martes, 6 de abril de 2021

La realidad de las peleas organizadas de perros


 


 La realidad de las peleas organizadas de perros

 

El silencio del exterior contrasta con el bullicio y los ladridos de los perros del interior del local. Dos personas, situadas discretamente junto a la puerta, vigilan la entrada. Tienen orden de dejar pasar únicamente a quienes han sido invitados.

 

Alrededor de un improvisado ring, personas enfervorecidas gritan y jalean al can por el que han apostado. Dos perros que jamás se han visto se despedazan a mordiscos. Solo podrá ganar uno; y posiblemente, solo uno también quedará con vida tras el combate, ya que, si el perro ganador no mata a su contrincante, lo hará el dueño por haberle fallado perdiendo la lucha.

 

Muchos de nosotros compartimos nuestra vida con uno o varios perros a los que hemos hecho parte de la familia. En ocasiones cometemos el grandísimo error de dejar a nuestros amigos atados a un poste mientras entramos al supermercado o a la panadería a comprar; será por poco tiempo —pensamos. Pero, demasiado a menudo sucede que, al salir con la compra, el propietario descubre consternado que su perro ya no está esperándolo donde lo dejó.

 

Existen mafias que se dedican a robar perros. Merodean por los supermercados, intentando pasar desapercibidos entre los transeúntes; no repararemos en ellos, pero ellos sí lo harán en nosotros si llevamos uno a nuestro lado. Permanecen atentos, a la espera de que dejes a tu perro atado y entres al interior del comercio; una vez lo hayas hecho, se acercarán a él, lo tantearán, verán si es bondadoso y sociable y, en caso afirmativo, se lo llevarán; y muy posiblemente no volverás a verlo.

 

¿Qué sucederá a continuación?

 

El perro será introducido por la puerta trasera en una furgoneta en la que, seguramente, habrá otros perros más, con el miedo en el alma. Se dirigirán con ellos a un lugar apartado, una nave industrial, un recinto en un poblado chabolista o a cualquier otro sitio donde nadie pueda verlos ni escuchar sus ladridos.

 

Allí las personas de estas mafias harán el triage, los perros de raza serán vendidos o devueltos a su propietario, previo pago de una cuantiosa suma de dinero. Los perros sin raza correrán peor suerte.

 

 Los de gran tamaño se utilizarán como sparrings, es decir, para servir de entrenamiento de los perros de luchas clandestinas. Debido a su carácter tranquilo y noble, estos recibirán casi sin defenderse, las dentelladas de aquellos, que mutilarán sus cuerpos y destrozarán sus almas para siempre.

 

Tratándose de cachorros sin pedigrí, o de perros pequeños y dóciles, su suerte será otra. A menudo son introducidos en las jaulas en las que, otros perros que comienzan su adiestramiento para pelear, los aguardan. Estos llevarán semanas sin comer e ingiriendo muy poco líquido, por lo que estarán desesperados y rendidos por el hambre y la sed.

 

Al entrar el cachorro aterrorizado en la jaula del perro de presa, será devorado por él, sin tener ninguna oportunidad de defensa ni de huida; va a morir bajo las fauces de otro perro hambriento que, con su carne, mitigará su hambre y su sed.

 

Esta será la prueba de fuego del futuro perro de pelea, que ya habrá probado la sangre. En caso de resistirse a devorar al pequeño animal, las mafias determinarán que el perro no sirve para pelear, por lo que será asesinado; seguramente después de propinarle una enorme paliza será quemado y tirado al interior de algún contenedor de basuras, tal y como suelen hacer este tipo de organizaciones.

 

Cuando el perro que ha sido usado como sparring está tan malherido que ya no puede ni sostenerse en pie, morirá de la misma manera.

 

¿Qué debemos hacer para impedir que nuestros perros no corran este terrible peligro?

 

Jamás debemos dejar a nuestro perro atado y sin vigilancia, ni siquiera unos minutos. Los miembros de estas mafias son muy rápidos y solo necesitan un instante de descuido para hacerse con nuestro fiel amigo.

 

Pero, y sí llegamos tarde, ¿qué debemos hacer si nuestro perro ha sido sustraído?

 

Como siempre, la rapidez de actuación por nuestra parte puede ser clave. Lo primero y primordial es llamar a la Policía para que se persone en la zona y hagamos la denuncia, con objeto de que pueda abrirse una investigación lo antes posible.

 

Mientras acude la Policía, preguntaremos a todas las personas que se encuentren en la zona si alguien ha visto algo que nos pueda proporcionar una pista, evitando así que quien lo ha robado pueda marcharse antes de la llegada de la Policía.

 

 De no aparecer, buscaremos a nuestro perro por los alrededores del lugar en que ha sido robado, incluyendo los pueblos y ciudades cercanas; especialmente hemos de hacerlo en los polígonos, naves abandonadas y barrios chabolistas.

 

Es útil avisar de la desaparición a nuestros contactos, familiares y amigos, para que hagan difusión y puedan ayudarnos en la búsqueda.

 

Paralelamente, informaremos de lo sucedido a las protectoras de animales y a los veterinarios de la zona, proporcionándoles una foto del animal y toda la información sobre él de la que podamos disponer.

 

También las redes sociales son una muy buena opción en caso de que tu perro haya sido robado, por lo que haremos difusión de ello en todos los grupos que podamos, tanto del pueblo como de afuera, grupos dedicados a animales robados, etc.

 

Si los medios y emisoras locales se prestan a colaborar, podemos informarles de la desaparición para que lo difundan.

 

Asimismo, colgaremos carteles con la foto y la descripción del perro y con nuestro teléfono para que, en caso de que alguien tenga alguna pista o lo encuentre, se pueda poner en contacto con nosotros.

 

Ofrecer una gratificación por el perro en el momento de difundir su desaparición puede ser también de gran ayuda.

 

 

 

 


 

No hay comentarios: