Aznar vio armas de destrucción masiva en Irak pero no los sobres de Bárcenas
Rajoy, también bajo juramento pero en su
caso sin mascarilla, dice que tampoco sabe nada: “En mis cuarenta años
de militante del Partido Popular, no he escuchado a ningún dirigente,
militante ni empleado hablar de la famosa caja B”.
Mientras cientos de miles de personas se
echaban a las calles de todo el Estado para intentar evitar el apoyo de
España a la inminente invasión de Irak, el entonces presidente del PP y
del Gobierno central, José María Aznar, aseguraba en televisión que “el régimen iraquí tiene armas de destrucción masiva, puede estar usted seguro y pueden estar seguras todas las personas que nos ven de que les estoy diciendo la verdad”.
Pero no sólo no decía la verdad, sino que mentía a sabiendas: aseguró
que Irak tenía armas de destrucción masiva y después se demostró que no
las tenía, así que tanto si lo aseguró sabiendo que no las tenía como si
lo aseguró sin saber si las tenía o no, mintió a sabiendas.
Y mintió sobre algo muy grave: sobre el motivo esgrimido por el
entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, para invadir Irak
sin el aval del Consejo de Seguridad de la ONU, provocando cientos de
miles de víctimas.
Dieciocho años después, ese mismo José María
Aznar –presidente del PP desde 1990 hasta 2004 y del Gobierno desde 1996
hasta 2004– ha declarado este miércoles como testigo ante el
tribunal de la Audiencia Nacional que juzga uno de los casos
relacionados con la caja B de su partido, una caja B cuya
existencia ha sido probada por el Tribunal Supremo en sentencia firme
pero de la que Aznar ha asegurado ante el tribunal que ni supo entonces
ni sabe ahora nada.
“No he conocido ninguna contabilidad B o paralela en
el Partido Popular, sólo la oficial, que se remitía puntualmente al
Tribunal de Cuentas”, ha sostenido Aznar tras haber jurado decir la verdad, pues ha declarado como testigo. “No he conocido más que la contabilidad oficial del PP”, ha insistido.
Mariano Rajoy
–presidente del PP desde 2004 hasta 2018 y del Gobierno desde 2011
hasta 2018– también ha declarado este miércoles como testigo ante el
mismo tribunal, ante el que, tras haber jurado asimismo decir la verdad,
ha asegurado que “no ha habido una caja B del PP”.
“En mis cuarenta
años de militante del Partido Popular, no he escuchado a ningún
dirigente, militante ni empleado hablar de la famosa caja B”, ha añadido
Rajoy, quien ha comparecido ante el tribunal a través de
videoconferencia y sin mascarilla.
También a través de videoconferencia
pero en su caso con una mascarilla puesta ha comparecido Aznar,
quien ha asegurado hacerlo porque las autoridades sanitarias
recomiendan ponérsela también a quien está solo en una habitación de su
casa, algo que es completamente falso.
Pese a las protestas de varios
abogados de las acusaciones –quienes han advertido de que la mascarilla impedía o dificultaba percibir algunos de sus gestos durante la declaración–, el tribunal le ha permitido seguir declarando con ella puesta.
Que
“cómo es posible” que Aznar fuera capaz de ver “armas de destrucción
masiva en Irak” –a pesar de que Irak estaba a miles de kilómetros de
distancia y sobre todo a pesar de que esas armas de destrucción masiva nunca existieron–
pero no fuera capaz de ver lo que hacía Luis Bárcenas –gerente del PP
durante toda la etapa de Aznar como presidente del partido– en el despacho de al lado del suyo.
Esa pregunta le hizo al magistrado Joaquim Bosch –portavoz de la
asociación judicial progresista Juezas y Jueces para la Democracia de
2012 a 2016 y coautor del libro ‘El secuestro de la justicia’– un
asistente a una de sus conferencias, y a Bosch no se le ha olvidado.
“Tanto
si los dirigentes del partido conocían lo que hacía su tesorero como si
no lo conocían, se trata de situaciones difícilmente aceptables”, ha manifestado Bosch este miércoles, consultado por LUH. “Si lo conocían, está claro que habrían aceptado lo que se estaba haciendo; si no lo conocían,
es preocupante que haya serias irregularidades en la gestión interna de
un partido y sus principales dirigentes no sean capaces de conocerlas”,
ha explicado.
El magistrado ha destacado que “las distintas
ramificaciones del caso Gürtel” –trama por cuya primera etapa de
actividades el Tribunal Supremo condenó el pasado mes de octubre a
Bárcenas a 29 años de cárcel– evidencian que “la financiación ilegal de los partidos es un serio problema para nuestra democracia” y ha criticado “que no haya más transparencia en la gestión económica interna”. “Hacen falta reformas estructurales sobre el funcionamiento y financiación de los partidos”, ha finalizado.
Eduardo García Serrano desvela el pasado falangista de Ayuso
En una charla sobre la Falange a la que acudía como invitado, Eduardo García Serrano ha recordado el pasado de la actual presidenta de la Comunidad de Madrid.
El
reconocido falangista ha recordado cómo la presidenta de la Comunidad
de Madrid le perseguía para que le hablase de José Antonio Primo de
Rivera o David Jato, entre otros
Según el reconocido falangista –conocido por sus numerosas polémicas
durante las tertulias de varios programas de Intereconomía–, Isabel Díaz Ayuso era “una falangista de rompe y rasga”.
