domingo, 19 de junio de 2016

Las futbolistas que osaron hacer sombra a los hombres con el balón


La capitana del Dick, Kerrs Ladies besa a la capitana del equipo contrincante antes de un partido en Preston, Inglaterra en 1920. Cuando se quitaban el sombrerito, las obreras de la munición eran torreones formidables y ágiles. NATIONAAL ARCHIEF



Las proezas de Lily Parr





18 de Marzo de 2015 
 
Se espera que más de 70.000 espectadores sigan en junio, en Canadá, los partidos de la Copa Mundial de Fútbol femenino. Está bien, pero tampoco es gran cosa si se tiene en cuenta que el 26 de febrero de 1920 cincuenta y tres mil espectadores pagaron su entrada, en el Everton Goodison Park, en Walton, una especie de barriada de Liverpool, frontera con Anfield, para ver jugar a dos equipos femeninos, el famoso Dick, Kerr Ladies, contra el St. Helens Ladies.


 La asistencia rompió todos los récords del campo. Los beneficios, unas tres mil libras del momento, fueron a parar a un fondo de beneficencia para soldados heridos en la Gran Guerra y las jugadoras cobraron 10 chelines cada una. 


 El ídolo de la tarde fue Lily Parr, una adolescente de 14 años y 1,78 m de altura que fue imparable. El Dick, Kerr´s ganó por 4-0.


Tanto éxito fue su perdición: pocos días después la Football Association de Inglaterra dejó de reconocer el fútbol femenino, prohibió que se jugara en campos o estadios oficiales y desaconsejó vivamente su práctica. La prohibición duró hasta 1971 y la Football Association no pidió perdón hasta los años 80. Simplemente, habían tenido miedo de que el fútbol femenino perjudicara la asistencia a los partidos entre equipos masculinos. ¿Qué habría pasado si esa prohibición no hubiera existido? Como es obvio, en su momento no se dio esa explicación. La nota oficial de la FA decía que "las mujeres no son físicamente aptas para jugar al fútbol".



Una disculpa más falsa que un euro con la cara de Merkel, porque el Dick, Kerr Ladies estaba formado por trabajadoras de una fábrica de municiones (La Dick, Kerr and Company), que pasaban más de diez horas al día entre explosivos, obuses y cañones y que tenían en su mayoría un curioso tinte amarillo en la piel, fruto de la toxicidad del azufre con el que lidiaban. El fútbol, jugado al aire libre, era, a decir verdad, casi una buena medicina para esas jóvenes obreras.


 La mayoría tenía entre 14 y 20 años y jugaba de maravilla porque habían aprendido a mover la pelota junto a sus hermanos en los patios de las interminables barriadas de trabajadores de la industrial Walton, una circunscripción inglesa en la que estuvieron ganando los laboristas más marxistas, al menos hasta que apareció Blair.


El Dick, Kerr Ladies fue un equipo de ensueño. Incluso prohibido, incluso teniendo que jugar en campos infames y sin árbitros colegiados, consiguió siempre arrastrar a varios miles de aficionados. Vestían camiseta con franjas negras y blancas, pantalón corto azul y cuando salían al campo lucían un delicioso sombrerito con los mismos colores de la camiseta. Pero cuando se quitaban el sombrerito, las obreras de la munición eran torreones formidables, ágiles y, según las crónicas de la época, extraordinariamente técnicas. 


Lily Parr siguió jugando unos años pero al final optó por estudiar Enfermería y se pasó a otro uniforme. Y el Dick, Kerr´s cambió de nombre y terminó desapareciendo. Seguramente no fue el primer equipo femenino de la historia, porque una tal Nettie Honeyball fundó en 1894 un grupo llamado British Ladies Football  Club. (Obsérvese, de paso, que todos los equipos ingleses, hasta nuestros días, incluyen la palabra Ladies, señoras, como si fuera necesario reclamar respetabilidad).



Sobre el Dick, Kerr Ladies existen libros y hasta documentales de la BBC. Quizás sería una buena idea convocar a las jugadoras de la selección española de fútbol, que participarán por primera vez en la historia en la Copa Mundial, y hacerles ver alguno de ellos. (Canadá fue uno de los países que prohibió al equipo inglés jugar al fútbol en una visita que hizo en 1922). Las proezas de Lily Parr y de Alice Woods serían un buen estímulo para cualquiera de ellas. Qué maravilla.


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