Para un tipo como Donald Trump, nacido en
Nueva York hace 73 años, no hay nada como una hamburguesa con patatas
fritas, lo cual ha quedado ampliamente demostrado en numerosas
ocasiones, como cuando una huelga de personal en la Casa Blanca le hizo
al 45º presidente de los Estados Unidos pedir un cargamento de
MacDonalds para sus invitados.
Pero
estamos en el País Vasco francés, en Biarritz, probablemente uno de los
mejores lugares del mundo a uno y otro lado de la frontera
franco-española para comer bien, de todo, y bien hecho.
Por eso, Donald Trump y el resto de
líderes presentes en la cumbre del G7 cenaron un menú 100% vasco.
Probaron las especialidades locales vascas cocinadas por el chef Cédric Béchade, oriundo de la región, y el jefe de cocina del Elíseo, Guillaume Gomez.
Los chefs llevan dos meses
trabajando en el menú, porque, según señala Gomez, han debido tener en
cuenta "las alergias, las restricciones alimentarias y las
preferencias", de los líderes mundiales allí congregados.
"Si hay carne
roja, preparamos también un plato vegetariano", contó el chef.
Una
cadena de TV francesa se hizo con el menú de la cena, y la publicó en
Twitter, gracias a los cual sabemos que Trump y los demás mandatarios
están bien tratados.
De primero hubo piperrada contemporánea de
Cédric Béchade, entrante que suele estar preparado con pimientos verde y
rojo, cebolla, tomate y a veces huevo.
De segundo, se sirvió marmitako
de atún rojo de los pescadores de Saint Juan de Luz, y, para cerrar la
cena, una selección de quesos y un postre "con sabor a dulce vasco".
De
los vinos preferimos no saber. Tal vez por protocolo no se excedieron.
¿O tal vez Macron le está enseñando a Trump lo que se pierden él y sus
conciudadanos si suben los aranceles de los vinos franceses hasta
niveles prohibitivos?
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