Así
lo asegura García Serrano, que con sorna recordaba algunos episodios
vividos junto a la líder madrileña del Partido Popular: “Además de ser
una falangista furibunda, me perseguía por los pasillos como un
caniche para que yo le hablase de José Antonio, de Ramiro, de Eugenio
Montes, de David Jato, de Eugenio Lostau”.
Años después de que sus caminos profesionales se separaran, Ayuso entró a formar parte del Partido Popular.
Además de desvelar el presunto pasado falangista de Ayuso, el
tertuliano también ha relatado cómo la ahora presidenta de la Comunidad
de Madrid le aseguró no haber cambiado a pesar de ser miembro del PP.
Ocurrió tras la emisión de El Gato al agua, programa durante el que ambos mantuvieron un rifirrafe.
Al coincidir en la sala de maquillaje, Ayuso
habría llevado a un lado a García Serrano para confesarle su verdadero
pensamiento: “Eduardo, que aunque yo esté en el PP, sabes que sigo
siendo la misma”.
Tras el momento de la disputa –en la que la actual
presidenta autonómica defendió a la formación popular y atacó la ideología defendida por Vox–, García Serrano dejaba escapar irónicamente un “Cómo hemos cambiado”.
Un comentario que ahora, tras la revelación del presunto pasado falangista de Ayuso, ha cobrado sentido.
El falangista Eduardo García Serrano desvela el oculto pasado fascista de Isabel Díaz Ayuso (PP)
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En una charla sobre la Falange a la que acudía como invitado, Eduardo García Serrano ha recordado el pasado de la actual presidenta de la Comunidad de Madrid.
Según el reconocido falangista –conocido por sus numerosas polémicas durante las tertulias de varios programas de Intereconomía–, Isabel Díaz Ayuso era “una falangista de rompe y rasga”.
Así lo asegura García Serrano, que con sorna recordaba algunos episodios vividos junto a la líder madrileña del Partido Popular: “Además de ser una falangista furibunda, me perseguía por los pasillos como un caniche para que yo le hablase de José Antonio, de Ramiro, de Eugenio Montes, de David Jato, de Eugenio Lostau”.
Años después de que sus caminos profesionales se separaran, Ayuso entró a formar parte del Partido Popular. Además de desvelar el presunto pasado falangista de Ayuso, el tertuliano también ha relatado cómo la ahora presidenta de la Comunidad de Madrid le aseguró no haber cambiado a pesar de ser miembro del PP.
Ocurrió tras la emisión de El Gato al agua, programa durante el que ambos mantuvieron un rifirrafe. Al coincidir en la sala de maquillaje, Ayuso habría llevado a un lado a García Serrano para confesarle su verdadero pensamiento: “Eduardo, que aunque yo esté en el PP, sabes que sigo siendo la misma”.
Desde ElPlural.com han recuperado aquel tenso momento televisivo entre ambos en El Toro TV, un canal de ideología ultraconservadora propiedad del Grupo Intereconomía.
Tras el momento de la disputa –en la que la actual presidenta autonómica defendió a la formación popular y atacó la ideología defendida por Vox–, García Serrano dejaba escapar irónicamente un “Cómo hemos cambiado”.
Un comentario que ahora, tras la revelación del presunto pasado falangista de Ayuso, ha cobrado sentido.
El periodista afín al franquismo, Eduardo García Serrano, tuvo un tenso enfrentamiento en 2015 con la actual presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, sobre su pasado como falangista.
Ayuso, que por aquel entonces había dirigido la campaña digital de la candidata del PP a las elecciones autonómicas del 24 de mayo de 2015, Cristina Cifuentes, vivió un difícil momento durante su debate con García Serrano en El gato al agua. “Os habéis reído de la derecha sociológica española y la derecha sociológica española os está abandonando.
Habéis hecho surf electoral sobre la derecha española y la derecha os está abandonando”, aseguraba el periodista. Ayuso explicaba que “los problemas del PP son otros. Cristina Cifuentes es una de las pocas presidentas del PP que siguen hoy gobernando”.
Algo con lo que García Serrano señaló que era “perfectamente intercambiable con una socialista o con una de Ciudadanos”. “Cristina Cifuentes está gobernando para todos los madrileños.
Aunque uno deba ser fiel a su programa y sus compromisos electorales hay que pensar en todo el mundo”, razonaba la actual presidenta de la Comunidad de Madrid.
Ayuso desestimaba cualquier tipo de crecimiento de Vox en el año 2015, asegurando que “aquí hay un pensamiento único y te voy a decir que se rompe. Ese pensamiento que defiendes, únicamente lo he encontrado en Vox y no levanta ni tres concejales en todo el país”.
“Aborto, lucha contra el terrorismo y vertebración del estado. A mí no me confundas con Vox”, añadía García Serrano. Poco antes de asegurar que “cómo hemos cambiado”, en clara referencia a Ayuso. La actual presidenta regional expuso que “no he cambiado en absoluto.
Yo de este tema no he hablado contigo en mi vida”. “Aquí hay que gobernar para las mayorías.
Sois tan intransigentes que lo que hacéis vosotros es minoría social”, añadía.
El Obispo Pildain en Las Nieves,
Agaete (1940), con grupo de niños, algunos con sus padres asesinados y
desaparecidos por los fascistas de Agaete pocos años antes, en el
conocido como Valle de Las Viudas.
