La marea va en contra. Mientras van apareciendo prohibiciones para
criar o exhibir comercialmente cetáceos, España todavía aglutina un
tercio de todos los delfinarios de la Unión Europea.
Cada vez más países dictan normas contra este tipo de espectáculos. Sin embargo, España tiene 11 instalaciones operativas de las 33 activas en la UE con exhibición de delfines, orcas o belugas.
La combinación de turismo asociado al verano y el agua ha hecho que, sobre todo en la costa, se acumulen estas instalaciones a modo de circos acuáticos. De hecho, solo dos (Madrid y Barcelona) están asociados a parques zoológicos. Además, otro delfinario más está siendo instalado en Lanzarote.
La tendencia en Europa va en la dirección opuesta. En 15 estados no existen cetáceos en cautividad.
Y se han cerrado recientemente algunos delfinarios como el único que había en Finlandia o uno de los seis que había en Italia. Algunas legislaciones, como la británica, sin prohibirlos, exigen unos requisitos tan altos para su construcción que, de hecho, no hay ninguno.
El resto de países que todavía mantienen espectáculos con delfines u orcas están muy lejos de las cifras españolas: Francia y Alemania contabilizan tres delfinarios, Portugal dos, Grecia, Holanda, Suecia, Lituania, Bélgica o Malta uno…
De hecho, después de estados que cuentan con numerosas instalaciones como Japón, EE UU, México y Rusia, España es la séptima en un ránking mundial de unos 60 países.
En el mundo hay sobre los 2.000 ejemplares cautivos para protagonizar espectáculos. Alrededor de 300 en Europa de los que más de un centenar están en España.
Miriam Martínez, experta en cetáceos de la Fundación para el Asesoramiento y Acción en Defensa de los Animales (Faada), insiste en que los espectáculos no cumplen el requisito primordial que permite criar y exhibir: la educación.
“Casi todo el show se compone de actividades que no son naturales para los delfines o las orcas. Son un atractivo turístico no un medio educativo”.
Desde hace tiempo, tanto en Europa como en EE UU se preparan refugios para acoger a los ejemplares criados en cautividad cuya reintroducción en la naturaleza en casi imposible.
Se trata de líneas de costa acotadas por una red, alejadas de interferencias humanas.
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