En tiempos en que el cemento se ubica como
el segundo material más usado del planeta y su producción una de las más
extendidas y nocivas al medio ambiente, una fórmula desarrollada por
especialistas cubanos y suizos procura transformar esta dicotomía.
Según datos internacionales, la fabricación
mundial de cemento supera las cuatro mil 400 millones de toneladas y es
responsable de entre el cinco y ocho por ciento de las emisiones de
carbono a la atmósfera, una realidad que pudiera cambiar con la
introducción del LC3.
Estas son las siglas del Limestone Calcined
Clay Cement (cemento de arcilla calcinada), una novedosa mezcla que
tiene como novedad la sinergia entre la arcilla calcinada y caliza, lo
que en influye en la reducción de los volúmenes de clínquer, elemento
más contaminante en las composiciones comunes.
La reacción produce los carboaluminatos,
que mejoran espectacularmente la resistencia del cemento, según detalla a
Prensa Latina Fernando Martirena, director del proyecto desde la
Universidad Central de Las Villas (UCLV), con sede en esta central
ciudad.
La novedad del LC3 no solo radica en su
potencial medioambiental, sino que además reduce los costos de
producción por la factibilidad de los materiales y su resistencia puede
compararse a la de cementos no mezclados como el Portland a pesar de
tener un 50 por ciento menos de clínquer, agrega.
Solamente con unas 300 toneladas de LC3
logramos reducir las emisiones de carbono globalmente en un uno por
ciento, explica Martirena, también al frente del Centro de Investigación
y Desarrollo de Materiales de la Construcción (Cidem), adscrito a la
UCLV.
“El protocolo de Kioto fijaba la necesidad
de reducir el porcentaje de las emisiones en 12 unidades y nosotros
estamos hablando de conseguir un uno por ciento menos con una sola
tecnología y un mínimo de inversión en menos de tres años”.
Con ese objetivo, expertos del Cidem y la
École Polytechnique Fédéralede Lausanne, Suiza trabajan desde 2009 de
conjunto, con resultados que hoy se extienden por Asia, Europa y
América.
Países como Guatemala, Colombia, Ecuador,
Perú, México, India, China, Tailandia y Portugal demandan ya la
fabricación del cemento bajo en carbono, que según explica Martirena,
encuentra consumidores potenciales precisamente ennaciones en vías de
desarrollo.
Un reto de los más grandes y menos conocidos
A pesar de los resultados probados del LC3,
el nuevo material mantiene como uno de sus retos la conquista de la
industria cubana y mundial para su producción a escala comercial, fase
que comienza sus primeros pasos en la mayor de las Antillas.
Con la vista puesta en su entrada a los
principales mercados, los expertos insisten en las tres ventajas
fundamentales de la mezcla: menos costo, emisiones de carbono más bajas y
mayor resistencia.
Según la investigadora suiza Karen
Scrivener, el LC3 puede convertirse en un material de construcción
esencial, especialmente en las economías emergentes de rápido
crecimiento, donde minimizar el impacto ambiental y el consumo excesivo
de recursos son prioridad.
En nota de prensa emitida, el estudio
estima que la utilización de este cemento en lugar de los tradicionales
puede reducir hasta 500 millones de toneladas de dióxido de carbono en
el año 2050, lo que equivale a las emisiones totales de países comoGran
Bretaña o Canadá.
Otras valoraciones indican que esta
sustitución disminuirá hasta un 30 por ciento las emisiones de dióxido
de carbono, aunque resaltan la urgencia de comenzar el remplazo.
“Si queremos mejorar la sostenibilidad del
hormigón -su costo, disponibilidad, y huela ambiental- tenemos que
actuar antes que la demanda se incremente de forma exponencial”, asegura
al respecto Scrivener.
Luego de casi una década de estudios, Cuba
inició este año la producción comercial de cemento LC3, lo que permitirá
abastecer la demanda creciente sin tener que realizar grandes
inversiones de capital, y con un reducido impacto ambiental.
La fábrica ubicada en el poblado de
Siguaney, provincia de Sancti Spíritus, unos 360 kilómetros al este de
La Habana, producirá unas cuatro mil toneladas de la fórmula, enlo que
se considera la primera producción comercialde LC3 producida en el
planeta.
Según detalla el profesor Martirena, para
llegar al paso industrial el equipo de investigadores logró probar la
resistencia del cemento bajo en carbono luego de su preservación en
condiciones difíciles durante tres años en diferentes puntos
geográficos.
Asimismo consiguieron el establecimiento de
una norma especial para su comercialización en coordinación con el
Ministerio de la Construcción (Micons), y se prevé su salida al mercado
con precios más bajos que los que hoy se comercializan en la isla.
‘Otra de sus ventajas es la posibilidad de
producirlo localmente, moliendo residuos de ladrillos, que en definitiva
es arcilla calcinada, sin necesidad de realizar extracciones o mover
muchos materiales’, añade.
Con esta posibilidad, para el presente este
año se estima una producción de 35 mil toneladas de este cemento en
pequeños talleres de producción local de materiales, cuyos resultados ya
son palpables en provincias del Oriente cubano como Las Tunas.
El cemento cubano del siglo XXI
La demanda mundial de cemento y de otros
materiales que lo incluyen en su composición como el hormigón, confirman
la extrema necesidad de conseguir una manera menos contaminante de
construir, sobre todo en naciones en vías de desarrollo como India o el
área latinoamericana.
Según detalla Fernando Martirena, ninguna
otra de las soluciones como el adobe, la madera o el acero poseen
volúmenes suficientes en el planeta como para resolver el problema de
los millones de personas que no poseen vivienda.
Esta realidad viene preocupando desde hace
décadas a la industria del cemento, enfocados en encontrar vías más
sostenibles y económicas de construir tal como propone el LC3.
Solamente en el caso de Cuba, ilustra el
profesor, se prevé un crecimiento de la producción de cemento del 250
por ciento, según cifras oficiales, necesario para el desarrollo
planificado para los próximos diez años.
Hoy se producen en la isla menos de dos
millones de toneladas, y se espera que para el 2030 la producción
aumente hasta los 7.5 millones de toneladas de cemento, destinado a la
construcción de caminos, puertos, edificios, fábricas y otras obras.
Dentro de estas perspectivas, los expertos
suponen que el LC3 ocupe el 40 por ciento de la producción nacional, con
un fuerte impulso de las industrias locales.
Incluso pretendemos este año producir cinco
mil toneladas más en la fábrica de Siguaney y comenzar estudios en
Artemisa donde los suelos muestran excelentes condiciones para obtener
los materiales de este cemento, comenta el experto.
El reto de la producción, sin embargo,
plantea la necesidad de insertar la producción estandarizada en otras
fábricas cubanas y adaptar la industria a este novedoso material, lo que
mantiene ocupado a los expertos en la materia.
Mientras tanto, el LC3 prueba por sí mismo
el balance entre una producción sostenible, económica y eficiente en
Cuba del que promete extenderse al mundo como el cemento que demanda el
planeta en el siglo XXI.
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