«No me digas nada muchacho, allí no escapaba nadie, eran
como lobos con nosotros, nos sacaron el jugo muchos años con la excusa
de la puta misericordia y su Espíritu Santo».
Lo más que temíamos aparte de las palizas y las jaladas de oreja
de las monjas de la Casa del Niño, eran las «fiestas» de los curas, que
llegaban borrachos de los bares de San José o Vegueta y se metían en
nuestras camas. Se reunían sacerdotes de la ciudad de Las Palmas, sobre
todo los más cercanos al obispado, bebían como esponjas y se hinchaban a
comer cuando recibían la paga mensual.
Entonces era el momento de
oírlos por los pasillos del orfanato, las sotanas recogidas pa no hacer
ruido, las risotadas de don Manuel Lantigua, que era el más vicioso y
cruel con los niños, luego se metían en los dormitorios de la planta
alta, yo me hacía el dormido, me apretaba contra la almohada, le pedía a
mi padre asesinado por los falangistas que me hiciera invisible, que
cuando pasaran al lado del camastro no me vieran.
Entonces iban
eligiendo, oíamos los murmullos: -Este si, este no- -¿Dónde el rubio
fuerte de los Ojeda?- Elegían a los más guapos, los feos teníamos más
suerte aquellas noches terribles, venían en grupos de cinco o seis
cuervos con sotana, luego se acostaban con nosotros y nos hacían de
todo.
No podíamos llorar en alto o nos decían que nos arrancaban la
pinga de una mordida, esas noches aprendí a llorar durante horas sin
hacer ningún ruido. Luego después de varias horas de sus «juegos», se
marchaban satisfechos a sus residencias en el barrio colonial, cerca de
la Plaza Santa Ana y la Catedral
. De repente desaparecían, parecían que
se ponían de acuerdo pa no quedar ni uno. Al día siguiente las monjas
que eran cómplices y sabían todo la cogían con los que nos habíamos
meado de miedo en las camas, nos ponían de rodillas en el patio frente a
la bandera del yugo y las flechas…»
Testimonio de Juan Ramón Sosa Melián (Apellidos ficticios),
secuestrado en la Casa del Niño de Las Palmas, Paseo de San José, junto a
su hermano, tras el fusilamiento de su padre en el campo de tiro de La
Isleta en septiembre del 38.
Entrevista realizada por Francisco González Tejera, el 9 de marzo de
2014, en el bar asador de El Palmar, municipio de Teror (Gran Canaria).
Hasél en la cárcel y los neonazis campando a sus anchas por Madrid
La Justicia vuelve a mostrar un doble rasero ante los discursos de odio de los movimientos radicales
Trescientos nazis se manifestaron el sábado en el cementerio de la Almudenade Madrid en un acto de exaltación en honor a los muertos de la División Azul que lucharon con la Alemania de Hitler.
Allí unos chiflados proclamaron que el fascismo es alegría y leyeron un
manifiesto que decía así: “El enemigo siempre va a ser el mismo, aunque
con distintas máscaras: el judío. El judío es el culpable y la División
Azul luchó por ello”. ¿Acaso no es esto la mayor demostración de odio
que pueda soltar alguien por su boca? ¿Dónde estaba la Policía aquella
tarde? ¿Y la Fiscalía con toda su maquinaria y cuerpo
de inquisidores del derecho al honor, la intimidad y la propia imagen?
No fueron. No aparecieron.
Dejación de funciones democráticas por
incomparecencia, tolerancia con el horror totalitario y genocida que
exterminó a millones de personas en todo el mundo en el convulso siglo XX.
Y no es la primera vez que ocurre. Desgraciadamente, en este país ya
nos hemos acostumbrado a que los nostálgicos del fascismo campen a sus
anchas por nuestras calles con sus antorchas cegadoras, sus aguiluchos
cenizos y su verborrea troglodita sin que pase nada.
El sistema suele ensañarse con los titiriteros y saltimbanquis de la
extrema izquierda que tratan de dar el feliz pelotazo discográfico para
salir de la pobreza con cuatro versos burdos y procaces de escaso valor
literario, pero cuando toca empapelar a los otros extremistas, a los
totalitarios del bando contrario, la Policía y la Justicia se acompleja, la ley se les empequeñece en las manos y les tiembla el pulso de mala manera.
Hoy los Mossos d’Esquadra han detenido al rapero Pablo Hasélpara que cumpla su condena por injurias a la monarquía. Los agentes lo han sacado por la fuerza de la Universidad,
donde se había atrincherado con unos colegas de la causa, y se lo han
llevado para el chabolo. Ahí se termina la leyenda (o empieza, quién
sabe) del nuevo juglar del rap elevado a los altares de la libertad por
unos jueces torpes que no saben leer la Constitución entre líneas y se ciñen a la letra, que con sangre entra.
Hasél no es precisamente John Lennon, pero ya lo han
convertido en un mártir de los derechos humanos pese a que sus
canciones dan pena, no por revolucionarias o irreverentes, sino por
falta de rima y tropo, o sea de talento, gracia e ingenio. Hasta para
meterse con el rey hace falta un oficio, una elegancia, una esgrima o
profesionalidad que Hasél se salta porque va demasiado directo al grano,
a machete total, como ese enamorado ansioso que en San Valentín
le regala a la novia una rosa y un paquete de condones, queriéndole
insinuar algo. En el arte siempre hay que andarse por las ramas, hombre,
enrollarse, tirar de ironía y empezar por el final, como dijo Poe,
que también nos avisó de que la corrupción del gusto artístico forma
parte de la industria de los dólares y hace juego con ella.
