domingo, 9 de octubre de 2016

¿Militantes del PSOE? ¿Qué es eso? No sé de qué me está hablando usted

 


Dice Javier Fernández, el Edipo del PSOE, en una entrevista para la prensa de cabecera de Ferraz, y puestos a justificarse de la manera más torpe posible para no dar voz ni voto a los militantes, que: “La tendencia a la democracia directa no está en la cultura del PSOE, que no es una organización partidaria de los plebiscitos y tiene una cultura representativa“.


Se podría sospechar que seguramente no sabe el neñu lo que ha dicho; que no sabe que la democracia representativa ha adquirido el carácter de ‘gobierno del pueblo’ más por un accidente cultural provocado que por aclamación pasiva. Que ese tipo de democracia no debiera siquiera ser así considerada, pues no pasa de ser una oligarquía travestida que en ningún caso hace honor a la etimología de la definición que suplanta, y que nadie que se considere demócrata debería defender. 


Pero sobre todo, si este fuera el caso, y el muchacho anduviera escaso de luces, parece que tampoco sería consciente de que incluso en una de las ‘democracias representativas’ más restrictivas (a.k.a. Reino de España) existe la figura del referéndum, aunque eso sí, limitado a cuestiones de máxima relevancia o que pongan en cuestión algún principio básico de la sacrosanta Constitución. Y diríase que el que un partido que se define socialista y obrero se plantee ser el artífice de cuatro años más de gobierno de la derecha neoliberal, sí es motivo para consultar a la militancia.


Pero dejemos de sospechar tonterías, porque ni a Fernández le faltan luces ni el poso de la conciencia perdona:





 

El lapsus es casi siempre una autodelación, y es que no es barata esa «Paz en los pensamientos» (la meta anhelada de quien filosofa), que refiriera en su día Ludwig Wittgenstein. Nada es más clarificador de las intenciones y la soterrada culpabilidad que ese emerger involuntario de lo que sabemos justo.


Que sí, Javier, que sí. Que no es esta una decisión que se le pueda negar a los que presuntamente dan sentido a un partido político; a aquellos de los que se supone que emana su legitimidad. Y como lo sabes bien, tu subconsciente te traiciona sin piedad.


A estas alturas de la vida ya no pondría la mano en el fuego por nada, pero mucho me tendría que equivocar para no acertar en esta apreciación: El PSOE es ya un cadáver político.


Tanta gloria lleve como descanso dejará.


 
Por
Paco Bello





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