Sacamos banderas a los balcones, pero parece que metemos bajo la alfombra la suciedad de tanta corrupción
Un histórico dirigente
del PP me hacía previsiones electorales, calculando lo poco que importa
que su partido retroceda en Cataluña por la gestión del “procés”, si a
cambio les suma electores como rosquillas en el resto de España.
La
intervención de Rajoy en el conflicto catalán puede quitarle votos allí,
pero ha puesto como motos a sus potenciales votantes de otras partes
del país, que estarían encantadas hasta si hubiera más mano dura en
Cataluña.
Poco importa la escasa relevancia para el PP en unas
elecciones catalanas, logrando un 9 o un 10% de papeletas, si en el
resto del país están encantados con Mariano como garante de la unidad de
la patria.
Hay otro valor añadido. La gente está a
tope, motivada con el desafío en Cataluña, y los malos tragos de la
corrupción quedan para las noticias breves del día o, directamente,
desaparecen.
Hace unos meses, el caso de Ignacio González hacía
tambalearse los cimientos en el PP, la Fiscalía, los comisarios
policiales, las empresas de comunicación...
Hoy, sacar de la cárcel a
“Nachete” puede desaparecer de las portadas de la mañana y no pasa nada.
Ignacio González también era de pulsera rojigualda y
negocios sucios en el extranjero.
Como Rato, Bárcenas, Granados,
Urdangarin… Todos están en la calle y ninguno ha devuelto el dinero. No
verán, en cambio, ninguna manifestación masiva en contra, porque parece
que la corrupción se da por amortizada en el imaginario público
mayoritario.
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Ignacio González sale de la cárcel..
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Además, ha calado el “si pudieran, los otros también
robarían, porque todos son iguales”. González reúne 400.000 euros en unas horas, como quien cuenta vasos y platos, y a correr.
Digo yo que algo nos habrá pasado en España, cuando un presidente del
Gobierno es señalado por la policía como beneficiario del dinero de la
corrupción, pero parece que nos inquieta menos que leer las crónicas del
Marca.
Es más, la declaración en el Congreso del agente antiblanqueo
contra “M. Rajoy” tiene la misma repercusión en las portadas de la
prensa generalista, que en la deportiva. Es decir, ninguna. Todo atado y
bien atado.
¿Son conscientes de este latido social
los que manejan el cotarro? Sí, lo son. Aznar puede decir que no conocía
a los delincuentes de la Gürtel sin cortarse un pelo de los que le
quedan en el bigote.
Toda España ha visto que fueron invitados a la boda
de su hija y hasta pagaron una parte.
Pero hemos llegado a tal punto de
desfachatez que Josemari puede afirmar que “difícilmente” ha tenido
relación con ellos, que no se siente responsable, que no pide disculpas
por el saqueo y que la justicia está actuando.
Con
estos mimbres, no se extrañen si tenemos algún problemilla para dar
ejemplo y convencer a los independentistas del proceso unilateral de que
las leyes están para cumplirlas, que la justicia es igual para todos y
que quien la hace la paga.
Con este panorama, la podredumbre da también
argumentos a los que dicen que se quieren ir. Digo yo que algo estaremos
haciendo mal si somos tan decididos para sacar banderas y tan poco
exigentes para meter a algunos en la cárcel y lavar los trapos sucios.
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