Hoy no hay nada que una buena y barata campaña publicitaria en las redes sociales, con la correspondiente colecta o crowdfunding, no pueda conseguir. Y si no que se lo pregunten a El Rubius, ese zagal que se ríe de todos, hasta de los inspectores de Hacienda, en su dacha de Andorra.
El arte vive tiempos líquidos, la brocha gorda se impone al refinado
pincel, lo chusco a lo sublime y la bazofia al caviar estético.
A las
masas tuiteras ya no les des Platón, Descartes o Kant porque te los tiran a la cara, no los entienden, se aburren y se refugian en Youtube para desinformarse bien con el mozallón del pendiente que no ha leído un libro en su vida o la influencer de Instagram maquilladísima que larga horas de emisión con su última rinoplastia o su silicona de qualité para el agrandamiento de teta. Toda una galería friqui recogida en Wikipedia y que en poco tiempo dará para sesudos congresos de Semiótica.
A Hasél, un muchacho que ya no es tan joven y que hasta hace cinco
minutos no lo conocía nadie, lo meten injustamente en la cárcel mientras
los babeantes neonazis organizan aquelarres cada vez más numerosos. La
Justicia española, siempre ciega a la hora de interpretar el artículo 20
de nuestra Carta Magna, se vuelve a equivocar de delito, ya que el enaltecimiento y las injurias a la Corona son cosas de la Edad Media
y a Hasél no habría que detenerlo por revolucionario y antimonárquico,
en todo caso por sus versos malos y estridentes que terminan de ahondar
en el dramático final del arte.
Con el mártir en prisión lo más probable
es que Europa nos dé otro tirón de orejas a cuenta de nuestra Justicia cruel y represora, de modo que Pablo Iglesias tendrá material nuevo para hacer uno de sus habituales tochos utópicos y bizantinos sobre la calidad de nuestra democracia.
Han embrutecido a la sociedad después de muchos años de mala escuela,
de destierro de la filosofía de los planes de estudio y de un
adoctrinamiento falaz que nos ha polarizado en dos bandos enemigos. Y
ahora emergen los nuevos líderes de opinión de la sociedad de la
desinformación, referentes capciosos que confunden el activismo con el
negocio musical, soldados de la guitarra y la nueva canción protesta que
se creen Víctor Jara pero con menos luces.
Si comparamos los dos hechos acontecidos en los últimos días, el acto de exaltación fascista de la División Azul y
el excesivo entrullamiento del insurrecto Hasél, concluiremos que hay
doble rasero, doble vara de medir y doble moral. Unos vicios y defectos
que empiezan a lastrar demasiado las sentencias del poder judicial
dictadas por unos señores con togas negras que ven en el cantante
callejero a un peligroso terrorista y al fascista hitleriano como un
inocente y sano muchachote que se divierte cantando el Cara al Sol un domingo por la tarde.
"Muerte al Estado fascista", ha gritado el detenido antes de entrar en el coche patrulla
Decenas de personas habían arropado al rapero y habían formado un cordón a su alrededor para dificultar su arresto
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PABLO HASÉL - NUESTRAS LIBERTADES
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Quedan 5 días para mi encarcelamiento por hacer canciones y escribir tuits denunciando injusticias y a sus culpables, si la solidaridad no lo evita. En esta canción resumo lo que siento.
Los Mossos detienen a Hasél y se lo llevan de la Universitat de Lleida
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Los Mossos d'Esuadra han detenido este martes al rapero Pablo Hásel, que se había encerrado este lunes en el claustro de la Universitat de Lleida para evitar su ingreso en prisión, ordenado por la Audiencia Nacional. Decenas de agentes de los Mossos d'Esquadra habían
entrado en el recinto de la universidad cuando faltaban pocos minutos
para las 07.00 horas de este martes con el objetivo de detener a Hásel,
que se encontraba junto a un grupo de personas que le dan apoyo. Estas
personas habían formado un cordón humano para dificultar el arresto.
Tras el arresto, los agentes han conducido al rapero fuera del recinto
universitario.
Antes de entrar en el coche de los Mossos, que previsiblemente le
llevará a dependencias judiciales para su posterior ingreso en prisión,
el rapero se ha dirigido a sus partidarios y a los medios de
comunicación que captaban el momento y ha gritado: "Muerte al Estado fascista".
Un fuerte dispositivo policial, formado por decenas de agentes de los
Mossos y una veintena de furgonetas de la Brigada Móvil, se ha
desplegado desde las 6.30 horas de este martes en las inmediaciones del
rectorado para proceder a la detención de Hasél, cuyo plazo para
ingresar voluntariamente en prisión finalizó el pasado viernes. Hasel se
encerró este lunes en el edificio del rectorado de la Universidad de
Lleida "para ponérselo a la Policía lo más difícil posible" ante su
inminente detención y con el objetivo, según declaró a Efe, de
visibilizar lo que considera como un "gravísimo ataque" contra las
libertades.
La policía, no obstante, ha podido sortear con facilidad las barricadas
que habían situado en las entradas del edificio el medio centenar de
activistas encerrados junto a Hasél en el rectorado, que han sido
arrinconados por los agentes para proceder a la detención del cantante.
Los activistas se han refugiado en la tercera planta del edificio
mientras lanzaban algunos objetos a los agentes, aunque finalmente han
sido encapsulados por los policías, que han procedido a su identificación.
