domingo, 2 de abril de 2017

CHOMSKY ADVIERTE QUE TRUMP PODRÍA USAR UN ATENTADO DE FALSA BANDERA PARA MANTENER EL PODER



Trump podría impulsar un atentado de bandera falsa para mantener el apoyo de los votantes, advierte el politólogo estadounidense Noam Chomsky.

  
En una reciente entrevista con el medio independiente AlterNet, el intelectual advierte de esa posible opción de la Administración del presidente de EE.UU., Donald Trump, cuando, según prevé Chomsky, los votantes del mandatario se den cuenta de que sus promesas “son castillos en el aire”.

Para el renombrado filósofo, detrás del circo de Trump la política que se impulsa es la de la parte más reaccionaria del Partido Republicano.
Así pues, argumenta que los estadounidenses de clase trabajadora terminarán por reconocer que la “retórica del presidente es ayudar al trabajador, pero sus propuestas en realidad son ​​salvajes y dañinas para ese electorado que ha creído que Trump era su portavoz”.
De producirse ese reconocimiento, para mantener su popularidad, el “Gobierno de Trump tendrá que tratar de encontrar algún medio de recabar apoyos y desviar el discurso de las medidas que estará llevando a cabo”, por lo que incluso advierte: “no debemos dejar de lado la posibilidad de que haya algún tipo de acto terrorista, presentado como tal o escenificado, que pueda cambiar el país al instante”.
Para poder hacer este truco, el presidente estadounidense saldrá diciendo “‘bueno, lo siento, no puedo devolverles sus empleos porque esta gente malvada lo impide’, siendo el chivo expiatorio los típicos: personas vulnerables, inmigrantes, terroristas, musulmanes, la élite… el que sea“, pronostica Chomsky.
Esta advertencia de Chomsky se produce justo cuando la aprobación del presidente Trump, ha caído un punto en solo tres días, llegando a su nivel más bajo desde que asumió el poder en enero.
Según la encuesta realizada por Gallup el pasado fin de semana y publicada el lunes 27 de marzo, la aprobación del mandatario estadounidense cayó a 36 % en un lapso de tres días (del 24 al 26 de marzo), después de que fracasaran sus esfuerzos para aprobar una nueva ley de salud que sustituya al ‘Obamacare’, como se conoce la normativa puesta en vigor por el expresidente Barack Obama.
La aprobación de Trump antes del revés que sufriera el viernes pasado, era del 41 % mientras su punto más bajo anterior fue del 37 %, según un estudio realizado entre el 16 y el 18 de marzo.
Su porcentaje más alto alcanzó 46 puntos registrados la semana siguiente a su investidura, el 20 de enero.
 Fuente:

La Asociación Unadikum manifiesta su total apoyo al Pueblo Venezolano, a su Gobierno y a su Presidente Nicolás Maduro, ante el intento de desestabilización que está sufriendo


COMUNICADO OFICIAL DE UNADIKUM


La Asociación Unadikum manifiesta su total apoyo al Pueblo Venezolano, a su Gobierno y a su Presidente Nicolás Maduro, ante el intento de desestabilización que está sufriendo



Tras el fracaso injerencista por parte de la Organización de Estados Americanos (OEA) contra Venezuela el pasado 29 de marzo, cuyo Secretario General, Luis Almagro, junto a las presiones ejercidas por Estados Unidos, pretendía aplicar la carta democrática y suspender a Venezuela de la OEA, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de Venezuela anunció este jueves que asumirá las competencias de la Asamblea Nacional (AN), en manos de la extrema derecha venezolana, mientras persista la situación de desacato del poder legislativo.


El TSJ, a través de dos sentencias emitidas esta semana, ratificó que "su tarea central en el marco constitucional es preservar el Estado de Derecho, sobre todo ante factores que pretenden desconocer el ordenamiento jurídico y violar la soberanía nacional".


La AN se encuentra en condición de desacato por el TSJ desde el 5 de enero de 2016 y mantiene ese estado hasta la actualidad por juramentar a tres diputados de la autodenominada Mesa de la Unidad (MUD) electos por el estado Amazonas, cuya elección el 6 de diciembre de 2015 fue impugnada debido a haber cometido hechos de fraude.


La medida tomada por el TSJ tiene un carácter temporal y se mantendrá hasta que la AN convoque a sesión, acate la medida del TSJ sobre la desincorporación de los parlamentarios y llame a elección de la Nueva Junta directiva.


Por tanto, desde Unadikum reiteramos nuestro apoyo al legítimo gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y rechazamos el intento tergiversador, por parte de la derecha venezolana, de intentar convertir la medida tomada por el Gobierno de Nicolás Maduro, de forma legal y amparada por la Constitución, en un auto golpe de estado.


Condenamos este nuevo intento desestabilizador contra el Gobierno venezolano, por parte de una derecha venezolana a la que lo único que le interesa es fracturar el orden democrático del país, no respetando, una vez más, la normativa recogida y consensuada en la Constitución Bolivariana.


Volvemos a agradecer al Presidente Maduro, digno sucesor del Comandante Chávez el apoyo ejemplar que ha dado al Pueblo Palestino en su lucha contra la ocupación israelí de sus territorios, y la condena constante y decidida a todas las agresiones de la entidad sionista contra este heroico pueblo que, cómo el venezolano, está afrontando una lucha muy desigual contra una bestia criminal: el imperialismo


Repudiamos la vergonzosa connivencia al unísono de gobiernos del mundo, muchos de los cuales no pueden exhibir ni los logros en materia social de la Revolución Bolivariana, ni la solidez de su democracia donde el pueblo participa protagónicamente.


Irresponsablemente estos gobiernos atentan contra el factor de estabilidad y paz que representa para la región latinoamericana y caribeña, la Venezuela Bolivariana empeñada en impulsar una integración orientada por los principios de la multipolaridad y complementariedad, que ha venido frenando exitosamente las voraces ansias del capital trasnacional por saquear impunemente los recursos de la región, patrimonio de sus pueblos.



31 de marzo de 2017



viernes, 31 de marzo de 2017

El PSOE pide a los restaurantes que donen a los bancos de alimentos la comida que tiran cada día


El Grupo Parlamentario Socialista presentará una PNL para pedir al gobierno “incentivos fiscales” para las empresas y restaurantes que lo hagan. En nuestro país, cada semana se despilfarran 25,5 millones de kilos de comida 

Una representación de las delegaciones de Sanidad y Consumo del Grupo Parlamentario Socialista ha mantenido e reunió ayer en el Congreso, con representantes de la Asociación empresarial de Marcas de Restauración ­­-que engloba 38 grandes empresas- para presentar una Proposición no de Ley, para evitar el despilfarro alimentario.
En declaraciones a los medios, el secretario General de los socialistas, Miguel Ángel Heredia,  ha subrayado que “en nuestro país, cada semana se despilfarran 25,5 millones de kilos de comida. Las superficies comerciales tiran 400.000 kilos anuales; los restaurantes en torno a 6.300 kilos al año, y los hogares cerca de 1,3 millones de kilos de desperdicios anuales”.

