El agua ya es (oficialmente) una mercancía
Periódico Todo por Hacer (Madrid)
A
mediados del pasado mes de diciembre de 2020 una noticia terrible
sorprendió al mundo: “El agua empieza a cotizar en el mercado de futuros
de Wall Street junto al petróleo y el oro”, rezaban varios titulares.
La guinda a un año 2020 de mierda y la antesala a un futuro cercano
parecido a las pelis de Mad Max.
La noticia recorrió con la fuerza de las aguas bravas las redes sociales y los informativos de televisión, pero un par de días después se dejó de hablar del tema y el foco mediático se centró en otras cuestiones, como las acusaciones de fraude electoral en EEUU, la crisis humanitaria de personas migrantes en Canarias, o la legalización del aborto en Argentina.
Parece que si el dedo no apunta a la luna no nos fijamos ni en la luna, ni en el dedo.
El hecho de que cotice en Bolsa, además, invita a que Fondos de Inversión y otros agentes especuladores puedan empezar a invertir fuertemente en ella. ¿Qué puede salir mal? Recordemos su aventura financiera cuando en 2008 decidieron invertir en viviendas subprime. En el caso del agua, sus beneficios se verán incrementados cuanto más escaso sea este bien.
California Water Index: un referente para el resto de mercados de agua del mundo
El
agua con la que se están haciendo apuestas actualmente en Wall Street
es la de California, un estado conocido por ser zona de cultivo de
almendras, marihuana y pistachos (los cuales requieren mucha agua) y que
lleva sufriendo desde hace años devastadores incendios históricos.
Es decir, como consecuencia del cambio climático los fuegos en California van en aumento, el agua cada vez va a considerarse más necesaria necesaria y su valor, en consecuencia, va a ir en aumento. ¿Y a quién beneficiará esta situación? A especuladores que se aprovechan de la escasez y la miseria para lucrarse.
La especulación con el agua: nada nuevo bajo el sol
En el artículo “Agua y Wall Street: las claves de una noticia esperada”, publicado en la sección Climática de La Marea, María Ángeles Fernández y J. Marcos argumentan que el agua y su gestión lleva años siendo objeto de mercado e incluso de especulación financiera. Ahora, con la entrada en el mercado de futuros de las materias primas, se ha dado un paso más en una tendencia que lleva, al menos, dos décadas de desarrollo.
A continuación reproducimos las principales ideas de este artículo.
A mediados del pasado mes de diciembre de 2020 una noticia terrible sorprendió al mundo: “El agua empieza a cotizar en el mercado de futuros de Wall Street junto al petróleo y el oro”, rezaban varios titulares.
La guinda a un año 2020 de mierda y la antesala a un futuro cercano parecido a las pelis de Mad Max.
La noticia recorrió con la fuerza de las aguas bravas las redes sociales y los informativos de televisión, pero un par de días después se dejó de hablar del tema y el foco mediático se centró en otras cuestiones, como las acusaciones de fraude electoral en EEUU, la crisis humanitaria de personas migrantes en Canarias, o la legalización del aborto en Argentina. Parece que si el dedo no apunta a la luna no nos fijamos ni en la luna, ni en el dedo.
“Nadie
en el mundo se ha hecho más consciente del valor del agua que el sector
privado, que ve los beneficios que se pueden obtener del hecho de que
el agua sea un bien escaso. El resultado es un fenómeno completamente
nuevo: el negocio del agua”, escribían en 2004 Maude Barlow y Tony
Clarke en el libro el Oro azul: Las multinacionales y el robo organizado
de agua en el mundo (editorial Paidós).
La venta de agua embotellada, la generación eléctrica a través de hidroeléctricas, la producción de alimentos, el uso por parte de las industrias, la privatización de los suministros urbanos, la desalación o los trasvases son algunos ejemplos de procesos de mercantilización del agua. Además, es un input fundamental en otros muchos sectores como, por ejemplo, el turismo.
“El
agua se ha convertido en el recurso más codiciado del planeta. El mundo
de las finanzas quiere imponer su revolución para salvar a la
humanidad: aumentar el precio del agua y crear mercados como el del
petróleo”. Estas son algunas de las frases del documental francés Los
señores del agua, filme que se puede ver a continuación.
Para
analizar el papel de esos mercados financieros habría que retrasarse más
o menos a inicios del siglo XXI, cuando se crearon algunos fondos
temáticos dedicados al agua; Pictet Water fue uno de los primeros y, a
principios de este año, ofrecía una rentabilidad del 8%.
En un planeta donde el agua supone el 70% de la corteza terrestre, las alternaciones climáticas, así como determinados usos abusivos y contaminantes, están provocando problemas de acceso cada vez mayores en muchas regiones.
Ante esta ‘escasez’, justificación que se repite una y otra vez, los mercados financieros han decidido que la cotización en Wall Street ya no puede esperar más. Gestión de riesgos, sequía excepcional, precios, crecimiento, privatización, escasez o valor son conceptos que reiteran las crónicas que anuncian la reciente cotización y medición de la evolución de los precios del agua.
“Se acepta que los
mercados teóricos, en condiciones de transparencia, información,
igualdad de acceso a las decisiones y a la competencia, etc., aumentan
la eficiencia de los recursos. Y también se acepta que esta mayor
eficiencia conlleva aumentos de la inequidad y de la desigualdad en la
distribución, al no haber criterios de solidaridad, sino de eficiencia.
Esa es la función del mercado”, explica a La Marea Leandro del Moral,
catedrático de Geografía Humana de la Universidad de Sevilla.
Todo ello en un planeta con una ya desigual distribución del agua. La escasez afecta a más del 40% de la población mundial, unos 3.000 millones de personas, según los datos de Naciones Unidas, que prevé, además, que el porcentaje aumente debido a la sobreexplotación de muchas cuencas. El uso del agua ha aumentado anualmente el 1% desde los años 80 del siglo pasado y, como recoge el Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2019, se espera que la demanda siga aumentando a un ritmo similar, por lo que para 2050 se podría estar usando entre un 20 y un 30% más que las cantidades actuales.
La actual emergencia climática, con mayores sequías y lluvias
torrenciales, ahonda esta tendencia y la distribución desigual.
La importancia de la agricultura
Debido
a la dificultad que implica moverla en grandes cantidades, el control
del agua se realiza a través de derechos de uso, que pueden cambiar de
manos, en una práctica que prima y blinda unos derechos sobre otros.
Entre
un 70 y 80% del consumo de agua mundial está dedicado a la agricultura,
así que no extraña que la entrada en el mercado de futuros de Wall
Street del líquido azul esté relacionada con esta actividad económica.
“El agua irá a los frutos intensivos; no irá, por ejemplo, a regar cultivos tradicionales que tienen poca rentabilidad, poca productividad y poca competitividad en el mercado, pero que son fundamentales para determinadas sociedades, colectivos y espacios”, alerta del Moral.
A
partir de ahora, hablar de agua, un derecho humano, también es hacerlo
de especulación, de fondos de inversión y de mercados de futuros.
[Tomado de https://www.todoporhacer.org/agua-mercancia.]
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