Según fuentes policiales, el único incidente se ha producido cuando
algunos concentrados han vaciado el contenido de un extintor sobre los
agentes.
En el interior del edificio se encontraban también numerosos
periodistas y reporteros gráficos que han pasado la noche junto a los
activistas y el propio Pablo Hasél.
El pasado viernes expiró el plazo que dio la Audiencia Nacional
para que el cantante ingresara voluntariamente en prisión. El rapero
leridano, que fue condenado por el contenido de una sesentena de tuits y
una canción en los que incurre en delitos de enaltecimiento del
terrorismo e injurias a la Corona, ya había advertido de que para que
entrara en prisión tendrían que "secuestrarlo". Y este lunes, al
encerrarse en el claustro, se ratificó: "Tendrán que reventarla para
detenerme".
El abgoado del rapero, Diego Herchhoren, ha
declarado en Catalunya Ràdio que Hasél "está haciendo un acto de
desobediencia. Su caso pone de manifiesto las carencias democráticas del
Estado". Herchhoren ha valorado también la actuación de los activistas
que se han movilizado para defender a Hasél: "Las personas que se han
atrincherado con él se pueden exponer a sanciones. La represión también
tiene estos efectos colaterales".
Varios centenares de personas arropan a Hasél. En Twitter algunos
de ellos han dado cuenta de la entrada de los Mossos y expresan su
disposición a combatir esa detención.
"They'll have to force their way in" - Rapper locks himself in Lleida university to avoid prison
*
Rapper Pablo Hasel locked himself in the rectorate building of the University of Lleida on Monday, after the deadline to voluntarily present himself in prison ended on Friday.
"Faced with such an unjust sentence, I decided that, seeing that it would be undignified and humiliating to present myself in prison, I was going to disobey", explained Hasel, adding that "we demand freedom of expression, that I should not be imprisoned, but not only me, but so many other people who are either waiting to be imprisoned or in the future will have cases opened against them for the same reasons".
"We have locked ourselves in the university rectorate for two fundamental reasons.
Firstly, not to make it easy for the police to arrest us. We have locked the entrances with padlocks and chains, so they will have to force their way in. Moreover, in a place like a university, where, in theory, the police should not have access, and on the other hand, we have also locked ourselves in to make some noise", he explained, speaking about the motivations for his decision.
The rapper announced that he is at the university via his Twitter account, where he also posted a video showing a chain and a padlock on one of the university's access doors. Hasel was sentenced to nine months in prison for the exaltation of terrorism and insulting the crown.
*SOUNDBITES*
SOT, Pablo Hasel, Rapper (Spanish): "Friday was the deadline for me to voluntarily present myself in prison. And, faced with such an unjust sentence, I decided that, seeing that it would be undignified and humiliating to present myself in prison, I was going to disobey.
And we have locked ourselves in the university rectorate for two fundamental reasons. Firstly, not to make it easy for the police to arrest us. We have locked the entrances with padlocks and chains, so they will have to force their way in. Moreover, in a place like a university, where, in theory, the police should not have access, and on the other hand, we have also locked ourselves in to make some noise."
SOT, Pablo Hasel, Rapper (in Spanish): "We demand freedom of expression, that I should not be imprisoned, but not only me, but so many other people who are either waiting to be imprisoned or in the future will have cases opened against them for the same reasons.
And also to demand freedom, well, the return of people like Valtonyc (Jose Miguel Arenas Beltran, a Spanish rapper who is in Belgium to avoid a three-year prison sentence for the crimes of glorifying terrorism, insulting the Crown and threats), who is in exile for having said things similar to what I have said."
La hambruna española que fue borrada de la historia: ¿y si mató más que la guerra?
El
historiador español Miguel Ángel del Arco recuerda que los años
cuarenta no fueron un periodo de escasez, sino una hambruna en toda
regla comparable a las de Grecia, Holanda o Ucrania
Los años cuarenta forman parte del imaginario colectivo
español como una época de hambre y escasez. Sin embargo, dichos términos
no hacen justicia a lo que realmente ocurrió en nuestro país entre 1939
y 1942 y, más tarde, en el epílogo de 1946. No fue un periodo de
hambre, sino una hambruna, que no es lo mismo.
Según la FAO,
la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura, una hambruna es “la carencia grave de alimentos, que afecta
a un área geográfica grande o un grupo significativo de personas”, y
cuya consecuencia es “la muerte por inanición de la población afectada,
precedida por una grave desnutrición o malnutrición”.
Fue una hambruna, y no simple escasez, lo que arrasó España durante los
años de la posguerra, a pesar de que no figure como tal en los libros
de historia. Es la tesis que el historiador de la Universidad de Granada
y becario de la Fundación BBVA, Miguel Ángel del Arco Blanco, mantiene y expone en su último trabajo, publicado en el ‘Journal of Contemporary History’ con el nombre de “Hambruna en España durante la dictadura de Franco 1939-1952”: que esta debe clasificarse junto a otras grandes hambrunas reconocidas, desde el Holodomor ucraniano hasta la Gran Hambruna de Grecia durante la ocupación de las Fuerzas del Eje o la hambruna holandesa de 1944.
"Es una hambruna como las que ocurrieron en el resto de Europa, pero silenciada"
La diferencia: que estas sí figuran en los listados de grandes hambrunas, pero la española no.
