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sábado, 2 de enero de 2021

La escalofriante imagen con la que Iker Jiménez cerró el 2020 en 'Informe Covid'

Gráfico que mostró Iker Jiménez en el programa 'Informe Covid'. 

Gráfico que mostró Iker Jiménez en el programa 'Informe Covid'.

El periodista Iker Jiménez cerró este miércoles el año 2020 en su programa especial sobre el coronavirusInforme Covid, que emite Telecinco.

 

 Entre otros asuntos, en el programa se analizaron los datos de mortalidad, siempre en el punto de mira por las discrepancias existentes entre las fuentes oficiales y otras.

 

Uno de los invitados al programa fue Nicolás Rodríguez, CEO de Dathos Proyectos, una asociación que trabaja con el Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo) y el Instituto Nacional de Estadística (INE).

 

En su opinión, la pandemia ha causado en España más de 85.000 muertos, una cifra muy superior a los poco más de 50.000 que cifraba el Gobierno de Pedro Sánchez a mediados de esta semana.

 

Para representar gráficamente esta mortalidad, Iker Jiménez recurrió a una imagen muy impactante: la Quinta Avenida de Nueva York, en concreto 8,2 kilómetros de la misma, que es lo que ocuparían los 80.000 féretros de los muertos en España a causa del coronavirus.

 

En palabras de Jiménez: "Esta es la dimensión real de lo que ha sucedido en nuestro país, en España. 

 

Una sensación impresionante, nunca habíamos visto esto. Es como una ráfaga, no da ni tiempo. La cámara tiene que ir a toda velocidad".

 

Jiménez preguntó a Nicolás Rodríguez los posibles motivos de este desfase de datos. 

 

Según el analista, "porque se están catalogando muertes por Covid o sospecha de Covid y ya desde mayo veíamos que se nos iba a más del doble de casos oficiales.

 

 Me atrevería a decir que estaremos por encima de las 90.000 muertes, seguro".

 

Preguntado acerca de si esta pandemia puede arrojar resultados como los de la epidemia de gripe española en 1918, Rodríguez dijo: "Ojalá no, pero vamos camino de ello.

 

 Con un agravante, además, que es que la gripe del 18 tuvo repeticiones los dos años posteriores. No al mismo nivel, pero las hubo. 

 

Entonces hubo un exceso de muertes".

 

 

 

domingo, 27 de diciembre de 2020

La madre de la vacuna contra la covid: “En verano podremos, probablemente, volver a la vida normal”

 Katalin Karikó, pionera de las vacunas de ARN, en el jardín de su casa en Filadelfia, el 22 de diciembre. 

 

Katalin Karikó, pionera de las vacunas de ARN, en el jardín de su casa en Filadelfia, el 22 de diciembre

 

La madre de la vacuna contra la covid: “En verano podremos, probablemente, volver a la vida normal”

 

La bioquímica húngara Katalin Karikó pasó 40 años trabajando en la sombra y desarrollando avances claves para las inyecciones de Moderna y BioNTech

 

Una mujer nacida en una pequeña ciudad húngara y que creció feliz en una casa de adobe sin agua corriente ni electricidad es hoy una de las científicas más influyentes del planeta. Sus descubrimientos han sido fundamentales para hacer posibles las dos principales vacunas que pueden sacarnos de esta pandemia.

 

“Yo era una niña feliz. Mi padre era carnicero y me gustaba mirarle trabajar, observar las vísceras, los corazones de los animales, quizás de ahí me vino la vena científica”, cuenta Karikó a este diario desde su casa en las afueras de Filadelfia, en EE UU.

 

 Después de estudiar Biología en Hungría, Karikó fue a EE UU para hacer el doctorado en 1985 y jamás regresó. “Estuve a punto de ir a España con el grupo de Luis Carrasco, que estaba interesado en mi trabajo, también a Francia, pero la Hungría comunista ponía las cosas muy difíciles”, explica.

 

 Ahora parece increíble pero, durante toda una década, la de los noventa, nadie apoyó la idea de Karikó: hacer tratamientos y vacunas basadas en la molécula del ARN, exactamente la misma que usan las de Moderna y BioNtech contra el coronavirus. 

 

 “Recibía una carta de rechazo tras otra de instituciones y compañías farmacéuticas cuando les pedía dinero para desarrollar esta idea”, explica esta bioquímica de 65 años nacida en Kisújszállás, a unos 100 kilómetros de Budapest. 