“Lo que no podemos entender, y a lo que hay que buscar solución, es que, mientras hay gente buscando comida en los contenedores, mientras hay padres que no pueden dar de comer a sus hijos, se esté tirando esta cantidad de comida”, ha lamentado. “El despilfarro alimentario no nos los podemos permitir ni social ni humanamente”, afirmó.
El responsable socialista ha explicado que “hay informes, tanto de Naciones Unidas como de la Unión Europea, que hablan de que se podría evitar el 60% del despilfarro de comida familiar, y eso podría suponer, no solamente ahorro para las familias, sino también reducir la contaminación”.
En la propuesta, el PSOE plantea al Gobierno que se siente con todos los agentes de la cadena de alimentos y de la comercialización –productores, distribuidores- para incentivarlos fiscalmente a la donación a los bancos de alimentos”.

Además, la iniciativa contempla otras medidas, como cambiar la normativa referida al etiquetado en lo referente a la duración de los productos, diversificar el tamaño de los envases, y, junto con asociaciones de consumidores, difundir campañas informativas y de concienciación.


CARRERO BLANCO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS



La Audiencia Nacional ha ascendido a Carrero Blanco a los cielos más aún que la bomba de ETA y ha tirado a la Justicia española a una cuneta con el resto de las víctimas del franquismo. Eso han hecho tres jueces de la Audiencia, Juan Francisco Martel, Carmen González y Teresa Palacios, que han condenado a la tuitera Cassandra Vera a un año de cárcel por sus chistes sobre el presidente del gobierno franquista al que consideran víctima del terrorismo. Niego la mayor. Carrero no es víctima del terrorismo, es verdugo de un régimen terrorista, que es justo lo contrario.
 
 
Todo está al revés en esta insostenible, incongruente y grotesca sentencia propia de un sistema totalitario, no de una democracia. Se juzga en serio el humor, la libertad de expresión se castiga con cárcel y se llama terrorismo a la sátira, terrorista a quien bromea y víctima a la mano derecha de un dictador. Es un insulto a las verdaderas víctimas, las del franquismo, y a sus familias, que no han podido ver cómo se juzga a sus torturadores y asesinos, pero tienen que leer que uno de los máximos responsables del régimen merece “respeto y consideración”. Él no lo merece porque no es víctima y por tanto tampoco lo son sus familiares. Respeto y consideración merecen los muertos en las cunetas, no el régimen que los enterró allí.
 
 
Argumentan los magistrados que las víctimas del terrorismo lo son siempre con “independencia del momento en el que se perpetró el sangriento atentado”. Mentira. Es una aberración separar los hechos del contexto, un juez lo sabe tanto como un historiador. Los atentados contra el nazismo en la Segunda Guerra Mundial no son terrorismo, son actos de heroica resistencia, lo mismo que el asesinato de Carrero Blanco fue un acto de sabotaje a una dictadura genocida. ETA se convierte en terrorista después. Entonces, el terror lo perpetraba el Estado franquista. Estos jueces no condenan sólo a una inocente sino que reescriben la Historia para indultar al fascismo.
 
 
Pero no sólo la Historia y la moral dicen que el atentado de Carrero no fue terrorismo, lo dice la Ley de Amnistía de 1977 que exoneró a sus responsables, como eximió de culpas al franquismo. Ahí nace la gran paradoja que convierte este proceso en kafkiano. Se llama terrorismo a lo que la legalidad española no reconoce como tal y se condena a una persona por bromear sobre una dictadura que no puede ser condenada pese a sus crímenes. Es una broma de muy mal gusto que la criminal termine siendo una ciudadana y no el criminal al que se refiere. Estos jueces castigan con pena de prisión a una tuitera, en un país en el que Billy el Niño está libre.
 
 
La sentencia no es sólo un peligroso retroceso en las libertades, es un retroceso temporal hasta el franquismo. Hay jueces, políticos y policías que atufan a pasado y quieren devolvernos al Estado policial. En los últimos meses, estamos viendo cómo se persigue como terrorista a quien ejerce la crítica o la sátira. Uno de cada tres casos de terrorismo que se juzgan hoy en España, son casos de libertad de expresión. Ahora que ETA no mata, matemos al mensajero, hagamos que la gente sienta miedo de nosotros. Esta sentencia da miedo, sí, porque es una advertencia para que nos estemos callados y seamos sumisos.
 
 
Dicen los magistrados que la tuitera es culpable de "desprecio, deshonra, descrédito, burla y afrenta" a las víctimas. Pero son ellos los que desprecian la verdad, deshonran su profesión y generan descrédito hacia la Justicia con una sentencia que es una burla a la inteligencia y una afrenta a la libertad. Carrero no es la víctima, la víctima es Cassandra, a la que esta sentencia -si el Supremo no lo remedia- le destroza la vida, la inhabilita para ser profesora como quería y le va a hacer perder la beca con la que estudia. La víctima es el Estado de derecho, las víctimas somos nosotros.
 
 
Javier Gallego, en eldiario.es
 
 

Venezuela rechaza actitud injerencista de gobierno de Perú


Foto: Afp


La ministra de Relaciones Exteriores de Venezuela, Delcy Rodríguez, rechazó hoy enérgicamente, un comunicado emitido por el gobierno peruano, que se inmiscuye en asuntos de la jurisdicción interna de los venezolanos.


El Ministerio de Relaciones Exteriores de Perú hizo públicó una nota, en la cual anunció la decisión del presidente de ese país, Pedro Pablo Kuczynski, de retirar definitivamente al embajador peruano acreditado en Caracas.


Según las autoridades bolivarianas, la nota diplomática emitida en Lima opina acerca de asuntos internos del Estado venezolano, y cuestiona una acción jurídica llevada adelante por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), uno de los poderes públicos de Venezuela, para preservar el Estado de Derecho, destacó Prensa Latina.


La canciller Rodríguez lamentó que el gobierno de Perú 'se dedique a agredir a Venezuela, cuando el pueblo peruano sufre graves problemas a causas de las lluvias.


Es lamentable -añadió- que ante los graves problemas que hoy sufre el hermano pueblo del Perú, sus autoridades se dediquen a agredir a Venezuela', y ratificó la solidaridad de su país con el pueblo de la nación andina.


'Sigue vigente la llamarada sagrada del Libertador Simón Bolívar y El Mariscal Sucre', subrayó Delcy Rodríguez.


A su vez, la diplomática venezolana denunció 'el concierto de la derecha regional para atacar el sistema democrático venezolano, de base popular e inspiración bolivariana'.


Este jueves se informó que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) ejercerá las competencias de la Asamblea Nacional de Venezuela, de mayoría opositora, porque persiste en su condición de desacato a las leyes de la República.