“Es plenamente comparable a esas, en cuanto a los motivos por los que
tuvo lugar, el número de víctimas y la duración”, explica Del Arco a El
Confidencial. “La originalidad de la española reside en cómo fue
recordada, y aquí hemos de diferenciar entre memoria e historia: la
memoria no habla nunca de hambruna, y en la historia, ha pasado
desapercibida”.
Se recuerda “qué mal se pasó”, añade, pero la hambruna
no es un adjetivo, sino “un fenómeno con unas determinadas
características, tipificado por geógrafos, historiadores y
nutricionistas”. “Lo original, en nuestro caso, es que ha permanecido silenciada”.
El historiador explica que las grandes hambrunas del periodo están
relacionadas con periodos de autoritarismo, totalitarismo y represión.
La gran diferencia es que, mientras Grecia o Países Bajos fueron
liberados poco después, el franquismo controló el relato, los documentos
y la información durante más de 35 años.
¿Cuántos españoles pudieron
llegar a morir durante ese periodo? “Todas las cifras generan problemas,
porque antes ha habido una guerra”, explica Del Arco. “Muchas muertes
de la guerra se atribuyen posteriormente, por ejemplo, porque se
comunican para cobrar una pensión, pero eso no explica el aumento de la mortalidad entre el 39 y el 41”.
Algo más estaba ocurriendo, pero el franquismo prefería señalar a la
recién terminada guerra y no a sus propias decisiones políticas y
económicas. “Entre 1939 y 1941-1942, los historiadores hacen una
estimación de muertes derivadas no de la guerra, sino de la mala
nutrición o de enfermedades derivadas de entre 200.000 y 600.000, una horquilla muy amplia”, explica.
El umbral inferior es el dato que apuntan Stanley Payne en ‘El régimen de Franco’ o Juan Díez Nicolás
en ‘La mortalidad en la Guerra Civil española’. Pero puede ser mucho
más alto, especialmente si añadimos las cifras de 1946, conocido como el
'año del hambre' por sus malas cosechas. Otro estudio apunta que la mortalidad asociada a la desnutrición aumentó un 250% a lo largo de todos los años cuarenta.
“Lo que sí podemos afirmar con total seguridad es que murieron al menos 200.000 personas
entre el 39 y el 42 de hambre o de causas derivadas del hambre, como
enfermedades infectocontagiosas (coges el tifus, vives en una cueva
porque no tienes ropa, jabón y llevas una alimentación deficiente que te
hace más vulnerable)”, prosigue el historiador especializado en
agricultura y franquismo.
“Hablar de 200.000 muertos en tres años es una
hambruna bastante fuerte, si lo llevásemos a toda la década, en la que
ya no hay hambruna propiamente dicha, pero sí una situación difícil que
puede provocar consecuencias en el estado de salud, las consecuencias
serían muchísimo mayores”.
Si la cifra aumentase, podría suponer hasta
el doble de los muertos durante la guerra en el frente (alrededor de
300.000). En una hambruna, alrededor del 10% de los fallecidos muere
directamente de inanición. El 90% restante lo hace por enfermedades
relacionadas con la malnutrición.
¿Por qué?
La clave se encuentra en por qué se produjo esta hambruna, y no tiene
que ver exclusivamente con la guerra, recuerda el historiador, que ha
sido el discurso vigente durante décadas, ya que le resultaba funcional
al franquismo como garante de la paz. El conocido triunvirato guerra, pertinaz sequía y aislamiento internacional era toda la información proporcionada por el régimen para explicar por qué los españoles no tenían qué llevarse a la boca.
En Puente de Vallecas, más de un 25% de la población mostraba fatiga por el hambre
“No era tanto la destrucción ocasionada por la guerra sino sus medidas
políticas lo que acabó con los avances que habían mejorado la
agricultura española durante los años anteriores”, recuerda el trabajo.
“Se produjo una reducción de las zonas de cultivo y las cosechas.
También se redujo el uso de fertilizantes, lo que produjo un descenso de
la producción”. Además, los sueldos bajos y el control “rígido” de la
fuerza de trabajo achicaron aún más la productividad. Una economía de
contracción que provocó, por ejemplo, que se redujesen la producción de carne y el abono para cosechas.
De manera paralela, el coste de la vida aumentaba. “Es crítico para
entender las dinámicas de la hambruna española”, recuerda Del Arco.
“Después de la guerra, sus niveles aumentaron dramáticamente, lo que
contribuyó a una política monetaria que condujo a una inflación sin precedentes”. Ya en 1940, algunos trabajadores se lamentaban de que sus sueldos habían aumentado apenas un 25%, mientras que el coste de la vida
lo había hecho en un 100%. Un informe remitido a Franco en 1945
señalaba que un agricultor debía destinar el 90% de sus ingresos a
comprar comida.
En el trabajo, Del Arco cita el testimonio de un viajero británico
de la época, que contaba que El Campillo (Huelva) vio cómo un grupo de
gente se abalanzaba sobre un burro que acababa de morir para hacerse con su carne.
En su relato, explicaba que “los hambrientos comen gatos y perros”.
Alimentarse de hierbas y raíces, incluso comercializarlas, era habitual.
Una revisión de los hábitos alimentarios del barrio madrileño de Puente
de Vallecas realizada por científicos estadounidenses mostraba que la
ingesta diaria estaba por debajo del mínimo necesario en calorías,
calcio, proteínas, vitaminas A y B y proteína animal. Más de un 25% de
los mayores de cinco años mostraba debilidad, fatiga y, en algunos
casos, irascibilidad, apatía y pérdida de memoria.
