Bienvenido a Colombia Papa Francisco.
Llega Usted
a un país bendecido grandemente en la madre tierra; con hermosas
montañas quienes en sus picos más altos aún conservan nieves perpetuas,
lagos y lagunas sagradas, de estas nacen cristalinos y caudalosos ríos
que irrigan las exuberantes selvas en el Pacifico, la Amazonía y la
Orinoquía como también a los fértiles valles interandinos, llanos,
llanuras y sabanas que por su inmensidad en las mágicas noches de luna
llena, nos dan la sensación que podemos ir y tomarla en nuestras manos
cuando está naciendo; poseemos también desiertos con exuberante belleza
en su conformación; nos armonizan y privilegian geográficamente el
cálido mar Caribe y el enigmático mar Pacífico; en las entrañas de cada
una de estas maravillas existen innumerables riquezas en hidrocarburos,
yacimientos mineros, piedras preciosas, somos el tercer país en variedad
de especies animales vivas y el primero en aves y anfibios, el tercero
en reptiles, poseemos más de 3.000 espécies en mariposas; tenemos el 10%
de las especies en plantas que existen en el planeta y el primer lugar
en orquídeas que son consideradas nuestra flor nacional; disfrutamos de
todos los pisos térmicos y con ellos la posibilidad de producir durante
todo el año diversidad de frutos, tubérculos, granos, algo muy nuestro
que es la panela obtenida de la caña y nuestro suave y delicioso café.
Junto a
todo esto, Papa Francisco; está el principal componente del país: cerca
de 49 millones de mujeres y hombres que tuvimos la fortuna de nacer en
este paraíso llamado Colombia; una nación multiétnica y pluricultural;
enriquecida con 102 pueblos Indígenas que desde la invasión española se
resisten a desaparecer conservando aun 83 de sus lenguas, la cultura, la
identidad, el gobierno propio y el territorio. Pueblos
Afrodescendientes y Raizales que aún conservan su ancestralidad y
cosmovisión traídas de la madre Africa resistiendo al racismo, la
discriminación, proponiendo la autonomía, autodeterminación y
territorialidad. También pueblos Rom que llegaron se enamoraron y se
quedaron en este país.
Existimos
también Campesinas y Campesinos a quienes NO se nos reconoce
constitucionalmente; somos hombres y mujeres que vivimos en el campo,
producimos alimentos, fortalecemos la economía campesina, defendemos
nuestra madre tierra, tenemos costumbres y tradiciones que enriquecen la
cultura, la dinámica territorial y la diversidad del país y con el
sudor de nuestro trabajo honramos la vida, cuidamos nuestras semillas y
buscamos la paz.
Como es
normal existen expresiones de fe y espiritualidad, diversidad sexual,
diversidad de pensamientos y posiciones políticas; todos y todas con una
característica especial: la alegría, el trabajo y en la mayoría de los
casos la resistencia y la lucha por una vida digna.
Ahora bien,
Papa Francisco, si me permite comentarle también otras de nuestras
realidades: llega Usted a un país que ha sido azotado desde el mismo
arribo de los invasores hace más de 500 años quienes sometieron nuestros
pueblos originarios a la explotación, el saqueo, la marginación;
situación que hoy se mantiene y se profundiza, una patria con una enorme
desigualdad social, en nuestro campos la tenencia de la tierra, se
encuentra acumulada en pocas manos: el 25% de los propietarios rurales
es el dueño del 95% de las mejores tierras del país y de estas el 0.4%
son mayores de 500 hectáreas ocupando el 77.6% de las tierras
productivas; lo triste es que la tierra ha sido apropiada a sangre y
fuego, acompañada por una legislación para el despojo que defiende los
intereses de las empresas transnacionales, grandes capitales nacionales;
impulsando también su extranjerización, implementando megaproyectos,
monocultivos, y con ello, la pérdida de nuestra autonomía y soberanía
alimentaria, el socavamiento de la cultura e identidad campesina.
Hoy en
el campo no tenemos acceso a buena educación, a salud, a vivienda
digna, los jóvenes no tienen reales oportunidades viéndose obligados a
partir a las grandes ciudades o a engrosar las filas militares.
La
corrupción campea en todas las esferas del país desde el alto gobierno,
congresistas, fuerzas militares, cortes de justicia, corporaciones,
partidos políticos etc. Lamentablemente se ha perdido la ética de lo
común. No hay acceso a la salud, ésta es un negocio lucrativo y accede a
ella el que puede pagarla, los feminicidios y la violencia contra las
mujeres es lamentablemente un flagelo que vive nuestra sociedad, el
paramilitarismo (ahora los llaman bandas criminales), arrecia su
presencia en las regiones, el desplazamiento forzado se mantiene sumando
más de 7.7 millones de desarraigados en los últimos 20 años, solo en el
año 2016 fueron desplazadas 3.068; familias, los desaparecidos que
suman 84.642 los continuamos buscando, aquí muchos niños mueren por
desnutrición, la violación a los derechos humanos sigue siendo una
constante; en el año 2016 asesinaron 117 líderes sociales y de enero a
junio del presente año se presentaron 225 amenazas, 52 asesinatos, 32
atentados, 18 detenciones arbitrarias y 9 casos de judicialización como
una práctica de persecución política.
El acuerdo
firmado entre el gobierno nacional con las Farc es un gran paso, alivia,
pone fin a un conflicto armado de más de 50 años los acuerdos firmados
son una base importante en los pilares de la paz y por eso es
fundamental el cumplimiento de estos; es también muy esperanzador los
diálogos que se llevan con el Ejercito de Liberación Nacional ELN hoy la
guerrilla más vieja del continente, los que amamos la paz hacemos votos
para que se llegue a feliz término esta negociación.
Sin embargo
Papa Francisco, hay que ser conscientes que la paz no la logra un
acuerdo firmado, la paz se logra con la participación de toda la
sociedad quienes discutiendo los problemas, buscando salidas,
compartiendo las propuestas y con la decisión de todos aportar desde sus
posibilidades seguramente se solucionan los problemas y nos enrutamos a
un país incluyente y justo.
Con todo lo
mencionado Papa Francisco me atrevo a asegurar que en Colombia no hay
paz, el día que tengamos acceso al trabajo digno, a la educación, la
salud, la vivienda, la recreación, la democracia, la justicia, la
reparación y la no repetición podremos hablar que hemos alcanzado la
paz.
Papa
Francisco hay unos pocos o unos muchos que hacen mucho daño, pero somos
muchas y muchos más los que pensamos en el perdón, la reconciliación,
que luchamos por una vida digna y por una tierra que heredaremos a
nuestras futuras generaciones.
Con todo
esto, solo me resta decirle Papa Francisco que su experiencia y
sabiduría le indicará como continuar escuchando a quienes no se nos
escucha, apoyando a los desprotegidos y siendo la voz de los que no
tenemos voz en Colombia y en los pueblos del mundo.
Bogotá, Colombia septiembre 3 del 2017
Germán Bedoya, campesino colombiano