 

Ella misma enseña en sus charlas una carta de la farmacéutica Merck rechazando su petición de 10.000 dólares para financiar su investigación. 

 

Ahora Moderna y BioNTech han recibido cientos de millones de euros de fondos públicos para desarrollar en tiempo récord sus vacunas de ARN mensajero, la misma idea que Karikó y otro pequeño grupo de científicos intentó impulsar hace 30 años sin éxito.

 

La idea era buena, pero no estaba de moda. Querían usar una molécula frágil y efímera para curar enfermedades o evitar infecciones de forma permanente. El ARN es una molécula sin la que no podría existir la vida en la Tierra

 

 Es el mensajero encargado de entrar en el núcleo de nuestras células, leer la información que contiene nuestro libro de instrucciones genético, el ADN, y salir con la receta para producir todas las proteínas que necesitamos para movernos, ver, respirar, reproducirnos, vivir.

 

Karikó quería usar las células del propio enfermo para que fabricasen la proteína que les curaría inyectándoles un pequeño mensaje de ARN. “Todo el mundo lo entiende ahora, pero no entonces”, lamenta la científica.

 

En aquellos años lo que triunfaba era la terapia génica, basada en cambiar el ADN de forma permanente para corregir enfermedades. Esa visión comenzó a relativizarse cuando se demostró que modificar el ADN puede generar mutaciones letales y cuando algunos pacientes murieron en ensayos clínicos.

 

Otros pocos científicos que tuvieron la idea de desarrollar vacunas de ARN se estrellaron con el mismo muro que Karikó. “Todo el mundo pensaba que era una locura, que no funcionaría”, recuerda Pierre Meulien, jefe de la Iniciativa de Medicinas Innovadoras financiada por la UE.

 

 “En 1993 nuestro equipo del Instituto Nacional de Salud de Francia desarrolló un método para llevar ARN mensajero como terapia. Lo conseguimos, pero no pudimos llegar a la fase industrial porque en parte faltaba financiación”, recuerda.

 

“Nuestro equipo fue el primero en desarrollar una vacuna de ARN y también el primero en conseguir una ayuda de los institutos nacionales de salud para conseguir financiación de empresas y probarla en humanos”, recuerda David Curiel, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en San Luis. “Pero la empresa interesada, Ambion, nos dijo que la vacuna no tenía futuro”, añade.

 

Las vacunas de ARN generaban dudas. “La nuestra solo tenía efectos en algunos animales y en otros no”, recuerda Frédéric Martinon, coinvestigador del proyecto francés. “Gracias al trabajo de Katalin ahora sabemos por qué”, añade. Las vacunas de ARN planteaban dos problemas aparentemente irresolubles. 

 

Por un lado, no conseguían producir suficiente proteína. Por otro, el ARN mensajero podía generar una potente inflamación causada por el sistema inmune, que pensaba que el ARN introducido era de un virus. ¿Cómo podía ser que una molécula unas 50 veces más abundante en nuestro cuerpo que el propio ADN generase rechazo?

 

A principios de la década de 2000, Karikó seguía acumulando rechazos, ya como investigadora de la Universidad de Pensilvania.

 

 Un día fue a la fotocopiadora y se encontró con Drew Weissman, un científico recién llegado que venía del equipo de Anthony Fauci, una eminencia en VIH y que en la actualidad dirige el instituto público que ha desarrollado la vacuna junto a Moderna. Weissman quería la vacuna contra el virus del sida y acogió a Karikó en su laboratorio para que lo intentase con ARN mensajero.

 

En 2005 descubrieron que modificando una sola letra en la secuencia genética del ARN podía lograrse que no generase inflamación. “Ese cambio de uridina a pseudouridina permitía que no se generase una respuesta inmune exagerada y además facilitaba la producción de proteína en grandes cantidades. Sabía que funcionaría”, dice Karikó.

 

Su trabajo volvió a ser ignorado durante años. Los dos científicos patentaron sus técnicas para crear ARN modificado, pero la Universidad de Pensilvania decidió cedérselas a la empresa Cellscript. “Querían dinero rápido y las vendieron por 300.000 dólares”, explica Karikó.

 

En 2010, un grupo de investigadores de EE UU fundó una empresa que compró los derechos sobre las patentes de Karikó y Weissman. Su nombre era un acrónimo de “ARN modificado”: Moderna.

