Breve historia de nuestra monarquía contada a niños y niñas
Érase una vez una vez un rey nombrado por un ogro. Un ogro sanguinario y enano, un ogro terrible que devoraba hombres, mujeres, niños, niñas y animales.
Entonces, el ogro, como se iba a morir, nombró al rey por lo que nombran a los reyes todos los ogros, para que les obedezcan después de morirse.
Y así fue.
El rey nombrado por el ogro, al que quería mucho, se había casado con una princesa, pero eso no importa. Tuvieron primero una hija, después otra hija, y por fin un hijo. Respiró tranquilo entonces, porque no querían que reinara una mujer.
Ya tenía un heredero.
Mientras el heredero creció, el rey hizo todo aquello que le había mandado el ogro asesino.
Fíjate, que lo que más le gustaba era ir al bosque y matar animales.
Pero también le gustaba robar monedas a las gentes de su pueblo, sí, como el príncipe Juan de Robin Hood, solo que en nuestra historia, lamentablemente, no existe ningún Robin Hood.
Para que te hagas una idea de lo que era ese rey, uno de sus mejores amigos se dedicaba a dar armas a los malos del mundo para que mataran a otras personas.
Animales y personas, todos asesinados.
Total, que la hija mayor, llamada Elena, se casó con un hombre rico del que solo sabemos que se vestía de cortesano para ir en patinete por las calles.
Sus hijos, como ya todo el mundo iba en patinete, se dedicaron a bailar. La segunda hija, llamada Cristina, se casó con un jugador de balonmano.
Y tú dirás que todos los deportistas son buenos, algo de lo deberíamos hablar en otra ocasión. Este no.
Al llegar a palacio, el jugador de balonmano, que se sentía un poco raro allí, decidió no llamar la atención.
Y, ¿cuál es la mejor manera de no llamar la atención? Hacer como todos. Así que el deportista, siguiendo las costumbres del rey, se dedicó a robar.
Lo que pasa que no tenía siglos de tradición y se le notaba, así que al final decidieron meterle en la cárcel para disimular y conseguir que el resto de la familia no pareciera tan mala
Así que el deportista, justo cuando el pueblo iba a olvidar al rey ogro e incluso parecía que le permitían finalmente volver al reino sin devolver ninguna de las monedas robadas, justo cuando el pueblo era más pobre que nunca, el jugador de balonmano agarró de la mano a una mujer del pueblo y se echó a andar por una playa para que todos lo vieran.
Te dirás que es una forma muy rara de vengarse, sí, pero es que los reyes y las reinas son así, y los pueblos pobres y obedientes se olvidan de todo cuando ven una historia de amores traicionados.
CRISTINA FALLARÁS
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