La tumba de Francisco Franco en la Basílica del Valle de los Caídos. Foto: AFP.
“Más vale tarde que nunca”, reflexiona Mirta Núñez, directora del Departamento de Historia de la Comunicación Social de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y ex responsable de la Cátedra de Memoria Histórica en ese centro de estudios.
En efecto, el próximo 20 de noviembre se cumplirán 44 años de la muerte de Franco. No hubo un intento serio de emprender la retirada de sus restos hasta junio de 2018, cuando Pedro Sánchez anunció que iniciaría los trámites de cara a su exhumación.
El camino no resultó sencillo. Tras conocer la negativa de la familia del dictador, el Gobierno aprobó en agosto de 2018 un decreto que buscaba dar cobertura legal al traslado de los restos. Empezó entonces una batalla judicial librada por la familia y por la Fundación Franco que se alargó prácticamente hasta el último minuto.
El Tribunal Supremo (TS) llegó a paralizar la exhumación, inicialmente anunciada por el Gobierno para el pasado 10 de junio. Sin embargo, la última palabra aún no estaba escrita: el 24 de septiembre, el TS rechazó los recursos de los familiares de Franco.
Los magistrados indicaron, por un lado, que Franco podía ser exhumado; por otro, negaron que fuera enterrado en la catedral de La Almudena y avalaron su traslado a un panteón familiar en el cementerio de Mingorrubio, donde yacen los restos de su esposa, Carmen Polo.
Hacia allí saldrá este jueves la momia de Franco. El acto de exhumación empezará a las 10.30 y se estima que durará entre una y tres horas. Durante ese tiempo, debajo de la carpa instalada en torno a la tumba –medida adoptada por el Ejecutivo de Sánchez para evitar por todos los medios que haya imágenes de los trabajos– solamente estarán dos familiares del dictador (otros 20 aguardarán fuera), así como la ministra de Justicia en funciones, Dolores Delgado –en su calidad de notaria mayor del Reino–, un forense y los operarios que se encargarán de ejecutar los trabajos.
El Prior Santiago Cantera, quien también ha
intentado impedir la exhumación, bendecirá los restos antes de su
partida.
La caja será sacada de la basílica en hombros de sus familiares y trasladada en helicóptero –salvo que el tiempo no lo permita, lo que obligaría a hacer el viaje en coche– hasta Mingorrubio, donde inicialmente estaba convocada una concentración por parte de la Fundación Franco.
Sin embargo, la protesta no fue autorizada por la Delegación de Gobierno en previsión de que pudieran desatarse incidentes, tras lo cual la fundación anunció que anulaba su llamamiento.
En cualquier caso, el partido neonazi Alianza Nacional y otros grupos ultras como el Movimiento Católico Español o Acción Juvenil Española han anunciado que igualmente se concentrarán en el cementerio para esperar la llegada de los restos de Franco.
“Acto simbólico”
La Abadía Benedictina de la Santa Cruz del Valle de los Caídos. Foto: El Diario.
Cuando faltaban pocas horas para que se levantara la losa de 1 500 kilos que protege la tumba del dictador, Lara pensaba en esas otras piedras que siguen pesando sobre los familiares de las víctimas allí enterradas. “Lo más urgente es la recuperación de todos aquellos restos cadavéricos depositados en la propia basílica”, sostiene el abogado.
“Fin de la transición”
Los restos de Francisco Franco permanecían en el Valle de los Caídos desde el 23 de noviembre de 1975. Foto: Reuters
En tal sentido, Lara pone sobre la mesa otra de las tareas pendientes de la democracia: “habrá abordar una resignificación a fondo del lugar, e incluso en un momento dado se debería plantear la demolición o abandono total y absoluto del monumento”.
“Un monumento así –remarca- no tiene ningún sentido en el marco de un estado democrático”.
(Tomado de Público)
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