El anuncio
realizado en el día de ayer por la portavoz de EH Bildu, Mertxe
Aizpurua, en el Congreso de los Diputados durante el debate para aprobar
una nueva prórroga del estado de alarma ha servido para poner patas
arriba al Gobierno de coalición.
El acuerdo
alcanzado entre los dos socios de Gobierno, PSOE y Unidas Podemos (UP),
con EH Bildu ha cogido a todo el mundo con el pie cambiado. A nadie se
le pasaba por la cabeza que el Gobierno se planteara poner en la mesa la
derogación de la reforma laboral, sobre todo en esta situación de
emergencia en la que está todo el Estado.
No lo digo porque no fuese
necesario abordar este tema, sino porque mucho antes que se decretara el
estado de alarma el Gobierno no tuvo interés alguno en impulsar esa
propuesta.
Antecedentes
La
derogación de la reforma laboral lleva siendo un tema recurrente que
sale con frecuencia a relucir. El PSOE no tuvo ningún interés en
derogarla durante la anterior legislatura, una vez que prosperó la
moción de censura con Mariano Rajoy. La promesa pasó a dormir el sueño
de los justos.
Cuando el
PSOE y UP llegaron a un acuerdo de Gobierno firmaron un documento en el
que el punto 1.3 está redactado en los siguientes términos: “Derogaremos la reforma laboral. Recuperaremos los derechos laborales arrebatados por la reforma laboral de 2012.
Impulsaremos en el marco del diálogo social la protección de las
personas trabajadoras y recuperaremos el papel de los convenios
colectivos”[1].
Este apartado es más extenso, en el que enumera las medidas que adoptarían con carácter urgente.
A día de
hoy la reforma laboral no ha estado encima de la mesa y hay que recordar
que en la entrevista que el diario El País realizó a la Ministra de
Trabajo el 25 de enero de 2020, ésta manifestó que “técnicamente no es derogable toda la reforma laboral”.
Es necesario recordar que en todo momento la CEOE no ha dejado de presionar para que no se derogara la reforma laboral.
De todas
esas medidas urgentes la única que aprobó el Gobierno al inicio de la
legislatura ha sido derogar la posibilidad de despido por absentismo
causado por bajas por enfermedad.
Así ha
transcurrido el inicio de la legislatura hasta que nos hemos sumergido
en la emergencia sanitaria como consecuencia de la pandemia que está
azotando al Estado español. A partir de ese momento se ha vivido una
incesante aprobación de Decretos-leyes en materia laboral que tenían su
origen en la situación de emergencia que se está viviendo.
Si en un
principio las medidas que se estaban tomando en esta materia iban por el
buen camino, de unas semanas a esta parte el Gobierno ha empezado a
ceder a los deseos de los empresarios y ha modificado algunos de los
Decretos-leyes aprobados recientemente para satisfacer las pretensiones
de la CEOE. Todo esto con el beneplácito de los dos sindicatos
mayoritarios (CCOO y UGT).
Salta el acuerdo PSOE, UP y EH Bildu.
En el día
de ayer Mertxe Aizpurua hace público en la tribuna del Congreso que EH
Bildu se abstendría en la votación para la prórroga del estado de alarma
porque habia llegado a un acuerdo para derogar la reforma laboral de
2012 en su totalidad. EH Bildu consigue dar un giro copernicano a la
situación política.
Lo primero
que hay que decir es que el documento firmado existe y su contenido no
deja lugar a dudas, como tampoco dejaba lugar a dudas el documento que
aprobaron PSOE y UP para gobernar en coalición, pero no parecía que
hubiera una voluntad por ambos partidos para llevarlo a buen puerto.
Del
PSOE podía ser esperable, pero las declaraciones de la Ministra de
Trabajo perteneciente a la coalición UP, que he descrito con
anterioridad, daban la sensación que UP no estaba muy proactivo por
impulsar su derogación. La impresión que proyectaban es que la
derogación de la reforma laboral no iba a ser un tema urgente.
Si la
derogación de la reforma laboral era uno de los acuerdos programáticos
estrella que recogieron PSOE y UP en su acuerdo de gobierno parece que
no tiene lógica de ningún tipo que para lograr el apoyo de EH Bildu en
la votación de ayer, esta formación política haya tenido que obtener del
gobierno como contrapartida una reivindicación que estaba en el
programa conjunto de los dos socios de Gobierno. Todo esto puede parecer
surrealista pero es así.
Lo que si que ha quedado claro es que este
gobierno ha utilizado la reforma laboral, de forma perversa, como moneda
de cambio para sacar adelante una nueva prórroga pero ¿Qué hubiera
pasado si EH Bildu le hubiera dicho que no? ¿El Gobierno se hubiera
planteado derogar la reforma laboral?
Cualquier pregunta que uno se
realice sobre esta cuestión le acaba llevando a una única respuesta: El
Gobierno hubiera vuelto a guardar la reforma laboral en el cajón del
olvido porque no tiene interés en que prospere.
Lo que no
cabe duda es que los partidos que auparon a este Gobierno le van a tener
que sacar las propuestas del acuerdo de investidura que entre ambos dos
aprobaron, a base situaciones como las que se han vivido ayer, porque
este Ejecutivo no tiene rumbo. Está perdido y más preocupado en las
críticas que le realiza la derecha y en las caceroladas de los barrios
ricos.