La decisión se adoptó con el fin de preservar el Estado de Derecho, y la Sala Constitucional del TSJ garantizará que las competencias parlamentarias sean ejercidas directamente por esta instancia o por el órgano que ella disponga, asegura una sentencia del máximo tribunal.

 http://islamiacu.blogspot.com/2017/03/venezuela-rechaza-injerencia-peru.html?spref=fb


jueves, 30 de marzo de 2017

El aeropuerto JFK de Nueva York abrirá en 2016 la primera terminal exclusivamente para animales


Siempre nos hemos preguntado —al menos algunos— cómo viajan los animales entre continentes. Todo tipo de animales, para zoológicos por ejemplo, pero también las mascotas, esas que dependiendo del lugar del que provengan necesitan pasar una cuarentena antes de tener los permisos para instalarse en otro país.  


Sin ir más lejos, conseguir el visado para que tu mascota resida en Estados Unidos es tan complicado como conseguirlo para ti mismo (no es broma). Pero una vez que lo tienes, surgen las dudas: ¿En qué condiciones viaja? ¿Cómo son las instalaciones?


Dilema resuelto. En un mundo en el que todo —o casi todo— está inventado, ha surgido una última tendencia para animales de compañía, y otros que no lo son tanto. El JFK de Nueva York prepara la que será la primera terminal del mundo destinada exclusivamente a mascotas y todo tipo de bichinos, en donde estos peculiares viajeros tendrán un tratamiento de lujo.


Unos 70.000 animales vuelan cada año dentro de EEUU, entre ellos hay animales de compañía, como perros y gatos, y también caballos, vacas o pingüinos. El nuevo Arca del JFK, que así es como se ha denominado la terminal, ofrecerá los últimos servicios para que los animales viajen en las mejores condiciones posibles y con el menor estrés.


Para que viajen, y para que puedan pasar la cuarentena de forma óptima. La terminal tendrá aire acondicionado en verano y calefacción en invierno. Además dispondrá de servicios de lavado y ducha para mascotas, al tiempo que sus usuarios podrán disfrutar de una habitación con televisión de pantalla plana.


 Y ahí no acaba la cosa: los pingüinos dispondrán de una sala con privacidad para el apareamiento. ¿Dónde está el límite?


El Kennedy recibe la mayor parte de los animales que entran en Estados Unidos, aunque ya hay instalaciones similares cerca de los aeropuertos de Chicago, Los Angeles, Miami y San Juan. Hasta la inauguración oficial de El Arca, los bichinos en tránsito continuarán siendo supervisados en el aeropuerto Vetport, construido en la década de 1950.



Cerca 180 cabezas de ganado podrán convivir al mismo tiempo en el aeropuerto Kennedy con habitaciones y salones especiales forradas de heno.La inauguración de El Arca está prevista para 2016, el presupuesto destinado para su construcción ha sido de 48 millones de dólares (43 millones de euros) y cuenta con una superficie que supera los 178.000 pies cuadrados (16.536 metros cuadrados).

Esta terminal tendrá establos, en donde los caballos —que normalmente necesitan tres días de cuarentena— estarán perfectamente cuidados.
 

 Muchos de estos equinos tienen un valor extraordinario y viajan de un continente a otro, por ejemplo para competir en carreras en los mejores hipódromos del mundo. 


El Arca también contará con jaulas destinadas a los animales más peligrosos, o para aquellos que necesitan un espacio cerrado como las aves o las vacas. Cerca 180 cabezas de ganado podrán convivir al mismo tiempo en el aeropuerto Kennedy con habitaciones y salones especiales forradas de heno.


Además habrá cuidadores, veterinarios y todo tipo de comodidades que los dueños de los animales podrán contratar. Y la empresa Paradise4, especializada en el cuidado de lujo de mascotas, tendrá un espacio dentro del Arca.


 Esta sala estará compuesta por una área de juegos para perros, piscinas, sala de pedicura —también con esmalte de uñas de colores— y un sistema de control a través de webcams para que los dueños puedan observar las 24 horas del día el trato que reciben sus animales.


 Los gatos además tendrán a su disposición árboles para trepar y hacer ejercicio. El precio por noche superará los 100 dólares (90 euros).


paradise 4 raws



Todos los veterinarios y el servicio de urgencias de esta terminal están a cargo de la prestigiosa y privada Universidad Veterinaria de Cornell. Según declaraciones Cliff Bollmann, uno de los arquitectos líderes del proyecto, y dependientes de la firma Genler, a la CNBC: "El diseño de esta terminal han contado con expertos en diferentes materias, desde veterinarios hasta personas encargadas de la seguridad con el fin de que los animales sufran el menor estrés posible con los viajes.


 Por ello, los denominados aviones/taxi tendrán una pista directa a esta terminal, de tal forma que los animales pasaran desde el avión a las instalaciones en el menor espacio de tiempo posible".


La terminal es propiedad de una filial de la multinacional Madison Avenue Racebrook Capital, que ha firmado un acuerdo de arrendamiento con el aeropuerto JFK(cuyo importe no se ha hecho público) para gestionarla durante los próximos 32 años . Esperan que estas instalaciones entren en números verdes en menos de cinco años. De hecho, el viaje por aire de animales es un lujo en sí mismo


. El coste de un billete de avión de un perro de Londres a Nueva York puede superar los 1.000 dólares (909 euros), mientras que el coste de viajar que tiene un caballo supera los 10.000 (9.090).


 http://www.huffingtonpost.es/2015/07/24/terminal-mascotas-jfk-nyc_n_7855316.html





El imaginario post(neo) colonial de la dependencia africana


El 5 de diciembre de 1992, en la playa de Mogadiscio, el entonces ministro francés de Sanidad, Bernard Kouchner, se hace filmar por las cámaras de televisión de medio mundo mientras baja de un barco de ayuda humanitaria con un saco de arroz a la espalda. 



El barco, según el Estado y los medios de comunicación franceses, contiene arroz recogido por los niños franceses. En efecto, durante las semanas precedentes al desembarco se organizó en las escuelas del vecino país una campaña llamada "Arroz para Somalia". Todos los niños franceses fueron a la escuela con uno o dos kilos de arroz para mandar a los niños somalíes.


 Pero parece que el arroz que llega a las poblaciones hambrientas del Cuerno de África no es el de los paquetes de kilo que se ven en los supermercados. Es el contenido de los habituales sacos de veinticinco kilos de la ayuda alimentaria. En cualquier caso, el Estado francés no necesitaba la colaboración de los niños para llenar de ayudas alimentarias un par de barcos. Solo necesitaba hacer una enorme operación de propaganda para enmascarar una intervención militar tras una intervención humanitaria. Era el inicio de la concepción de "guerras humanitarias".


Esta operación propagandística, y también la figura misma de Bernard Kouchner, son de alguna manera símbolos de la evolución de la imagen de África en el lenguaje político y mediático occidental post(neo)colonial.


 Médico de formación, Kouchner es el fundador de Médicos sin Fronteras y de Médicos del Mundo, dos grandes estructuras humanitarias francesas. Viene de la cooperación humanitaria para arribar a la política y convertirse en uno de los paladines principales de "derecho-deber de injerencia". Noción que ha propiciado la casi totalidad de las intervenciones militares de los países de la OTAN desde el final de la Guerra Fría a la actualidad.


