Foto: Afp |
Ante hechos de total violación de los derechos del hombre, las organizaciones creadas y financiadas por los yanquis para atacar a Cuba, Venezuela, Bolivia y otros países que defienden su soberanía, hacen silencio, como la denominada Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA) y el Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), radicado en Madrid y presidido por la española Elena Larrinaga.
Ambas organizaciones al parecer quedaron ciegas, sordas y mudas ante las salvajes represiones acometidas por la policía catalana, contra el pueblo que protestaba pacíficamente ante la detención en Alemania de su líder Carles Puigdemont.
Insólito para un país como España que condena a Venezuela por enfrentar a los grupos terroristas que atacaron a ciudadanos y funcionarios gubernamentales, siguiendo las órdenes de Washington de crear disturbios callejeros diseñados por el ideólogo Gene Sharp, en su estrategia de los llamados Golpes Suaves, con la que aspiraban a derrocar al gobierno constitucional del presidente Nicolás Maduro.
España también ataca a Cuba cuando los grupúsculos contrarrevolucionarios, fabricados y orientados por Estados Unidos, son detenidos al tratar de obstaculizar las calles, tal y como hacen las Damas de Blanco, con la diferencia de que la policía cubana no emplea armas, escudos, gases lacrimógenos ni balas de goma, como ejecutan los uniformados españoles.
No hay una sola declaración de solidaridad para los catalanes cruelmente golpeados, del Parlamento Europeo ni de su Comisión de Derechos Humanos. Tampoco emiten consideraciones de condena por la colocación ilegal de un equipo de GPS en el auto que trasladaba a Puigdemont desde Dinamarca, que permitió a la policía alemana monitorear su recorrido hasta apresarlo.
Menos aún dicen que se trata de una persecución política, ni tampoco acusan a España de coartar la libertad de una parte de los catalanes que desean su separación del reino.
Sin embargo, cuando Venezuela y Cuba detienen a los asalariados de la CIA por sus orientados actos ilegales, se desencadenan las acusaciones en la prensa oficialista, condenando la actuación soberana de las autoridades.
Triste realidad la que vive hoy el mundo con el imperialismo yanqui dando órdenes y coletazos a diestra y siniestra, entre las que se encuentra la detención ilegal de Carles Puigdemont, al que España persigue con saña dictatorial, para enviarle un mensaje a aquellos que intenten seguir su ejemplo de separatismo.
España aprobó con las dos manos la división de Yugoslavia, la situación en Ucrania y el Golpe de Estado llevado a cabo” en Venezuela por Pedro “el breve, pero cuando le toca aceptar la democracia de los catalanes, hasta el Rey sale al ataque poniéndose contra el libre pensamiento y la libertad de expresión que tanto exigen a otros.
¿Por qué no califican a esos catalanes como disidentes? Por supuesto que no, porque ese término solo es para los cubanos que cobran por sus actos contra la Revolución.
Personajillos sin prestigio, apoyo popular, ni carrera política, como los megalómanos Guillermo Fariñas, Berta Soler, Martha Beatriz, Antonio Enrique González-Rodiles o José Daniel Ferrer, tienen un tratamiento mediático muy diferente al que le brindan hoy a los catalanes que votaron por la separación de España.
A los contrarrevolucionarios cubanos en el Informe anual de la Unión Europea sobre los derechos humanos y la democracia en el mundo, les llaman “opositores” y “disidentes”, pero los catalanes son tratados como traidores y delincuentes comunes con órdenes de arresto.
Para los cubanos jornaleros de los yanquis que fueron enjuiciados por sus actos contra el orden y la tranquilidad ciudadana, se le califica como “víctimas de la Primavera Negra”, pero a Puigdemont y sus colaboradores no se les da igual categoría ni se habla de que son víctimas del Invierno Negro, desarrollado por las autoridades españolas.
Mucha desvergüenza se palpa en estos tiempos, en los que los “demócratas” de occidente reprimen, aprenden y manejan las leyes a su antojo, con tal de mantener oprimidos a todo el que se rebele contra sus normas imperiales.
Si esa es la democracia que desean para los pueblos humildes, que Dios nos tome en su seno confesados.
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