 

 En pocos años, sin apenas publicar estudios científicos, recibieron cientos de millones de dólares de capital privado, incluidos 420 millones de dólares de Astrazeneca.

 

 La compañía prometía poder tratar enfermedades infecciosas con ARN mensajero. Casi al mismo tiempo, otra pequeña empresa alemana fundada por dos científicos de origen turco, BioNTech, adquirió varias de las patentes sobre ARN modificado de Karikó y Weissman para desarrollar vacunas contra el cáncer.

 

 En 2013, tras casi 40 años de trabajo prácticamente anónimo, Karikó fue fichada por BioNTech, de la que hoy es vicepresidenta. 

 

“Sentí que era el momento de cambiar y pensé que podía aceptar el puesto para asegurarme de que las cosas iban en la dirección correcta”, dice Karikó. Las vacunas de Moderna y BioNTech, desarrollada junto a Pfizer, han demostrado una eficacia de al menos el 94%.

 

Hace apenas unos días, Karikó y Weissman se juntaron de nuevo para recibir la primera dosis de la vacuna de BioNTech. “No me causa ningún miedo”, dice la científica. “Si no fuera ilegal ya me habría inyectado en el laboratorio, pero a mí siempre me ha gustado seguir las normas”, explica. “La vacuna protege apenas 10 días después de la primera dosis, cuando la protección es del 88,9%. Con la segunda dosis aumenta al 95%. 

 

 Hay algo muy importante. Hemos sacado sangre a los vacunados en los ensayos clínicos y hemos creado réplicas de todas las variantes del coronavirus que hay por el mundo. La sangre de estos pacientes, que contiene anticuerpos, ha sido capaz de neutralizar 20 variantes mutadas del virus”, resalta.

 

“Estas vacunas nos van a sacar de esta pandemia. En verano probablemente podremos volver a la playa, a la vida normal. Y con más de 3.000 muertos diarios en EE UU no me cabe duda de que la gente se va a vacunar. Especialmente los mayores”, opina.

 

Karikó entiende que haya personas que tengas dudas sobre estos fármacos “porque nunca se había aprobado una vacuna basada en ARN. Pero los prototipos llevan usándose más de 10 años, por ejemplo contra el cáncer, en ensayos clínicos, y han resultado seguras. El ARN mensajero que usamos tiene la misma composición que el que fabricas tú mismo, en tus propias células.

 

 Es algo completamente natural y se hace a partir de nucleótidos de plantas. No hay nada extra desconocido y no se usan células de ningún animal, ni bacterias, nada”, destaca.

 

Hace unas semanas, Derrick Rossi, uno de los fundadores de Moderna, dijo a la revista STAT que Karikó y Weissman deberían recibir el Nobel de Química. Kenneth Chien, biólogo cardiovascular del Instituto Karolinska en Suecia y también cofundador de Moderna, coincide: “Todas las empresas de ARN mensajero, incluida Moderna, existen gracias al trabajo original de Karikó y Weissman.

 

 Merecen la parte del león porque sin sus descubrimientos las vacunas de ARN no estarían tan avanzadas como para poder enfrentar esta pandemia”, resalta.

 

Pero en una historia tan asombrosa como la de esta vacuna no podían ser todo luces. Karikó tiene sus adversarios que discuten la importancia de su trabajo. “Kati no es la pionera, sería ridículo considerarla como tal”, espeta Hans-Georg Rammensee, inmunólogo de la Universidad de Tubinga. Este científico explica que su equipo demostró en 2000 que una inyección de ARN sin modificar generaba una respuesta inmune positiva en ratones. “Buscábamos una vacuna contra el cáncer”, señala. 

 

Ese mismo año Rammensee cofundó una empresa para desarrollar la vacuna, “pero el proyecto tardó mucho en despegar porque no había financiación”, explica. Esa empresa se llama Curevac y en la actualidad es la tercera competidora en la carrera de vacunas de ARN mensajero contra la covid. La UE ha apalabrado 225 millones de dosis con Curevac, si finalmente demuestra eficacia. 

 

Esta empresa no usa ARN modificado y Rammensee cree que ni ese ni ninguno de los otros avances de Karikó han sido determinantes. Aún así reconoce lo inevitable. “Sin nuestro estudio de 2000 no se habrían fundado ni Moderna ni Biontech, pero ellos han sido más rápidos en el desarrollo”.

