, Luxemburgo, Malta, Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, República Checa, República Eslovaca, Suecia y Suiza.
Las personas que están exentas de estas restricciones,
como los ciudadanos estadounidenses, serán trasladados a aeropuertos
"limitados" donde puedan realizarse controles, ha agregado la Casa
Blanca.
En este sentido se ha expresado también el Departamento de Seguridad
Nacional estadounidense, que ha trasladado en un comunicado la misma
información que la Casa Blanca y ha insistido en que "no se aplica a los
residentes estadounidenses legales permanentes (en general), a los familiares directos de ciudadanos estadounidenses y a otras personas identificadas" en la proclamación presidencial.
El secretario interino del Departamento de Seguridad Nacional, Chad Wolf,
ha señalado que Trump toma estas medidas "para mantener a los
estadounidenses a salvo y salvar vidas estadounidenses", al tiempo que
ha celebrado la decisión y ha reconocido al mandatario "tomar esta
decisión difícil pero necesaria".
"Si bien estas nuevas restricciones de viaje serán perjudiciales para
algunos viajeros, esta acción decisiva es necesaria para proteger al
público estadounidense de una mayor exposición al coronavirus potencialmente mortal", ha remachado Wolf.
Por último, horas después, Trump ha expresado mediante la citada red
social que "es muy importante" que todos los países y empresas sepan que
el comercio "no se verá afectado de ninguna manera por la restricción".
"La restricción detiene a las personas, no a los bienes", ha aseverado.
Ayuda económica de "emergencia"
Por otra parte, el presidente estadounidense ha especificado que
proporcionará ayuda económica de emergencia a los americanos afectados
por el coronavirus.
"Para asegurar que los trabajadores americanos que están afectados
por el virus puedan quedarse en casa sin miedo a los apuros financieros,
pronto llevaré a cabo una acción de emergencia, que no tiene
precedentes, para proporcionar una ayuda financiera", ha precisado
Trump, al tiempo que ha matizado que está dirigida a trabajadores que "están enfermos, en cuarentena o cuidando de otros por el coronavirus".
"Pediré a la Cámara de Representantes iniciar una acción legislativa para extender esta ayuda", ha aseverado.
Asimismo, ha insistido en que la situación derivada del coronavirus,
originado en China, "no es una crisis financiera". "Sólo es un momento
temporal del tiempo que venceremos como nación y como mundo", ha
abundado.
Medidas adicionales
Trump también ha anunciado medidas adicionales, algunas de las cuales
ya se habían dado a conocer con anterioridad, como proporcionar capital
y liquidez a las empresas con plantilla afectada por el nuevo
coronavirus y destinar préstamos económicos a los estados y territorios
estadounidenses afectados.
"Estos préstamos de interés bajo ayudarán a las pequeñas empresas a superar las interrupciones temporales causadas por el virus", ha apuntado.
"Estoy seguro de que tomando estas medidas reduciremos significativamente la amenaza a nuestros ciudadanos y finalmente venceremos este virus", ha señalado.
Por último, el mandatario ha querido trasladar un mensaje de ánimo y
tranquilidad a la población. "El virus no tiene ninguna oportunidad
contra nosotros", ha asegurado. "Ningún país está más preparado que
Estados Unidos.
Estamos en esto juntos, como una nación y un país.
Estados Unidos siempre está preparado para los retos", ha concluido.
A nivel global, los casos confirmados sobrepasan los 126.000 y las
muertes se sitúan en más de 4.600, según los datos oficiales recopilados
por la Universidad Johns Hopkins. En Estados Unidos, hay más de 1.300
afectados y 30 víctimas mortales.
El virus que surgió en Wuhan no es un fuego lejano. Ya empezamos a
conocer personalmente a alguien que conoce a alguien contagiado. Hoy
querríamos tener uno de esos –tan exagerados parecían– hospitales
levantados en un espectacular time-lapse frenético hace un mes en la lejana China.
La preocupación ciudadana también parece que va aquí por regiones, pero el mapa se ha extendido hasta tocar nuestra puerta.
