Donald Trump no se aguantó más y 24 horas después de que el fiscal
especial Robert Mueller declaró que su investigación no lo exoneró, el
investigado cuestionó nuevamente la imparcialidad del investigador y distorsionó sus conclusiones.
Trump denunció por tuit que Mueller fue a la Casa Blanca buscando ser nombrado director de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés), pero “yo le dije no. Al día siguiente fue nombrado fiscal especial; un conflicto de intereses total”. O sea, promoviendo la interpretación de que toda la investigación fue motivada porque Mueller estaba enojado por no haber sido seleccionado como director de la FBI.
Poco antes, también por tuit, de nuevo denunció la investigación como el mayor hostigamiento contra un presidente en la historia, y afirmó, justo en contra de lo que había explicado el fiscal especial, que Mueller hubiera formulado cargos si tenía cualquier cosa, pero no había nada que presentar. Afirmó más tarde que la conclusión de la investigación es que es inocente de toda acusación.
De nuevo calificó la investigación en su contra de una farsa, una cacería de brujas y acusó que fue resultado de los demócratas “y sus socios, los medios de fake news”, y por enésima vez afirmó que Mueller no encontró ningún delito relacionado con Rusia (Mueller declaró el miércoles que se comprobó la interferencia rusa en la elección) ni obstrucción de justicia (en el informe del fiscal especial se documentan por lo menos 10 instancias de posible obstrucción, y fue sobre ese punto que declaró que su investigación no exoneró al presidente).
William Barr, procurador general, también criticó al fiscal especial, comentando en entrevista con CBS News: personalmente sentí que él podría haber llegado a una decisión sobre si se deberían haber formulado cargos contra el presidente.
Pero Mueller había explicado el miércoles que según las normas del Departamento de Justicia, no podía formular cargos contra un presidente en funciones, e indicó que la Constitución tiene otro mecanismo para ese fin, dejando claro, sin decirlo explícitamente, que se estaba refiriendo al proceso del impeachment.
Demócratas de alto perfil continuaron proclamando que la única solución es proceder hacia un proceso de destitución. La senadora y candidata presidencial Elizabeth Warren declaró ayer en un programa de ABC que si Trump “fuera cualquier otro y no el presidente de Estados Unidos, estaría esposado y acusado… Yo no rendí juramento para apoyar a Donald Trump. Yo juré apoyar la Constitución… y por eso, el impeachment”.
Por ahora, el liderazgo del partido, encabezado por la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, repiten que aún no es momento para ese paso, aunque no lo descartan.
En sus comentarios con la prensa, Trump minimizó la posibilidad de un juicio político para destituirlo. Afirmó que impeachment “es una palabra sucia… asquerosa, y no tiene nada que ver conmigo”.
Sin embargo, su estallido de ayer demostró que a pesar de que Mueller cerró este miércoles su oficina y la investigación y renunció a su cargo, y que él y su gente han declarado sin parar que el caso está cerrado, Trump no logra superar su furia y destreza sobre las investigaciones y los escándalos que han definido su estancia en la Casa Blanca, y la posibilidad de un juicio político. Insistió ayer en que no consideraba llegar a ser enjuiciado, ya que no hay un delito.
El misterio del buque de guerra
Por si las cosas no fueran ya suficientemente locas, un alto mando militar –aún no se ha identificado quién–, ordenó que el buque de guerra John S. McCain fuera mantenido oculto durante la reciente visita de Trump a Japón, reportó primero el Wall Street Journal.
El rotativo informó que se ordenó ocultar el nombre del barco con una manta, y que los marinos asignados al buque –y que llevan el nombre de su barco en sus uniformes– no se presentaran entre los militares que escucharon el discurso del presidente. La nave de la Marina fue nombrada en honor del padre del senador republicano John McCain, que murió el año pasado, y que fue un crítico de Trump.
El presidente negó ayer haber tenido conocimiento de dicha orden, pero comentó que aunque él nunca haría eso, repitiendo que no fue un gran admirador del senador McCain, quien lo hizo tenía buenas intenciones y pensaban que me estaban haciendo un favor, porque saben que no soy admirador de John McCain.
El secretario de Defensa en funciones, Patrick Shanahan, también negó haber tenido conocimiento de la orden y anunció una investigación sobre el asunto.
La ropa del emperador
Mientras continúan las casi 30 investigaciones federales, legislativas, estatales y locales sobre varios rubros del imperio de Trump, su viejo jefe de estrategia Steve Bannon pronosticó que las pesquisas sobre los negocios del presidente llevarán a su derrumbe político, al revelarse que no es el multimillonario que decía ser, sino una escoria más, según el nuevo libro Siege: Trump Under Fire, el segundo de la serie de Michael Wolff, cuyo primer libro sobre el inicio de la presidencia de Trump fue best seller.
En el libro, Bannon califica la Organización Trump de entidad criminal.
Lo que ya se ha documentado es que esta empresa y su ex jefe, el presidente Trump, no son tan exitosos como dicen. Los negocios de Trump sufrieron pérdidas de más de mil millones de dólares entre 1985 y 1994, reveló el New York Times. De hecho, podría haber padecido las peores pérdidas de todos los contribuyentes de impuestos en este país.
Fiscales federales en Nueva York están investigando a la empresa central del imperio de negocios de Trump, y ya han otorgado inmunidad a su ejecutivo financiero, Allen Weisselberg. Por otro lado, proceden investigaciones sobre las actividades bancarias de Trump y su yerno Jared Kushner con Deutsche Bank, incluyendo actividades sospechosas bajo controles de lavado de dinero.
Diversos observadores han señalado durante meses que esta investigación, más que la de Mueller y otras del Congreso, podrían ser la mayor amenaza para Trump y toda su familia.
David Brooks
No hay comentarios:
Publicar un comentario