 

Karikó declina los reconocimientos con una mezcla de humildad y orgullo. “En los últimos 40 años no he tenido ni una recompensa a mi trabajo, ni siquiera una palmadita en la espalda. No lo necesito. Sé lo que hago. Sé que esto era importante. Y soy demasiado vieja para cambiar. Esto no se me ha subido a la cabeza. 

 

No uso joyas y tengo el mismo coche viejo de siempre”, comenta. Cuando era una joven científica aún en su Hungría natal su madre le decía que algún día ganaría el Nobel. “Yo le contestaba, ¡pero si ni siquiera puedo conseguir una beca, ni siquiera tengo un puesto fijo en la universidad!”.

 

 

 

 


 

lunes, 21 de diciembre de 2020

Lo que sabemos hasta ahora de la nueva cepa del coronavirus

 


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  ÚLTIMA HORA. La variante que ha aparecido en Inglaterra podría haber llegado ya a España, según el ministro Illa.

 

Lo que sabemos hasta ahora de la nueva cepa del coronavirus

 
La terminal de transbordadores de Dover, en el sureste de Inglaterra cierra al tráfico por las restricciones impuestas en Francia debido a la nueva cepa del coronavirus.


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Una nueva cepa del coronavirus SARS-CoV-2, técnicamente llamada B.1.17, se ha extendido rápidamente en Inglaterra desde septiembre y llevó ayer a varios países europeos a suspender vuelos con el Reino Unido. Esto es lo que sabemos hasta ahora:

 

¿Qué es?

 

Es una cepa del virus que presenta numerosas mutaciones genéticas respecto a las cepas que circulaban anteriormente. La mayoría de estas mutaciones se concentran en la proteína S, que el virus utiliza para unirse a las células del cuerpo humano e infectarlas. Algunas de estas mutaciones tienen el potencial para aumentar la contagiosidad del virus. Varias de ellas se habían identificado anteriormente en otras cepas del virus. Nunca se habían encontrado juntas en una misma cepa.

 

¿Cuándo ha aparecido?

 

Las primeras muestras de la cepa B.1.1.7 del coronavirus se identificaron el 20 de septiembre en el condado de Kent, en el sureste de Inglaterra, y el 21 de septiembre en el área metropolitana de Londres. El hecho de que se encontrara en dos pacientes de manera independiente sugiere que la nueva variante del virus había surgido unas semanas antes.

 

La cepa evolucionó en el cuerpo de un paciente que estuvo infectado durante semanas

 

¿Cómo ha aparecido?

 

El hecho de que un alto número de mutaciones coincidan en una misma cepa sugiere que evolucionó en el cuerpo de un paciente que estuvo infectado durante semanas, lo que dio al virus tiempo suficiente para adaptarse y acumular cambios genéticos. El equipo científico que lo ha identificado propone, como hipótesis, que esto pudo ocurrir en un paciente inmunodeprimido.

 

¿Es más virulenta?

 

Nada hace suponer en este momento que la nueva cepa del virus cause una forma de Covid más grave que las cepas anteriores. No se ha detectado un incremento de hospitalizaciones ni de casos graves en las zonas de Inglaterra más afectadas por la cepa B.1.1.7, más allá del aumento debido al mayor número de casos.

 

¿Es más contagiosa?

 

Sí. Según una primera estimación basada en modelos matemáticos, la nueva cepa eleva el número R de reproducción del virus en 0,4. Esto significa que en Catalunya, donde el número R está actualmente en torno a 1,5, esta cifra se elevaría a 1,9 si la nueva cepa fuera dominante en este momento.

 

¿Por qué es más preocupante?

 

El control de la epidemia depende de la contagiosidad del virus y de las oportunidades que se le dan para contagiar. Si la contagiosidad aumenta, para mantener el mismo nivel de control, es necesario reducir las oportunidades que tendrá de causar contagios. Esto significa que será necesario introducir medidas de control más estrictas para mantener el mismo nivel de control.

 

 En el ejemplo de Catalunya, las medidas introducidas para controlar la segunda ola a mediados de octubre, que incluyeron el cierre total de la restauración, redujeron el número R a alrededor de 0,7. Si la nueva cepa del virus eleva la R en 0,4, aquellas medidas hubieran sido insuficientes para controlar la segunda ola, ya que no hubieran conseguido reducir la R por debajo de 1.

