Personal técnico trabajando en la exhumación de la fosa común de Pico
Reja, una de las mayores fosas del franquismo, ubicada en el cementerio
de San Fernando, en Sevilla. María José López
La violencia específica ejercida sobre el cuerpo de las mujeres estuvo basada en el fin purificador del franquismo y la política de deshumanizar a las mujeres antifascistas.
La arqueóloga,
antropóloga forense e investigadora de la Universidad de Ámsterdam y de
la Universidad de Extremadura Laura Muñoz-Encinar ha expuesto en su
tesis Descubriendo
la represión de género: un análisis de la violencia sufrida por las
mujeres durante la Guerra Civil y la dictadura de Franco en el suroeste
de España, como durante la Guerra Civil y la dictadura, miles de
mujeres fueron vejadas, violadas, torturadas y asesinadas, y a
diferencia de los hombres, sufrieron además otro tipo de represión de
carácter sexista incluso después de la muerte por ser mujeres.
La
antropóloga forense ha realizado un análisis basado en historias de
mujeres víctimas, que sufrieron humillaciones físicas y psicológicas, y
en fosas comunes con cuerpos de mujeres. Argumentando que las diferentes
represiones fueron motivadas por la percepción de las mujeres como ciudadanas de segunda clase y por tanto inferiores a los hombres.
Testimonios orales y
archivos históricos han documentado multitud de acciones represivas
asociadas al género: se ejercía una posición dominante contra ellas en
base a descalificaciones y amenazas para establecer una superioridad
masculina. En su cuenta de Twitter Laura Muñoz-Encinar recoge parte de su tesis.
La investigadora
explica que ideólogos franquistas, como Vallejo-Nájera, "consideraban a
las mujeres seres inferiores y volubles, que hacían uso de las
revoluciones sociales para dar rienda suelta a sus latentes apetitos sexuales, convencidos de su crueldad, perversidad innata y criminalidad natural".
Para los
franquistas el feminismo y las políticas de igualdad introducidas
durante la Segunda República caracterizaban "la creciente corrupción de
la mujer, castigadas por actuar de forma impropia a su género hasta el
punto de que roja adquirió el significado de no-mujer", añade.
Esta superioridad y
valoración subordinada del género femenino fomentó los castigos como
consecuencia de su actividad política durante la República o porque eran
esposas, madres y hermanas de republicanos.
Las investigaciones
se han llevado a cabo a través de exhumaciones de fosas comunes que han
aportado datos sobre los centenares de mujeres de las que no existe
registro documental.
Tortura para "expulsar al comunismo de sus cuerpos"
Los distintos tipos de castigo podían ser físico, a través de la ejecución, tortura y violación primero
durante la guerra y luego en las cárceles de Franco, y psicológico,
exponiéndolas públicamente con el cabello rapado y desnudas o
semidesnudas, tras haber ingerido aceite de ricino, con el objetivo simbólico de "expulsar al comunismo de sus cuerpos".
"Durante la
ocupación militar numerosas mujeres fueron violadas y ejecutadas", en
muchas ocasiones embarazadas, como en Llerena o en Fregenal de la
Sierra.
La vejación continuaba después de la muerte
En ocasiones, la
vejación de las víctimas continuaba tras la muerte. Varias mujeres
fueron enterradas desnudas entre dos varones, con un alto componente
simbólico. Paralelamente, en áreas de retaguardia numerosas mujeres eran
"paseadas y enterradas en fosas en cunetas o sacadas de las cárceles en
la que habían permanecido sin ninguna garantía procesal".
"En las fosas
hemos encontrado un patrón distinto sobre cómo acaban los hombres y las
mujeres dentro de un mismo depósito. Generalmente, las mujeres fueron
las últimas en ser introducidas dentro de las fosas y se solían
depositar en la misma área".
Tras
la guerra muchas mujeres confiaron en las palabras de Franco y
volvieron a sus pueblos, pero fueron detenidas de forma inmediata, como
la maestra Matilde Morillo, al descender del tren con sus hijas.
Torturada, violada y ejecutada. "Su cuerpo permanece aún
desaparecido. Al amanecer los perpetradores regresaron con el abrigo de
Matilde en la punta del fusil a modo de bandera, como si de un trofeo se tratase"
Fotos de Matilde Morillo
En el caso de Matilde y de otros tantos cuerpos hallados, Muñoz-Encinar tuvo un gran problema: la identificación de las víctimas.
Puesto que en múltiples ocasiones no hay registro alguno de las
personas ejecutadas, así como tampoco del lugar donde fueron enterradas,
la posibilidad de reconocer a las víctimas se vuelve remota.
"Con
Matilde, hay una clara intención de ocultar su violento destino en la documentación oficial. Esto es también el caso de muchas otras víctimas de la 'justicia de Franco'".
"El porcentaje de
mujeres asesinadas es inferior al número de varones. La violencia
específica ejercida sobre el cuerpo de las mujeres estuvo basada en el
fin purificador del franquismo y la política de deshumanizar a las
mujeres antifascistas", explica la antropóloga.
En relación a la
arqueología, las pertenencias personales registradas en fosas comunes
incluyen artículos relacionados con actividades e identidades
profesionales relacionadas con la mujer.
Algunas mujeres de las fosas
comunes les faltaban algunos elementos de la ropa y las joyas.
Estas
pertenencias personales probablemente se perdieron durante el maltrato
al que fueron sometidas las mujeres antes de ser asesinadas, en el que
el abuso sexual fue recurrente, o como significado simbólico, por
ejemplo el caso del abrigo de Matilde Morillo en Castuera, podrían haber
sido retirados de las víctimas y utilizados como trofeo por los
perpetradores.
La investigadora Laura Muñoz-Encinar, concluye su tesis con una cita del libro Individuas de dudosa moral: la represión de las mujeres en Andalucía,
de Pura Sánchez: "Las mujeres eran consideradas como un cuerpo, un
territorio donde los hombres proyectaban sus deseos de victoria o
dominación.
La materialización de esta violenta represión hizo visible
simultáneamente, en un mismo gesto, la victoria de los vencedores y la
sumisión de los derrotados".
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