El director de AD, Armando Robles, lo explicó hoy en una emisora de radio malagueña: “Ellos nos odian. Yo les odio todavía más y creo que ese sentimiento me acompañará mientras viva”.
No hay ejemplo más claro de cuál es la diferencia entre una sociedad secularizada, aferrada a lo instintivo y a la materia, zafia y fea, carente de valores y principios, y esa otra que sublima el ideal de vida y hace trascender al mismo tiempo la pobre condición humana. Es la diferencia entre los catalanes separatistas y el resto de españoles que subliman nuestro patrimonio espiritual.
Pese a que la multitud católica procedente de toda Europa superaba el medio millón de personas hoy en Málaga, que sepamos no se ha registrado un sólo incidente, el mínimo altercado, ni problemas que incluso hubiesen sido lógicos dada la impresionante marea humana. Son europeos alegres, aseados, dignos, responsables.
Representan un porvenir que nos concilia con el optimismo. Sus manifestaciones son un canto a la vida, a la justicia real, a la belleza espiritual, a la importancia del hombre. En sus voces hay fe y espíritu de concordia.
Esta suprema elegancia ante la muerte es señal de fe, de corazón entero, de hombre cabal. Las calles de Málaga lo perciben. No hay resonancia del pasado en ellas. Sólo emoción de ver acompañado al Cristo de Mena por los novios de la muerte.
Verlos balancearse de lado a lado, con cadencia musical, junto a su Cristo, nos reconcilia con el presente. No habría nada más monótono, bostezante y lacerante que el manual de vida de un representante de la sociedad civil catalana comparado con el ideal de vida de un legionario, depositario de valores y principios que en nuestros randas de la patria serían motivo de alergia.
La disciplina legionaria, el vigor de sus tradiciones, estimula la circulación de la sangre, vigoriza el pensamiento y alegra los humores, hasta en plena Pasión de Jesús.
Los separatistas catalanes, desaliñados, procaces y enervados, nos traen a la memoria los día del paseo, los años en los que los separatistas catalanes cortaban gaznates.
Eran tardes de bochorno y de moscas, como las de Barcelona, cuando se daban equivocados matariles…
A través de esos traidores no es difícil ver los ojos de la cólera, la cólera ciega y sucia de la chusma.
En la antesala como estamos de un cambio político de ciclo, uno y otro ejemplo debería servir al Gobierno para elegir cuál es el modelo de sociedad por el que merece la pena apostar hoy.
De esa elección dependerá que se despejen o no algunos de los negros nubarrones que se ciernen sobre el futuro de la entera nación española tras más de siete años de pesadilla secesionista.
http://www.alertadigital.com/2018/03/29/por-que-a-los-cerdos-separatistas-catalanes-no-les-gusta-la-legion/
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