 

FALMOUTH, ENGLAND - DECEMBER 20: Dr Emmie Carter, GP, attends the Falmouth Health Centre for her first Covid-19 vaccination on December 20, 2020 in Falmouth, England. The UK is in the second week of its covid-19 vaccination campaign, as the country struggles to halt the spread of the virus. Rising infection rates in southern England forced the government to scrap a 5-day window for household mixing over Christmas. (Photo by Hugh Hastings/Getty Images)

 

Reino Unido entre a la segunda semana de la campaña de vacunación contra la Covid-19 


¿Adónde ha llegado? 


Dentro del Reino Unido, la nueva cepa se ha extendido ya a toda Gran Bretaña, incluidos Gales y Escocia. Su mayor transmisión se da en el sureste de Inglaterra, en la región de Londres, donde era resposable del 28% de casos de Covid a principios de noviembre y del 62% a principios de diciembre. Fuera del Reino Unido se ha detectado ya en Dinamarca, Islandia, los Países Bajos y Australia.

 

¿Puede haber llegado a España? 


Es posible. En ningún país se secuencia el genoma del coronavirus de cada paciente para ver qué cepa del SARS-CoV-2 tiene exactamente. Por lo tanto, el hecho de que no se haya detectado no significa que no haya llegado. Los investigadores británicos que han identificado la nueva cepa indican que es imprescindible “reforzar la vigilancia genómica a escala global” para averiguar adónde se ha extendido ya la cepa B.1.1.7.

 

¿Afectará a la eficacia de las vacunas?

 

Probablemente no, pero es demasiado pronto para saberlo. Las vacunas estimulan la inmunidad contra la proteína S del coronavirus, la que presenta más mutaciones en la nueva cepa vírica. Dado que las vacunas generan una respuesta inmunitaria compleja que neutraliza la proteína S desde varios frentes, es improbable que un número reducido de mutaciones genéticas concretas las haga ineficaces. Ya hay estudios en curso para evaluar el posible impacto de la nueva cepa sobre la eficacia de las vacunas.

 

Es improbable que un número reducido de mutaciones genéticas concretas haga las vacunas ineficaces


 

 

 
 
 

 

jueves, 10 de diciembre de 2020

El INE aumenta en 18.000 las muertes por Covid-19 en España hasta el mes de mayo respecto al registro de Sanidad

Una furgoneta de una funeraria llega al Palacio de Hielo de Madrid durante la crisis del coronavirus. 

Una funeraria llega al Palacio de Hielo de Madrid, morgue del coronavirus.
 
  • El INE publica la cifra de muertes por COVID en España: solo entre marzo y mayo fallecieron 45.684 personas.
  • La COVID-19, del grupo de enfermedades infecciosas, fue la causa de muerte más frecuente en los 5 primeros meses.
  • El exceso de muertes por la pandemia se cuantifica en 47.105: el incremento de muertes de marzo a mayo respecto a 2019.
  • El registro oficial del Ministerio de Sanidad sumaba a 31 de mayo 27.127 defunciones; a fecha de hoy lleva 47.019.

 

Un total de 45.684 personas murieron entre marzo y mayo de 2020, en la primera ola de la pandemia, por COVID-19, según datos publicados este jueves por el INE. En concreto, 32.652 personas fallecieron por Covid identificado, y 13.032, por sospechoso, según figura en sus certificados de defunción.

 

Además, los médicos certificaron otras 4.218 muertes por causas en las que la COVID-19 contribuyó al fallecimiento de esas personas (como comorbilidad).

 

La cifra confirma que el registro oficial del Ministerio de Sanidad, con datos de las Comunidades Autónomas, no está reflejando fielmente la magnitud de los estragos de la pandemia. A 31 de mayo de 2020, Sanidad informaba de 27.127 muertes por Covid, 18.000 menos de las que arroja ahora este balance del INE.

 

Exceso de mortalidad por Covid

 

La aparición del nuevo virus ha disparado los fallecimientos en España. En los cinco primeros meses de 2020 murieron 231.014 personas.

 

 El exceso de mortalidad en cinco meses es de 43.537, que si se estrecha el foco a los meses de marzo, abril y mayo el exceso de muertes asciende a 47.105 fallecimientos.

 

Las enfermedades infecciosas, que incluyen a la COVID-19, son la segunda causa de muerte (20,9%), tras las del sistema circulatorio (23%) y superando a los tumores (20,4%), hasta mayo. 

