El capitalismo ha hecho del mundo una fábrica de la que, caiga quien caiga, han de extraer crecientes beneficios sus privilegiados amos. Sobradamente conocidas son las atrocidades que se han cometido y se cometen a tal fin.
La cruda y espeluznante realidad es que, para esa desenfrenada corporación global que es hoy el capitalismo, gran parte de la población no sólo no es rentable, sino que consume materias primas que el capital no rentabiliza (subsisten por encima de sus posibilidades). No se viene al mundo para vivir, ni siquiera para trabajar (eso era antes), se viene para servir al capital o se muere (en cualquier guerra o pandemia) para contribuir a sus fines.
Imagino la mueca macabra, la gélida sonrisa de cualquiera de esos golfos que dirigen el mundo, cuando llegan a sus oídos las palabras 'derechos humanos'. "¿Derechos Humanos? No hay nada ni nadie por encima del capital. Los seres humanos no son más que gallinas poniendo huevos para él, y si las gallinas no ponen huevos, entonces habrá que sacrificarlas".
Y urden guerras de toda índole a las que arrastran a la población previamente confundida. Y se bloquea a las naciones que resisten y a las poblaciones que no cooperan. Y se deja morir de inanición a millones de personas, a las cuales el civilizatorio, democrático y maravilloso "progreso" ni siquiera tiene en cuenta. Ni migajas hay para ellas. Y se las expulsa violentamente de sus territorios, de sus casas y de sus trabajos. Y se las persigue como a delincuentes cuando huyen de los auténticos delincuentes.
Y se miente a todo color con discursos, himnos y mediáticas fanfarrias, con reuniones "al más alto nivel", nunca al más bajo. Y se estudia, detallada y concienzudamente, a dónde NO van a ir a parar las ayudas y a donde serán relegadas las promesas acordadas en las cumbres, anunciadas en los programas electorales y proclamadas en los medios.
Voraces mercachifles que se comen la manzana y que ya ni siquiera dejan caer la cáscara de sus opulentos manteles, hay que reciclarla para obtener energía que haga más ricos a los amos de la misma.
En nuestras manos está cortar el cable que desactive este sistema que nos va ha estallar en nuestro apoltronado culo. ¡Despertemos! Es todo cuanto puedo decir y desear para el próximo año nuevo.
Loam
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