El Brexit ha abierto muchos ojos en la Unión Europea y la actitud
insolidaria demostrada por los países del centro y del norte de Europa
pone en el camino la ruptura definitiva de esta UE
La Unión Europea ha muerto o, más bien, la han matado los países más
ricos que se han olvidado de los principios fundacionales de la UE.
Ya
lo hicieron en la crisis de deuda soberana de 2012, cuando las economías
del sur superaron los 600 puntos en la prima de riesgo, lo que les
impedía poder financiarse en los mercados para sostener la protección a
sus respectivos pueblos.
Esos mismos países —Alemania, Holanda y Finlandia, principalmente—
son los que, de un modo u otro, están manteniendo su insolidaridad con
los países del sur en la crisis sanitaria del coronavirus.
La oposición a
la aplicación de medidas conjuntas para todos los países por parte de
la Unión Europea es, además de insolidaria e indigna, la puerta que abre
la posibilidad de que los países del sur de Europa sólo aportan PIB
pero, cuando precisan ayuda urgente, como en la actualidad, sólo reciben
la negativa de los que más tienen o los que se enriquecen gracias al
dumping fiscal para atraer los domicilios fiscales de las grandes
multinacionales americanas.
En el año 2016, en el número 5 de la revista Diario16, José
Antonio Gómez hizo un análisis sobre el crecimiento del euroescepticismo
en España tras la actuación de la UE en la crisis de deuda soberana de
2012. «El estallido de la crisis económica y la respuesta equivocada de
la Unión Europea hizo que la percepción de la ciudadanía variara de
manera significativa.
Si durante los años de bonanza la gran mayoría de
los europeos veían con buenos ojos la integración de sus países en la UE
y las instituciones tuvieran un grado de aceptación superior al 70%, en
el año 2.013 apenas llegaban al 30% los que continuaban teniendo una
visión tan positiva, igualándose a quienes estaban totalmente en contra
del proyecto de integración europea.
Las políticas de austeridad
impuestas por Bruselas hicieron que más de 40% de los ciudadanos
tuvieran la percepción de que países estaban siendo seriamente
perjudicados por seguir perteneciendo a la UE y que más de un 50%
desconfiara abiertamente de la Comisión, del Banco Central Europeo, del
Consejo de Europa y del Parlamento Europeo», escribía Gómez.
En la crisis del COVID-19 la Unión Europea ha dejado solas a España e
Italia por la actitud opositora de países como Holanda, todo ello con
el apoyo de la prensa neerlandesa que llegó a legitimar la posición de
su primer ministro insultando a los países del sur.
Cuando la pandemia ha matado a casi 20.000 personas, ¿no ha llegado
el momento de que los países del sur de Europa decidan dar un golpe
sobre la mesa y abandonar esta Unión Europea?
Tras certificarse la salida del Reino Unido, la marcha de la tercera y
la cuarta economía de la Eurozona supondría el golpe definitivo para
una UE que ha perdido todo el sentido si se anteponen los intereses
particulares de cada país al interés común de todos.
En los años 80 y 90 del siglo XX, cuando a los países de Centroeuropa
les interesó que el sur se desarrollara para aumentar la capacidad de
consumo y, por tanto, abrir nuevos mercados que sustentaran sus tejidos
industriales, no hubo problema en ayudar. Cuando los países del Bloque
del
Este se fueron asentando tras su salida del entorno soviético, las
miradas de estos países del norte y del centro se pusieron colocaron en
el oriente europeo el sur ya no precisaba tanta ayuda y se dejó a los
países meridionales solos para afrontar, por ejemplo, las crisis
migratorias o los problemas de financiación por el crack mundial de
2008. Se abría el mercado del este y había que aprovecharlo.
Ante esta situación, un plantón de los países del sur sería
catastrófico para los del norte y, además, beneficioso para economías
como la española e italiana, puesto que tendrían la posibilidad de
crecer sin necesidad de depender de las decisiones que se adopten en
Bruselas o de las oposiciones de los países ricos a la implementación de
políticas que beneficien a las ciudadanías que ahora están sufriendo la
insolidaridad de la UE.
Ha llegado, quizá, la hora de que España e Italia unan de una vez sus
posiciones. Stefano Sannino, embajador italiano en Madrid, describió a
Diario16, que hay muchas conexiones personales, a nivel institucional
esa relación «es mucho más complicado porque tenemos una visión más
vertical que horizontal. Miramos mucho más al norte, a Francia y a
Alemania, que al lado.
Es una lástima porque nos perdemos muchas cosas
que podríamos hacer juntos. Entiendo que haya en el sector económico
competencia porque tenemos producciones muy similares, pero no es sólo
esto. Deberíamos buscar más puntos de colaboración».
Ahora es el momento tras lo ocurrido en el Consejo de Europa la
pasada semana. Gracias a la insolidaridad de la UE en el sur de Italia
ya se están produciendo saqueos de supermercados porque ha habido un
retraso en el pago de las nóminas o de los subsidios. En España, de
momento, eso no esta produciéndose, para gran dolor de los partidos de
la oposición, pero podría llegar.
Cuando se ha pedido ayuda la UE, por la presión de los países ricos,
no lo ha dado. ¿Quién está ayudando a España e Italia? China, Rusia y
Cuba, principalmente. Si la UE ha dado la espalda al sur, ¿para qué
seguir? ¿Por qué no un SurExit? Razones hay de sobra.
En la misma entrevista, Stefano Sannino afirmó que no sabía «por qué
hay reticencias para transformar la cercanía de Italia y España en un
proyecto político común». Ahora ha llegado el momento.
¿Llegó la hora de un «SurExit», el Brexit de los países del sur?
No hay comentarios:
Publicar un comentario