 

Pero es que, como destaca el INE, los fallecimientos por enfermedades infecciosas aumentaron un 1.688% respecto a los cinco primeros meses de 2019. Si se desglosa por enfermedades específicas, la COVID-19 fue la causa de muerte más frecuente en los cinco primeros meses. 

 

Y eso que durante los meses de enero y febrero no se certificó ninguna muerte por COVID-19.

 

 Por lo tanto, todas se produjeron a partir de marzo.

 

Por edades, sexo y lugar de fallecimiento

 

Las tasas brutas más elevadas de fallecidos por COVID-19 por cada 100.000 habitantes durante los meses de marzo a mayo de 2020 correspondieron a Castilla-La Mancha, Comunidad de Madrid y Castilla y León.

 

De las 45.684 personas fallecidas hasta mayo por COVID-19, identificado y sospechoso, la mayoría falleció en un hospital, 28.444 (el 62,3%), 13.746 en residencias (el 30,1%) y 2.478 en su domicilio (el 5,4%).

 

Las provincias con más defunciones en residencias por COVID-19 de marzo a mayo de 2020 fueron: Madrid (4.082), Barcelona (3.202), Ciudad Real (472), Albacete (402), Toledo (371) y Salamanca (315).

 

"El día con más fallecimientos por el virus fue el 1 de abril, con 1.636 muertes"

 

Por edades, el 87,1% de los fallecidos por COVID-19 identificado entre marzo y mayo de 2020 tenía 70 o más años. El porcentaje de mayores de 75 años sube entre los fallecidos por sospecha de COVID-19 hasta el 89,2%.

 

Por sexo, han fallecido ligeramente más hombres, 23.370, que mujeres: 22.314.

 

De forma ya más detallada, el informe del INE recoge que la semana con mayor número de defunciones por COVID-19 en la primera ola fue la del 30 de marzo al 5 de abril, con 6.687 personas fallecidas por COVID-19 virus identificado y 3.977 por COVID-19 sospechoso.

 

 Y otro dato de récord: "Sumando COVID-19 identificado y sospechoso, el día con más fallecimientos por el virus fue el 1 de abril, con 1.636 muertes", informa el responsable de prensa del INE en Twitter.

 

  INE - datos de muertos de marzo a mayo por COVID

 


 

jueves, 3 de diciembre de 2020

Un informe detalla cómo Madrid y Catalunya dejaron morir a ancianos en las residencias

Un terapeuta atiende a una mujer en una residencia de Madrid.  

Un terapeuta atiende a una mujer en una residencia de Madrid.
 

Amnistía pone rostro a la tragedia vivida en la primera ola de la pandemia en las residencias. La ONG denuncia que los Gobiernos de Madrid y Catalunya vulneraron hasta cinco derechos fundamentales de los mayores.

 

"Estuvo cuatro días muriéndose. Hablé con el médico, desesperada, diciéndole que por favor le derivaran al hospital. Me dijo: 'Lo siento, nos han prohibido llevar a los enfermos de las residencias'". Elena Valero perdió a su padre en marzo, durante la primera ola de la pandemia. Ingresado en una residencia de mayores en Madrid, enfermó de covid-19 y, como a otros miles de ancianos, le denegaron la atención hospitalaria. 

 

El caso de Elena y su padre es el de la tragedia vivida por tantas y tantas familias a las que el coronavirus pilló con un ser querido dentro de una residencia que no estaba preparada para afrontar una pandemia. En un nuevo informe, Amnistía Internacional denuncia que la inmensa mayoría de las personas mayores que vivían en estos centros en la Comunidad de Madrid y Catalunya han sufrido desde marzo hasta cinco violaciones de derechos humanos. 


 

"Se ha violado el derecho a la salud, a la vida y a la no discriminación de las personas mayores. Además, las decisiones de las autoridades han impactado también en el derecho a la vida privada y familiar y en el derecho a tener una muerte digna", detalla Esteban Beltrán, director de la organización en España, en un comunicado. "No fueron atendidas adecuadamente, ni derivadas a hospitales cuando lo precisaban, se vieron aisladas en sus habitaciones, a veces durante semanas, sin contacto con sus familiares y algunas ni siquiera pudieron morir dignamente", añade la ONG. 


Elena Valero tuvo que soportar que el médico de la residencia, ante la prohibición de traslados a hospitales, le dijera que lo único que podía hacer por su padre era administrarle "oxígeno y paliativos, y hasta que su cuerpo aguante". "Fue lo más duro que me ha sucedido", rememora en un testimonio recogido por Amnistía. 

