Aunque la contaminación acústica no es
ninguna broma, en España parece motivo de chiste. Sin duda, se trata de
uno de nuestros hábitos que más sorprenden (y atemorizan) a los
turistas. Entrar en un bar y que un torrente de gritos y ruidos nos empuje otra vez a la salida es una experiencia única que encuentra su máxima expresión en España… bueno, y en Italia.
En relación estrecha con el punto anterior está la discusión, una de nuestras ocupaciones preferidas, sobre todo si hay una barra, una tele y una caña. Tal es nuestra afición por discutir por todo y opinar sobre cualquier cosa aunque no tengamos la más mínima preparación sobre el tema que lo hemos convertido en profesión (tertuliano) y en carrera universitaria (todología).
David Rubio
Discutir por todo
En relación estrecha con el punto anterior está la discusión, una de nuestras ocupaciones preferidas, sobre todo si hay una barra, una tele y una caña. Tal es nuestra afición por discutir por todo y opinar sobre cualquier cosa aunque no tengamos la más mínima preparación sobre el tema que lo hemos convertido en profesión (tertuliano) y en carrera universitaria (todología).
Bares
Dicen que en España hay más bares que en todo Estados Unidos. ¿Pero dónde íbamos a hablar a gritos y discutir si no?
El turista que llega a nuestro país ya conoce nuestra afición por pasar
largas veladas en la barra de un bar y se une a nosotros.
Desgraciadamente, muchos de ellos no entienden que el español no solo
acude al bar a beber, sino que es más bien un acto social. Así, muchos
turistas acaban doblados cuando su homólogo español no ha empezado siquiera con la primera caña.
Horarios de comer
Nos mantenemos irreductibles en este punto. Ya hace años que Butragueño dejó el fútbol, Rafa Nadal ha sustituido a Alfredo Landa
como el arquetipo del español medio y las corridas de toros pronto se
convertirán en un mal sueño. Pero seguimos alimentándonos a horas
intempestivas.
Cualquiera que haya viajado fuera de España habrá notado
lo fácil que el cuerpo se adapta a comer un poco antes, pero es volver a
España y erre que erre. Si ni los italianos nos entienden con este tema, es que tenemos un serio problema.
Los idiomas
Sin duda, los tiempos están cambiando en
este aspecto. Las nuevas generaciones están en contacto directo con
otros idiomas, especialmente el inglés, y muestran un gran interés por
viajar solos desde muy jóvenes.
Pero, con todo, seguimos mostrándonos ridiculamente condescendientes a la hora de aplaudir a rabiar al músico extranjero que en un concierto balbucea el típico “Houla, Ispaña, yo feliz estar aquí”. ¿Nos aplauden a nosotros cuando hablamos inglés con acento español? Pues eso.
Salir hasta las 6 de la mañana… y más allá
Quedamos con nuestros colegas cuando los
suecos ya están durmiendo bajo su nórdico en Malmö.
Pero es que claro,
si hemos acabado de cenar a las 12 de la noche, no vamos a empezar a
beber a las 9… aunque algunos también lo hagan.
Salir hasta tarde (o
temprano, según se mire) es uno de nuestros hábitos más queridos. Pero
eso no quiere decir que bebamos más, sino que nuestro
ritmo es diferente.
Y es que no se puede beber a la vez que discutes,
por lo que el proceso se alarga mucho más que un bar de Helsinki…
La neurosis de las banderas
Es un hábito relativamente reciente que comienza a desconcertar a los turistas acostumbrados a hacer genuflexiones a una sola bandera.
—
Pero, ¿por qué tenéis tantas banderas colgadas en las ventanas? ¿Por
qué unas llevan morado y otras no? ¿Por qué unas tienen una estrella de
un color y otras de otro?
—Amigo Harry, nos tomamos otra caña y luego lo
discutimos a gritos.
David Rubio
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