Pobrecillos


Tras la independencia de los países africanos se ha trabajado sobre el imaginario occidental (y también africano) la idea de que Occidente en particular, y los países ricos en general (es decir, incluidos países como las petromonarquías árabes, Japón o Corea del Sur) ayudan a África con miles de millones de dólares cada año. A esta imagen de África mendicante, vorágine de ayudas externas y a pesar de que la generosa ayuda de todos va cada vez peor, han contribuido los Estados, la ONU, el sistema bancario, los medios de comunicación y también las agencias de solidaridad internacional.


Durante sesenta años, nos han bombardeado con palabras e imágenes de un África que vive a costa del mundo. La imagen del niño africano raquítico invade las pantallas del mundo. En vez del lobo feroz, es el niño de Biafra quien se convierte en el miedo para quien no se quiere acabar la sopa: come si no quieres quedarte como él.

Comienzan las grandes operaciones de "solidaridad", el lanzamiento de comida desde helicópteros, la distribución desde camiones. Comienzan los grandes conciertos de música. Los jóvenes van a los conciertos en Londres, París y Los Angeles. Se divierten un montón y están convencidos de haber hecho un bien a África.

La imagen de África hambrienta nutre cualquier tipo de discurso:

-El piadoso de los misioneros: son nuestros hermanos débiles, tienen hambre, ayudadnos a ayudarles.


-El de las ONG: son seres humanos como nosotros, no lo consiguen solos, ayudadnos a ayudarles.



-El de la ONU: algunos Estados miembros no lo consiguen solos, el Banco Mundial, los Estados más ricos les deben ayudar a desarrollarse.



-El del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial: los Estados pobres necesitan préstamos y nuestra asistencia para encontrar una vía de desarrollo.



-El de las multinacionales: estamos en África porque ella sola no es capaz de explotar sus riquezas.
-Finalmente, con los migrantes, incluso en los ambientes de la extrema derecha xenófoba, crece el discurso de quienes dicen: no deben venir aquí, ayudémosles en su casa.


Todos quieren ayudar a África. La única que parece no querer ayudarse es la misma África.


La realidad que viene excluida de la narración post(neo)colonial es el hecho de que los flujos económicos (legales o sumergidos) de África hacia el resto del mundo son infinitamente superiores a los de las ayudas. No es África la que está en deuda con el mundo, es el mundo el que está en deuda con ella.


Al principio fue la esclavitud
 

Millones de personas deportadas a la fuerza a las colonias del Nuevo Mundo. Millones llegaron y otros tantos murieron en el camino.


Luego llegó el colonialismo. El continente africano fue dividido entre las grandes potencias del momento: Gran Bretaña y Francia a la cabeza, pero también Portugal, España, Holanda, Bélgica, Alemania e Italia. Y con el colonialismo aparece el fenómeno de la carestía en África. Poblaciones enteras expropiadas de sus tierras, colonos que poseen ellos solos territorios más grandes que sus países de origen (entre ellos el criminal, racista y colonialistas John Rhodes, 1853-1902, que poseía en la parte meridional del continente territorios más grandes que cualquier nación de Europa occidental), introducción del monocultivo (café, caña de azúcar, banana, piña, cacao, caucho) en detrimento de los productos de primera necesidad. Con el colonialismo es como se introduce el mecanismo de la dependencia alimentaria en África. El continente es obligado por la fuerza de las armas a producir cosas que no consume y a consumir cosas que no produce.


Los sistemas sociopolíticos tradicionales son sistemáticamente destruidos incluso con la imposición de fronteras que cortan en pedazos los pueblos africanos. A cambio se instala un sistema político títere y corrupto.


El colonialismo ha muerto, viva el neocolonialismo
 

Tras las Segunda Guerra Mundial, el colonialismo mundial, bajo prescripción del nuevo amo del mundo, Estados Unidos, es declarado fuera de la ley, y se desencadena un lento proceso de descolonización. Pero las potencias coloniales no pueden renunciar a ese maná celestial que es África. Optan por conceder una aparente independencia política, instituyendo progresivamente un sistema neocolonial que, de hecho, es incluso más despiadado que el orden colonial tradicional, ya que en apariencia los antiguos Estados coloniales no tienen responsabilidad en la explotación inhumana de los recursos y de las personas en los países ahora "independientes".


Cualquier joven político africano que intenta una verdadera vía hacia la independencia es asesinado. Solo Francia ha hecho asesinar al menos a una decena de presidentes legítimos considerados demasiado rebeldes, sustituyéndolos por militares, antiguos informadores de los servicios coloniales, mercenarios y corruptos de toda índole.


 La lista comienza con Sylvanus Olympio, presidente de la República de Togo, elegido democráticamente y asesinado el 13 de enero de 1963 por el sargento Étienne Eyadema, torturador y asesino al servicio del colonialismo francés apenas volvió de la guerra de Vietnam. Eyadema ha reinado hasta su muerte en 2005, y todavía hoy reina su hijo Faure Eyadema en una República de Togo desangrada por las multinacionales y la mafia en el poder. Este escenario se repetirá en toda África francófona y, con modalidades no muy diferentes, también en las antiguas colonias británicas, belgas, españolas y portuguesas.


Un nuevo tipo de predador llega a la selva africana: la multinacional. El continente es declarado terreno de caza abierto no solo para los amantes de los safaris, sino para todos aquellos en busca de materias primas a bajo coste, y de trabajadores explotables a voluntad.


La extracción de petróleo, gas, minerales y maderas nobles, y el monocultivo, reducen el territorio a una esponja a exprimir sin piedad. Los productos se sacan pero sobre el terreno no queda nada entre contaminación, pobreza, ignorancia, esclavitud y guerras civiles fomentadas. Las élites africanas interpretan su papel y contribuyen no poco a la consolidación de este sistema. Los gobiernos corruptos, a cambio de un pequeño porcentaje transferido a sus cuentas privadas, venden a sus propios países, a sus propios pueblos.


Omar Bongo es un ejemplo, puesto en el poder en Gabón por Francia y apodado "Monsieur Diecisiete por ciento". Diecisiete por ciento es el porcentaje que cobra la familia Bango por cada extracción de riqueza natural de Gabón. Hoy está en el poder su hijo, Ali Bongo, gran amigo de Francia. Era el que caminaba abrazado a Hollande en la marcha "Je suis Charlie". La misma Francia que pretende llevar la democracia con las bombas a todas partes… donde haya petróleo.


Y es a estas dictaduras corruptas y violentas a las que el Banco Mundial y los bancos occidentales comienzan rápidamente a conceder créditos multimillonarios. Esto se llama "cooperación para el desarrollo". Yo concedo un préstamo a un Estado del que sé que su clase política es corrupta, ladrona y violenta. El préstamo retorna rápidamente a los bancos de Suiza, Luxemburgo o Jersey, a las cuentas privadas de los dictadores o de sus ministros. O es inyectado en las economías occidentales bajo la forma de participación en sociedades y en la compra de bienes y propiedades de lujo.


