EL GRITO DE GRETA
Greta Thunberg, una joven sueca de 16 años, se ha convertido en una
suerte de heroína mundial por informarnos de que la contaminación está
arruinando el planeta. Increíble revelación que todos/as desconocíamos.
Gracias, Greta, aunque grites.
Debo recordarle a esta criatura que Julian Assange, cofundador de
Wikileaks, australiano de renombre mundial, se halla todavía encarcelado
en el Reino Unido, acusado por sus enemigos (incluso suecos) de ser un
violador, un canalla a sueldo de los rusos y haber revelado miles de
crímenes de guerra perpetrados por mercenarios del ejército de los EEUU.
También resulta oportuno traer a colación la figura de Edward
Snowden, todavía refugiado en Rusia, que es uno de los ciudadanos
estadounidenses más perseguidos por su gobierno y las agencias de
espionaje.
Su verdadero delito, no es haber filtrado secretos, ya que los
funcionarios que servían a Obama y los que hoy lo hacen a Trump, revelan
material sensible con total impunidad. Su delito es haberse saltado la
jerarquía.
“¿Cómo se atreve a retar a quienes manejan el imperio? ¡Es un traidor y hay que condenarle a muerte¡” gritan en Washington.
El problema no es lo que digan o desvelen Greta, Assange o Snowden,
sino la reacción que sus palabras provocan en la élite económica y
financiera mundial. Pero hay algunas diferencias muy notables entre ella
y los dos perseguidos.
La batalla personal de la chiquilla sueca está acompañada por toda
clase de fanfarrias mediáticas, además de ser invitada como una mesías
de la Ecología a cualquier rincón del planeta, para que proclame, en la
ONU o en la UE, ante líderes y empresarios que “el mundo está sufriendo“.
Y hay mucha gente que llora al escucharla. Y hay personas que
suspiran de emoción cuando Greta grita.
Pero también diplomáticos/as y
eurodiputados/as que se guiñan el ojo mutuamente con una sonrisa
mefistofèlica.
Assange está encarcelado en una especie de Guantánamo londinense,
sometido a torturas psicológicas sin precedentes, por haber hecho un
trabajo impagable y muy útil como editor y periodista.
Snowden vive con el temor pegado al cuerpo, aunque siempre cuidado
por personal dispuesto a saltar sobre aquellos que quieran dispararle a
bocajarro o secuestrarle para llevárselo a los EE.UU., donde sería
procesado y sentenciado a la pena de muerte.
Su delito: explicarle al mundo que la mayor red global de espionaje
electrónico se llamaba Echelon, y aunque el gobierno de los EE.UU.
justificara las actividades de esa agencia por “la lucha
antiterrorista”, el verdadero objetivo era desmontar las corporaciones
de inteligencia política, diplomática y económica de otras naciones,
como China, Cuba, Irán, Rusia y Venezuela.
En Occidente, desde donde se alienta y anima al asesinato de decenas
de miles de civiles en Yemen, solo para poder vender más armas a sus
verdugos de Arabia Saudita, encarcelar a periodistas, castigar a los
homosexuales, decapitar a los blasfemos y otras alegrías de sus reyes,
príncipes y demás basura monárquica, permítanme mostrarme bastante
escéptico sobre la autenticidad de ‘fenómenos’ como el que representa la
señorita Greta.
El capitalismo y sus derivaciones, como el neoliberalismo o el
imperialismo norteamericano, son hoy el principal factor contaminante en
el mundo, pero la jovencita sueca nunca lo mencionará, lo que aumenta
mi recelo sobre los discursos de la moza nórdica, aplaudida hasta por
los empresarios que contaminan y venden productos destructivos para el
planeta.
Que conste que este artículo no va dirigido contra la persona, sino
contra la hipocresía reinante que quiere colocarla como la Diosa de la
Ecología Global, cuando aún tiemblan de miedo y pavor los pueblos
originarios de la Amazonía.
Estas líneas denuncian la hipocresía de las élites militares y
financieras, que piensan que pueden engañar a toda la población
occidental (la otra parte está mejor informada) en nombre de unos
benefactores que invitan a una mediática jovencita como escudo a sus
desmanes.
¡Qué buenos somos que os traemos a quien nos denuncia, para
demostraros que nos anima el propósito de la enmienda! Cuando Greta
habla y grita, la Mafia Mediática olvida el monóxido de carbono y solo
piensa “¡Qué encanto de niña¡”… ¡Vamos a buscar una para colocársela al
partido de Errejón, otra para el PP, dos para Vox y otra para el PSOE!.
Quienes encarcelan a funcionarios honestos, a periodistas con
sentido de la ética y la deontología (para que conozcamos los crímenes
que se cometen en nombre de “la democracia”) no tienen legitimidad moral
para explicar cómo debemos comportarnos en el planeta Tierra.
El
imperialismo es el mayor contaminante del sistema solar.
Desde este blog le propongo a Greta que grite a los cuatro vientos:
“Señoras y señores, para salvar el mundo hay que comenzar por lo más
elemental, por lo básico: Dejen de exterminar a personas inocentes,
liberen de la cárcel a quienes denuncian las salvajadas que se cometen
en nombre de la “libertad” y encarcelen a los responsables, pero no a
quienes les denuncian”
.
Para todo lo demás, conseguida la paz, habría tiempo, señorita Thunberg.
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