Las encuestas revelan que los mayores de 65 años censuran la gestión de Trump en la pandemia y que quieren que se prime la salud sobre la economía
Si existiera el manual perfecto para
ganar elecciones, debería incluir un punto esencial: no enfurezcas al
colectivo que vota con más intensidad. En Estados Unidos y en la mayoría
de los países occidentales, ese grupo está formado por las personas
mayores de 65 años.
Los ancianos votan mucho y con la edad han
desarrollado la capacidad para votar a favor de partidos y candidatos
que no les convencen demasiado. Lo importante es que no les avergüencen.
En estos tiempos de pandemia, no carece de importancia que sospechen
que un candidato está poniendo en peligro su vida. Eso es lo que piensan
muchos jubilados en EEUU en relación a Donald Trump.
El
último candidato demócrata que ganó el voto de los jubilados en unas
elecciones presidenciales fue Al Gore en el año 2000. Aprovechó con
habilidad algunos proyectos republicanos de recorte del programa
Medicare que facilita asistencia sanitaria a los mayores.
Desde
entonces, hay una brecha generacional en EEUU por la que los menores de
45 años tienden a votar a los demócratas en mayor número, mientras que
los republicanos se hacen fuertes a partir de esa edad, y en especial
desde los 65 años.
Los norteamericanos nacidos en los años 50 o que se
hicieron adultos en esa época bajo la presidencia de Eisenhower –durante
la Guerra Fría y en una época de bonanza económica y sin grandes
tensiones sociales– han resultado ser más conservadores que sus padres.
El 70% de los votantes de 65 o más años participó en las
elecciones de EEUU de 2016. Ese porcentaje fue del 46% en el caso de los
menores de 30 años.
Calcular a quiénes votan los
norteamericanos en función de su edad y otros factores económicos y
sociológicos se hace en EEUU a través de las encuestas a pie de urna
realizadas el día de las elecciones y de otros estudios posteriores
basados en sondeos con un alto número de encuestados.
No es raro que
ofrezcan resultados algo diferentes, pero en algunos casos coinciden en
su veredicto.
En las elecciones de 2016, el voto de los mayores fue
claramente favorable a Donald Trump.
Según una encuesta con 60.000 personas encargada por la Universidad de Harvard, la ventaja del actual presidente fue de trece puntos sobre Hillary Clinton.
Otros sondeos ofrecieron distancias inferiores: siete puntos en el caso
de las hechas a pie de urna, pero con casi 20 puntos en el caso de los
jubilados de raza blanca.
Todo cambia con el coronavirus
Ese
desequilibrio ha dado un giro significativo en los últimos meses en un
momento muy condicionado por la pandemia del Covid-19 y las tensiones
raciales provocadas por el asesinato de George Floyd en Minneapolis.
Antes de estos hechos, la economía jugaba a favor de los intereses de
Trump, tanto es así que le convertía en el favorito para la reelección.
Todo eso ha cambiado ahora.
La media de las últimas encuestas indica que Trump está empatado con
Joe Biden en el voto de los mayores o por detrás por una diferencia
inferior al margen de error de los sondeos. Si esos datos se confirmaran
en las urnas dentro cuatro meses y medio, es casi seguro que el
demócrata sería el nuevo presidente de EEUU.
"Trump no puede ganar sin ellos",
dijo al Christian Science Monitor Michael Binder, director del programa
de Opinión Pública de la Universidad de Florida Norte. "Si pierde una
parte importante de esos votos o incluso si Biden reduce la distancia
(en el voto de los jubilados), Trump está acabado".
Eso es especialmente cierto en varios estados clave en términos electorales que resultan estar entre los que cuentan con un mayor número de
jubilados.
Entre ellos se encuentran Florida, Pennsylvania, Arizona y
Michigan. En Florida, Trump ganó por 17 puntos en 2016 entre los
mayores. Una encuesta de finales de abril dio un giro total con una
ventaja de diez puntos de Biden en esa parte del electorado.
Otro sondeo
de Fox News era más favorable para Trump, pero sólo porque preveía un
empate técnico.
Florida es además un Estado en el que
su gobernador, Ron DeSantis, republicano, siguió al pie de la letra la
conducta de Trump de minusvalorar la gravedad de la pandemia
durante varias semanas.
También fue uno de los estados que más
rápidamente puso fin a las restricciones para permitir la reanudación de
la actividad económica.
Ahora Florida es uno de los estados del sur que
ha sufrido la aparición de nuevos brotes hasta el punto de que en los
últimos siete días ha batido en más de una ocasión su récord de casos de
coronavirus registrados con cerca de 10.000 diarios.
En Florida, el 83% de las personas fallecidas por la Covid-19 tiene más de 65 años, según un recuento del diario Tampa Bay Times realizado en mayo.
DeSantis
se ha negado a ordenar a los ciudadanos que se pongan una mascarilla
fuera de su casa, aunque hace unas semanas se rindió a la evidencia y
empezó a llevarla él.
Otros cargos electos republicanos de Florida no
han sido tan reservados y han suplicado a sus votantes que lo hagan.
Pero para DeSantis es más importante no contradecir en público a Trump.
Al
principio de la crisis, Florida ordenó a los habitantes de Nueva York,
New Jersey y Connecticut, gobernados por demócratas, que pasaran una
cuarentena de dos semanas si se les ocurría viajar hasta allí.
Las
tornas han cambiado. Ahora es Nueva York quien exige lo mismo a los
habitantes de Florida.
"Le diría que mire los números. Has jugado a
hacer política con este virus y has perdido", respondió el gobernador de
Nueva York, Andrew Cuomo, cuando le preguntaron qué le diría a
DeSantis.
La mayoría de las encuestas revela que los
jubilados norteamericanos dan prioridad con gran diferencia a la lucha
contra la pandemia sobre la necesidad de resucitar la economía.
Este
último es un mensaje constante en las declaraciones de Trump y de varios
gobernadores republicanos. Tanta insistencia ha hecho que muchos
votantes de avanzada edad se hayan empezado a tomar la actitud de Trump
como algo personal contra ellos.
Por eso, una encuesta de finales de
abril reveló que el apoyo al presidente entre los jubilados había caído veinte puntos en poco más de un mes. Y desde entonces los efectos de la pandemia se han acelerado en EEUU.
A este ritmo de pérdida de apoyos para Trump, lo único que debería hacer Joe Biden para ganar las elecciones es seguir vivo el 3 de noviembre.
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