Pero mientras tanto, los países se endeudan cada vez más y raudo llega el Fondo Monetario Internacional con sus programas de ajuste estructural. La receta es sencilla: menos escuelas, menos sanidad, ninguna protección social, privatización de todos los servicios públicos. Pero ninguna condición de democracia, de reducción de la corrupción, de aumento de la transparencia, de reducción del gasto militar o de los abusos de la política. Nada. Seguid adelante, que esto para nosotros va bien.


Esto sucede entre finales de los años setenta y mediados de los ochenta.


Resultado: a finales de los ochenta, los primeros jóvenes africanos comienzan a dejar sus países a pie en dirección Norte. Hasta ese momento, la emigración se había hecho con billete de avión o de barco. Quien no se podía permitir el viaje, se quedaba en casa, donde era aún posible un mínimo de vida digna. Tras el programa de ajuste, la vida se convierte en un infierno, y emigrar es la única solución para un número cada vez mayor de desesperados.


Lo humanitario como parte del problema


Las ONG humanitarias, aunque a menudo se han creado con buenas intenciones, son parte del problema y no de la solución. Curan los síntomas de la enfermedad sin afrontar nunca las causas. Incluso a menudo contribuyen a exasperar el mal. La dependencia es su razón de ser.


La obtención de fondos es la prioridad absoluta, y frecuentemente los proyectos están en consonancia con las exigencias de los donantes (que luego son los Estados responsables del empobrecimiento de África) más que con las verdaderas necesidades de la población. Si la tendencia es perforar pozos, se perforan pozos por todas partes, con o sin agua. Si es la construcción de escuelas, se construyen escuelas por todas partes sin ton ni son. Los fondos de las subvenciones quedan en buena parte en los países de origen para pagar los alquileres y los gastos de la ONG, para los proyectos, los estudios de campo, los sueldos de los trabajadores y de los asesores, para la propaganda.


Lo poco que llega a África es la más de las veces mal gestionado por personal sin experiencia y sin competencia que en seguida empieza a comportarse como un neocolonialista que dispone del personal local para su propio servicio. Esto obviamente no es un juicio extensible a toda la cooperación internacional. Hay ONG y misioneros serios y honestos, que desarrollan un trabajo extraordinario; pero son una minoría. Del resto, el resultado está a la vista de todos. Medio siglo de cooperación no ha hecho más que empeorar las cosas.


Para la otra parte del mundo, África se presenta como el continente indigente. El que siempre necesita ayuda de los demás. Y frente a la imagen de quien pide, pide… y no hace nunca ningún esfuerzo para salir de la pobreza, generalmente las reacciones son de dos tipos: quienes se apiadan y quieren ayudar (y estos son el objetivo de la publicidad piadosa de las ONG o de la Iglesia misionera) y aquellos que piensan que hay que ayudar menos porque estamos hartos de ayudar siempre, y estos son el objetivo prioritario del discurso conservador "ayudemos primero a los nuestros".


De los barcos negreros a las pateras de los desesperados


Estos discursos se están dando hoy ante la situación cada vez más frecuente de llegada de prófugos de las zonas devastadas del continente africano; las posturas difieren muy poco. Los hay que dicen: acojámosles por piedad, por solidaridad, por caridad cristiana… Después están los que dicen: si debemos ayudarles, hagámoslo en su casa, pero no deben venir aquí porque se sabe que el niño hambriento roba el pan (de la gente de bien), etc.


Todo esto es fruto de un discurso equívoco sobre África. África es narrada por quienes la explotan, y la imagen del continente es errónea. Parece que el parásito sea África, no las multinacionales, no los Estados coloniales y neocoloniales. Resulta que el mundo ayuda continuamente a África, cuando es precisamente lo contrario. Los flujos de riqueza hacia los otros continentes son infinitamente superiores a las migajas que vuelven en forma de créditos, ayudas, cooperación internacional, caridad y todo lo demás.


¿Qué necesita África?


Este es el relato de África que no se cuenta en los medios de comunicación importantes. No está en el discurso oficial. No está en el discurso de la mayoría de las ONG. Todos cuentan los males de África pero ninguno cuenta los orígenes de estos males. Por eso, en el imaginario de la mayoría de la gente, incluidos sus hijos, África es vista como un continente parásito.


Pero la realidad es otra. África no tendría necesidad de ayuda de nadie, excepto de sus hijos. El sistema de ayudas solo sirve para hacer más grande la deuda y la dependencia. Ni siquiera se pide la restitución de lo que le ha sido sustraído; sería incalculable.


África solo necesita que dejen de saquearla. Esto sí. Porque en ese caso tendría los recursos para funcionar sola.



 Karim Metref

 
Publicado en el Periódico Anarquista Tierra y Libertad, Febrero de 2017
 
 
 
 

miércoles, 29 de marzo de 2017

Así eliminará Trump el legado medioambiental de Obama


Potenciará la producción de combustibles fósiles 


Aunque Estados Unidos no es una nación que se haya caracterizado por implementar políticas de protección medioambiental, Barack Obama dejó un legado a este respecto en la generación de energías más limpias y en invertir millones de dólares en la prevención de desastres y la protección de parajes naturales como, por ejemplo, el lago Tahoe.


El propio Obama afirmó en una conferencia en el Estado de Nevada afirmó que «lugares como este (lago Tahoe) nutren el alma y queremos asegurarnos de que esto siga aquí también para nuestros hijos».


Donald Trump es un declarado negacionista del cambio climático. Por esta razón va a firmar una serie de órdenes ejecutivas para eliminar de manera definitiva el legado de Barack Obama. En primer lugar, va a ordenar que se rehagan todas y cada una de las leyes federales que regulan las emisiones de carbono a la atmósfera. Por otro lado, Trump pretende eliminar el requisito de consideración del impacto ambiental de las decisiones políticas adoptadas.


 En este sentido, un alto cargo del Gobierno, afirmó que «cuando se trata de cambio climático queremos tomar nuestro propio camino y lo haremos según nuestro estilo, no por modas». Finalmente, Trump pretende levantar una moratoria sobre el leasing federal del carbón, algo que va en contra de las políticas de energías limpias implementadas por su antecesor.


La orden presidencial viene después de algunos movimientos de Donald Trump para derogar las restricciones de la era Obama en lo referente a operaciones en la minería de quema de gas, carbón y perforaciones. En los dos meses que ostenta la Presidencia anuló la regulación que restringía a las empresas mineras de superficie el uso de aguas fluviales y derogó la obligación de las empresas del carbón de pagar más en impuestos implementando nuevos conceptos contables.


 Por otro lado, Trump también tiene intención de eliminar las normas más restrictivas en lo referente a consumo de combustible por parte de automóviles y camiones ligeros y reinició las obras de dos grandes oleoductos que Obama había paralizado. Esto podría provocar un incremento de las emisiones de CO2 pero como Trump es un negacionista del cambio climático está decidido a potenciar un incremento de la producción de combustibles fósiles, sobre todo en las zonas mineras del carbón porque esas zonas fueron uno de los nichos de votantes más importantes para el actual Presidente.