Ahora escribimos mensajes a nuestros biólogos en búsqueda de ciencia y
de mesura, a nuestros médicos esperando certeza y tranquilidad, a
nuestras abuelas confiando los cuidados de nuestros hijos. El sistema no
se rompe. Pero podemos llegar a tensarlo: seamos responsables. Asumamos como nuestra también la contención de esta crisis. Y calma.
Una de las consecuencias de las medidas necesarias y extremas, no
puedo decir con rigor si han sido tardías, que ha tomado el Ministerio
de Sanidad junto a las comunidades autónomas más afectadas, eran
previsibles. El lunes se produjo un punto de inflexión. Las teorías
conspiranoicas no han tardado en aparecer. Gotean en nuestra mano a través de Whatsapp.
Cíñanse a los consejos de las instituciones sanitarias y su personal
porque ya no es la hora de los valientes. Mucho menos de los
irresponsables. Las medidas de contención para controlar los contagios
tienen como efecto colateral descontener la paranoia de pronto, el
miedo. Mídase este como otra fiebre que podría colapsar los centros de
salud.
No dejen nunca atrás palabras como solidaridad, sentido común y
de comunidad o corresponsabilidad. No decidan llenar de arroz su
despensa para desabastecer la del otro. No permitan réditos políticos en
tiempos de crisis de salud pública. Tampoco se mofen de ningún
contagiado.
Estemos, de una vez, a una. Y por el bien colectivo, llevemos a cabo todas las medidas individuales.
No dejo de pensar en el funcionamiento de nuestra capacidad de
reacción. No me refiero a la política o a la sanitaria, sino a cuál es
la psicología emocional que se activa frente a una amenaza de pandemia, cómo nos situamos ante el problema ajeno.
En qué kilómetro de radio estamos a salvo de ponernos nerviosos. Cuándo nos empieza a afectar.
En qué día cargamos nuestros carros de la compra de papel higiénico y
víveres. Qué ficha del dominó cae delante de nosotros rozándonos las
manos entre la posibilidad de ese hombre que comió murciélago en un
mercado de China y el caso del profesor que viajó a Milán y que da
clases en el colegio de nuestro hijo.
A qué distancia tiene que estar el
humo de ese incendio para que salgamos a mitad de la noche con cubos de
agua a apagarlo. A partir de qué edad alguien que es población de
riesgo duele menos.
¿Te has preguntado si te necesito antes de enviarme esa broma macabra con la que yo sí me puedo reír porque en esta casa hay estructura suficiente para que me haga gracia?
En este sentido, recuerdo una crisis humanitaria que no comparo por sus gigantescas dimensiones, pero que me ayuda a pensar en cómo funcionamos.
Tuvo lugar en 2004, cuando un tsunami aniquiló la costa del sudeste
asiático. Murieron, según se ha llegado a contabilizar más de quince
años después, alrededor de 230.000 personas, sobre todo, en Indonesia,
Sri Lanka, India y Tailandia.
En 2012, Juan José Bayona filmó Lo imposible, la
historia de una familia que sobrevive al desastre inspirándose en la
experiencia de Marta Belón, una española que estaba allí cuando la ola
gigante arrasó con todo. Cerca de un cuarto de millón de muertos y
tuvieron que hacernos el traje de una familia occidental que ve echarse
el agua encima en un resort para conseguir empatizar con la
tragedia.
Si al menos aquí hubiéramos sentido una mínima vibración en
nuestros cristales, si la ola hubiera entrado por nuestros balcones, si
se hubiera formado un pequeño charco bajo nuestra mesa...
Hace un poco de soledad en este invierno y no es de antes de ayer. ¿No les parece?
Veníamos tocados. Hace unos días lloramos casi de forma universal con
la canción de Residente, cuando confesó en un intenso tema que no era
indemne.
Cuánto corta la primera persona, René, después de toda la
protesta de tus letras, después de todo lo que nos has señalado, va y
nos escuece más hondo que recuerdes el número de teléfono de tu primera
casa, allá en la calle 13 de San Juan.
Es la cara de un virus global
cuando miramos un miércoles temprano a nuestro hijo viendo un capítulo
tras otro de dibujos animados mientras nosotros enviamos correos que,
sin duda, no son tan urgentes. Es la ola que revienta en nuestra ventana. Es lo imposible mojándonos a todos hasta los huesos.