En cambio, al convertirse en la mujer que más cerca ha estado de convertirse en presidenta de Estados Unidos su “inspirador” mensaje en Twitter lleva la marca de lo que se ha venido definiendo como “clintonismo”.
Este fue su trino: "A cada niña que sueña a lo grande: Sí, tu puedes ser lo que quieras ser, incluso presidente. Esta noche es para ti". Habría que ver en cuáles niñas pensaba la señora, quien reside en una de las mansiones de la empresa familiar Clinton, adquirida en 1999 a un costo de 2,5 millones de dólares en la exclusiva zona de Embassy Row, en Washington D. C.
Fantasea la niña que “sueña a lo grande” si no cuenta con el consentimiento del “establishment”, integrado porun conjunto de instituciones e individuos, que son los guardianes del orden establecido y responsables de mantener la hegemonía sobre los diferentes sectores del país, de tal manera que los cambios no perjudiquen sus intereses.
EE.UU. es un país con 300 millones de habitantes, con la economía más grande del mundo, moviliza las fuerzas armadas más poderosas sobre la tierra y tiene la maquinaria propagandística-cultural más rica en la historia de la humanidad. Para manejar este enorme poderío ha tejido a lo largo de más de dos siglos, un aparato político capaz de enfrentar retos y movilizar millones de personas. El sofisticado engranaje es la llamada democracia. (Sic)
El significado, un sofisma elaborado para garantizar la reproducción del sistema que protege los resortes económicos de propiedad y represión (violencia). A este fin, el “establishment” cuenta con dos partidos políticos: uno supuestamente más conservador (Republicano) y el otro, más liberal (Demócrata).
El clintonismo
William (Bill) Jefferson Clinton, fue el 42º presidente de los Estados Unidos en los periodos de 1993-1997 y 1997-2001. “Clinton era un tipo con el que se podía hacer negocios”, escribió el periodista Christopher Hitchens, y lo publicó Pagina 12 de Argentina en 2001. Así lo explicó:
Los ocho años de clintonismo fueron una clara demostración de abuso del poder. El presidente recibió dinero de individuos por demás sospechosos, a los que a su vez recibió en ese lugar que se empeña en denominar propiedad privada, y a pesar de lo cual no cree que deba explicaciones a nadie. Trató a su propio personal –con el beneplácito de algunas, pero no de todas– como acompañantes femeninas. Indujo a sus jefes militares a llevar a cabo el escandaloso bombardeo de Sudán para desviar la atención de su propio proceso judicial. Le mintió de un modo bramante y vulgar a su gabinete, al Congreso, a los jueces y a la Corte Suprema. Politizó sin miramientos el Departamento de Justicia. Él y su adorable esposa apelaron a la retórica paranoide o macartista cada vez que se los enfrentó a estos cargos.
Resulta difícil pensar alguna iniciativa conservadora que George Bush Jr. aplicara que no haya sido realizada con más facilidad por su predecesor. Sea la transformación del concepto de salud pública en una mera cuestión de fe, la construcción de un sistema de defensa basado en un arsenal misilístico incontrolable, la intensificación de la “guerra” contra las “drogas”, la renuncia de Estados Unidos a tratados internacionales que le convienen… la federalización de la pena capital, o incluso la predicación de la abstinencia en lugar de los métodos anticonceptivos entre los adolescentes.
El clintonismo que viene con Hillary
Mumia Abu-Jamal, uno de los presos políticos más emblemáticos de Estados Unidos y a la vez un lúcido periodista ha dicho lo que viene para ese país, y los demás.
“Esto es el clintonismo. Guerras para aumentar ganancias. Prisiones para aumentar ganancias. Cuánto más cárceles, más empleos ¿verdad? ¿Más policías? Más crimen. ¿Ven? Funciona bien ¿no? Hace poco, Hillary Clinton se disculpó por su “elección de palabras”. Bill Clinton, siendo Bill Clinton, alardeó de su logro. “¡Lo hice para ustedes!” gritó.”
Pareciera que todo está dicho, pero la periodista Aby Martin profundizó en la corrupción de los Clinton con su “amiguismo corporativo”, el 17 de abril próximo pasado en TeleSUR Inglés.
- Entre 2007 y 2014, la pareja hizo casi $ 141 millones de dólares con la Fundación Clinton, la organización “no lucrativa” de propiedad familiar, que se ha relacionado repetidamente a la corrupción política y el soborno, con nuevos niveles de influencia.
- Algunos de los principales donantes de la fundación incluyen Arabia Saudita, en Ucrania el multimillonario oligarca Viktor Pinchuk, Dow Chemical, Wal-Mart (donde Hillary también sirvió en la junta directiva), Goldman Sachs, e incluso gigante de la agroindustria Monsanto.
- Mientras servía en el Congreso, Hillary recibió repetidas donaciones de Corning Inc. como resultado de su ayuda a canalizar millones en contratos entre el gobierno y la empresa.
- Como secretaria de Estado, Clinton ayudó a que las empresas agrícolas se aprovechan del genocidio de Ruanda para crear una industria de la agricultura comercial en el país. Clinton también ayudó a fundaciones donantes para los intereses mineros corporativos en Kazajstán y Colombia.
- En mayo pasado, International Business Times reveló que 20 países que donaron a la Fundación Clinton recibieron $ 165 billones de las ofertas comerciales de armas, con Arabia Saudita entre los principales receptores. Dieciséis de esos países también recibieron $ 151 mil millones transacciones de armas respaldados por el Pentágono, un aumento espectacular en relación con la administración de George W. Bush.
- El apoyo de Clinton a la política belicista de Estados Unidos y de la construcción del imperio, se extendió más allá de los acuerdos de armas y en el cabildeo directo para más guerra. Sus políticas desestabilizaban a Libia incluso mientras ayudaba a Francia y el Reino Unido repartir los recursos del país.
- Hillary presionó al gobierno de Obama para ir a la guerra en Siria y fue fundamental para "allanar el camino" para la futura guerra con Irán.
- "En todas partes del mundo, desde América Latina a Asia, Hillary Clinton, ha dejado claro que va a elegir el camino de la muerte y la destrucción, cada vez, sin importar las consecuencias", dijo Martin.
El “establishment” no nos reserva ninguna promesa cierta con su elección de Hillary Clinton, acaso la actual campaña presidencial en Estados Unidos, tenga el único mérito de hacer más evidente, que si el mundo no se sacude del imperio de las corporaciones, sea quien sea la cara visible, arrastra la Humanidad hacia el abismo.
La flor atroz del “establishment” se llama Hillary Clinton.
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