domingo, 25 de junio de 2017

Cuando Alfonso Guerra defendía que España fuera una "nación de naciones"

Cuando Alfonso Guerra defendía que España era 'una nación de naciones'.



El exvicepresidente del Gobierno reivindicaba en 1979 la "necesaria aspiración de identidad nacional de los catalanes"

 

 En su particular cruzada contra los independentistas, Alfonso Guerra cree que al soberanismo catalán no hay que darle ni agua. El exvicepresidente del Gobierno considera que hay que intervenir Catalunya, aplicando el artículo 155 de la Constitución, para frenar "los excesos de los secesionistas".


 En un polémico artículo en la revista 'Tiempo', la semana pasada, el exnúmero dos del PSOE desdeñaba que se intentara "calmar las ansias secesionistas aceptando ese extraño ser artificial de 'España, nación de naciones'". Por el contrario, en 1979 no solo no creía que la actual propuesta de Pedro Sánchez de una España plurinacional tuviera nada de artificial, sino que era la que él mismo defendía en el Congreso.


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 Fue el 13 de agosto de ese año, durante del debate del Estatut catalán en la Cámara baja. Guerra puso varias veces en valor que "el texto de proyecto de Estatuto catalán y lo que ha llegado de la ponencia son dos realidades completamente distintas". Tres décadas después volvería a jactarse de "haberse cepillado" un Estatut que el Tribunal Constitucional recortaría en el 2010.


Si su fascinación por los cepillos estatutarios se ha mantenido inalterable a lo largo del tiempo, no ha pasado lo mismo con su concepción de España. En 1979 no creía que aceptar la plurinacionalidad del Estado fuera una majadería. Al contrario. En sede parlamentaria, en la Comisión Constitucional del Congreso, hizo una encendida defensa de "España como nación de naciones".


Durante su intervención defendió que la aprobación del Estatut de Sau era una muestra de "apoyo a esa necesaria aspiración de identidad nacional de los catalanes (...) y a los que durante tantos años no han podido gritar 'visca Catalunya'". "Estamos aquí para reparar una injusticia de tantos años de falta de libertad y, por tanto, de falta de realidad nacional, que pertenece de una manera irrenunciable al pueblo catalán", añadió entonces, en unos términos bastante alejados a su concepción actual de Catalunya.

EL 'ZASCA' DE ZAPATERO


Igual que Felipe González pasó de lanzar soflamas anticapitalistas, planteando "eliminar un sistema económico basado en la explotación del hombre por el hombre", al consejo de administración de Gas Natural, la visión de Guerra sobre la configuración de España ha ido evolucionando con el paso de los años. De hecho, antes de poner en tela de juicio la apuesta de Sánchez, ya criticó la España plurinacional que dibujó José Luis Rodríguez Zapatero en el 2005.


Después de algunas críticas en público del exnúmero dos del PSOE, el entonces presidente del Gobierno tiró de hemeroteca para dejar en evidencia a Guerra durante un debate parlamentario en el Congreso sobre el Estatut catalán. Zapatero leyó en voz alta el párrafo en el que Guerra defendía España como "nación de naciones" y apoyaba la "aspiración de identidad nacional de los catalanes" mientras el presidente de la Comisión Constitucional del Congreso aguantaba con cara de póquer.

La defensa del PSOE del "derecho de autodeterminación" de Catalunya


Todo el mundo señala el congreso de Suresnes como un hito fundamental en la historia del PSOE. En 1974, con Franco y su régimen aún vivos, los militantes encumbraron a Felipe González como secretario general, gracias al trabajo de zapa de Alfonso Guerra, que se convertiría en su fiel escudero.


En aquel cónclave, cuatro años antes de que se aprobara la Constitución, los socialistas validaron una resolución en la que se hacía una defensa clara y decidida por el derecho a decidir en España: "La definitiva solución del problema de las nacionalidades que integran el Estado español parte indefectiblemente del pleno reconocimiento del derecho de autodeterminación de las mismas que comporta la facultad de que cada nacionalidad pueda determinar libremente las relaciones que va a mantener con el resto de los pueblos que integran el Estado español".


 Una apuesta que no ha salido de los despachos de Ferraz desde que en 1979 se convirtió en la sede del PSOE.




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