El líder de Vox insiste en una moción de censura que no apoya ni siquiera el PP
Vox amenaza con un otoño caliente. Es el ultimátum
de un partido que ha llegado a la política española con el único
objetivo de desestabilizar nuestro sistema de derechos y libertades. A
Vox le produce grima la democracia y lo que representa, ellos son
claramente autoritarios, populistas, nostálgicos del régimen anterior, y
su obsesión es acabar con el Gobierno “socialcomunista” como sea.
De
ahí que Santiago Abascal ya haya dado la orden de agitar las calles, una gran manifestación de protesta que incluso “podría provocar la caída del Gobierno de coalición”, según sus cálculos y predicciones.
Abascal está seguro de que la situación económica y social de España
empeorará el próximo otoño y los ciudadanos no dudarán en exigir a sus
políticos “explicaciones” por la gestión en la crisis de la pandemia. Lo
dice en una entrevista con Europa Press, donde aclara que el clima de
“descontento social” hará triunfar la moción de censura
que prepara para la vuelta de las vacaciones.
En realidad es
perfectamente consciente de que sacando gente a la calle no conseguirá
el poder, solo llenar los hospitales de contagiados. El mayor riesgo
para el país en estos momentos no es el auge de la extrema derecha sino
la segunda oleada de coronavirus provocada por los botellones veraniegos
juveniles, las corridas de toros de Cádiz y los
pinchadiscos que escupen su calimocho infecto en las discotecas de moda.
Si es cierto que Abascal piensa sacar a sus militantes a la calle para
crear un clima de inestabilidad política, la propagación del virus está
más que garantizada. Ya se sabe que Vox no es un partido caracterizado
precisamente por respetar las medidas sanitarias de prevención que
propone el doctor Fernando Simón.
Al igual que Donald Trump y Boris Johnson,
ellos son negacionistas y cualquier día incluyen en su programa
electoral el terraplanismo, las delirantes ideas de los antivacuna y las
rogativas en misa de doce. Vox siempre se muestra más preocupado por
proteger y preservar el folclore y las fiestas y tradiciones españolas
que por invertir en ciencia para frenar al coronavirus.
A Abascal nos lo
podemos encontrar posando a las cinco en punto de la tarde con una
cuadrilla de matadores de toros y banderilleros en traje de luces, pero
nunca lo veremos rodeado de batas blancas.
Los médicos y científicos son
la gente de la razón, del conocimiento y la sabiduría, y esos caminos
están muy alejados de las vísceras, la exaltación y el fanatismo radical
que promueve Abascal.
Con todo, cabe preguntarse cómo serán esas protestas callejeras del
otoño caliente que predice Abascal.
El líder de Vox es de los que creen
que una manifestación feminista entraña un altísimo riesgo exponencial
de contagio mientras una riada de patriotas enfervorecidos con banderas
al viento no supone ningún peligro para la salud pública.
Como si el
virus llevara en su núcleo el ADN rojigualda que
protege a los españolazos de bien.
La última vez que Vox movilizó a sus
legiones lo hizo en coche, pero lo más probable es que esta vez los
ultras salgan a gritar “Sánchez paredón” a pecho descubierto y sin
mascarilla. La escalada de tensión siempre exige ir un paso más allá,
siguiendo el manual joseantoniano.
No obstante, entre arengas, discursos del odio, falsedades y
consignas demagógico/patrioteras, Abascal deja en su entrevista con
Europa Press algunas claves políticas importantes que conviene no pasar
por alto.
Así, el líder ultraderechista está convencido de que el Partido Popular terminará sumándose a su moción de censura contra Sánchez e incluso cree que algunos diputados del PSOE sopesan a esta hora participar en una traición al presidente solo para echar al antimonárquico Pablo Iglesias del Consejo de Ministros.
“Creemos que de aquí a dentro de dos meses, con la situación social que
va a vivir España, puede haber diputados socialistas que reflexionen
sobre qué está antes, si su partido o España”, asegura en una de las
afirmaciones más delirantes que se le recuerdan al dirigente vasco. “Si
los españoles quieren, el Gobierno puede caer muy pronto.
Si los
españoles son conscientes de la gravedad de la situación y están
dispuestos a comprometerse, el Gobierno puede caer por las
movilizaciones sociales”, añade. Incluso es capaz de meterse en el papel
de generoso estadista que lo hace todo por amor a la patria, no por
intereses personales ni para cobrar protagonismo, e insinúa estar
dispuesto a dar un paso a un lado para que sea otro, probablemente
Casado, quien lidere el Gobierno alternativo.
A esta hora el líder
popular ya estaría informado de los planes de Vox, puesto que ambos han
mantenido contactos para tratar sobre la moción de censura, según el
propio Abascal. “Mantengo una buena relación con Pablo Casado desde hace
años pero no siempre analizamos las cosas de la misma manera”, reconoce
en la entrevista.
De cualquier modo, la moción de censura está abocada
al fracaso, ya que en política por encima de los sueños están las
matemáticas y el líder bilbaíno de la extrema derecha no cuenta con los
apoyos suficientes de las distintas fuerzas parlamentarias en su intento
de derrocar a Sánchez.
La estrategia de la derecha para los próximos meses parece, por
tanto, meridianamente clara. Promover la agitación callejera a costa de
propagar el virus, tratar de convencer a Pablo Casado para que lo apoye
en sus ensoñaciones e intrigar entre los diputados socialistas para que
algunos de ellos caigan en el tamayazo y claven el puñal al César Sánchez en la escalinata del Congreso.
Mientras tanto, Vox intensificará su discurso en defensa de la Casa Real,
un maná que les ha caído del cielo y del que pueden sacar no poco
provecho político.
Idolatrar al rey emérito, ensalzar su figura como
gran patriarca de la Transición y del Régimen del 78
y cerrar filas alrededor de la monarquía frente a los enemigos de
España que supuestamente pretenden instaurar la república −finiquitando
la concordia entre españoles−, es un plan que encaja como un guante en
la estrategia del miedo y el odio en la que Vox se mueve como pez en el
agua.
José Antequera
No hay comentarios:
Publicar un comentario