Imágenes que parecen salidas de una película de Luis Buñuel y que individualmente forman parte de la memoria familiar, pero que, unidas, son el fresco de una gran hambruna
que intentó ser acallada por las autoridades. Cuando no, directamente,
utilizada como arma arrojadiza contra el Gobierno republicano y los
perdedores de la guerra, lo que también ha dificultado el análisis, como
ocurrió con el caso de la epidemia de tifus que se produjo entre 1939 y
1943, y que fue ocultada por el franquismo.
"La media de consumo de calorías era menor a 2.300 calorías; en 1931, era de 2.846"
“El régimen lo oculta, pero también lo utiliza como propaganda”, añade Del Arco. “El director general de Sanidad, José Alberto Palanca,
dice que el tifus viene de la zona republicana, cuando sabemos que no
es así, porque por ejemplo también se encontraba en Cádiz. También
sabemos que el propio Palanca oculta la epidemia de tifus, que es lo
peor que puedes hacer, es como si nos ocultaran el coronavirus”.
Mientras el régimen se mostraba triunfal ante la opinión pública, la
Cruz Roja americana, la embajada británica o la Argentina peronista
enviaban trigo, carne y otros alimentos a la Península, por lo general, a través de la organización falangista Auxilio Social.
Las zonas más afectadas por la hambruna son también las más afectadas
por la epidemia de tifus, enfermedad infecciosa acelerada por la
malnutrición: Murcia, Castilla-La Mancha, Extremadura, Andalucía, partes de Madrid (barrios
pobres, prisiones y asilos) y el sur del Levante.
Los datos de algunas
regiones son reveladores. En algunas provincias andaluzas, recuerda Del
Arco en el trabajo, se incrementaron las tasas de mortalidad brutas en
más de un 20% en 1940 y 1941 en comparación con 1935, el último año
antes de la guerra.
“Los niveles de toma de calorías, así como de proteínas y de otros
nutrientes, no volverán a restaurarse hasta los años cincuenta”,
recuerda el trabajo. “Entre 1940 y 1951, la media de consumo por cápita
era menor a 2.300 kilocalorías por persona y día (en 1931, había
alcanzado las 2.846), por debajo de las necesidades biológicas del
individuo”.
Como siempre, la media es engañosa: alrededor de un 30% no
llegaba siquiera a las 2.250 calorías. ¿Un resultado visible? El descenso en la altura de los españoles, especialmente en el sudeste español, como se constató años después.
Una deuda histórica
Entre las diversas razones que han provocado que la hambruna cayese en
el olvido, se encuentra el renacimiento económico y social vivido en los
años cincuenta, tras el final de la autarquía. Una época más feliz en
la que se intentaron olvidar los sinsabores del pasado. “Aunque en los
años cincuenta la pobreza no desaparece, sí que hay una sensación de mejora que paradójicamente ayuda a que el régimen sobreviva”,
recuerda Del Arco.
Era otra forma de control: “El hambre sirve en los
años cuarenta para controlar la población a través de un sistema de
cartillas de racionamiento donde si te mueves no comes, y a partir de
los sesenta, la sociedad de consumo ofrece una idea de éxito del régimen
que hace olvidar todo lo que había ocurrido”.
Otro problema para evaluar el alcance de esta hambruna es que no fue
hasta años después —cuando los procesos de descolonización pusieron de
relieve las hambrunas en las regiones del Tercer Mundo— que comenzó la
preocupación por las crisis alimentarias.
La memoria histórica española, además, ha tenido otras prioridades
lógicas desde que comenzase a ganar fuerza en las tres últimas décadas,
añade el historiador: básicamente, “lo más prioritario era sacar a la gente de las cunetas y rehabilitarlos”.
La gran paradoja se encuentra en que la gran hambruna forma parte de
nuestros hábitos, nuestros recuerdos y nuestros platos incluso hoy en
día, como el consumo de pan o los platos de cuchara, y costumbres como no dejar nada en el plato.
Hábitos que hoy, en un contexto histórico y económico completamente
distinto, se dejan de lado. “Es una hambruna que se ha silenciado, pero
que está escrita en nuestros hábitos, al menos en los de nuestros padres
y abuelos”, recuerda el historiador. “Todo eso es producto de los años
del hambre, pero no fue algo casual, sino ocasionado por el régimen
franquista”.
"Muchos de los ancianos muertos este año vivieron la hambruna en su infancia"
Una tragedia que no ha dejado más marca en el recuerdo. “Los que fueron
asesinados y están en las cunetas, aunque aún estén por buscar, tienen
un rastro porque la violencia deja rastro, pero el hambre no”, concluye
el historiador. “La gente que murió sola en una cueva por tifus o se
suicidó está silenciada porque el único rastro que deja el hambre está en la memoria de la familia.
Debería entrar en la agenda y en los libros de texto: muchos de los
ancianos que han fallecido este último año vivieron la hambruna en su
infancia. Qué final tan triste”.
El hombre herido sufre lesiones en la cara, la nariz y hoy ha tenido que volver a ser ingresado en el Hospital San Agustín de Linares, por problemas en una córnea.
