Soy de un país extraño, en el cual se hablan hermosas lenguas y se insulta en todas las de Babilonia, lanzando como puñales contra todo acento discordante.
En mi país, los volcanes siempre están en calma absoluta, las lenguas de las personas son de ardiente lava, dispuestas a abrasar a todo aquel que piense diferente.
En mi país rara vez hay huracanes, aunque, chocante es el día en la cual no se escuchan vientos de odio rompiendo los cristales o donde, gentes sin honor, hablan de lanzar balas al viento contra los corazones libres.
Soy de un país que a la hora de unirse contra una pandemia, yendo en el mismo barco, la oposición hace boquetes en el casco para intentar hundir el bajel y en lugar de alegrarse por la llegada de la vacuna, rabian y echan en cara lo que ellos hacen todos los días.
Mi país tiene los más hermosos paisajes en donde recrear la mirada con embeleso, a pesar de lo cual, siempre miramos la ciénaga buscando entre el cieno los odios cocinados a fuego lento.
Es mi país, la tierra de Cervantes y otros grandes escritores. Genios narraron sus historias en todas sus lenguas. Es mi país donde todo el mundo presume de las obras maestras que nadie nunca leyó y sus más insignes plumas sufrieron prisión, exilio o muerte.
Mi país es rico, muy rico, tanto que siempre sus reyes y gobernantes, a lo largo de toda su historia se dedicaron a saquear un día sí, y otro también. Un país, donde los ladrones son venerados y tienen privilegios, y cuanto más ladrones, a más altas instituciones suben, mientras sus víctimas condenadas al olvido y al hambre.
En mi país se habla de constituciones, y sus más fanáticos defensores, son sus mayores violadores, y al igual que El Quijote, tampoco nunca la han leído.
Soy de un país que se habla de la libertad como de una necesidad vital; y no obstante, siempre está amenazada, en la mayoría de las ocasiones, por quienes más alto gritan su sagrado nombre, cada vez que el pueblo alcanza migajas de libertad.
Soy de un país que, también, se habla de libertad, en los cuarteles, en los despachos de los bancos, grandes empresas y en los púlpitos de las iglesias; pero, para acabar con ella.
Soy de un país, donde quienes más hablan de la patria, son aquellos que siempre están dispuestos a traicionarla y a la menor oportunidad evaden el capital a otras patrias, pues su patria la tienen en su cartera.
Soy de un país extraño, donde una bandera o quien nunca trabajó, son mucho más importantes que las personas que sudan el pan que se comen.
Soy de ese país donde algunos se escandalizan de que otros no feliciten la Navidad, los mismos que dicen que su rey mago preferido es el negro, pero sólo si está tiznado, y si José o María llegarán a nuestras costas, hundirían la barca antes de que arribarán y si lograban llegar y se cobijarán en una cuadra, les llamarían okupas, y sin duda, llamarían a los antidisturbios.
Soy de un extraño país, que habla de dignidad y rinde pleitesía a quien usurpa su soberanía.
¿De qué país soy?
Paco Arenas
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