En
un lugar cualquiera de la geografía cubana podemos encontrar un grupo
de niños junto a sus maestros realizando actividades extracurriculares.
El objetivo es formarlos integralmente y crear en ellos conciencia de la
necesidad del uso inteligente de los recursos con que cuenta nuestro
país.
Esto cobra mayor importancia cuando de la salud del pueblo se trata. Esta vez en Pinar del Río, en la Escuela Primaria Rafael María de Mendive, los pioneros de primer grado se inician en un círculo de interés sobre la importancia de las plantas medicinales, su utilidad, los recursos que emplea el Estado Cubano en la preparación de esos medicamentos derivados de las plantas, así como la necesidad de sembrarlas y protegerlas para el bien de todos.
Siento orgullo de mi patria, de mi escuela, de los cubanos, de los maestros y me satisface ver a mi sobrina Analía y sus amiguitos vistiendo su uniforme con los colores de nuestra bandera y los atributos relacionados con las plantas medicinales.
Van acompañados de una maestra ejemplar como lo fue mi mamá que, aunque jubilada, aún recibe el cariño sincero de sus antiguos alumnos y repasa con los niños de la familia las tareas de la escuela. Es ella también la que me aclara mis dudas de algunos temas de historia o algunas reglas ortográficas.
Así transcurre la vida de nuestros niños en Cuba, matizadas por la tranquilidad de saberse seguros al cuidado de sus profesores y sin riesgos de ser secuestrados o agredidos por criminales armados.
Vivimos en una sociedad que cuida de su gente, y eso lo valoramos mucho, y estamos dispuestos a defenderlo desde cada trinchera: las aulas, los campos, las fronteras, los hospitales o fuera de Cuba.
Es el legado de Fidel que seguimos y mantendremos en alto como el pueblo digno y heroico que somos. Cuba no se quebranta ante las agresiones o amenazas de imperialistas y lacayos, somos un pueblo en Revolución y por cotidiano que sea gozamos de bondades que sabemos valorar.
Esa es la Patria que queremos para las actuales y futuras generaciones de cubanos, hacedores de caminos de solidaridad, humanismo y hermandad entre los pueblos del mundo.
Por Anabel Madiedo Oropeza
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