The Times: Al tratar de mostrar su fortaleza, el gobierno de Rajoy luce aterrorizado.
“Madrid debe empezar a hablar con sus oponentes y dejar de encarcelarlos”
El diario británico The Times publica
este lunes un duro editorial contra la actitud del gobierno español
respecto al proceso independentista catalán al día siguiente de la
detención en Alemania del presidente en el exilio Carles Puigdemont.
“Madrid debe empezar a hablar con sus oponentes y dejar de
encarcelarlos”, asegura el diario de referencia conservador del Reino
Unido y el más antiguo de Europa, en el marco de una serie de reproches
al Gobierno de Mariano Rajoy por haber abdicado de la política para
dejar en manos de los jueces la respuesta al independentismo.
Con el título “Spain again” (“España otra vez”),
The Times da por hecho que la independencia es una mala idea, pero
lamenta que “desde octubre del año pasado, el Gobierno español ha
tratado de manera insistente el tema espinoso del independentismo en
Cataluña con imprudencia, mano dura y un deseo aparente de empeorar la
situación ya de por sí complicada”.
El editorial cree que las elecciones
de diciembre podían haber sido una oportunidad de reconciliación que el
gobierno de Madrid ha frustrado, como toda aproximación con los
independentistas, con su política de mano dura, limitándose a enviar a
la policía y los jueces contra el independentismo.
“Mariano Rajoy no ha dado ningún paso
real para entender por qué una proporción tan importante de catalanes
quiere la independencia”, afirma el editorial, que recuerda cómo la
policía ha llegado a registrar dos veces el jet privado de Pep
Guardiola, el entrenador del Manchester City, por miedo que se usara
para esconder a Puigdemont. “Buscando demostrar su fuerza, el gobierno
de Rajoy parece más bien asustado.
Peor, pierde autoridad moral a manos
de un movimiento político cambiante que, a menudo, no la merece. Madrid
tiene que empezar a hablar con sus oponentes y dejar de encarcelarlos”,
concluye.
El 6 de diciembre de 2017, el diario
ya publicó otro editorial (“Torpe Madrid”) en el que consideraba que las
elecciones del 21-D eran una oportunidad para el gobierno español de
recuperar “parte de la reputación que perdió en el grosero intento de
aplastar la rebelión independentista”.
Pese a la insistencia del
gobierno español en mantener “una España unida sin ningún cambio, tiene
que prepararse para demostrar que Cataluña puede obtener una autonomía
considerable dentro del Estado”, añadía.
El texto íntegro del editorial “España, otra vez”, es el siguiente:
“Desde octubre del año pasado, el
gobierno español sólo ha gestionado el espinoso tema del separatismo
catalán con imprudencia, pereza y un deseo aparente de transformar una
situación difícil en otra mucho peor. La semana pasada, un juez del
Tribunal Supremo dictó órdenes internacionales de detención de seis
líderes catalanes fugitivos, acusados de rebelión. Ayer, el expresidente
catalán, Carles Puigdemont, fue arrestado en Alemania. Si es
extraditado, como parece probable, podría enfrentarse a treinta años de
prisión.
Puigdemont salió de España
en octubre tras declarar la independencia de Catalunya. Durante el
referéndum que precedió a este acto exagerado, la policía antidisturbios
española se desplegó para apoderarse de las urnas y disparar balas de
goma a catalanes de todas las edades. Centenares de ellos acabaron en el
hospital. Este referéndum había sido declarado ilegal en virtud de la
Constitución española, y un tribunal había ordenado que la policía lo
impidiera.
La defensa de la unidad española, sin embargo, no fue bien
servida por las imágenes de disidentes atacados en los colegios
electorales, ni tampoco por lo que ocurrió después. En pocos días, 13
políticos catalanes estaban en prisión, bajo fianza o en el exilio. Se
destituyó al Govern y se impuso el gobierno directo desde Madrid.
Puigdemont se marchó a Bélgica.
Las elecciones catalanas de diciembre
[de 2017] podían haber iniciado un proceso de reconciliación. Al
contrario, sin embargo, la ligera mayoría independentista y que un
partido pro-español fuera la fuerza más votada provocó un bloqueo mayor.
Este mes, el juez Pablo Llarena, del Tribunal Supremo, retiró las
órdenes de arresto internacionales para el expresidente y cuatro de sus
consellers.
El viernes se reactivaron,
sorprendiendo a Puigdemont en Helsinki, donde visitaba el Parlamento
finlandés. Ahora está detenido en Alemania. Él esperaba su restitución
tras las elecciones de diciembre, pero la investidura en ausencia fue
prohibida por un tribunal. En su lugar, se nombró a Jordi Sànchez, otro
líder independentista, pero el mismo tribunal dictaminó que Sànchez, que
ya estaba en la cárcel, tampoco podía dejar la prisión para su
investidura. Jordi Turull, anteriormente conseller de la Presidència de
Puigdemont, fue nombrado candidato a principios de mes. El viernes fue
arrestado.
El hecho de que todas estas
decisiones hayan sido tomadas por jueces, y no por políticos, demuestra
qué tipo de plan tiene Madrid para frustrar a los separatistas. Mariano
Rajoy, presidente del gobierno de España, no ha dado ningún paso real
para entender por qué una proporción tan importante de catalanes quiere
la independencia.
En su lugar, ha adoptado una actitud de indignación
legal, mientras la policía y los tribunales españoles persiguen a los
líderes separatistas. Por dos veces la policía ha registrado el avión
privado de Pep Guardiola, el entrenador del Manchester City,
aparentemente por miedo a que se utilizara para entrar a Puigdemont de
contrabando.
Madrid tiene un miedo existencial al secesionismo, no sólo
al de Catalunya, sino también al de los vascos. No es ninguna excusa
para tratar un movimiento pacífico, aunque sea peculiar, como si fuera
un peligroso ejército rebelde.
La independencia de Catalunya es,
probablemente, una mala idea, que sin duda va contra los intereses del
estado español y quizás incluso de los de la misma Catalunya. En un
ambiente de más calma y menos exabrupto, es perfectamente posible que
una mayoría [de catalanes] se aleje de la idea de independencia a cambio
de suaves concesiones al autogobierno y el retorno a la estabilidad.
Buscando demostrar su fuerza, el gobierno de Rajoy parece más bien
asustado. Peor todavía, está perdiendo autoridad moral a manos de un
movimiento político cambiante que, a menudo, no se lo merece. Madrid
tiene que empezar a hablar con sus oponentes y dejar de encarcelarlos”.
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