miércoles, 9 de septiembre de 2020

China, primera economía mundial: algunas consideraciones



China, primera economía mundial: algunas consideraciones



China acaba de ser reconocida como primera potencia económica mundial en un reciente informe del FMI, basándose en su gross economic output en términos reales de bienes y servicios, siendo de US$ 17,6 trillones frente a US$ 17,4 trillones de los EE.UU (power purchase parity / PPP).


 Es por ello que los analistas económicos y políticos ya empiezan a evaluar las consecuencias geopolíticas que la supremacía económica china traerá, así como sus consecuencias para el orden internacional.


 De igual manera, los teóricos de las relaciones internacionales vuelven a los trabajos de A. F. K. Organski sobre la Teoría de la Transición del Poder (años 50´s y 60´s).


Para evaluar este hecho propongo algunas consideraciones al respecto:


1) Lo único que se está contabilizando aquí son cifras económicas macro, no se dice nada sobre la distribución del PBI Per Cápita chino que es incluso más bajo que el peruano (US$ 9,123 frente al nuestro, de US$ 11,000), ni de su aún bajo nivel de calidad de vida (también están más abajo que nosotros en el Índice de Desarrollo Humano, que es la única cifra que de verdad importa). Fuera de Hong Kong, Shanghai y algunas otras ciudades más, el resto del país sigue "business as usual".


2) Fuera de sus tradiciones milenarias y su historia, China no ejerce mayor atractivo cultural como estilo de vida alternativo al consumismo capitalista Made in USA (basta mencionar sus problemas de explotación infantil, trabajo esclavo e inexistencia de vida política legal fuera del Partido Comunista). En pocas palabras, mientras que aún una buena parte del mundo quiere vivir como gringo, casi nadie fuera de China quiere vivir como chino. 


3) China tiene relaciones vecinales complicadas, varias de ellas involucran desde el reconocimiento de fronteras marítimas (Islas Spratly con Vietnam, Senkaku/Diaoyu con Japón, explotación económica del Mar del Sur de China con Indonesia), el estatus irresuelto de Taiwán, y una asolapada carrera armamentista con la India (teniendo a Pakistán como estado proxy). Estados Unidos neutralizó a sus dos únicos potenciales enemigos continentales en el siglo XIX (asegurando de paso su hegemonía absoluta en el Hemisferio Occidental). 


4) Los BRICS como bloque avanzan aún a paso lento, y su principal problema son las ambiguas relaciones de cooperación y conflicto que China mantiene con la India. 


En sus relaciones con Rusia, la situación sí es favorable debido a la crisis en Ucrania (una crisis absurda e innecesaria generada por ciertos halcones necios en Washington y Bruselas) y a la necesidad rusa de diversificar su comercio exterior y exportaciones de hidrocarburos; sin embargo, esta es una situación a la que Rusia ha sido empujada y obligada.


 Mucho menos es la norma entre el resto de países BRICS.


5) El poder militar chino sigue siendo una quinta parte del estadounidense (que por cierto, sigue equivaliendo a la mitad de todo el gasto militar mundial), y sus prioridades están orientadas a mantener el equilibrio regional en Asia Oriental, a diferencia de los Estados Unidos, que son la única potencia realmente global que hay en el mundo, con todo lo que ello implica.


6) Lo más importante: Más que en un mundo de Post-Guerra Fría, seguimos viviendo en un mundo post-1945; un mundo formado bajo principios, normas jurídicas, organismos internacionales y reglas de juego de clara inspiración estadounidense. 


A pesar de todas sus contradicciones y problemas inherentes, este sistema supo responder a tanto al desafío geopolítico que en su momento representó la Unión Soviética sin llegar a una III Guerra Mundial, a la vez que logró capear las diversas crisis financieras sucedidas en los últimos 20 años sin llegar a un descalabro económico global (en palabras de Daniel Drezner, “el sistema funcionó”).


 Hasta el momento, a pesar de algunas propuestas controversiales realizadas por China en los últimos meses (como la creación de organismos alternativos al FMI y al Banco Mundial para financiar proyectos en Asia Oriental, así como acuerdos de integración económica alternativos a los propuestos por EE.UU, como el TPP); su pragmática Política Exterior siempre ha evitado confrontar de manera directa a los Estados Unidos, con quien comparte la relación económica bilateral más importante del planeta.


Por todas estas razones, es bastante remota la perspectiva de un Nuevo Orden Internacional basado sólo en el poder económico de China; más aún cuando ni siquiera tenemos la certeza de que estén interesados en asumir las responsabilidades globales derivadas de un proyecto como ese.



Anthony Medina Politólogo UNMSM. Director de la Escuela de Ciencia Política UCSM-Arequipa. 
 
 
 
 
 

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