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No es habitual escuchar a Joan Tardà
utilizando expresiones de este estilo, aunque en cualquier caso es más
que comprensible que el político de ERC se haya dirigido en esos
términos al chico de la patronal, que desde hace un año no ha dejado de
calificar de golpistas, entre otras lindezas, a personas a las que
–guste o no– solo se puede acusar de haber puesto urnas para que
cualquiera que lo quisiera pudiera expresarse.
De todas formas me parece una pérdida de
tiempo y energía dedicar un solo minuto o una sola palabra a un chaval
que tiene tan claro su rol. Y es que así como Tardà sí parece sentir y
vivir lo que dice, a Rivera le resbala absolutamente lo que puedan decir
de él.
Además, creo que Tardà se equivoca,
porque Rivera no es un fascista, ni es de derechas, ni tiene ningún tipo
de ideología. Rivera es un vividor sin escrúpulos al que lo mismo le da
tres que ochenta pero que se adapta a sus circunstancias y
conveniencias. Es un auténtico marxista de Groucho con principios de
quita y pon.
Pero sí le podría calificar de lo que es: de hedonista,
egoísta, narcisista y sinvergüenza, y quizá así lograra rozar su
conciencia, si es que tal cosa existe.
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