 

Amnistía vincula la denegación de atención a los mayores con las medidas de austeridad y los recortes en sanidad

 

Daniel Martínez tampoco pudo despedirse de su madre, fallecida por coronavirus en una residencia, en este caso de Barcelona. A él, igualmente, le dijeron que, por su edad, no la atenderían en un hospital.

 

  "Los abandonan a morir, porque no les dan nada, los dejan morir", denuncia. 

 

Daniel relata cómo fueron los últimos días de su madre, enferma de alzhéimer, en el centro y la soledad que debió sufrir: "Una persona que cada día veía a su familia, caras conocidas, que estaban con ella, que le hablaban, que le hacían bromas, que le daban besos y abrazos, de golpe y porrazo deja de verles, ve que la aíslan en una habitación, sola... esa persona evidentemente se tiene que deprimir".

 

El padre de Paco Rodríguez, que vivía en otra residencia de Barcelona, sí fue derivado a un hospital.

 

 Y superó el coronavirus. La familia vivió con gran angustia las semanas de aislamiento forzoso del anciano, al que sólo pudieron ver alguna vez por videollamadas de WhatsApp.

 

 "Para mí lo más indignante es que se han vulnerado derechos fundamentales a personas que, por una cuestión de edad, han sido discriminadas", denuncia Rodríguez. "A mi padre, afortunadamente, aún le tenemos, pero hay miles que les habrá pasado lo mismo y que han muerto porque alguien ha decidido que las personas de más de 80 no debían ser derivas a hospitales", subraya.

 

Amnistía vincula la denegación de atención a los mayores con las medidas de austeridad y los recortes en sanidad. El "desmantelamiento del sistema sanitario de salud pública", defiende la ONG, se ha notado también en las residencias de Madrid y Catalunya en la falta de recursos, como pruebas PCR, en la falta de personal y en la falta de protección de los trabajadores.

 

"Ya que no nos daban EPIS (equipos de protección individual), optamos por hacernos los EPIS de la fortuna o de la gloria, batas con bolsas de basura, calzas, gorros de plástico. No hemos tenido ningún tipo de protección", critica Diana, trabajadora de una residencia pública de Madrid, tal y como recoge el informe de la organización.

 

Una interna en una residencia en València abraza a su hija a través de un plástico habilitado para que los familiares se puedan dar su primer abrazo tras los meses de confinamiento.
Una interna en una residencia en València abraza a su hija a través de un plástico habilitado para que los familiares se puedan dar su primer abrazo tras los meses de confinamiento. -  

 

Si la falta de equipos y recursos fue alarmante durante los primeros meses de la pandemia, la situación de las residencias en la segunda ola sigue siendo preocupante. Amnistía defiende que las medidas aplicadas hasta ahora son insuficientes y reclama a las autoridades, en especial de Madrid y Catalunya, que tomen decisiones de forma urgente.

 

A corto plazo, la organización demanda un cambio en los protocolos autonómicos que puedan llevar a medidas discriminatorias para asegurar que las decisiones sobre la atención médica se realizan en base a evaluaciones individualizadas. Asimismo, defiende que a largo plazo "también es necesario que el Gobierno impulse la tramitación de una ley estatal que establezca un modelo residencial que garantice los derechos de las personas mayores residentes en todo el Estado".

 

La situación de las residencias en la segunda ola de la pandemia sigue siendo preocupante

 

A esas peticiones se suma Lola Parra, otra víctima del drama vivido en las residencias. A pesar de que lo pidieron en multitud de ocasiones, el centro se negó trasladar a su suegro a un hospital. "Es que no está tan grave", le decían. 

 

 El anciano falleció en su cama de la residencia, donde permaneció 24 horas hasta que pudieron retirar el cadáver porque "las funerarias no daban abasto". "Me hubiera gustado que la gestión de la Comunidad de Madrid hubiera sido diferente, que no hubieran negado la asistencia. Que hubieran tenido un poco más de humanidad", concluye la mujer.

 

El Gobierno estima que en la primera ola murieron más de 20.200 personas en residencias, cerca de la mitad de todos los fallecidos por coronavirus en esos meses, según los datos oficiales. En la segunda ola, alrededor de también el 50% de las muertes siguen ocurriendo en estos centros.

