Más de 87.000 personas han muerto por sobredosis en el periodo de 12 meses que terminó en septiembre de 2020
El estrés, el aislamiento social y la depresión causados por la pandemia: los peores enemigos de los drogodependientes
La pandemia eclipsó la necesidad de los recursos de las personas adictas
Los datos son abrumadores. Entre las devastadoras cifras de fallecidos que la pandemia del coronavirus está dejando en Estados, han surgido unas sombrías cifras que han hecho saltar las alarmas entre los funcionarios de la salud pública: más de 87.000 personas han muerto por sobredosis de drogas durante el periodo de 12 meses que terminó en septiembre de 2020, según el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés), lo que se traduce en una media de 238 decesos al día.
Las cifras suponen un aumento del 28% de las muertes por sobredosis en el mismo periodo el año anterior.
Además de un drama social, se trata de un duro golpe para un país arraigado durante décadas en la epidemia de adicciones que comenzó en 1990, ya que en 2018 estaba proyectando sus mejores registros cuando el número de muertes por sobredosis disminuyó ligeramente.
Unos meses antes de que empezara la pandemia, las cifras comenzaron a subir de nuevo, pero las peores estadísticas se dieron en abril y mayo de 2020, en plena crisis de la pandemia, cuando predominaba el miedo, se tomaron las medidas más restrictivas de seguridad para evitar los contagios, y los puestos de trabajo cayeron en picado.
We need to pay attention: In 2019, 76% of #overdose deaths involving #cocaine also involved an #opioid; the percentage varied by region, from 83% in the Northeast to 63% in the West. https://t.co/6la9a3vyUw via @CDCgov #databriefs @NCHStats #opioidsCOBRE pic.twitter.com/ZnGuVhjMAI
— Vermont Center on Behavior and Health (VCBH) (@vtcenterbh) April 9, 2021
El coronavirus eclipsó los tratamientos para drogodependientes
El estrés, el aislamiento social, la angustia mental y la depresión causados por la pandemia, combinados con la falta de recursos, se han convertido en los peores enemigos de los enfermos adictos y de aquellos que no han sabido evitar una dura recaída.
Y es que, mientras los centros sanitarios estaban centrados en salvar las vidas de los afectados por la Covid-19, los programas de tratamiento y rehabilitación, así como centros de atención específicos que brindan apoyo a los drogodependientes, facilitándoles jeringuillas limpias o naloxona (un medicamento que revierte la sobredosis de opioides), fueron cerrados temporalmente. Muchos de ellos incluso aún no han reabierto sus puertas.
El aumento de muertes está relacionado con los opioides, que representan cerca del 75% de todas las muertes por sobredosis durante los primeros meses de la pandemia; alrededor del 80% incluyen opioides sintéticos como el fentanilo, la droga que está generando en Estados Unidos más muertes por sobredosis. Según el CDC, su consumo creció más de un 38% en el periodo de 12 meses terminado en mayo del 2020, comparado con el mismo periodo del año anterior.
El fentanilo: el opiáceo legal usado por los narcos
El fentanilo es un opiáceo legal en Estados Unidos que se receta para tratar dolores severos, normalmente asociados a cánceres terminales. Es 100 veces más potente que la morfina y genera un efecto parecido al de la heroína. Al ser una droga que en pequeñas cantidades genera fuertes efectos en el consumidor, es mucho más fácil de traficar. Así lo concluyen algunos informes de la Agencia de Control de Drogas (DEA por sus siglas en inglés).
No obstante, aunque este opiáceo sintético está generando el aumento récord de muertes por sobredosis, otras drogas estimulantes, como la metanfetamina principalmente, han sido también impulsoras de los irreparables datos.
"El mayor aumento en la mortalidad por opioides, impulsado principalmente por el fentanilo, se da ahora entre los afroamericanos", dijo recientemente la doctora Nora Volkow, directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas, en una conferencia nacional sobre adicciones.
El fentanilo también juega un papel en el 50% de las muertes asociadas con las sobredosis de metanfetamina y cocaína. “Los traficantes están ampliando sus suministros de cocaína, como resultado de los cierres fronterizos relacionados con la pandemia, al mezclar fentanilo. Esa mezcla es mortal para las personas adictas a los estimulantes, pero que también tienen baja tolerancia a los opioides”, señaló Volkow.
Pero además se da la circunstancia de que, tanto el fentanilo especialmente como sus análogos, se han detectado cada vez más en píldoras falsificadas que se venden ilegalmente como opioides recetados o benzodiacepinas (ansiolíticos que se utilizan como medicamentos contra la ansiedad), y en particular en la metanfetamina.
Just released: New @CDCInjury video for healthcare providers on ways to start #opioid tapering discussions with patients and how to support patients during the tapering process. Watch now: https://t.co/4wdJ8BPcU1. pic.twitter.com/Qq8J4KkVZA
— CDC (@CDCgov) January 19, 2021
“La epidemia de los opioides” vs “La guerra contra el dolor”
En paralelo a estos datos, las incautaciones de cocaína, metadona, fentanilo, heroína, cannabis y metanfetamina en Estados Unidos aumentaron 44% entre marzo y mayo, después del cierre de fronteras por la pandemia, de acuerdo con cifras de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP).