Su ideología es la muerte. Son los herederos ideológicos de quienes mataron a nuestros abuelos, de quienes los tiraron a cunetas inmundas, de quienes violaron a nuestras abuelas
después de quedar viudas, de quienes sacaron a nuestras madres de la
escuela con ocho o nueve años para ponerlas a fregar de rodillas los
suelos por donde escupían el puro o caían borrachos después de una buena jarana.
Son los hijos y nietos de quienes raparon a nuestras abuelas y las pasearon en ropa interior por el pueblo con la única finalidad de humillarlas. Son ellos, los herederos de quienes se follaron a todos aquellos maricones y travestis en la oscuridad de la noche pero de día los ejecutaban en el paredón como si no supieran quiénes eran.
Son los mismos que necesitaban ir armados y ser media docena para detener a un solo hombre bueno, despojarlo de su casa, su familia, llevárselo a una prisión inmunda, hacerlo desaparecer y sacarlo de madrugada en una saca para dispararle por la espalda en la tapia de cualquier cementerio.
Son los que mataron a Federico García Lorca; a Blas Infante; a Octavio,
el padre de Angustias, quien ha muerto con 90 años sin poder saber
dónde llevarle flores al cuerpo del hombre que le dio la vida.
Son los mismos que fueron a buscar al hijo y marido de Luisa, una mujer que huyó con sus cinco criaturas desde Córdoba hasta Jaén para salvar el pellejo de ella misma y de los cuatro hijos que le quedaban. Sacerdotes de la muerte incapaces de hacer crecer nada bueno a su paso.
Son los funcionarios de las prisiones franquistas, los vecinos chivatos que a tanta gente delataron durante la dictadura o el muerto de hambre con el estómago lleno que por eso cree que ya forma parte de la familia del señorito.
Son los mismos que mataron a los abogados laboralistas de Atocha, en plena Transición, mientras defendían los derechos de los trabajadores más humildes. Son los herederos de quienes dieron el golpe de Estado contra la democracia española en 1936, el frustrado del 23F de 1981 y los que lo darían de nuevo, mañana si pudiesen.
Son los ídolos de quienes matan cada año a casi 100 mujeres porque se piensan que son suyas. Son los mismos que encerraban a Manolita en el cementerio de su pueblo para que los turistas no vieran que era transexual en los años 60.
Son los mismos que se subastaban a los jornaleros andaluces y extremeños en la plaza del pueblo como hacían los esclavistas con los negros antes de subir a las galeras de los barcos. Son los mismos que abusaban sexualmente de las criadas,
las dejaban preñadas y, cuando parían, las despedían sin reconocer al
bebé y manchando la reputación de la víctima para toda su vida.
Son los herederos de quienes llenaron Europa de muerte,
campos de concentración y hogueras de libros porque en ellos se
enaltecía el amor por la vida, el conocimiento y la comprensión de quien
piensa diferente.
Son los que nos negarían a nosotros mismos el auxilio
si fuéramos personas migrantes y tuviéramos que huir despavoridos del
hambre, la miseria o una crisis sanitaria como la que estamos viviendo.
Son los referentes de las manadas de violadores que salen en pandilla a penetrar vilmente la vagina y boca de una niña de 19 años.
Son los mismos. Su ideología es la muerte. No tienen
amor por el teatro, ni por la literatura, ni por el cine, ni por la
pintura, ni por la poesía, ni por la escultura, ni por ninguna de las
artes que al resto de los mortales nos hacen olvidar que existe la
muerte. Sus mayores hobbies están vinculados a la destrucción de la vida: irse de putas, de montería o portar armas.
Su ideología es la exaltación de la muerte. Por eso defienden la privatización de la Sanidad y Educación o los recortes en ciencia y servicios sociales, mientras abogan por aumentar el gasto en pistolas de último diseño para combatir la desigualdad social y en bonificaciones fiscales y subvenciones para la tauromaquia.
Son los cobardes del colegio. Los que se meten con
el niño más pobre, con el que más pluma tiene, con el que peores notas
saca, con el más tímido, con el que tiene alguna discapacidad o con el menos popular.
Son también los lacayos del poder. Los que le perdonan a los bancos
los 60.000 millones de euros que los españoles les hemos prestado, los
que votan en contra de subirle el sueldo a un trabajador que cobra 900 euros, quienes están en contra de que la señora extranjera que cuida de sus padres, de forma interna, tenga papeles para que pueda ser libre y huir de un ambiente laboral humillante y vejatorio.
Son mala gente que camina, que dice el poeta Benjamín Prado, gente bien vestida, aseada, perfumada, acomodados desde que los echaron del vientre de su madre; pijazos que no conocen más esfuerzo que levantarse a las seis de la mañana para irse de montería
o a alguna capea; seres arrogantes que no saben lo que humaniza ir al
cajero, que no haya dinero y falten diez días para que termine el mes;
que tu madre te diga que tienes que ir al colegio con los zapatos rotos hasta que la situación económica mejore o recibir la orden de corte de la luz por impago.
Son los chupópteros de lo público, los golfos de la universidad que al final tienen que irse a la privada para pagar el título, son los que con contactos, herencia y sin esfuerzos lo han conseguido todo en la vida. Son los que están acostumbrados a ganar hasta cuando pierden.
Son los mismos de siempre, aunque se vistan de verde, por eso han sembrado la Gran Vía de ataúdes.
Es lo que han hecho toda la vida, es lo que hicieron sus bisabuelos,
abuelos y padres ideológicos. El triunfo de su ideología sería ver a
nuestro país enterrado en cajas de madera. Su ideología es la muerte. Son fascistas.