  José Antonio Gómez



martes, 28 de marzo de 2017

La Unión Europea: un sueño nazi hecho realidad



Después de 60 años de la firma del Tratado de Roma –por fin– nos hubieran debido contar la verdad. Pero no ha sido así. Siguen con la cantinela de que la unidad europea se ideó después de la II Guerra Mundial y no antes. Dicen que la unidad europea se edificó para superar el nacionalismo y evitar guerras intestinas; que el nazismo había sido una experiencia funesta para Europa y que Europa debía ser lo contrario del nazismo. Siguen tratando de hacernos creer que las naciones conducen al nacionalismo, el cual es perverso por sí mismo porque, a su vez, conduce a la guerra. Quieren hacernos creer que el proyecto de integración europea nació después de la II Guerra Mundial como antídoto contra las rivalidades nacionalistas internas. Aseguran que durante ese conflicto el chovinismo había alcanzado sus mayores cotas y los europeos comprendieron repentinamente que sus pequeños estados respectivos debían quedar unidos por instituciones supranacionales para que la guerra no volviera a causar estragos en el viejo continente.
Sin embargo, es falso que la idea original de la unificación europea sea posterior a la II Guerra Mundial; es falso que esa idea fuera concebida en oposición a la rivalidad imperialista anterior. Por el contrario, no solo los nazis, sino los fascistas y los colaboracionistas de muchos países europeos utilizaron el europeísmo para justificar la agresión. Los nazis, los vichystas, los fascistas italianos y muchos otros pasaron muchos años antes y durante la guerra elaborando sofisticados programas de integración política y económica de Europa.
El modelo alemán
A mediados del siglo XIX Alemania no existía como Estado unificado. Por tanto, cuando estalla la I Guerra Mundial apenas hacía 50 años que Alemania había entrado en el concierto de los Estados europeos con una sola voz. Fue una loca carrera en la que pasaron velozmente de un situación casi feudal al capitalismo monopolista más salvaje, y de los problemas de construcción interna de un Estado federal al trampolín del control de su propia zona de influencia en el exterior. De vértigo. Una vez edificado su propio país, los imperialistas alemanes creyeron que su modelo federal era válido también para su entorno económico. Se convencieron ellos a sí mismos y se esforzaron en con-vencer a los demás. Su federalismo nacional lo convirtieron en un federalismo internacional, o por lo menos europeo. Surgió el pangermanismo porque fuera de las fronteras aún quedaban alemanes por unificar, desde el Báltico hasta el Mar Negro. Esos países que aún quedaban fuera, las reliquias del Imperio austro-húngaro o del zarista, diezmado por la Revolución bolchevique de 1917, estaban muy atrasados con respecto a la locomotora alemana. Incorporarse a Alemania era como incoporarse al siglo XXI partiendo del siglo XVII. Es bien sabido que los imperialistas alemanes, siempre generosos, se declararon dispuestos a compartir con los demás sus conquistas y sus progresos, antes y después de 1933.
Incluso sus planes de integración europea aseguraban que mantendrían intacta la soberanía nacional de los estados miembros de Europa. No se trataba de una incorporación sino de una integración. No podían presentar sus planes al exterior como una expansión imperialista sino como una integración europea. En la futura Europa nazi no habría amos ni siervos sino socios. Eso es lo que dijo su propaganda durante toda la II Guerra Mundial, consagrando enormes esfuerzos a convencer al resto de Europa de que los progresos económicos alemanes, la infraestructura de transporte y la economía en general eran mucho mejores que en el resto de Europa y que, en consecuencia, Europa debía integrarse según el modelo alemán. Más que los alemanes eran los propios europeos los que debían estar interesados en esa integración. El plan de Hitler de establecer una sola entidad política en toda Europa, su necesidad de buscar respaldo en los propios países ocupados, y muchos elementos centrales de la filosofía nazi, todo ello formaba parte de su pensamiento europeísta.
Los proyectos elaborados por los nazis proclamaban que los estados miembros de la futura “Confederación Europea” tenían que asegurar que en su territorio no se cometieran actos incompatibles con la solidaridad europea y las obligaciones europeas. En 1943 en una Nota sobre la fundación de una Confederación Europea, Cecile von Renthe-Fink, que ocupaba el rango diplomático de ministro con Hitler, sostenía que las naciones europeas tenían un desarrollo común; decía que Alemania deseaba unir a Europa sobre una base federal; proclamaba que no había intención de inmiscuirse en los asuntos internos de otros países“Lo único que se requiere de los estados europeos es que sean miembros leales y proeuropeos de la comunidad y colaboren voluntariamente en sus tareas […] El objeto de la cooperación europea será promover la paz, la seguridad y el bienestar de todos los estados europeos y su población”. No se trataba de que un estado o grupo de estados dominara a otros sino de que se establecería una relación de alianza y lealtad mutua en vez de los métodos imperiales de la era anterior. En un tono similar, Werner Daitz declaraba que “Europa no se puede administrar de forma centralizada: se debe conducir de modo descentralizado”.
Una versión avanzada del plan nazi sobre la futura “Confederación Europea” volvían sobre el tema del federalismo con la esperanza de encontrar así una solución a la rivalidad entre las potencias imperialistas europeas. Argumentaban que el problema europeo era que una multiplicidad de pueblos tenía que vivir en una superficie relativamente reducida en una combinación de unidad e independencia:
“Su unidad debe ser tan firme como para que nunca más pueda haber guerra entre ellos y los intereses externos de Europa se puedan salvaguardar en su conjunto. Al mismo tiempo, los estados europeos deben conservar su libertad e independencia, para actuar de acuerdo con sus diferentes situaciones y misiones nacionales y cumplir su función particular dentro del marco más amplio, en un espíritu alegre y creativo. La fuerza y la seguridad de Europa no dependen de la subordinación impuesta o exigida por una potencia europea a la otra, sino de la unión de todos. El problema europeo solo se puede resolver sobre una base federal por la cual los estados europeos resuelvan por libre voluntad, basados en un reconocimiento de esta necesidad, unirse en una comunidad de estados soberanos. Esta comunidad se puede designar confederación europea”.
Hasta la hoy fracasada Constitución Europea es una iniciativa de los nazis. El borrador nazi de Constitución para la Nueva Europa proclamaba el derecho de cada país a organizar su vida nacional como considere adecuado, siempre que respete sus obligaciones hacia la comunidad europea. Otros documentos repetían la misma idea. La actual guerra es también una guerra por la unidad y libertad de Europa, escribió Renthe-Fink:
“Sus objetivos son crear y garantizar una paz duradera para los países europeos […] eliminar las causas de las guerras europeas, sobre todo el sistema de equilibrio de poder […] superar el particularismo europeo mediante la cooperación libre y pacífica entre los pueblos europeos. La lealtad a Europa no significa sujeción sino cooperación franca basada en igualdad de derechos. Cada pueblo europeo debe participar a su manera en la nueva Europa. El único requerimiento es que los estados europeos sean francamente leales a Europa, de la cual son miembros”.