"Los distribuidores están combinando estos medicamentos no opioides con opioides más baratos, pero potentes, para obtener mayores ganancias", ha indicado Volkow. "Alguien que es adicto a una droga estimulante como la cocaína o la metanfetamina no es tolerante a los opioides, lo que significa que correrá un alto riesgo de sobredosis si toma una droga estimulante que está mezclada con un opioide como el fentanilo".
Y es que los enfermos que recurren a proveedores desconocidos, concluyen los expertos, pueden terminar con medicamentos falsificados que parecen píldoras recetadas pero que contienen fentanilo, o con estimulantes mezclados con fentanilo. “Con muchos baños y espacios públicos cerrados durante la pandemia, las personas ahora consumen drogas en más áreas públicas, lo hacen con prisa y no siempre se toman el tiempo para usar tiras reactivas que pueden detectar el fentanilo”, han dicho los trabajadores de salud pública.
Cabe recordar, por otro lado, que la "epidemia de abuso a los opioides", denominada así por el CDC, y que constituye una de las más sangrantes crisis silenciosas de la historia de Estados Unidos, empezó con lo que algunos miembros de la comunidad médica llaman la guerra contra el dolor que llevó a muchas farmacéuticas como Purdue Pharma, Johnson & Johnson, McKesson, Cardinal Health y AmerisourceBergen, entre otras, a crear y distribuir opioides que eran comercializados legalmente.
El mercado se inundó con painkillers o pastillas contra el dolor que contenían oxicodona, un opiáceo que además de calmar el dolor, genera gran adicción y dependencia.
Johnson & Johnson, three other companies close in on $26 billion deal on opioid litigation https://t.co/oygizr5ozG
— The Washington Post (@washingtonpost) November 6, 2020
Las políticas de gobierno contra las muertes por sobredosis
Si bien la llamada "Guerra contra las Drogas" fue una política impulsada por el presidente Nixon en la década de los 70 para combatir la producción, el comercio y consumo de ciertas sustancias psicoadictivas cuyo resultado fue un fracaso, hoy por hoy tanto el Partido Republicano como el Demócrata entienden que la drogadicción debe ser tratada y no combatida. No obstante, a la vista de las últimas maniobras políticas, las diferencias en la gestión siguen existiendo.
Antes de que Trump dejara la Casa Blanca, el 14 de enero de 2021, el Departamento de Salud anunció un plan, tras largos meses de negociaciones, que consistía en promover la prescripción de la buprenofrina, una droga proveniente de la familia de los opiáceos que es utilizada para combatir las adicciones a otras drogas de carácter más adictivo y mortal, como lo son la morfina y la heroína.
El plan se basaba fundamentalmente en facilitar todos trámites burocráticos que los sanitarios debían sortear dentro del complejo sistema de salud federal para proveer a sus pacientes de dicho tratamiento, así como ampliar el abanico de médicos que podían suministrar la buprenofrina, puesto sólo un 5% de los médicos aproximadamente tienen esa posibilidad al exigirles ciertos cursos estatales para aplicar el derivado del opiáceo.
Pero este plan, aplaudido ampliamente por el sector sanitario, fue cancelado por el presidente Biden a penas dos semanas después de llegar al gobierno. Funcionarios de la nueva administración declararon entonces que el programa contenía “preocupaciones legales y clínicas”, pero que una de las prioridades del gobierno es "eliminar las barreras innecesarias para recetar buprenorfina".
New @PennMedicine study of how text messaging could inform #opioid prescribing practices found that more than 60% of opioids went unused after common orthopaedic & urologic procedures ft. @agarwalEM (@UPennEM/@PennMedCDH) https://t.co/KMMh09kDz9 pic.twitter.com/vr7vNcLFQi
— Penn Medicine EVDCSO (@PennMedEVDCSO) April 16, 2021
Las muertes por sobredosis: una prueba crucial del nuevo mandatario
Para abordar la crisis de sobredosis de drogas, en marzo el presidente Biden promulgó la Ley American Rescue Plan, que incluye 1,5 mil millones de dólares para la prevención y el tratamiento de trastornos por uso de sustancias, así como 30 millones de dólares en fondos para servicios locales que benefician a las personas con adicciones.
Según un informe publicado por la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas, el presidente Biden considera que las personas no debería ser encarcelada por consumo de drogas, sino que se le debe ofrecer tratamiento en su lugar. El documento enfatiza también en la necesidad de erradicar las desigualdades raciales, de género y económicas que existen actualmente en el sistema de justicia penal.
Pero la situación se complica por otro lado puesto que, próximamente, el 6 de mayo, expirará la prohibición sustancias análogas al fentanilo.
El presidente Biden, quien ya ha pasado por duros episodios familiares puesto que su hijo, Hunte Biden, ha sido adicto a las drogas, se enfrenta ahora a una prueba crucial de su promesa de reducir las muertes por sobredosis en los Estados Unidos a través del tratamiento de adicciones.
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