Es
necesario recordar que el modus operandi utilizado para llegar a este
acuerdo es muy similar al que se daba en otras épocas. Para conseguir
los votos del PNV o de CiU en anteriores legislaturas el partido que
gobernaba llegaba al acuerdo de transferir alguna competencia que ya
venía recogida en los estatutos de autonomía de Euskadi y Cataluña.
El
pacto se podía resumir en que el Gobierno para sacar adelante alguna
norma, a cambio tenía a bien cumplir la ley. Esta podía ser el Estatuto
de Autonomía, el Concierto económico o el Cupo.
El Gobierno no daba nada
que no estuviera obligado de antemano, pero como tenía la llave de todo
eso, era la forma de obtener el apoyo que necesitaba en ese momento.
Luego aparecían los titulares de la Brunete mediática diciendo las
barbaridades a las que nos tienen acostumbrados, quejándose de los
privilegios y prebendas que lograban PNV y CiU, obviando, como no podía
ser de otra forma, que el gobierno de turno cuando cedía a las
pretensiones de estos dos partidos, únicamente se limitaba a cumplir la
ley.
EH Bildu logra profundizar las contradicciones del gobierno de coalición
El acuerdo
ha traído consigo un terremoto dentro del Ejecutivo. Las diferentes
declaraciones están sirviendo para dudar de que el PSOE cumpla con el
pacto firmado en los términos que ha sido redactado o peor aún, que no
cumpla nada.
El PSOE tenía que salvar la votación de ayer y no tuvo
reparos en firmar ese documento siendo consciente que habría una
posición férrea contra ese pacto por parte de algunos ministros del
PSOE.
Este partido tiene experiencia en estas lides y no tendrá ningún
reparo en incumplir el acuerdo.
Escuchar en el día de hoy a la persona
que ha firmado el documento en nombre del PSOE, Adriana Lastra, decir
que no se puede hacer una derogación íntegra de la reforma laboral es un
síntoma del nulo interés que tiene el PSOE en todo este tema.
En esta
situación la coalición UP es la que puede salir más dañada de toda esta
situación porque ha demostrado una incapacidad manifiesta.
En primer
lugar, porque se ha demostrado que ha sido incapaz de sacar adelante la
reforma laboral dentro del Consejo de Ministros y en segundo lugar,
porque el hecho que controle las carteras ministeriales de carácter
sociales no está sirviendo para que exijan la aplicación de los acuerdos
firmados con el PSOE.
Es curiosa
la actitud de Pablo Iglesias. Si hasta ahora no había realizado ninguna
declaración sobre la reforma laboral, parece que ha necesitado que una
fuerza política que sólo tiene cinco escaños haya tenido que darle
cobertura para que haya sacado pecho para exigir el cumplimiento íntegro
del acuerdo.
Otro dato
de interés es que ha tenido que venir una fuerza política
independentista, que haya planteado una exigencia de carácter
sociolaboral de esta magnitud.
Quiero recalcar esta última cuestión
porque hay un sector de la izquierda española que siempre ha visto a los
partidos independentistas gallegos, vascos y catalanes como grupos
preocupados por cuestiones identitarias envueltas en banderas al margen
de los intereses de los sectores más desfavorecidos de la sociedad.
Argumento que no se ajusta a la realidad como lo han demostrado la
trayectoria política de los partidos políticos de la izquierda
independentista y las centrales sindicales independentistas.
Era de
esperar que la CEOE pusiera el grito en el Cielo ante el acuerdo de
ayer. En el supuesto que la derogación llegue a buen puerto, cosa que
dudo, la patronal dejará de tener barra libre. Lo que es bastante
curioso es la actitud de las dos centrales mayoritarias en el conjunto
del Estado, CCOO y UGT.
Han pedido que se cuente con ellos para negociar
la reforma laboral y que lleguen a decir que el acuerdo parlamentario
dificulta las negociaciones con la patronal. Son incapaces de aprovechar
una situación como esta para apoyar una iniciativa que es beneficiosa
para los trabajadores.
Soy
escéptico que ese acuerdo se llegue a cumplir porque el PSOE es un
maestro en no cumplir pactos. Que se lo pregunten al PNV que todavía
está esperando que el PSOE cumpla lo que pactó con los jeltzales para
que éstos votasen a favor de la moción de censura.
Tampoco me genera
muchas expectativas UP. Hasta la fecha sus ministros han demostrado una
incapacidad bastante notoria. Cada vez que han tenido que tomar alguna
decisión ha sido una decepción.
Desde la regulación de las casas de
apuestas a la reforma laboral, pasando por la incapacidad para movilizar
a la calle para presionar a su socio de Gobierno así como para
neutralizar a esta nueva rebelión de los barrios ricos.
En estos
momentos UP está maniatada en un gobierno en el que es minoría y en el
que está digiriendo muchas decisiones que las criticaría si no estuviese
en este Gobierno de coalición.
A día de hoy no sabemos si EH Bildu logrará la derogación de la reforma
laboral, pero lo que si sabemos es que ha generado todo tipo de
contradicciones en este gobierno y que los ha obligado a retratarse, que
no es poco.
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