Finalmente, Renthe-Fink añadía: “Cada estado continental debe permanecer consciente de su responsabilidad hacia la Comunidad Económica Europea”. El autor de los proyectos hitlerianos sostenía que no deseaba una burocracia supranacional, ni siquiera un sistema de conferencias intergubernamentales. Cualquier pretensión supranacional podía generar sospechas hacia las ambiciones imperialistas alemanas.
El europeísmo nazi
El europeísmo es, pues, un invento nazi; ellos fueron los primeros en elaborar planes (económicos y políticos) de integración europea. Si extractáramos algunos discursos de la época de Hitler, Goebbels, Ribbentrop y otros dirigentes nazis sin mencionar la fuente, muchos pensarían que son actuales y que se trata de parlamentarios de la eurocámara.
Mucho antes de llegar al poder, en 1932, el dirigente nazi Alfred Rosenberg ya asistió a un congreso de Europa en Roma. Luego Hitler y todos sus portavoces hicieron frecuentes referencias a Europa durante su época de dominación terrorista, incluso antes de la guerra. Hay varias compilaciones, entre ellas un libro profusamente ilustrado, titulado simplemente Europa, cuya introducción escribió Ribbentrop. En 1937, por ejemplo, declaró en el mitin del partido nazi en Nuremberg que “quizá estemos más interesados en Europa de lo que otros países necesitan estarlo. Nuestro país, nuestro pueblo, nuestra cultura y nuestra economía han surgido de condiciones europeas generales. En consecuencia, debemos ser enemigos de cualquier intento de introducir elementos de discordia y destrucción en esta familia europea de pueblos”.
Poco después, en 1938, Rudolf Hess organizó una presentación en el Congreso del partido Nazi, llamada La lucha por el destino de Europa en el Este, que explicaba por qué la colonización alemana de Rusia llevaría la civilización europea a los bárbaros eslavos.
En 1940 Joseph Goebbels dijo: “Estoy convencido de que dentro de cincuenta años la gente ya no pensará en términos de países”. El jefe nazi de propaganda creía que el federalismo alemán podía ser un modelo para Europa porque la absorción de los estados alemanes por parte del imperio alemán había funcionado. Así los estados europeos se podían integrar armónicamente sin atentar contra su identidad: “Si nosotros, con nuestra perspectiva de la Gran Alemania, no tenemos interés en atentar contra las peculiaridades económicas, culturales o sociales de, por ejemplo, los bávaros y los sajones, tampoco tenemos interés en atentar contra la individualidad económica, social o cultural de, por ejemplo, el pueblo checo”.
Los lacayos europeos de los nazis también aceptaban que Alemania era un modelo: Vidkun Quisling declaró que la Confederación Alemana podía servir como modelo para la cooperación con otros estados europeos. Goebbels aseguraba que “nunca hemos tenido la intención de imponer por la fuerza este nuevo orden o reorganización de Europa. De ningún modo debéis pensar que cuando los alemanes traemos un nuevo orden a Europa lo hacemos con el propósito de sofocar a otros pueblos”. Se explayaba sobre el carácter realista de la integración europea: “A mi juicio la concepción que una nación tiene respecto de su propia libertad se debe armonizar con los hechos actuales y las simples cuestiones de eficiencia y propósito. Así como ningún miembro de una familia tiene derecho a turbar la paz por motivos egoístas, no se puede permitir que ninguna nación europea se interponga en el camino de un proceso general de organización. En el mismo tono, un funcionario del ministerio nazi de Empleo declaró que Alemania podía afirmar que no estaba luchando por sí misma, sino por Europa. Una versión del proyecto nazi de Confederación Europea sostenía que el papel de Alemania en Europa consistía en reconciliar los intereses particulares de los estados europeos con los intereses de Europa en su conjunto. A esta aspiración se sumaba la opinión de que los intereses y necesidades de Alemania están esencial e inseparablemente ligados con los de Europa”.
Con frecuencia los nazis enfatizaban que los estados debían unirse voluntariamente a la nueva Europa. Liderazgo no significa dominación sino protección externa y responsabilidad interna, era su consigna. Hitler y Mussolini no querían sometimiento sino cooperación sincera: “Todos los pueblos europeos que se han probado históricamente son bienvenidos como miembros de la nueva Europa. Su desarrollo nacional y cultural en libertad e independencia está garantizado”. Cínicamente alegaban que los ejemplos de Finlandia, Hungría, Bulgaria, Rumanía, Croacia y Eslovaquia, países militarmente ocupados todos ellos, demostraban que no había intención de intervenir en los asuntos internos de otros estados: “Nuestro único requerimiento es que los estados europeos sean miembros sinceros y entusiastas de Europa”. Los imperialistas alemanes creyeron encontrar, por fin, un nuevo modo de dirigir Europa sin dominarla: “La idea del liderazgo, que será el concepto dominante de la nueva vida internacional de Europa, es la negación de los métodos imperialistas de una época pasada: significa reconocimiento de la confiada cooperación de estados menores e independientes para abordar las nuevas tareas comunales”.
De la misma manera, Arthur Seyss-Inquart escribió que nadie deseaba ver una Europa dominada por Alemania: “Nuestro único deseo es que surja una Europa que sea realmente europea y consciente de su misión europea”. Después de la invasión de la Unión Soviética, Signal, un periódico de circulación masiva en los tiempos gloriosos del III Reich, señaló también que no habría una Europa alemana: “En realidad los soldados del Reich no solo defienden la causa de su patria sino que protegen cada nación europea digna de ese nombre”. El problema estaba en quienes no eran dignos de ese nombre…
Una constante en la estrategia imperialista nazi consistía en hablar de sus socios y vecinos y pregonar la idea de que la búsqueda común de intereses compartidos había reemplazado a la rivalidad y la competencia capitalistas. Los hitlerianos también fueron pioneros de la globalización y dedicaron mucha atención a asuntos como el sentido europeo de comunidad. Anton Reithinger, gerente del monopolio I. G. Farben, en la conferencia de la Comunidad Económica Europea de 1942, habló del equilibrio entre los diversos intereses de los socios del espacio económico europeo, por una parte, y los intereses comunes de todos los pueblos europeos, por la otra: “Para poner estos intereses en práctica se requiere […] una creencia en la idea europea y en la misión europea de Alemania”.
Los arquitectos de la Nueva Europa
Pero las múltiples declaraciones nazis que se puedan aportar son muy poco comparadas con los planes concretos que dibujaron para la integración económica y política de Europa. No hablamos de que se parezcan a las que luego se pusieron en práctica tras la guerra; lo que estamos diciendo exactamente es que son las mismas, es decir, que la Unión Europea fue diseñada por los nazis.
Los planes nazis de integración europea eran tanto políticos como económicos. Como dijo Heinrich Hunke, se reconoce la necesidad de un orden político para la cooperación económica de los pueblos. Desde mediados de 1941 Goebbels comenzó a intervenir más en la cuestión europea y le dedicó numerosos discursos, mitines y artículos periodísticos. Llenó las páginas de su semanario Das Reich con consignas europeístas: La nueva Europa, El nuevo orden europeo, el Lebensraum de Europa o La visión de una nueva Europa. Entretanto, Ribbentrop señalaba que la lucha contra el bolchevismo, que unía a muchos pueblos del este de Europa, evidenciaba “una creciente unidad moral de Europa dentro del Nuevo Orden que nuestros grandes líderes han proclamado y preparado para el futuro de las naciones civilizadas. Aquí se encuentra el sentido profundo de la guerra contra el bolchevismo. Es signo de la regeneración espiritual de Europa”.