 

 En un informe del Ejecutivo se señala la falta de personal y la escasez de equipos de protección como dos factores clave de la alta incidencia del virus en las residencias, donde se repartirán las primeras dosis de la vacuna que lleguen a España.

 

 Los protocolos que negaban la atención hospitalaria a los mayores existían, como se ha evidenciado. Multitud de asociaciones y familiares han reclamado a la Justicia que investigue cómo es la situación real de las residencias, la desprotección que siguen sufriendo y las posibles responsabilidades de las administraciones.  

 

Hasta ahora, salvo alguna condena contra responsables de algún centro, ninguna sentencia ha culpado a los representantes políticos de la catástrofe.



 
 
 




sábado, 28 de noviembre de 2020

Pueblos con más personas fallecidas por el COVID-19

 
 
  Ugo Mayor / Ikerbasque profesor de investigación
 
 
 Pueblos con más personas fallecidas por el COVID-19
 
 
  Sorprendido. Sí, sorprendido mirando el gráfico. Y sin poder creerlo mirando el mapa europeo.
 
 
 Que nuestro pueblo es uno de los pueblos con más personas fallecidas por el COVID-19? 
 
 
Cómo es posible? No teníamos el mejor sistema sanitario del mundo? No éramos una sociedad que juega de solidaridad y que trabaja en auzolan? 
 
 
Seguro que no hay una situación más grave que la nuestra en otros tantos países, en Europa o en el mundo? Pues no. 
 
 
Un solo estado a nivel mundial tiene por millón de habitantes más muertos que el COVID-19 que el País Vasco: Bélgica. A pesar de no ser positivo PCR los muertos con la misma síntomatología también cuentan allí en el registro COVID-19
 
 
 
En busca de una explicación o justificación, la edad de nuestra población o la densidad cuando algunos se dan cuenta de estos datos, pero ni uno ni otro explica las principales diferencias que se ven entre los países. 
 
 
Y al subrayar la parte gigante que hay con Alemania, algunos han puesto en peligro sus datos, no se puede creer que haya tanta diferencia. Eso es lo que hacen en vez de averiguar lo que se ha hecho allí.
 
 
 
A propósito o sin querer, se les ha quitado la importancia a los números de los muertos por el COVID-19 en esta segunda ola. Importancia quitada, sí, pero cada uno de esos números tenía nombre y apellido.
 
 
 Hace semanas que los números contaminados volvieron a subir, y sabíamos que vendrían los muertos tras eso.
 
 
 Sí, sabíamos que a principios de mes en Hego Euskal Herria más de 1.500 positivos diarios, después de tres semanas se perderían veinte vidas diarias, tal y como lo hemos visto en la última semana. Pero usando una u otra excusa, hemos violado el derecho a estas personas a vivir.
 
 
 Tomamos sus vidas como consecuencia lateral porque no estábamos dispuestos a hacer todo lo que se debía hacer para suspender las cadenas de contagio. Responsabilidad con diferentes niveles, claro. 
 
 
Algunos pequeños y otros mucho más grande porque eso supone ser responsable. 
 
 
Pero cada uno con su responsabilidad. Y como se prevé, ni con el reglamento ni con las quejas vacías se han salvado esas vidas. Se necesitan nuevos planteamientos, además, para hacer frente a lo que nos ha venido, sin necesidad de inventar la rueda, porque tenemos todo el mundo para aprender a mejorar esto.
 
 
 Y las propuestas para hacer las cosas de otra manera están sobre la mesa. Pero aún son oídos los que tienen la capacidad de aceptar e implementarlos. Cuánto tiempo? Cuántas vidas más habrá que perderse? Y por qué se pierden?
 
 
 En nombre de la economía? Nuestra historia cercana después de que toda vida es sagrada con mucho dolor y sufrimiento, qué estamos haciendo ahora?
 
 
La ecuación es muy simple. Para no matar a nadie por el COVID-19, deberíamos no tener ningún contagio con el virus. Aunque no podamos erradicarla del todo, hagamos un esfuerzo por al menos que ocurra la menor contaminación posible. Para no ser veinte muertos al día.
 
 
 Aunque hay que poner un gran esfuerzo para conseguirlo, tenemos algunos ejemplos para hacer las cosas mejor a nivel mundial. 
 
 
No estamos dando los pasos necesarios por dinero? En serio? Somos tan miopes que no vemos que la economía está sufriendo peor estado y que lo sufrirá porque no nos enfrentamos a la pandemia en serio. Entonces, qué estamos haciendo?