La irresponsabilidad de Jair Bolsonaro ante la
crisis sanitaria derivada del Covid-19 ha colocado al país por delante
de Italia y España en porcentaje de fallecidos y contagiados.
La
“gripecita” a la que refería el ultraderechista líder de Alianza por
Brasil está causando estragos y se calcula que cerca de tres millones de
personas podrían estar infectadas.
“El gobierno brasileño perdió el
control de la pandemia”, dijo a BBC News Brasil, Domingo Alvez, profesor
de medicina de la Universidad de Riberao Preto.
En Brasil la pandemia ha dejado al descubierto las desigualdades
generadas por sistemas de valores basados en la meritocracia y en la
supervivencia del más apto; un darwinismo social vigente desde los
tiempos de la colonización y que Jair Bolsonaro ha reavivado.
El virus se ceba por estos días con los habitantes de las favelas
brasileñas, familias hacinadas a la espera de recibir agua potable e
insumos que el Estado no facilita. La ONU ya advirtió de que en Brasil
urge la necesidad de acciones conjuntas entre gobiernos municipales y
cooperación internacional.
Sin embargo Bolsonaro está empecinado en
minimizar la consecuencia de su propia ignorancia, y continúa desafiando
los consejos de la Organización Mundial de la Salud que ya le ha
advertido el riesgo al que están expuestos no sólo los miles de
habitantes de las favelas de Río y Sao Pablo, sino también los pueblos
originarios que “podrían desaparecer”.
Se estima que unos 462 pueblos actualmente tienen menos de 3 mil habitantes y alrededor de 200 de ellos se encuentran en aislamiento voluntario, todos en situación de extrema dificultad
“En América Latina, la población indígena supera los 45 millones de
personas, poco menos del 10% de la población total de la región. Muchas
comunidades tienen una “gran fragilidad”, pues están en peligro de
“desaparición física o cultural”.
Se estima que unos 462 pueblos
actualmente tienen menos de 3 mil habitantes y alrededor de 200 de ellos
se encuentran en aislamiento voluntario, todos en situación de extrema
dificultad”, explican por su parte desde Naciones Unidas (ONU).
“La
propagación de la COVID-19 ha exacerbado y seguirá exacerbando una
situación ya crítica para muchos pueblos indígenas: una situación en la
que ya abundan las desigualdades y la discriminación.
El aumento de las
recesiones a nivel nacional y la posibilidad real de una depresión
mundial agravarán aún más la situación, causando un temor de que muchos
indígenas mueran, no sólo por el virus en sí, sino también por los
conflictos y la violencia vinculados a la escasez de recursos, y en
particular de agua potable y alimentos”.
La Organización Panamericana de la Salud también hizo llegar su
preocupación por el impacto que la pandemia está teniendo entre los más
pobres, los vulnerables y las poblaciones indígenas, especialmente en
los grupos que viven en el Amazonas brasileño.
Estos grupos viven tanto
en aldeas aisladas con acceso mínimo a servicios sanitarios, como en
ciudades densamente pobladas como Manaos. Los casos registrados en la
cuenca del Amazonas ya ascienden a 20.000.
Las voces críticas no se han hecho esperar. “Es un genocidio indígena”,
sostuvo ayer Arthur Virgilio Nieto, alcalde de Manaos, que acusó
directamente a Bolsonaro.
Por su parte, algunos medios televisivos
reprodujeron las declaraciones del ultraderechista en época de
campaña: “Los indios no hablan nuestra lengua, no tienen dinero, no
tienen cultura.
Son vagos y no sirven para reproducirse. Cómo es posible
que tengan el 13 % del territorio nacional”.
La irresponsabilidad de Jair Bolsonaro ante la crisis sanitaria derivada del Cov...
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