El problema real, tras la aparición y despliegue del virus es que ha
quedado al descubierto la real situación de dependencia de China como
principal suministrador de componentes y productos elaborados para
nuestra vida siga siendo como es
Érase una vez un niño que no encontró debajo del árbol de Navidad el
muñeco del Pato Donald que había pedido y sus padres, a los que se les
había olvidado el encargo, le echaron la culpa a los del camello.
Es un recurso fácil pasando por alto, que no se debería, el engaño que conlleva la acción.
El repaso de las ediciones de los diarios de este domingo 1 de abril
nos muestra un panorama en que parece estar representado no el fin del
mundo pero si lo que hay antes.
El propio ministro de Sanidad, Salvador Illa, manifestaba ayer sábado en el curso de una entrevista en La Sexta que aunque es «lógico que preocupe» el brote de coronavirus, «no hay que caer en el alarmismo» y llegó incluso a asegurar que las mascarillas «no son necesarias en España para ir por la calle».
Y aclara el ministro, sin aclarar mucho: «Es un virus desconocido, pero lo que conocemos nos permite controlarlo o intentar controlarlo y tratarlo». Poltergeist versión 2020. Ya hubo en Sanidad una ministra, Celia Villalobos, que destacó mucho por sus declaraciones.
Porque si no hay nada que temer por qué se han producido en los últimos días hechos que sí que inducen a la preocupación y quien sabe si al miedo.
Suspensiones inquietantes
Por ejemplo: se suspendió el GSMA Mobile World Congress de Barcelona, la cita anual de mayor importancia en el sector de las telecomunicaciones, uno de los más activos de la economía mundial.
Esta semana hemos conocido que el quizá más relevante salón del automóvil, el de Ginebra, cuya primera edición se celebró en 1880, también se ha suspendido. Tan solo permaneció cerrado durante las dos guerras mundiales, un dato interesante.
También la semana anterior conocimos, por boca del ministro de Salud de Francia, Olivier Verán, que su Gobierno había prohibido las reuniones de más de 5.000 personas en espacios cerrados e incluso algunos al aire libre, como la media maratón de Paris.
Participan de media 40.000 corredores y fue en 1896 cuando tuvo lugar la primera prueba de esta carrera maratón.
Vayamos ahora a las bolsas que ofrecen una muy buena barometría sobre el estado de la economía planetaria. Pues bien, también esta pasada semana, y ya van tres, se han registrado las mayores caídas de los últimos años desde el hundimiento de Lehman Brothers, que quebró el 15 de septiembre de 2008 y se llevó por delante a la práctica totalidad de las economías nacionales, eso sí en aquellos países que cuentan con ello.
Y hoy domingo se podía leer en El Mundo extractos de un informe interno que ha elaborado la patronal europea, Business Union a partir de una encuesta y encuentros que ha tenido con sus adheridos sobre loas.
Una de las principales conclusiones del estudio es la siguiente: “La principal preocupación es la falta de suministros procedentes de China. Existe una alta probabilidad de que algunos fabricantes, mayormente del sector del automóvil y textil, comiencen a quedarse sin suministros de piezas en las próximas 2-3 semanas”.
Preocupante sobre todo en la actividad de farmacia y química, automóvil y electrónica y telecomunicaciones.
El virus es culpable, pero no de todo ni del todo
Del virus Covid-19 o Coronavirus se dice que es el culpable de todo lo que está pasando, incluso de la afectación de la economía, el consumo, el turismo y la industria. Pero no es cierto porque los virus son complejos microorganismos, que pueden llegar a hacer mucho daño, pero carentes de alma y voluntad, como todo el mundo conoce.
Ya parece, por tanto, que el panorama se va aclarando y que el foco se cierne dejando en la parte de arriba lo menos interesante, tanto en cuanto a la situación sanitaria como de suministros.
En cuanto a lo primero, algo ha fallado en cuanto a los sistemas de detección precoz y control de enfermedades cuando se da, por ejemplo, la diferencia tan enorme de casos detectados en Italia, frente a España y Francia, siendo vecinos. Y en cuanto al gigante asiático, lo que sea que esté ocurriendo que poco se sabe.
El problema real, tras la aparición y despliegue del virus es que ha quedado al descubierto la real situación de dependencia de China como principal suministrador de componentes y productos elaborados para nuestra vida siga siendo como es.
Sorprende, por tanto, la observación de un cierto error de planteamiento estratégico en la cadena de proveedores.
China produce lo que no queremos producir aquí por ser contaminante, por una mayor carestía y porque, todo hay que decirlo, son cumplidores en cuanto alas calidades requeridas y los plazos acordados.
Pero tiene su precio, como se esta viendo, y no solo lo que se pague por piezas para la fabricación de automóviles.
Y esto, pese a que aquí hay algo que no nos están contando.
Ni los Reyes Magos son los culpable de que el niño se quede sin su Pato Donald, ni el Covid-19 es el culpable de la crisis de la producción en occidente.
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