*El dueño de Inditex ha cobrado 81 millones de euros de dividendos de
una empresa instrumental con cero empleados, radicada en Luxemburgo para
evitar tener que pagar al fisco español
Amancio Ortega es, actualmente, la persona más rica de España y la
sexta a nivel mundial, con un patrimonio cercano a los 63.000 millones
de euros. Como todo gran empresario, su fortuna es fruto de la
explotación laboral sin escrúpulos ya desde sus inicios, aprovechándose
de las gallegas precarias que cosían para él hace ya casi medio siglo.
Las condiciones que había en Galicia eran idóneas para un sector textil precarizado, con mujeres del ámbito rural sin trabajo más allá del hogar, capaces de trabajar durante horas y con grandes conocimientos de costura.
Las condiciones que había en Galicia eran idóneas para un sector textil precarizado, con mujeres del ámbito rural sin trabajo más allá del hogar, capaces de trabajar durante horas y con grandes conocimientos de costura.
La primera tienda de Zara fue abierta en mayo de 1975, en Coruña, y la marca se vio beneficiada del “boom” textil de los años 80 en Galicia. Con ello, el equipo de Amancio Ortega promovió la formación de pequeños talleres y cooperativas de costureras, prometiendo que habría trabajo, pero forzándolas a su vez a que hubiera “exclusividad”, es decir, que no cosieran para nadie más y fortaleciendo así una futura dependencia laboral.
Cientos de mujeres gallegas del medio rural trabajaron durante aquella época como subcontratas para Zara mientras esta no paraba de crecer, llegando a formar la multinacional Inditex en 1985.
Con el tiempo, la ambición de Amancio Ortega hizo que exigiera cada vez más cantidad de prendas a las costureras gallegas, y a menor precio. Aumentaba más y más la presión hacia estas mujeres, quienes se veían obligadas a aumentar sus horas de trabajo ya que estas empezaban a atisbar las verdaderas intenciones del empresario: deslocalizar la producción y dejar a todas en la calle.
Las forzó hasta tal punto que se tuvieron que dar por vencidas y cesaron su actividad por no poder cumplir los requisitos que les imponía.
A partir del año 2005 es cuando comenzó la deslocalización hacia el sur, concretamente a Portugal y Marruecos. A medida que Inditex ganaba poder, los talleres se fueron localizando también en países como Bangladesh, Camboya o China, donde la fuerza de trabajo es sumamente más barata en comparación.
Hoy en día, muchas de las costureras que quedan en Galicia tienen cierto miedo a hablar públicamente sobre Inditex o Amancio Ortega por temor a las posibles represalias
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