La liturgia que rodea al funeral de Isabel II está plagada de detalles fruto del complejo ceremonial de estos lances, y entre esta avalancha de símbolos hay uno que tiene una singular conexión española: el rubí (llamémoslo así por ahora) del Príncipe Negro que llamea en el frontal de la Imperial State Crown, la corona depositada sobre el féretro en el catafalco instalado en Westminster Hall.
A esta joya de 170 quilates y un intensísimo color rojo, a la que veremos de nuevo en danza en la coronación de Carlos III, le rodea una historia medieval trufada de leyendas en la que se suceden escenarios como la Alhambra granadina, el Alcázar de Sevilla o la batalla de Nájera en La Rioja, además de personajes como el nazarí Muhammad VI, el castellano Pedro I o el inglés Eduardo de Woodstock, a la sazón el Príncipe Negro (por el color de la armadura que llevaba) de este relato.
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