Dentro del Ministerio del Exterior, ese interés culminó con la creación de un comité de Europa en el otoño de 1942. Integraban el comité funcionarios del Ministerio del Exterior y expertos del Instituto para el Estudio de Países Extranjeros. Las luminarias eran Alfred Six, director del Instituto de Asuntos Exteriores -que organizó en 1941 una conferencia llamada La nueva Europa, para 303 estudiantes de 38 países- y Werner Daitz.
En marzo de 1943, se habían trazado planes muy avanzados para una confederación europea. Esos planes adoptaron la forma de constituciones y tratados que delineaban las competencias y la estructura de la futura confederación. El 21 de marzo de 1943 Ribbentrop escribió una nota que comienza así: “Soy de la opinión de que, como ya le he propuesto al Führer en mis actas anteriores, deberíamos proclamar cuanto antes, en cuanto hayamos alcanzado un éxito militar significativo, la Confederación Europea en forma muy específica”. Lo único que paralizó a los nazis en la proclamación oficial de su Confederación Europea fue que el éxito militar significativo que Ribbentrop esperaba no se produjo y las hordas hitlerianas fueron aplastadas en Stalingrado.
El plan de Ribbentrop proponía invitar a los jefes de los estados en cuestión (Alemania, Italia, Francia, Dinamarca, Noruega, Finlandia, Eslovaquia, Hungría, Rumanía, Bulgaria, Croacia, Serbia, Grecia y España) para firmar el instrumento que daría existencia a la Confederación. Junto al memorándum había un borrador que hablaba del destino común de los pueblos europeos y del objetivo de garantizar que nunca estallen guerras entre ellos. También preveía la abolición de barreras aduaneras entre los estados participantes.
En junio de 1943, un funcionario presentó los elementos básicos de un plan para la nueva Europa a un miembro del Comité de Europa. La sección titulada La organización económica de Europa anticipaba un comercio basado en el principio de la preferencia europea frente a los países no europeos, con el objetivo de llegar a una unión aduanera europea, un centro de clearing europeo y tipos de cambio estables en Europa, con miras a una unión monetaria europea; y la armonización de las condiciones laborales, lo que parece querer decir que todos los trabajadores europeos deberían ingresar en campos de concentración. El proyecto también anticipaba conferencias en cada especialidad (trabajo, agricultura y demás) para decidir las políticas aplicables a toda la Confederación.
Este documento fue seguido en agosto de 1943 por una Nota sobre la fundación de una Confederación Europea en la que Renthe-Fink escribió: “En la tremenda lucha por el futuro de Europa, los alemanes somos campeones de un nuevo y mejor orden donde todos los pueblos europeos hallarán un lugar legítimo y digno. Hasta ahora hemos evitado hacer una propuesta concreta en lo concerniente a la cuestión europea […] Si ahora presentáramos la idea de una solución confederada, basada en la libre cooperación entre naciones independientes, ella consolidaría la confianza de los pueblos europeos en nuestra política y aumentaría su voluntad de seguir nuestra guía y trabajar por nuestra victoria”.
Aunque los principios encarnados en el acto constitutivo de la Confederación Europea anexos al memorándum especificaban que la Confederación era una comunidad de estados soberanos que se garantizaban mutuamente la libertad y la independencia, está claro que, bajo la batuta hitleriana, la confederación ejercería un control casi total sobre los asuntos internos de sus estados miembros: “La economía europea será planificada conjuntamente por los estados miembros según sus intereses comunes y nacionales, decía el documento. El objetivo era incrementar la prosperidad material, la justicia social y la seguridad social en los estados individuales, y desarrollar los recursos materiales y laborales de Europa […] para proteger la economía europea de las crisis y las amenazas económicas externas. Sugería que las barreras aduaneras que impiden aumentar el comercio entre los miembros de la Confederación se eliminarán gradualmente y que el sistema intraeuropeo de comunicaciones por ferrocarril, autopistas y vías fluviales y aéreas se desarrollará de acuerdo con un plan unificado”.
El plan europeo de integración de Renthe-Fink preveía la necesidad de un Consejo Económico compuesto por representantes de los estados miembros, el cual se dividiría en comités destinados al comercio, la industria y la navegación, los asuntos de economía y moneda, las cuestiones laborales y sociales, la alimentación, la agricultura y los bosques. El documento repetía los objetivos definitivos de la Confederación:
“La solución de los problemas económicos, con miras a la inmunidad frente a un bloqueo; la regulación del comercio sobre la base de la preferencia por Europa frente al resto del mundo, con miras a una unión aduanera europea y un mercado libre europeo; un sistema central de clearing europeo y tasas de cambio estables en Europa, con miras a una unión monetaria europea. Los objetivos incluirían la estandarización y mejoramiento de las condiciones de empleo y seguridad social, así como la planificación de largo plazo de la producción industrial, agropecuaria y forestal”.
Como vemos, la producción agropecuaria ocupaba un ligar prominente en los documentos nazis sobre Europa. Era preciso que la agricultura europea fuera autosuficiente.
Los documentos nazis también manifestaban que la integración de Europa era inevitable a causa del desarrollo tecnológico. Solían sostener que la fragmentación de los recursos económicos de Europa era un grave obstáculo para la prosperidad y el progreso social de los diversos países. Se requería coordinación y planificación económica: Con el objeto de alentar el comercio mutuo y crear un gran mercado europeo, se eliminarán progresivamente las aduanas y otras barreras entre los países.
Otro proyecto nazi es lo que cincuenta años después los europeístas llamaron redes transeuropeas, una avanzadilla de la modernidad actual. Según Renthe-Fink, “la experiencia ha mostrado que el actual sistema de comunicaciones de Europa es inadecuado para el aumento de la demanda. La red interna de ferrocarriles, carreteras y líneas aéreas se desarrollará de acuerdo con un plan común”. También el ministro vichysta Jacques Benoist-Méchin, lamentaba la centralización del sistema de transporte francés, como si París fuera el único centro del mundo, y exigía nuevas arterias que se conectaran con las carreteras alemanas e italianas para dar a la infraestructura de transporte de Francia un carácter genuinamente europeo. Un orador de la conferencia sobre la Comunidad Económica Europea proclamó que “el futuro pertenece al transporte motorizado”.
Las sorpresas de los adelantos nazis no tienen fin. Otro ejemplo es el Tratado Europeo contra el terrorismo de 1977, que está literalmente extraído del Pacto entre Hitler y Mussolini, el llamado Pacto Antikomintern, el acuerdo contra los comunistas. Por eso cuando Rumanía se incorporó a la Unión Europea, emitió una declaración contra el comunismo y, al mismo tiempo, rehabilitó con todos los honores la figura de Antonescu, la versión local de Hitler, Mussolini y Franco.
Europa es justamente eso y nada más que eso.


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