La marisma de Doñana no un espacio natural cualquiera.
Pero a base de escapes mineros, proyectos industriales y sobrexplotación
agrícola no cesan de asestarle golpes y rodearlo de amenazas que hacen
peligrar su propia existencia. Ahora un gran incendio forestal quema
sus bosques.
Doñana, ya sea la parte declarada parque oficalmente o sus
alrededores, está considerada por los científicos como un valor natural tan importante como la selva amazónica o la Gran Barrera de coral australiana.
Pero, a pesar de poseer esa etiqueta de tan alto rango
medioambiental, en torno a los límites dibujados para el parque nacional
no han parado de sucederse o ampliarse explotaciones catalogadas como
amenazas ciertas por organismos como la Unesco o la Comisión Europea.
El viento ha empujado las llamas de un incendio forestal desde Moguer (Huelva) hacia Doñana. El fuego se une a una retahíla de agresioniones sobre
el ecosistema
. Y no atentados ecológicos perpetrados en épocas muy
lejanas. El famoso vertido tóxico a las aguas de humedal desde la mina
de Aználcollar se produjo en 1998, el humedal ya era una joya
reconocida.
De la balsa que contenía y abarcaba los residuos de la
empresa Boliden, la contaminación pasó al río Amargo. Del río Amargo al
río Guadiamar. El Guadiamar alimenta Doñana. En 2016, la Junta de
Andalucía dio permiso para iniciar el proceso de reapertura de la mina.
Con todas las garantías, dice el Ejecutivo andaluz, de que nada como lo
que pasó hace 20 años se repetirá.
Balsas de riego irregulares
Ese agua que se contaminó es la esencia de Doñana. Una
marisma, un humedal que vive del líquido que alimenta sus acuíferos e
inunda sus llanuras. Sin embargo, la agricultura de regadío cerca este
hábitat.
La industria de la fresa y los frutos rojos es una potente
industria de gran valor añadido, volumen de mercado y puestos de
trabajo. Pero el abuso del agua está tan constatado que la Comisión
Europea tiene abierto un caso de sanción contra España por sobrexplotación.
En 2014 se puso en marcha un Plan de Regadío para
legalizar 9.000 hectáreas de fincas. Los grupos ecologistas analizaro
que eran un aministía para muchas explotaciones irregulares.
En menos de
dos años, los agricultores que no entraron en esa ordenación empezaron a
exigir que se les metiera en las fincas autorizadas.
La organización
WWF reveló el noviembre pasado que 1.700 balsas de riegocircundan
y desecan el parque nacional: “El 80% son ilegales por no disponer de
permiso”, aseguraba la ONG. Hasta cierto punto, las fresas se beben el agua de Doñana. Y sin agua no existe Doñana.
La Unesco dio un ultamámtum a España en mayo pasado
acerca de las amenazas sobre la marisma. Tras un primer análisis de la
situación de este entorno declarado Patrimonio de la Humanidad, la
organización pidió al Estado una evaluación de los riesgos.
España consideró que Doñana iba bien. Pero la Unesco no ha salido convencida.
Además del agua, están bajo la lupa los proyectos industriales para
convertir el subsuelo del humedal en almacén de gas.
Aunque no toca el
mapa del parque nacional, está a su vera y como contaba el responsable
desginado por la Unesco para este caso, Pedro Rosabal, “el problema
crucial es el impacto acumulado” de todas la actividades. La idea de Gas
Natural es inyectar el producto en las cavidades bajo el suelo del
entorno.
Confusión
El domingo por la tarde, el fuego había obligado a aislar
a 50.000 personas en Huelva al extenderse hacia la zona de
Matalascañas. El centro científico de El Acebuche fue evacuado ante la
llegada del fuego. La confusión ha cundido. “No tenemos información
precisa”, han contado a eldiario.es activistas como Felipe Fuentelsaz de
WWF o el exdirector de la estación biólogica Juanjo Negro.
Negro cuenta que aunque “esa zona se considera con un
valor ecológico menor, hay que evaluar. El fuego no estaba muy integrado
en la gestión de Doñana y ni se contaba entre los jinetes del
apocalipsis del parque”. El investigador atestigua que desde el Aljarafe
sevillano se distingue un “cielo distinto sobre el horizonte que da
cuenta de la dimensión del desastre”.
En esa zona, por ejemplo, “hay linces. Que están
marcados. Habrá que averiguar si han sobrevivido”. En ese sentido,
fuentes cercanas a la Junta de Andalucía, han contado que se han
rescatado los cachorros del centro de recuperación y los ejemplares más
crecidos se han soltado a su suerte.
Cuando las llamas se extingan se podrá evaluar hasta
donde ha llegado el desastre. “Quizá esto marque un antes un después”,
comenta Negro. Con todo, es un golpe inesperado al delicado equilibrio
de la marisma de Doñana.
El responsable de la Sociedad Española de
Ornitología en la zona, Carlos Dávila resumía así el sentir: “Todo el
mundo quiere la etiqueta de Doñana. Pero, no renuncian al crecimiento
urbano, a que haya más turismo, a que pasten más reses, a que los
agricultores tengan más hectáreas…”
Raúl Rejón | El Diario | 25/06/2017
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