Las
mujeres turcas han vuelto a salir a las calles para manifestarse en
contra de un proyecto de ley cuyo nombre pone los pelos de punta: “cásate con tu violador“.
Esta norma pretende volver a instaurar lo que se conoce como matrimonio
reparador, que permite a los hombres que han abusado de menores evitar
el castigo por su crimen si se casan con sus víctimas.
Da escalofríos pensar que una ley tan violenta y atrasada –que fue propuesta por el propio presidente Erdogan– podría llegar a aprobarse.
El pasado 16 de enero, su formación, el conservador y religioso Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), presentó a la Asamblea de Ankara una
reforma del sistema judicial, en la que incluyó el texto de un proyecto
de ley que ya había sido presentado en 2016, y que entonces se vio
obligado a retirar debido a las protestas de la opinión pública, tanto en el país como fuera de él.
La ley, según explica Bethan McKernan en The Guardian, establece que aquellos
hombres acusados de violencia sexual contra una menor podrán salir de
la cárcel y evitar las consecuencias penales de su crimen si optan por
casarse con sus víctimas, siempre que la diferencia de edad entre los dos cónyuges sea inferior a 10 años. Paradójicamente, Erdogan ha señalado que la propuesta ha sido concebida para hacer frente al problema de los matrimonios infantiles, muy extendidos en Turquía.
Tanto
los diputados parlamentarios republicanos como los partidos de la
oposición y las asociaciones en defensa de los derechos de las mujeres,
reaccionaron con indignación, subrayando que, en contra de lo
que se supone que pretende, este proyecto de ley legitima el matrimonio
infantil, además de legalizar la violación.
En los últimos
días, hemos podido ver cómo las mujeres turcas se manifestaban en las
calles y plazas de Estambul, cantando su propia versión de El violador eres tú, que ya se ha convertido en todo un himno de protesta global.
Fidan Ataselim, secretario general de la plataforma de activistas We Will Stop Femicide, ha dicho que este
gesto del gobierno es un intento de borrar las pruebas del grave
aumento de la violencia de género que se ha producido en Turquía en la
última década.
Aunque el gobierno turco no ha registrado ni publicado datos al respecto desde 2009, según la ONU, el 38% de las mujeres turcas han sufrido violencia física o sexual por parte de la pareja y, según Ataselim, las niñas obligadas a casarse habrían sido más de medio millón
(cifra que se estima que sería aún mayor, dado que a menudo en las
zonas rurales los matrimonios se celebran únicamente ante las
autoridades religiosas).
Con este nuevo proyecto de ley, la situación de las mujeres turcas empeoraría aún más.
Lamentablemente,
aunque a muchas personas, especialmente a las que viven en las grandes
ciudades de Occidente, les horrorice esta ley basada en el antiguo
concepto del matrimonio reparador, existe un riesgo real de que en otras zonas del país, como en el sur profundo, esta solución encuentra una amplia aceptación.
Quienes la defienden, afirman que esta medida es una forma de proteger el “honor” de la familia;
una mujer que ha sido violada es una fuente de vergüenza y deshonor
para su familia, por lo que, a menudo, son despreciadas después de haber
sufrido la agresión.
Estos matrimonios les aseguran a las víctimas la
posibilidad de poder casarse a pesar de no ser vírgenes, y por tanto,
librarse del deshonor que supone el haber sido agredidas sexualmente.
Una lógica perversa e injusta, que legitima la violación y la
mentalidad de que las mujeres somos objetos que poseer, que únicamente
existimos para la satisfacción sexual de los hombres.
El
Parlamento aún no ha fijado una fecha para continuar con el debate; sin
embargo, las activistas turcas ya han declarado que, si realmente se
trata de una propuesta para intentar aprobar de nuevo el decreto que ya
tumbaron hace cuatro años, volverán a luchar como lo hicieron entonces y
se opondrán firmemente hasta que sea retirada.
Por nuestra parte, solo podemos apoyar completamente la oposición de las mujeres turcas y las fuerzas seculares del país: esta ley es, simple y llanamente, una forma de validar y recompensar a los perpetradores de violencia sexual y es inaceptable que en 2020 una víctima de abuso sea obligada a casarse con su violador.
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